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✨ CAPÍTULO DIESISIETE ✨

LUKA.

—Y así fue como logré ligar con un chico heterosexual —me dice André con gran orgullo—. Así que ya sabes, sígueme para más consejos —me guiña el ojo.

Le sonrío.

—Gracias, pero no creo que me haga falta. Ya he tenido mi experiencia con uno que otro hetero curioso. Debo admitir que es muy excitante.

—Y que lo digas —dice cerrando los ojos y mordiéndose el labio inferior—. ¿Y tú, Connor? ¿Has tenido alguna experiencia con chicos? —le pregunta, y este lo mira de una forma extraña.

Y aquí es cuando pienso: «Ay, André, si supieras lo que es Connor en realidad. Ese tipo no ha tenido nada que no sea con Ale».

—Unos besos y ya —dice encogiéndose de hombros. Mi boca se abre—. Los besos nunca se niegan; sin embargo, llegar a algo sexual no me llama la atención.

—¿Y si nos besamos? —dice André acercándose lentamente hacia él, pero Connor lo detiene con su mano.

—Soy novio de Ale, así que no haré eso.

Espera, ¿qué? Alejandra tiene novio y no me dijo nada. Qué estúpida, yo siempre le cuento cuando tengo algo con alguien.

«Christian Miller.»

«Es diferente y lo sabes, a mí no me gusta Christian.»

«Sí, claro, y yo no soy tu conciencia.»

«Estás viendo cosas donde no las hay.»

«La erección que tuviste cuando se acercó y te llamó príncipe dice lo contrario.»

«Te odio.»

—Luka —dice André mientras me toma del hombro—. ¿Tienes calor?

—André, no, para nada —le digo.

—Es que estás muy rojo. Si quieres, puedes acompañar a Connor, él salió a tomar aire.

Tal vez esta sea mi oportunidad de averiguar algo sobre la libreta y ellos.

—Sabes, creo que sí me está dando un poco de calor. Voy a salir un rato —le doy un beso en la mejilla—. Nos vemos, amigo.

Luego de eso, camino rápidamente hacia la salida y me encuentro con Connor hablando por teléfono. Él no se percató de mi presencia, así que decidí esconderme en unos arbustos cercanos y escuché atentamente su conversación.

—Lo estuve pensando, y esto es injusto, que solamente yo tenga que lidiar con esto —le dice a la persona con la que habla—. Sé que hicimos un trato, pero aun así, Tomás, no es justo. Pienso que su amigo lo sabe.

¿Tomás? Pero él es el otro chico perfecto, el que yo escribí y que extrañamente desapareció. Están hablando de mí.

—No puedo eliminarlo, no es una opción. Y borrarle la memoria tampoco lo es, ya que cuenta con el apoyo de Christian, el actual guardián de la libreta.

¿Eliminarme?

¿Borrarme la memoria?

¿Qué está pasando aquí?

—Por favor, Tomás. Dentro de algunas semanas es el día de la luna, y será nuestra única oportunidad de quitarles la otra mitad de su vida y así poder ser seres vivos sin miedo a desaparecer en cualquier momento. Así que mueve tu culo y ayúdame a arreglar este desastre, o juro que lo eliminaré haciendo que tú también desaparezcas.

No puedo asimilarlo. Connor es malvado, ellos quieren quitarnos nuestra vida. Ellos... Retrocedo lentamente del asombro y tropiezo con una roca, provocando mucho ruido.

—¿Quién está ahí? —pregunta Connor. Aún no me ha visto. Trato de caminar cuidadosamente para huir, pero una mano en mi espalda detiene mi huida.

—Hola, Lukita. Supongo que has escuchado lo que no debías escuchar, pero no te preocupes, yo me encargaré de ti —dice Connor a mis espaldas, y yo me asombro por lo rápido que fue.

Dicho esto, empiezo a sentir mucho sueño. Trato de luchar por mantenerme despierto. No puedo permitirme dormir, no puedo dejar a Alejandra sola. Ale... Lo siento, no pude ayudarte.

—Duerme, tranquilo. Yo cuidaré de Alejandra. Aunque no te aseguro que esté a salvo de mí, pero no te preocupes, pronto todo esto acabará y ya no sufrirán más.

