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LA MANSIÓN

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Gracias por la portada @Linda_romantica

Shaftesbury, Inglaterra 1912.

Vivir en la Inglaterra de mil novecientos doce no es fácil para la estadounidense Marilyn Monroe, con una cultura tan distinta a la de su propio país. La norteamericana ha decidido pasar unas vacaciones y visitando a su tío George Monroe que ha hecho fortuna allá. Es una nación hermosa, diferente y llena de historia aunque con unas estrictas normas morales que la agobian.

Su tío es un hombre muy conocido y apreciado en el país, a pesar que algunos oriundos no tienen en demasiada estima a los norteamericanos. Sin embargo, a pesar de eso ha conseguido conquistar inclusive a la mayoría de sus detractores, que no a todos.
El caballero en unos días acudirá a un evento organizado por la familia real inglesa y le ha pedido a su sobrina que sea su acompañante a pesar que ella no se muestra muy convencida de ello. No sabe que debe ponerse, ni cuales son las normas básicas que exige el protocolo real inglés para fiestas y eventos.

—No te preocupes Marilyn, tenemos tiempo para enseñarte lo más importante e imprescindible. Eres una mujer muy inteligente y si sigues tu instinto no creo que haya ningún problema. —le asegura el hombre a la muchacha. —Aunque quizás sí sean algo más estrictas en cuanto a la vestimenta. También te diré como debes dirigirte al rey Jorge aunque no dudo en absoluto que sabrás estar a la altura. La monarquía británica, que es de las más antiguas del mundo, a veces es demasiado estricta y cerrada. Espero que con el transcurrir del tiempo se abran algo más.

Año 2018, Shaftesbury.

En un típico coche antiguo inglés, Kayden Fernández revisa los últimos e-mails de su editora. En uno de ellos la mujer le informa sobre la nueva novela que quieren que escriba y la escritora se siente muy molesta por ello.

«No me lo puedo creer.» «¿No te quedó claro que estaré unos días de vacaciones en la casa que heredé de mi abuelo en Inglaterra?» «Te lo repetí varias veces.» piensa la joven.

Aunque la mujer le recuerda a su editora que está de vacaciones, esta hace caso omiso de sus palabras y la presiona para que haga lo que ella quiere.

—Si no lo haces tú buscaré a otra escritora que lo haga. Escritores deseando publicar son lo que sobran en el mundo. —le advierte la dama de treinta y ocho años y ya una triunfadora desde hace tiempo.

La editorial para la que la jovencísima escritora trabaja quiere que sea una historia distinta a las que ella suele escribir, que son de terror psicológico.

A unos kilómetros de allí, la vivienda que la muchacha heredó acumula telarañas, polvo y suciedad ya que el castillo permanece deshabitado hace tiempo.
Antaño, cuando estaba en todo su esplendor, era el más lujoso y majestuoso de la comarca.

En cuanto llega frente a su nueva propiedad y desciende del coche una sensación de decepción se apodera de ella. Aunque en cuanto la ve con más claridad la expresión de su rostro cambia. Ella ha visto esa casa antes en algún lado.

—¡Menudo regalo el tuyo, abuelo! —exclama la joven resoplando con fastidio.

Cuando baja del automóvil observa a su alrededor.

«Como el interior sea como el exterior...» piensa la escritora mirando hacia las viejas ventanas con cortinas amarillentas.

La chica toma aire y se dirige con paso decidido hacia la puerta del castillo, la empuja para abrirla y en cuanto lo hace un fuerte olor a cerrado inunda sus fosas nasales. La muchacha aparta una gran telaraña de la puerta y cruza el umbral. En el momento en el que se encuentra en el interior del regalo de su abuelo, la escritora confirma sus sospechas. Aquello es peor de lo que ella creía.
Todo es tan, tan...viejo.

El interior de la vivienda está en muy mal estado, pero a pesar de ello se puede apreciar que en algún momento disfrutó de una época de lujo y esplendor. Una enorme y opulenta escalera en el centro del primer piso divide la estancia en dos.

En ese momento lo que la chica tiene ante sus ojos cambia como por arte de magia y aquella casa recupera su antiguo esplendor. Una fiesta de lujo en la que los invitados ataviados con ropa de mil novecientos doce o trece se muestra ante ella. Las risas de los asistentes al evento, todos ellos de gran poderío económico, inundan el primer piso del salón. Las cortinas, que ella ha visto amarillentas, se ven de un blanco impoluto aportando luz a la estancia. La escalera, vieja y de color oscuro, ha recuperado ahora su color natural en un tono mucho más blanco y con brillo igualmente natural.

La chica avanza por la estancia sin dar crédito a lo que ve. Aquello tiene que ser producto de su imaginación.
No hay otra explicación.

La mayoría de los asistentes al evento no llaman su atención en especial.

Al fondo de la estancia una muchacha muy joven, adolescente en realidad, centra su atención en esta ocasión. Esa muchacha ni siquiera tendría que estar en la fiesta. No puede distinguir con claridad su rostro, pero es una joven de cabello negro y piel oscura como la de ella.

