LA MUSA
—Mi historia empieza en 1912, el veinte de Mayo de 1912. Ese año fue el peor de toda mi vida por varios motivos, pero uno de ellos fue perder a mi hermano Derek en el hundimiento del Titanic, muy poco antes.
—Conozco, todo el planeta conoce la trágica historia del Titanic. Una tragedia que tal vez podría haberse evitado. —se sincera la guionista con el fantasma.
—Parece ser que sí, eso se supo después. Días más tarde recibí una carta de mi tío George Monroe que me invitaba a ir a pasar una temporada con él a Shaftesbury. Sabía que yo estaba destrozada por lo de mi hermano y me había quedado sola en el mundo ya que nuestros padres fallecieron unos años atrás con apenas meses de diferencia de una penosa y larga enfermedad.
La rubia continúa con el relato de su corta vida.
Nueva York, 20 de Mayo de 1912.
Marilyn una hermosa mujer de cabello rubio algo ondulado y ojos azules llega a casa, aquella mansión tan inmensa que su familia posee desde hace años en la ciudad. Un hogar demasiado grande para alguien que se ha quedado sola en aquella casa tras la muerte de su hermano, su amigo, su confidente, en el hundimiento del famoso y supuestamente insumergible Titanic.
La muchacha ha acudido a visitar la tumba de Derek, una tumba en su homenaje aunque vacía dado que su cuerpo no ha podido ser recuperado de las frías aguas en las cuales el trasatlántico se hundió en la noche del catorce al quince de Abril de mil novecientos doce.
El chico podría haberse salvado porque al ser un pasajero de primera clase tenía preferencia sobre los de tercera para subir a uno de los botes, los escasos botes, que con toda seguridad le hubieran salvado la vida. El hombre, que regresaba en el viaje inaugural del barco a Nueva York después de hacer negocios en Francia, cedió su puesto a una mujer humilde de tercera clase cuyo marido había perecido ahogado al caer por la borda cuando el buque comenzó su desastroso hundimiento. De esta manera se aseguraba que aquellos dos niños pequeños, que ya habían perdido a su progenitor, pudieran crecer y criarse cuidados por su madre. Él no tenía hijos, ni esposa y sabía que su hermana le entendería y le perdonaría.
Actuó guiado por su buen corazón, pues si algo ha caracterizado siempre a una parte de la familia es su generosidad, sobre todo para con la gente de los estratos sociales más humildes y pobres, algo que no es demasiado común en aquella época en la que la diferencia de clases es tan marcada y aquellos que gozan de fortuna y comodidades no reparan en los que no son iguales a ellos, es decir, los pobres. Ni siquiera les conmueven, aunque algunos, en el colmo de la hipocresía participan en actos benéficos más por una cuestión de imagen y quedar bien que por auténtica bondad y generosidad.
Algunas personas como los Monroe si lo hacen de corazón, tanto los fallecidos padres de la rubia, que perecieron años atrás con unos meses de diferencia a consecuencia de una repentina y rápida enfermedad, como ahora su hermano. Apenas era año y medio más mayor que ella y que se ha ido de su lado para siempre pagando con su propia vida el haber sido un hombre con un corazón de oro.
La mayoría del círculo social de la familia siempre los criticó por esa actitud suya tan desprendida para con las clases más deprimidas socialmente, no entendían porque ayudar a aquellos que no eran su gente. Incluso les aconsejaron hacerlo, pero cara a la galería para tener una buena imagen pero sin soltar ni un solo penique en ellos. Sin embargo, para esa parte de tan conocida familia aquellos a quienes ayudaban también eran "su gente" porque al igual que las de primera clase también eran "personas". Eso les bastaba para hacerlo.
Tras la muerte de su hermano las críticas a los Monroe se recrudecieron. Y Marilyn, que siempre ha sido considerada la mujer más hermosa y deseable de la ciudad observa como los galanteos e intentos de conquista de sus numerosos pretendientes han aumentado. Quieren "cuidarla" ahora que está sola e indefensa sin ningún hombre que vele por ella y ¿por qué no decirlo? velar por la jugosa fortuna familiar que ahora está por entero en manos de la chica de cabello dorado y a la cual podrían acceder sin duda.
