LA MALDAD (1)
PRIMERA PARTE
La novelista no entiende que hace allí su editora, ni como dio con su paradero y se presentó allí. Parece que la estuviera espiando o controlando.
—Necesitaba unos días de relax y decidí venir a hacerte una visita. —responde la mujer mostrando una inquietante sonrisa en su rostro.
«¿Y por qué no traes equipaje?» piensa la escritora.
Todo aquello le parece muy extraño a Kayden, además esa mujer ni siquiera le ha preguntado como lleva su novela, una actitud un tanto desconcertante después de su insistencia en que escribiera una nueva historia aún sabiendo que la novelista había viajado hasta Shaftesbury para tomarse un descanso.
—¿Y tu equipaje? —le pregunta la muchacha a su editora.
La cara de la mujer palidece unos instantes y le da una explicación improvisada.
—Ah, sí, mi equipaje. Pues...este...me lo robaron. Unos asaltantes me robaron toda la ropa cuando venía para acá. —le explica la afroamericana mostrando después una sonrisa nerviosa.
Aquello suena aún más extraño todavía. ¿Qué clase de ladrón robaría unas maletas en medio de una solitaria carretera a alguien y se olvidaría de quitarle las valiosas joyas que lleva encima por las que podrían obtener una buena cantidad de dinero.
La novelista observa a la mujer que vende sus historias, tiene un aspecto algo desconcertante. En su piel oscura se pueden apreciar algunas zonas moradas, algunas le recuerdan a la tonalidad que comienza a aparecer en una persona una vez que esta fallece.
El fantasma de Michael observa a la mujer que está frente a la dueña de la casa, hay algo en ella que no le gusta nada, algo le hace desconfiar. La reacción de la mujer es cuando menos sorprendente ya que en vez de asustarse como les ocurre a la mayor parte de las personas, esta no solo no se asusta al ver al fantasma, sino que lo mira con ¿odio?
La argumentista decide acogerla en su casa hasta que la mujer se vaya aunque algo en el interior de la muchacha, una señal de alarma se ha encendido en su interior.
—No te fíes de esa mujer. —le dice el espectro del pintor desapareciendo instantes después.
Cuando la escritora le da la espalda a su editora para buscarle una habitación, esta la mira de forma extraña, con un destello de maldad en sus ojos oscuros.
—Acompáñame. —se gira la escritora para mirar a su "jefa".
En ese momento, Claire, que así se llama su editora, cambia enseguida la expresión de su rostro y le muestra una gran sonrisa a la editora, una sonrisa tan grande como forzada.
Kayden siente varias presencias mirándolas.
¿Pero cuantos entes hay en esa casa que ella aún no conoce?
Los espectros de Marilyn, Michael y la niña pequeña sin rostro las observan a ambas caminar por la casa buscando una habitación libre donde la anfitriona pueda alojar a la dueña de la editorial. Sin embargo, hay otras presencias, varias de ellas que permanecen en la penumbra y no se muestran ante ellas. Presencias que ella no conoce. Algunas están enfadadas, otras preocupadas por proteger a alguien que necesita ser protegido.
Lejos de allí, la familia de la editora denuncia su desaparición ante la policía. Los agentes no saben que creer de todo lo que la familia les está contando, les parece que la historia carece de sentido aunque deciden ir a investigar al lugar en el cual se produjeron los hechos que sus familiares denuncian. Los parientes de editora están dispuestos incluso a acudir a la televisión para hablar del tema. Si la mujer no aparece llevarán el caso hasta las últimas consecuencias.
En Shaftesbury, la escritora instala a su editora en una de las habitaciones vacías de la casa, casualmente la habitación que ocupó una de las adolescentes que vivían en aquella casa cuando Marilyn fue invitada por su tío para disfrutar de unas vacaciones en aquella inmensa construcción.
—Si necesitas comprar algo, que supongo que sí, el pueblo más cercano está a un par de kilómetros pero tendrás que pedir un taxi o alquilar un coche para ir a comprar. Te dejo para que descanses. Tengo que hacer cosas que hacer. —dice la dramaturga saliendo de la habitación.
—Gracias...Kayden. —dice su jefa sonriendo y con un tono de voz algo extraño.
La escritora se aleja de allí y entra de nuevo en su habitación para proseguir con la elaboración de la historia que Michael Y Marilyn le están contando. Una historia que comienza a conmover a su corazón aunque intuye que todavía le queda mucho por saber de esa historia. Lo único que más o menos tiene claro es que ese maldito fantasma se interpone entre los dos enamorados aún después de su muerte y que no quiere que nadie sepa la verdad de todo lo sucedido. Esa enloquecida joven ha intentado por todos los medios que ella intente escribir esa historia, pero aunque le tiene medio, el coraje que siente es mayor. La muchacha tiene aterrorizados a la pareja y al fantasma de una niña pequeña que al parecer está atrapado también allí.
El espectro del pintor vuelve a aparecer por la habitación de la joven.
—Puedes seguir con tu relato. —le dice la muchacha al fantasma.