La contadora de historias la observa con detenimiento. Es algo que suele hacer con cierta asiduidad ya que la ayuda a inspirarse y crear un personaje. Además se puede aprender mucho observando a las personas si bien trata
de hacerlo con la mayor discreción posible porque a la mayoría de la gente no le gusta sentirse observada de manera tan insistente.

Nadie parece reparar en su presencia.

Todas aquellas personas están pero no están allí.
La adolescente solo tiene ojos para una cosa en la fiesta.
La escritora dirige su mirada hacia el punto al que la adolescente observa con tanta insistencia.
Allí hay dos jóvenes conversando.

Aunque en apariencia son solo dos invitados de la fiesta charlando de manera amigable, Kayden se da cuenta de algo más.
Sus miradas y sus sonrisas les delatan. Su lenguaje corporal es el de dos personas enamoradas.
Están solos en una esquina ajenos al mundo que los rodea. El hombre joven, muy apuesto, rozando la treintena, de piel morena y hermosa melena rizada, acaricia con ternura una mejilla y la barbilla de una joven mujer rubia de cabello rizado, piel blanca y ojos azules que le sonríe enamorada. Para cualquier persona que los observe un poco es evidente que ambos están enamorados.

La guionista dibuja una sonrisa en su rostro. Le enternece ver a una pareja prodigándose arrumacos, aunque ambos se cuidan mucho de hacerlo de manera pública.

En cambio, no a todo el mundo le complace ver ese tierno momento entre los dos. La adolescente parece molesta por ello, se diría que hasta furiosa. Su lenguaje corporal lo deja claro.
La chica aprieta los puños tratando de contener la rabia y se dirige hacia la pareja.

En ese momento la fiesta y sus invitados desaparecen tan rápido como han aparecido y la vivienda heredada de su abuelo vuelve a estar tal y como la encontró nada más entrar. Es decir, en un estado deplorable.

La escritora mira a su alrededor. Si va a pasar una temporada allí no puede hacerlo en esas condiciones.
Tiene mucho trabajo por delante para tratar de recuperar el aspecto que el castillo tenía hace años.
Tal vez no logre darle ese aspecto que vio en la fiesta, pero al menos se verá mejor que ahora, aunque necesitará mucha ayuda para ello.

En Estados Unidos, la editora de Kayden, observa los números de ventas de los últimos libros de la escritora.
Sin duda es la que más vende en la actualidad. A diferencia del resto de sus compañeras escritoras, que trabajan para la editorial escribiendo novelas de amor, la joven lo hace con libros de terror y suspense. En un principio tuvo sus reticencias y prejuicios a la hora de siquiera leer algo escrito por la escritora, no digamos ya publicarlo.
Para una mujer ya le resulta más difícil triunfar como escritora que a un hombre, ya que el número de escritores masculinos es mayor que el de las escritoras femeninas.
Además el color de su piel tampoco ayudaba mucho. Ella apenas conoce a escritores del mismo tono de piel que la novelista.

Cuando leyó un manuscrito de la joven enseguida se dio cuenta de su talento y potencial, aunque seguía sin estar muy convencida de publicarla. Era buena, sí, pero no sabía como reaccionaría la gente tan acostumbrada como estaba a que los escritores más famosos y exitosos tuvieran un imagen predeterminada.

Todavía existía gente que no aceptaba que alguien distinto pudiera sobresalir e incluso superar a los que siempre habían dominado el mundo de la música, el cine y la literatura. Era demasiado arriesgado publicar su novela, a pesar que sin duda era un trabajo magnífico.

En una fiesta tuvo la ocasión de conocer al Rey del Pop, un famoso cantante y amante de los libros y a quien admiraba mucho. Él lo había logrado. Había demostrado que el talento no entiende de razas y por más que molestara a algunos ciudadanos blancos, Michael Jackson lo estaba logrando. Estaba batiendo récords y superando a los mejores artistas blancos en ventas y talento.

Sin embargo, la editora tenía miedo y estaba muy presionada. Ella compartía raza con el artista y le había costado mucho llegar hasta donde estaba en ese momento. Tuvo que soportar humillaciones, burlas y un sinfín de obstáculos para demostrar su valía. Luchó mucho, eso es cierto, y lo logró, a pesar que las cosas seguían sin cambiar demasiado. Deseaba apoyar el talento de su pueblo, pero las presiones desde los grandes estamentos no se lo permitían. A la editorial llegaban un sinfín de trabajos literarios de escritores noveles. Eran muy pocos los escritores negros que se atrevían a enviar sus primeros manuscritos y aunque tenían talento carecían de ese toque, de ese algo que le llamara la atención. Tampoco los manuscritos de personas de piel clara eran lo que se dice maravillosos, pero siempre la "sugerían" el tipo de escritor que debía trabajar para la compañía. Lo que ellos llamaban "sugerencia", iba junto a una velada y sutil amenaza. Amenaza al fin y al cabo.

O hacía lo que se le decía o perdería no solo su trabajo, también su credibilidad como profesional. Sabían muy bien como hacerlo pues no era la primera vez, ni sería la última que lo hicieran.