EMMA.

Idiota, Masón es un idiota. ¿Cómo piensa dejarme sola en medio de la fiesta? Lo he buscado por todos lados y nada. Yo que quería mi dosis de sexo para cerrar la noche con broche de oro; sin embargo, supongo que tendré que conformarme con otro chico y tal vez invitar a una chica también. Pero no sería lo mismo, necesito que mi novio esté aquí.

Abro WhatsApp y envío un audio:

—Masi, recuerda lo que te dije. En la noche eres todo mío, o no querrás que ocurra lo mismo que la última vez. Te recomiendo que aparezcas si no quieres irte a la puta calle junto a tu padre.

—Emma, ¿ya tienes señales de Masón? —me pregunta Carla.

—No, Carla, aún no tengo señales de él.

—Escuché que hay una chica y un chico encerrados en el baño. ¿No crees que...?

Las alarmas en mi cabeza se encienden al instante. Rápidamente subo las escaleras sin escuchar completamente a Carla. Una vez en el segundo piso, me dirijo hacia el baño y, sin pensarlo dos veces, abro la puerta. Me encuentro con una escena horrible para mis ojos: Masón durmiendo en las piernas de Alejandra, mientras ella acariciaba su cabello con los ojos cerrados. Quedé paralizada en ese momento.

—Emma —escucho mi nombre salir de su asquerosa boca.

—En verdad eres una zorra —le digo.

—No es lo que piensas, aunque la verdad me importa muy poco lo que creas. Sé lo que hiciste y en serio eres una gran mierda de persona. Y sabes qué es lo mejor —dice levantándose cuidadosamente para no despertar a ese traidor—. Tengo pruebas de que has acosado sexualmente a Masón y lo has chantajeado en múltiples ocasiones con despedir a su padre. Ya no volverás a dañarlo a él ni a nadie más, al menos yo no lo voy a permitir.

—Eres una... —me acerco rápidamente para abofetearla, pero ella detiene mi brazo.

—Ni siquiera lo intentes. Disfruta el resto de la noche —dicho eso, me devuelve mi brazo y yo solo le dedico una mirada cargada de odio antes de retirarme del baño. Me las vas a pagar, Cooper.

Salgo rápidamente del lugar de la fiesta hecha una furia. Imbécil, esa tipa es una idiota, siempre se mete en mi vida y tiene todo lo que quiero. Y cuando por fin siento que puedo tener algo, ella me lo arrebata. Estoy tan harta, ella debería desaparecer del puto mapa.

—Duerme, tranquilo. Yo cuidaré de Alejandra. Aunque no te aseguro que esté a salvo de mí, pero no te preocupes, pronto todo esto acabará y ya no sufrirán más —escucho en los arbustos.

—¿Quién está ahí? —digo al escuchar eso—. ¿Hay alguien aquí?

A los segundos, veo la silueta de un chico pelinegro que he visto en varias ocasiones al lado de Alejandra.

—Emma Murphy, ¿qué haces por acá?

—No, la pregunta es: ¿qué haces tú por acá y con quién estabas hablando?

—No es de tu incumbencia —dice encogiéndose de hombros.

Lo miro fijamente a los ojos buscando alguna señal, pero no encuentro nada hasta que miro detrás de él... ¿El amigo de Alejandra? Estaba desmayado.

—¿Qué pasó con...? —veo que él se acerca peligrosamente hacia mí con los ojos en blanco, y de repente todo se tornó blanco. Sentí que me encontraba en un lugar desconocido.

—Emma, tú y yo tenemos que hablar —dice el pelinegro detrás de mí, y yo me vuelvo rápidamente para verlo a los ojos.

—¿Qué es todo esto?

—Estamos en tu mente. Confieso que iba a borrar lo que habías visto, pero después de indagar un poco, sé que me serás de gran ayuda. Tú quieres que Alejandra desaparezca, y yo puedo hacer que eso se cumpla en un par de semanas. Así que dime, ¿estás de mi lado? —dice extendiendo su mano hacia mí, y yo la tomo sin dudarlo.

—Haré lo que sea con tal de que esa perra desaparezca.

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