ALEJANDRA.

Con cada paso que daba, más seguridad obtenía. Al principio estaba asustada, pero ahora, gracias a las palabras de Luka, solo quería seguir adelante y nunca más mirar atrás. En el camino, daba una que otra mirada a mi alrededor y solo veía personas que se habían burlado de mí y se habían encargado de destrozar mi autoestima desde que Mason dejó esa basura de mensaje en todas sus redes. Jamás olvidaré lo que en este estaba escrito.

«Hola a todos, solo pasaba por acá para comentarles que Alejandra Cooper y yo terminamos, y esto debido a que abrí los ojos y me di cuenta de que era una persona que no valía la pena. En pocas palabras, es todo lo contrario de su amiga Emma, quien es una chica excepcional y me hizo darme cuenta de ello. Así que, Alejandra, oficialmente eres pasado. No bajes la cabeza, no quiero que rayes el piso con los grandes cachos que te he puesto. ¿En verdad creíste que te tomaría en serio? Pues la respuesta es no.»

Ese mensaje logró que tuviera el peor año de mi vida. El bullying que sufrí, ver al chico del que me enamoré al lado de mi supuesta mejor amiga, quien me apuñaló por la espalda después de haber confiado mucho en ella... Hasta hoy, me pregunto ¿qué hice para merecer eso? ¿Qué hice para que Emma me traicionara de esa forma? Probablemente, jamás obtenga una respuesta, pero lo que sí tengo claro es que esos malos eventos trajeron consigo muchas cosas buenas. Me hice mejor amiga de Luka, quien me apoyó incondicionalmente a pesar de yo ser una extraña para él. También conocí a Connor, un chico que, a pesar de tener poco tiempo de conocerlo, se ha ganado mi cariño. A pesar de estar hecha un desastre, él siempre encontraba algo bueno en mí y me lo hacía saber, haciéndome sentir bien. Desde aquel beso, no he dejado de pensar en que ese momento se repitiera.

Sin darme cuenta, me inundé en mis pensamientos y no me percaté de que ya había atravesado la gran multitud. Sentí una punzada en el estómago y la necesidad de decirles algo, así que seguí mis impulsos y me di media vuelta.

—¡Oigan, ustedes! —todos voltearon a verme—. Los que me criticaron, me llamaron cornuda, dejaron mensajes horribles en mi casillero y muchas otras cosas. Solo me queda decirles una cosa y, créanme, esto viene de mi hermoso corazón: «¡JÓDANSE TODOS Y CADA UNO DE USTEDES!».

Dicho eso, seguí mi camino sin importarme lo que dijeran o supusieran. La verdad es que merecen más que eso por lo mal que me hicieron sentir, pero honestamente quiero estar en paz y no meterme en problemas. Estoy bien, me siento bien y eso es lo importante. El pasado quedó atrás y no volveré a mirar atrás nunca más.

Mis clases transcurrieron tranquilamente. Algunos profesores alabaron mi nuevo estilo. Hacía mucho tiempo que no me sentía de esta forma. Después de terminar mi segunda clase, la campana sonó indicando que era hora del almuerzo, por lo que todos debíamos dirigirnos al comedor. Como me era costumbre, tuve que ir a buscar a Luka a su salón para almorzar juntos, pero al llegar, él no se encontraba ahí. Sin embargo, me encontré con alguien más.

—Alejandra —dice mi nombre, algo sorprendido.

—Mason —digo su nombre con amargura.

Un gran silencio se apodera entre nosotros.

—Estás muy linda hoy —me escanea con su mirada—. Te luce mucho el cambio.

—Era lo mínimo que podía hacer por mí misma, hacerme sentir bonita después de haberme hecho sentir como basura gracias a ti y a Emma —le disparo de golpe y veo cómo baja la mirada.

—Alejandra, yo... Lo lamento tanto, en serio. Quisiera explicarte cómo pasaron las cosas.