A la rubia no le interesan ninguno de esos hombres, sus tácticas de seducción funcionan con ella y así se los ha hecho entender, aunque por lo visto aquellos que la cortejan no se dan por aludidos e insisten en sus galanteos al punto de ser pesados.
Cuando la joven llega a la puerta de su habitación se despoja de su sombrero con delicadeza, lo coloca con cuidado sobre el perchero. Se quita los zapatos, y se tumba en la cama rompiendo a llorar, hasta que repara en un pequeño sobre que hay junto a su mesita de noche tomándolo entre sus manos. Al leer el nombre del remitente sonríe mientras se seca las lágrimas con una de las manos, abre el sobre y extrae la carta de su interior comenzando a leer.
Querida sobrina: Antes que nada quiero expresarte mis más sinceras condolencias por lo sucedido con tu hermano. Ha sido muy duro para mi también enterarme de lo sucedido porque después de perder a mi hermano y mi cuñada ha resultado devastador tener que sobre ponerme a esto, aunque imagino que para ti es mucho peor. La vida aquí, en Shaftesbury, es tranquila, no puedo quejarme en verdad de como me va aquí. Es un lugar muy distinto a la ciudad de Nueva York, mucho más tranquilo, aunque para un hombre viudo con dos adolescentes a quien cuidar tampoco es una maravilla. Sí, desgraciadamente yo también he perdido a un ser muy querido, a mi amada esposa y todavía no pude comenzar a rehacer mi vida y no creo que pueda. Es duro criar solo a dos chicas adolescentes sin una figura femenina al lado que pueda ayudarte en ello y más cuando se hallan en una edad tan difícil y a veces conflictiva como la de la adolescencia. La muerte de mi esposa fue tan repentina y extraña que los investigadores no han podido averiguar aún la verdadera causa por la cual ella dejó este mundo. Tú estás sola en aquella inmensa casa y creo que sería conveniente que cambiaras de aires por una temporada y te alejaras de todo por un tiempo. Por eso precisamente te escribo, para proponerte que te vengas a Shaftesbury unos días a disfrutar de unas merecidas vacaciones aquí en este lugar tranquilo lejos del ruido y la locura que puede ser Nueva York a veces. Espero que te animes y confirmes lo antes posible tu venida a esta mi casa, tu casa también, para prepararte una habitación digna de la hermosa princesa que siempre has sido para mi. Sin más que decir y esperando verte pronto por acá para darte un inmenso abrazo se despide atentamente tu tío. George Monroe.
La hermana del finado Derek sonríe al terminar de leer su carta, es su tío adorado, el hermano mayor biológico de su querido y amado padre, aunque eran tres hermanos en la familia.
Sus abuelos, de gran corazón, decidieron adoptar a una joven ya casi entrando en la adolescencia cuando una fría noche de invierno la vieron pedir limosna en una calle cercana al domicilio en el que todos vivan. La muchacha parecía estar sola en el mundo y era demasiado joven para estar en semejante situación, sus ojos claros mostraban gran sufrimiento y aquel crudo invierno de clima tan gélido hacía que la piel pálida de la jovencita pareciera aún más pálida. Les conmovió tanto que decidieron acogerla por esa noche, darle un buen plato de comida caliente, una ducha igualmente cálida y que, al menos por una noche, disfrutara de una buena cama. En definitiva, que por un día tuviera la vida digna con las necesidades básicas que toda persona merece tener cubiertas. Y eso fue lo que hicieron. Pero ya no pudieron dejarla ir por lo que decidieron adoptarla. No les costó mucho averiguar su identidad y su historia, confirmando así que estaba sola en el mundo desde que su madre, enloquecida por la muerte de su marido y su hijo pequeño, el hermano menor de la joven, abandonó a la muchacha que apenas tenia doce años cuando se vio sola en el mundo. Tuvo que subsistir como pudo y acabó en la calle cuando el casero fue a reclamar un dinero de la renta de la cochambrosa casa en la que vivían. Una renta demasiado alta para las condiciones en las que estaba aquel reducido espacio. Aunque eso al avaro y cruel casero no le importaba en absoluto. En una ocasión le propuso al matrimonio perdonarles la deuda de ese mes a cambio de que le prestaran a la joven por unos días. Aunque el matrimonio carecía de estudios intuía perfectamente a que se refería ese depravado ser ya que habían visto la manera en la cual observaba a Diane, que así se llamaba su hija mayor. A pesar de estar enfermo el padre de la muchacha echó al hombre de su casa a patadas. La chica, a pesar de su juventud se daba cuenta de algunas cosas y sabía que tras la marcha de su madre y al estar ella sola en casa, aquel degenerado querría cobrarse de alguna manera lo que la familia le adeudaba. Esa fue otra de las razones por las que se marchó de aquel ruinoso lugar que había sido su casa toda su vida, aunque acabó en la calle.