—No debiste dejarla entrar a esta casa. —asevera el espectro.
—Mi editora tiene un fuerte carácter, pero no es mala persona. —asegura la joven.
—Las cosas no son lo que parecen, Kayden. —le dice el fantasma.
—Ya veras que no es tan mala. Ahora sigue con vuestra historia.
—De acuerdo. —contesta el pintor no muy convencido.
Shaftesbury 1912
La tierna escena es observada por ojos curiosos. El artista sonríe por unos instantes a las personas que los observan desde lo alto de la escalera, aunque se manera inmediata vuelve a centrar su atención en la bella chica.
—Esto también es para ti, sobrina. Creo que sería perfecta que la lucieras en el cuadro. —dice George a su sobrina entregándole un paquete.
—¿Otro regalo, tío? Me tienes demasiado consentida. —sonríe ella con ternura mientras Michael los observaba.
El pintor se fijó en Marilyn la noche de la recepción real del rey Jorge, en cuanto vio a la hermosa rubia no pudo apartar los ojos de esa belleza. Era impresionante y los "decentes", y sobre todo casados, hombres del evento se la comían, más bien la devoraban con los ojos. Esos que parecen tan rectos y respetables. Algunos al menos se molestaban en disimular un poco delante de sus mujeres, otros ni siquiera lo intentaban y culpaban a Marilyn de sus miradas.
Esa noche el pintor pudo comprobar una vez más lo racistas que pueden ser algunos británicos, como lo siguen siendo a pesar de todo y como lo seguirán siendo pues lavan el cerebro de sus hijos, les manipulan haciéndoles herederos de su ignorancia y su odio descabellado. Un odio solo por algo tan absurdo como el color de la piel. Además sus periodistas blancos, muchos de ellos, fomentan este odio racial con sus crónicas racistas, sesgadas y manipuladas para darle la versión que les es más provechosa.
Un pintor negro y estadounidense en la corte del rey Jorge V es algo que nunca antes habían visto y que no solo les escandaliza, sino que les enerva.
¿Es qué esos negros no entienden que ellos tienen su sitio y no deben salir de ahí?
Están para servir a una raza superior, no para creerse que pueden ser artistas o que pueden ser ricos y poderosos. Desde que se abolió la esclavitud se les subieron los humos a la cabeza, creen que son iguales a los blancos. Sus detestables pensamientos y sus prejuicios calan hondo entre algunos seres humanos que los consideran poco más que animales.
Aunque estaba indignado por la actitud de estos hipócritas hombres con la hermosa rubia y el racismo con él que no se molestaban en disimular ni lo más mínimo, el pintor tenía cosas más interesantes a las que prestar atención; Marilyn.
Y ahora está en su casa, frente a ella para elaborar un retrato suyo a petición de su tío. Eso significa que tendrán que pasar horas, días juntos, algo que hace sonreír al artista que no pierde detalle del momento tío y sobrina. En especial cuando la bellísima rubia abre el regalo de su pariente y lo ve.
—¡Me encanta! —dice la chica dando un fuerte abrazo a todos y su tío. —¡Es perfecta! —exclama ella feliz.
Alguien la observa con odio. Un odio que crece desde el primer minuto en que la vio y que aumenta cada vez más. Un odio injustificado como la gran mayoría ellos.
—Quiero que te la pongas para el cuadro que el señor Jackson te va a realizar para que estés aún más bonita de lo que ya eres. —responde su tío mirando al artista y guiñando un ojo después a su sobrina.
—Perdone el atrevimiento, pero su sobrina ya es bonita con adornos o sin ellos. —responde el retratista sonriendo al ver a Marilyn colocar sobre su cabeza una exquisita joya en forma de tiara.
Ella le sonríe guiñándole un ojo mientras alguien presencia toda la escena y siente la furia invadiendo todo su cuerpo.
—Ahora ve a cambiarte para el cuadro. El señor Jackson y yo te esperamos aquí. —le sonríe el hermano de su padre.
La rubia feliz sube a su habitación a ponerse el vestido con el que ese guapo muchacho la va a retratar. La mujer abre su armario y escoge el vestido adecuado para el cuadro y que le vaya perfecto con el regalo que su amado tío le acaba de hacer. Elige un vestido blanco con incrustaciones en perlas.
Shaftesbury 2018
El fantasma de Michael se evapora cuando alguien llama a la puerta de la habitación de la escritora.
—Adelante. —dice la chica mientras repasa lo que lleva escrito hasta el momento. —¿Estás bien? —pregunta la novelista al ver a su editora en la puerta de su habitación.
—Sí, pero me cuesta un poco conciliar el sueño. —responde la mujer. —¿Me acompañas a dar un paseo? —le propone su editora sonriendo. —Quizá así, al respirar aire puro y cansarme de andar el sueño me venza. —dice la mujer mirando los folios en los que la literata escribe su historia que comienzan a arder en ese momento.
—¡No, no, no! —exclama la joven corriendo a tratar de evitar que sigan ardiendo.
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