—No quiero que me expliques nada que probablemente ya sepa. Es obvio que —siento cómo se forma un nudo en mi garganta; sin embargo, eso no impide que lo que tenga que decir salga de mi boca— es obvio que solo eres un hijo de puta que quería joderme la vida y jugar conmigo, y en serio lo lograste. Pero logré levantarme y no pienso dejarme tumbar por ti ni por nadie más.

—Alejandra, por favor —se acerca hacia mí—, esa no es la verdad. Por favor, déjame explicarte.

—Mason, solo aléjate de mí, por favor. Ya no quiero sufrir más —digo casi con lágrimas en los ojos—. Creo que ya debería irme.

Doy media vuelta y avanzo hacia la salida, pero siento cómo toma mi mano y me jala hacia sus brazos. Me abraza fuertemente y noto cómo empieza a llorar.

—Alejandra, por favor, ya no soporto más esto. Ya no soporto cargar con esto dentro de mí sin poder decirlo. No soy feliz con Emma. Ella no es a quien quiero, yo te quiero a ti.

Luché por librarme de sus fuertes brazos, pero es imposible porque su fuerza es mayor a la mía.

—Mason, suéltame, suéltame —entro en un estado de desesperación y termino pateando su entrepierna y dándole una cachetada—. ¡ENTIENDE DE UNA MALDITA VEZ QUE NO QUIERO HABLAR NADA CONTIGO! ¡LÁRGATE DE MI VIDA, MASON! —le grito para luego salir corriendo de ahí con el corazón latiendo fuertemente. No por miedo, sino por algo de pena. Pude sentir la desesperación en su voz, pero que sienta pena por él no significa que voy a acercarme de nuevo a él. Ya me hizo mucho daño como para volver a estar ahí con él con la posibilidad de que todo sea un invento para volver a dañarme.

Una vez salí del aula, corrí hacia el baño para poder calmarme. Me encerré en uno de los cubículos y tomé una pelota antiestrés que tengo en mi bolso. Leí que es recomendable usarla cuando estás agitado. Mientras jugaba con la pelota, sentí que entraban al baño y al parecer eran más de una persona, pues venían conversando.

—Taylor, ¿qué opinas sobre todo lo que está pasando? Definitivamente, hoy es un día con muchas sorpresas. Primero, la llorona de Alejandra llega con una nueva apariencia, que déjame decirte, me encanta, pero no le digas a Emma que lo dije. Y segundo, la nueva publicación en la página de chismes.

«¿Nueva publicación?» pensé.

Tomé rápidamente mi celular y busqué la página de chismes del instituto. Al ver lo que habían publicado, tuve que taparme la boca para que no me escucharan. Lo que había ahí era una foto mía y de Mason abrazados y en el pie de foto decía: «Todo parece indicar que uno siempre vuelve a donde fue feliz. ¿Cómo creen que reaccionará Emma?»

Carajo, carajo.

—La verdad, Carla, es que yo, siendo Alejandra, tendría cuidado. Es obvio que Emma no se quedará con los brazos cruzados.

—Estoy contigo, Taylor. Hasta siento algo de pena por ella.

—Te soy honesta, yo también la siento. Pero ambas sabemos cómo es Emma. Si vamos en su contra, hará lo que sea para hacernos daño —hace una pequeña pausa—. En el mundo de Emma, existen dos bandos: o estás con ella o en su contra. Y Alejandra es un ejemplo de lo que pasa cuando estás en el segundo bando. Y la verdad, me alegra que haya podido recuperarse. Eso es admirable de su parte.

Sentí algo en el estómago y no sé si es miedo por Emma o un sentimiento lindo ante las palabras de Carla y Taylor. Creo que es una extraña combinación de ambas. No obstante, no pienso dejarme dominar por el miedo. Seguiré con la cabeza en alto y no me dejaré humillar por Emma. Tal vez en el mundo de Emma ella destruya a los que se oponen, pero en el de la nueva Alejandra, nadie se deja pisotear dos veces.