Por desgracia no estaba destinada a vivir demasiado, era una mujer agradecida y en verdad aquellos que la acogieron se convirtieron en sus nuevos padres y sus hijos en verdaderos hermanos, aunque jamás olvidó a su familia de sangre. La joven se casó años después, casi al mismo tiempo que sus dos hermanos, pero la tragedia regresó de nuevo a su vida cuando el hombre que amaba, un hermoso afroamericano fue asesinado por simple intolerancia. No iban a aceptar a un negro en la alta sociedad de la ciudad, sobre todo si era de origen humilde que entró en las altas esferas por su matrimonio con la hija también recogida de los Monroe. A ella se la toleraba en cierto modo por su aspecto.
Alguna que otra organización terrorista de supremacistas, no estaba dispuesta a admitir algo como aquello y después de cortar la garganta del hombre fue puesto en una cruz colocada frente a la casa que el matrimonio compartía a la que se prendió fuego. Así la muchacha que el matrimonio adoptó, vio como las llamas consumían poco a poco el cuerpo del hombre que amaba. Por suerte para ambos cuando Philip fue colocado en la cruz ya estaba muerto y no tuvo que sufrir una muerte tan agónica, aunque el espectáculo dantesco que los racistas proporcionaron a su viuda fue algo que ella jamás olvidó. Por aquel entonces ambos tenían una hija de muy corta edad y la salud de Diane comenzó a resentirse apenas cuatro años después de traer a su hija al mundo. Además el sufrimiento de ver a su marido quemarse ante sus ojos no hizo sino agravar su padecimiento y que su final se precipitase demasiado.
Cuando la mujer falleció, siendo aún muy joven, su hermano George decidió, junto a su esposa hacerse cargo de la niña de su querida hermana y viajaron por ella desde Shaftesbury, donde él ya vivía desde hace meses, a Nueva York para hacerse cargo de ella y llevarla consigo de regreso al lugar donde el hombre se había establecido. El tío de la rubia trató desde entonces a su sobrina como a una verdadera hija y su mujer, con la cual acababa de casarse, le dio ese cariño de madre que la pequeña tanto necesitaba. Eso no cambió cuando George descubrió que su mujer le iba a hacer padre en breve y para su mujer tampoco. Ambos seguían tratando a la niña de idéntica forma y han criado a ambas niñas como si fueran hermanas, pues se llevan muy poco tiempo, hasta que la tragedia llegó a la familia con la muerte de la mujer de del tío de Marilyn de manera tan repentina como extraña.
«Creo que es una buena idea marcharme un tiempo a... ¿Shaftesbury? Me hace falta mi tío y así podré conocer a mis primas.» piensa la chica de ojos claros mientras lee la carta.
En la actualidad...
—Así que decidí visitar a mi tío durante una larga temporada en su casa. Esta casa. —se sincera Marilyn con su confidente. —Jamás pensé que eso me cambiaría tanto la vida. —confiesa la mujer con cierta nostalgia en su voz.
Shaftesbury 1912.
Un mes después.
—Apresuraos. Mi sobrina está a punto de llegar y quiero que todo esté listo para su recibimiento. Seguro que os lleváis bien con ella, ahora ¿por qué no colaboráis y le dais los últimos toques a su habitación. —les dice George Monroe a las habitantes más pequeñas de la casa.