La editora se veía presionada. O ayudaba a dar a conocer el talento con independencia de su raza. O mantenía su trabajo como editora. Ambas cosas eran incompatibles.

Todo cambió en 2008 cuando de alguna extraña e inexplicable manera el manuscrito inédito de una joven y nobel escritora llegó a manos del famoso cantante que amaba leer. Cuando apareció en la puerta de su hogar de aquel entonces, la curiosidad fue tal que no pudo evitar leer aquella historia llena de terror y misterio. Su lectura le absorbió de manera tal que leyó la novela entera en un solo día a pesar de sus más de trescientas páginas.
Aquella historia era intrigante, tenebrosa y adictiva. Aunque no hablaba de sangre y vísceras, conseguía meterte el miedo en el cuerpo.

Cuando acabó su lectura miró el nombre de la persona que había escrito aquello que tanto le había impactado.
Su nombre no le era familiar por lo que supuso que se trataba de un escritor, en realidad escritora, novel.

Aquella mujer tan joven poseía el talento y el potencial para convertirse en una gran y afamada escritora, si bien hasta el momento no lo había logrado a pesar de los años que llevaba luchando por ello. Siempre que parecía estar a punto de lograr su primera oportunidad algo se lo terminaba impidiendo. Aquello era algo extraño.

De repente sus manuscritos desaparecían y cuando volvían de nuevo a sus manos estaban vacíos en su totalidad. No había en ellos ni una sola letra, ni una sola coma. Esto le sucedió en diversas oportunidades.
No entendía que era lo que estaba pasando. Si no fuera porque no cree en ese tipo de cosas, pensaría que era un karma por algo malo hecho en una vida pasada. Pero nunca ha creído en eso.

Todo aquello era muy extraño, daba miedo y aunque por suerte ya no le ocurre no dejan de pasarle otras cosas muy muy extrañas. Una de ellas soñar con esa casa tan descuidada y algo tétrica que su abuelo le dejó en herencia.

Todo lo que rodea su vida es muy extraño desde hace unos años. En realidad desde que tiene uso de razón su vida está rodeada de misterios. A sus extraños sueños y la permanente e inquietante sensación de estar siendo observada en todo momento por algo o alguien que nunca ha podido ver le ponía la carne de gallina. Además de la rara y tenebrosa manera de escribir las historias que vende.

Kayden no es consciente, nunca ha sido consciente, de como escribe, ni de como lo escribe. Desde el preciso instante en el que comienza a escribir entra en una especie de trance y no es consciente de lo que hace. No tiene control sobre lo que escribe.

Las horas pasan y cuando sale del trance ya tiene una nueva novela casi escrita por completo. Lo peor o quizás lo más curioso del caso es que ni siquiera se da cuenta del momento en el que comienza a escribir. Se escribe sola.

En su nueva casa, la muchacha trata de organizar un poco el piso inferior aunque sabe que para tener la casa en condiciones va a necesitar mucha ayuda.
Mientras retira unas telarañas la escritora siente como se le eriza la piel de la nuca, como si alguien estuviera echándole su aliento justo en esa zona de la cabeza. La joven se gira pero no ve a nadie detrás suyo.

«¡Esto es absurdo!» piensa negando con la cabeza.

Aunque trata de ignorarlo, la joven tiene la permanente sensación de estar siendo observada no sólo en ese momento sino desde el primer minuto en el que descendió del automóvil que la condujo hasta sus nuevos dominios.

Después de unas horas poniendo algo de orden y limpieza en aquel lugar la escritora decide ir a dar una vuelta por su nueva propiedad. Comienza a subir las escaleras que conducen al primer piso de aquella desvencijada casa de varias plantas. A medida que sube por las viejas escaleras la joven escucha varios peldaños crujir a su paso.
Aunque en apariencia no tiene mal aspecto, esa escalera está en mucho peor estado del que parece a simple vista. La chica
tiene que subir muy despacio y con sumo cuidado.

Al llegar al primer piso la joven comprueba que la planta superior está algo mejor conservada que la inferior. Allí el olor a humedad es más intenso que en el piso inferior, las cortinas de color azul oscuro no ven demasiado ajadas en comparación con las cortinas del piso inferior. La mayoría de los muebles de madera oscura de aquella planta se encuentran en muy mal estado debido a la humedad.
La joven descorre las cortinas con cuidado y abre las ventanas para que el aire y la luz entren en la casa, a medida que avanza por el pasillo percibe unos pasos detrás suyo, como si alguien caminara a toda prisa o corriera. Se gira inmediatamente pero no ve a nadie y su corazón comienza a latir con fuerza.

«Kayden deja de sugestionarte»

Desde que llegó a aquella propiedad la escritora comenzó a percibir cosas extrañas. Sensaciones que se intensificaron desde que atravesó en umbral de la puerta de aquella antaño espectacular mansión que ahora se encuentra en un estado que deja mucho que desear.
La guionista prosigue su visita por su nueva casa en permanente estado de alerta.

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