Cuando la joven hace su entrada en la vivienda, minutos más tarde, su tío la abraza con gran efusividad, al igual que ella a él. Cuando las dos muchachas más jóvenes de la mansión la ven sus reacciones son muy diferentes. Mientras que una de ellas la sonríe y le da la bienvenida, la otra le dedica una mirada de indiferencia después de observarla de arriba abajo con detenimiento. No le hace ninguna gracia que esa chica tan bonita y con ese aspecto tan diferente al del dueño de la casa y al suyo propio vaya a permanecer en aquel lugar por tiempo indefinido. No es posible que sean familia biológica, la están engañando para tenerla allí.
En cambio, la rubia sonríe a las dos muchachas por igual, está segura que se llevará bien con ambas a pesar que una de ellas no parezca demasiado feliz con su llegada. Todavía tienen que conocerse, seguro que con el tiempo lograrán llevarse bien.
George pide a la gente que trabaja en la casa que lleven las pertenencias de su huésped a su habitación. A la joven le complace comprobar que su tío trata a sus empleados igual lo hacían sus padres y sus abuelos, como a familia, de igual a igual, aunque en ocasiones con la autoridad necesaria que implica a ser el dueño de aquel lugar. Además paga a sus empleados un sueldo justo.
Aquella rama de la familia, los descendientes de aquellos abuelos son así un ejemplo de generosidad, compasión y humildad en el trato con los demás sean quienes sean.
Aunque no todos los Monroe son así, de hecho ellos son como una especie de ovejas negras de la familia, en especial desde que el padre de los hermanos decidió romper el compromiso que sus progenitores le habían impuesto con una chica de la alta sociedad del país. Él no la amaba, estaba enamorado de otra mujer y no estaba dispuesto a hacer infelices a tres personas con un matrimonio sin amor, además la joven que sus padres querían como su esposa tampoco le amaba a él, estaba enamorada de otro hombre, pero su opinión, sus sentimientos no tenían importancia para su dominante padre que estaba empecinado en casarla con un Monroe.
Cuando la familia vio a que mujer había elegido su primogénito se escandalizaron negándose a admitirlo, aquello no podía permitirse. Intentaron separarlos y cuando el hombre descubrió lo que su propia familia había intentado para separarlos los repudió para siempre. Por desgracia, son de esa clase de personas que abusan de su dinero, creen que todo el mundo tiene un precio y usan su poder y riqueza para humillar a aquellos más humildes.
Después de afearles su acción cortó todo lazo con esa parte de los Monroe, si deseaban volver a tener contacto con él y la mujer que amaba debían pedir perdón a su futura esposa, algo que ellos jamás se dignaron a hacer pues se sentían superiores a ella en todos los sentidos.
Los parientes se sientan a hablar un rato, se cuentan sus vidas en esos años que no se han visto.
Han pasado tantas cosas...
Llegada la hora de la cena, todos se sientan a la mesa. Las muchachas miran a la rubia que las sonríe. El parecido entre ambas es sorprendente a pesar que la biología no las una. Parece una charla amena y distendida, aunque la chica de hermosos ojos azules llega a sentirse algo incomoda con las miradas que una de las dos chicas le dedica aunque trata de ignorarlo.
—Me hace muy feliz tenerte aquí, sobrina. —sonríe el hombre.
—A mi también tío. —responde ella correspondiéndole con otra sonrisa.
—Tenemos que acostarnos pronto, sobrina. Mañana tenemos muchos planes. Quiero que tu estancia aquí sea inolvidable y que hagamos juntos muchas cosas.
—Me encantaría. —responde ella feliz.
Cuando Marilyn sube a su habitación, un par de horas después, una sonrisa aparece en sus bonitas facciones. Aquel lugar es tan bonito, tan femenino...¡Es increíble como la conoce su tío!
No es un lugar demasiado grande, pero tiene todo lo que le gusta. Una cama grande y mullida con dosel como la de las princesas medievales, cortinas color crema muy finas y elegantes, muebles de madera con grabados en los bordes. A la hermana de Derek se le iluminan los ojos cuando ve el mueble de tocador que tiene frente a ella. Un hermoso espejo, cepillos para el cabello decorados en plata con rosas engarzadas en el centro y sobre todo lo que más ama; perfumes.
Es una enamorada de los aromas.
Puede pasar sin dar color a sus labios alguna que otra vez pero no sin perfume. Todos los días después de vestirse y peinarse se pone un poco en las muñecas y detrás de las orejas. Es algo que le fascina en todas las personas, ya sean hombres o mujeres. Para ella es muy importante oler bien. Eso entra por su pequeña y fina nariz e inunda sus sentidos.
En el instante en que la muchacha observa esos pequeños frascos de perfume su felicidad aumenta, su tío ha comprado sus perfumes favoritos. No sabe como lo ha averiguado pero allí están esas delicias. Sin duda su amado tío la tiene muy consentida y eso le encanta aunque lo que más le gusta es el cariño y el apoyo que él le brinda, algo que necesita más que cualquier otra cosa en estos momentos de su vida. Eso es lo que más valora, aunque tampoco es que le disguste que la haya recibido de manera tan espléndida.
Muy cansada del viaje se quita la ropa, retira las horquillas de su pequeño moño y deja caer las ondas de su media melena rubia con libertad, destapa la cama, se mete en ella y se tapa pues en Shaftesbury hace frío y no tarda en quedarse dormida sin percatarse que unos ojos la observan.
La mañana siguiente, la rubia despierta, se despereza en la cama, se levanta y se pone un vestido, algo más sencillo que aquel con el cual viajó y en un sutil color rosa, se peina un poco el cabello aunque decide dejarlo suelto esa mañana y por último se pone un poco de perfume con el vaporizador detrás de las orejas, el escote y la cara interior de las muñecas.
Aunque el vestido elegido para esa mañana es de lo más sencillo, sus pronunciadas curvas hacen de él algo muy sensual. Su innata sensualidad es visible con cualquier cosa que se ponga y los hombres no son inmunes a sus encantos, incluso hombres casados o comprometidos han intentado seducirla sin éxito. Ella, que conoce cuáles son las intenciones que se ocultan tras esos intentos de conquista, se aleja. Conquistar su corazón es mucho más fácil de lo que parece aunque ningún hombre hasta ahora lo ha logrado.
La chica desciende las escaleras que llevan al piso inferior de la mansión y se acerca al comedor para desayunar, allí ve una preciosa mesa puesta con manteles y servilletas de hilo y tres flores junto a tres de los servicios. Enseguida se da cuenta que el maravilloso hermano de su padre ha puesto sendas flores en los lugares en los que ella y las otras dos muchachas de la casa se van a sentar.
Su tío siempre tan detallista.
Sentados a la mesa todos disfrutan de un suculento y delicioso desayuno tras el cual, los empleados retiran la mesa y las muchachas más jóvenes del lugar van a sus obligaciones diarias; estudiar. Y es que a diferencia de otros hombres, el estadounidense es más que partidario de que las mujeres estudien lo máximo posible, aunque cuando se casen se olviden de ellos. El saber no ocupa lugar y nunca está de más aprender. Ya no solo por adquirir conocimientos sino por el crecimiento intelectual y personal.
—Marilyn, vamos a pasear un rato por el jardín. Tengo algo de lo que hablarte.
—Está bien, tío ¿de qué quieres hablarme? —responde su sobrina mientras ambos comienzan a caminar por los impresionantes jardines de la propiedad.
–Más bien necesito pedirte un favor. —dice él.
—Lo que sea tío, dime.
—Veras, sobrina, estoy invitado a una recepción con cena que da el rey Jorge V para las personas más importantes del país y me gustaría que me acompañaras. —la sonríe el hombre.
—¿Estás seguro tío? —pregunta una sorprendida Marilyn. —¿No preferirías ir con otra persona? Yo no sé nada de recepciones reales y mucho menos de cenas. Además no sé como debo actuar, ni como he de vestirme. —se sincera la joven.
—Eres muy inteligente y no me cabe duda que sabrás estar a la altura. El tema de la ropa sí es distinto, si aceptas yo me encargo de eso y de enseñarte lo necesario. Aunque no creo que necesites mucho entrenamiento, eres mi sobrina y te conozco, sé de lo que eres capaz. Sé que eres una chica con clase en todos los aspectos, aunque tienes un puntito de rebeldía que me gusta mucho.
—De acuerdo tío, te acompañaré a esa recepción, —acepta ella la invitación dibujando una sonrisa en su rostro, —aunque no te voy a negar que estar frente al rey Jorge me pondrá muy nerviosa.
—Lo entiendo, pero no deja de ser una persona con todo lo que eso implica, aunque el protocolo y todo lo que le rodea, siga siendo algo anticuado. Confío en que eso vaya cambiando con el paso de los años.
—¿Y cuando es esa recepción? —desea saber la joven.
—Dentro de una semana.
—¿Solo falta una semana? Es muy poco tiempo. —comenta la rubia sorprendida.
—Es tiempo más que suficiente para que aprendas lo básico. —la tranquiliza su tío.
—¿Y si meto la pata en algo y te hago quedar mal ante el rey? —responde su sobrina preocupada.
—Eso no va a ocurrir, pero en caso que ocurra no pasará nada, mi familia es mucho más importante que todos los soberanos del mundo juntos —asegura el hermano de su padre abrazándola.
Shaftesbury 2018.
—¿De modo qué conociste al Rey Jorge V de Reino Unido? —pregunta la escritora.
—Así fue. Tuve una semana más que ajetreada preparándome para la recepción. Y por si te pica la curiosidad, no fue conocer al rey precisamente lo que me impresionó. —se sincera la rubia con ella.
En ese momento Marilyn calla porque siente que alguien se acerca.
—¡Rápido, esconde todo eso! ¡Regreso lo antes posible! Y finge que estabas durmiendo, que no sospeche. —dice el ente diluyéndose en el aire.
Kayden hace lo que Marilyn le dice y guarda las hojas con la pluma y el tintero en el mismo lugar donde el fantasma lo tenía todo y esconde la llave, luego se mete de nuevo en la cama y finge estar durmiendo.
La escritora reprime el miedo que siente cuando percibe un desagradable olor cerca de su cara y al notar como algo muy afilado le recorre la cara, el cuello y baja a su pecho, deteniéndose justo en su corazón y presionando cada vez más sintiendo como su piel se va rasgando y un pequeño hilillo de sangre comienza a brotar por su pecho mientras siente como algo pegajoso toca esa zona de su cuerpo. Nuevamente una presencia y, esta vez desconocida para la escritora ya que no se muestra ante ella consigue evitar lo que parecía inevitable; su muerte inminente por una perforación en el corazón.
Cuando la maligna presencia es neutralizada por el desconocido ente que le ha salvado la vida, la autora respira tranquila pero no puede evitar romper a llorar. La están protegiendo pero quizás un día sea demasiado tarde para ello. Sin embargo, no va a desistir, de una forma u otra logrará dar a conocer esa historia, mal que le pese a ese malvado ser.
Una hora después, la chica de ojos claros, regresa a la habitación de la escritora para seguir narrándole su historia. Kayden recupera sus útiles de escritura.
—¿Lista? —le pregunta la guionista al fantasma.
—Sí. —responde Kayden.
—Sería bueno que pensarás en otra forma de guardar todo lo que te vamos a contar para que no puedan destruirlo. —le aconseja la rubia.
—Tienes razón. Pensaré en eso. Ahora sígueme contando.
—De acuerdo. —asiente la rubia.
—Como te dije justo antes de tener que marcharme de manera tan abrupta, conocer al Rey Jorge no fue ni de lejos lo que más me impresionó.
Shaftesbury 1912.
—Tío eres un amor. —le abraza ella. —Cuando tú quieras me puedes presentar a mis profesores de protocolo. Prometo aplicarme.
—Yo mismo te enseñaré si no importa.
—¡Por supuesto que no, tío! —le guiña un ojo. —Nadie mejor que tú.
Esa semana se vuelve intensa para Marilyn que asesorada por su tío aprende las normas básicas del protocolo inglés tanto para una recepción, como en la vestimenta y como comportarse en la hora de la cena. Aunque son pocas las cosas que George tiene que enseñar a su sobrina.
—Cuando estés ante el rey debes llamarle Su Majestad. Si te diriges a otro miembro de la familia real nunca debes mencionar su parentesco con otra persona, siempre debes hacer referencia a ella por su título o tratamiento. A la hora de cenar nadie se sienta hasta que los Reyes lo han hecho. No tengo que recordarte que los codos deben estar fuera de la mesa siempre. Solo los antebrazos y las manos pueden estar sobre la mesa. La servilleta en el regazo. —le dice haciendo el gesto él mismo al sentarse en la mesa del comedor.
Mientras el estadounidense da las normas de protocolo a su sobrina las muchachas no pierden detalle.
—Usa los cubiertos para comunicarte con el camarero. Si no has acabado de comer pon los cubiertos en forma de A mayúscula sobre el plato, el tenedor a la izquierda y el cuchillo a la derecha. Una vez hayas acabado colócalos juntos en la marca de las 4:20 aunque la de las 6:30 también puede aceptarse. —dice el mostrándoselo. —El resto de normas creo que ya las conoces, nunca llevarse el cuchillo a la boca. La comida se lleva a la boca, no se inclina la boca para estar más cerca del plato. No hablar demasiado alto es otra de las normas. Estoy seguro que todo eso lo tienes controlado. Ahora vamos con la reverencia o genuflexión.
—¿Reverencia? —comenta ella con no muy buena cara.
—Lo sé, Marilyn, a mi tampoco me agrada hacer reverencia a nadie, sea quien sea, pero son las normas y hay que cumplirlas. Por eso mismo no acudo a esta clase de recepciones, intento evitarlas lo máximo posible pero a veces por cortesía, para no hacer un desaire, acepto. Hablar con un monarca es complicado porque hasta para eso hay normas y protocolo que cumplir, es posible que incluso algunos de ellos se sientan incómodos con todas estas cosas porque después de todo no dejan de ser humanos, pero desde muy pronto se les educa para esto. Tampoco es que puedan tener la vida de un niño normal y jugar con otros, ensuciarse etc, en definitiva ser niño, y eso influye quieras en su comportamiento adulto. Se les educa así y crecen viendo todo eso como algo normal porque es la vida que conocen. A mi tampoco me hace demasiada gracia que las mujeres tengáis que hacer una reverencia o que nosotros tengamos que inclinar la cabeza antes de saludar al rey, pero si vas a estos eventos tienes que cumplir con las condiciones de la casa real. En realidad, algunas damas exageran al hacer la reverencia. Inclinas la rodilla izquierda pero sin agachar la cabeza dado que no es una señal de sumisión. Ahora hazlo tú a ver que tal.
Marilyn la reverencia por primera vez mientras su tío la observa.
—A ver, hazla de nuevo pero sin descender tanto y por favor sonríe o creerán que te ocurre algo o pueden sentirse ofendidos.
La rubia repite la reverencia y su tío sonríe.
—Esta vez sí, Marilyn Recuerda hacerla así cuando estés frente a los Reyes, en especial frente al monarca y mantén la espalda recta. No se les puede tocar a menos que ellos lo hagan antes o te den su permiso.
—No sabía que esto era así, tío. Me he ofrecido a acompañarte y lo haré pero...
—Lo sé, sobrina. —la vuelve a sonreír él. —A mi tampoco me emocionan estas cosas. —responde el hombre—encogiéndose de hombros. —Por eso no acudo a la mayoría de ellas. Ahora ven, te voy a mostrar el vestido que te compré para ese día. —le comenta su tío guiñándole un ojo.
Cuando ambos suben a la habitación y George abre la puerta una gran y radiante sonrisa aparece en el rostro de la chica de cabello dorado que corre junto al vestido para verlo más de cerca y acariciarlo con suavidad.
—¿Te gusta? —pregunta su tío esbozando otra sonrisa en su rostro.
En ese momento ella corre hacia él y le da un gran abrazo.
—¡Me encanta! Me conoces demasiado bien. —exclama ella
Alguien los observa a ambos en la habitación de Marilyn mientras miran el vestido que la chica llevará al evento y no con buenos ojos precisamente, algo que ellos ni siquiera sospechan.
Cuando el día de la recepción llega, George manda a varias empleadas para arreglar y peinar a pesar que su sobrina ha insistido en que puede hacerlo ella sola.
—Hoy quiero que te dejes mimar. —responde él. —Hazlo por mi, ¿sí? —le dedica él una sonrisa cómplice.
—No puedo negarte nada, tío y lo sabes. —contesta ella con otra sonrisa dándole un beso en la mejilla.
Una hora después las muchachas de servicio sonríen al ver el resultado final tras haber preparado a la rubia para la recepción real.
—Está preciosa, señorita. —dice una de ellas.
—Gracias. —responde Marilyn sonriendo.
Cuando George ve a su sobrina bajar del segundo piso su sonrisa se hace más grande.
—Estás preciosa. Voy a ser el hombre más envidiado de la fiesta. —le asegura el dueño de todo aquello.
Las chicas más jóvenes de la casa los observan salir por la puerta desde un rincón de las escaleras, luego se asoman a la ventana y los ven subir al coche típicamente inglés de esa época en color negro.
Una de ellas sonríe a su compañera.
—Estoy deseando tener la edad suficiente para ir a mi primera fiesta de sociedad. —sonríe una de ellas imaginándose a si misma en ese mismo momento en una fiesta unos años más tarde. —¿Y tú? —le pregunta a su compañera.
Pero ella se marcha de allí sin dirigirle la palabra como alma que lleva el diablo. La otra muchacha comienza a bailar ella sola dando vueltas por el piso inferior como si estuviera en un baile y un hombre la pidiera danzar con él. La otra chica se dirige a su habitación, entra y da un portazo tras de si con furia.
El coche que lleva a tío y sobrina está a punto de llegar al lugar de recepción real. Ha sido un viaje bastante largo dado que la comarca en la que vive George está bastante retirada del centro de Londres. Incluso está algo solitaria de Shaftesbury.
El chófer para el automóvil, desciende de él, abre la puerta trasera del vehículo y George es el primero en descender del coche. Da la mano a su sobrina y la ayuda a bajar.
En cuanto Marilyn ve todo aquello, toda aquella opulencia y los miembros de casas reales, se sorprende. Hay mucha gente allí, aunque a la rubia no le impresionan ni el lujo, ni la riqueza.
¿Quién sabe si esa noche pueda conocer a alguien interesante si deja sus prejuicios a un lado?
En cuanto ambos comienzan a ascender las escaleras que conducen a la puerta las miradas de posan sobre ellos. Miradas de desaprobación, cuchilleos, sobre todo por la apariencia de la pareja. Cuchilleos que se producen en cualquier clase y ámbito social.
—¿Será su amante? —comentan unos.
—Es demasiado bonita para alguien como él que solo es un...un. ¡Aghhh! Prefiero no decirlo. Tendrá dinero y posición pero la gente como él no debería llegar tan alto, ni estar en lugares como este. —aseveran otros.
La rubia puede ver las miradas que la gente les dirigen, las miradas lujuriosas de los hombres hacia ella y ha podido escuchar algún que otro comentario de ellos dos, aunque finge no haberlos oído, aunque su rostro se ve molesto con todo eso. Por cariño y consideración a su tío no pone a esa gente en su lugar. Si no estuviera allí con él, les diría unas cuantas cosas.
A pesar de su aspecto dulce, Marilyn saca su genio cuando hay que sacarlo.
La pareja llega a lo alto de la escalera, él entrega su invitación a uno de los porteros y ambos acceden al interior del palacio en el que se celebra el evento. La rubia siente como los nervios se van apoderando de ella.
—Tranquila, sobrina, lo harás bien, confío en ti. —le dice su tío agarrando con suavidad el brazo de la chica y sonriendo.
George saluda a los monarcas como marca el protocolo. Luego es ella quien lo hace. Hace la reverencia y el saludo protocolario mejor de lo que ella pensaba.
—Muy bien, sobrina. Lo has hecho bastante bien, no ha sido perfecto pero da igual. Lo hiciste mejor que algunas mujeres que están acostumbradas a venir a este tipo de recepciones.
Cuando el soberano Jorge V y su esposa terminan de saludar a la gente, se dirigen al salón de baile en el que bailarán después de la cena de gala. El monarca muestra a sus invitados el retrato real que acaba de hacerle un desconocido pero joven pintor.
—Él es el señor Michael Jackson, el autor de este hermoso cuadro en el que estoy en los jardines de palacio.
Los invitados aplauden al artista, incluida la chica de cabello rubio, aunque algunos lo hacen por quedar bien con el rey más que por otra cosa. En ese momento el artista mira a la sobrina de George y la sonríe
después de inclinar su cabeza en forma de saludo hacia la hermosa rubia.
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