12:53am

—Debí traerme mi guitarra—dijo el castaño, seguían acostados en el barco del parque y la Luna parecía más brillante.

—Estaríamos cantando en este momento, podría ayudarte a componer un par de canciones...—siguió Paula, se acomodó un poco el pelo de su cara—.Ya tengo ganas de ir y buscar la guitarra—se rió.

—Podemos ir a la fiesta y luego regresar—propuso sentándose—. ¿Qué dices?

—Suena tentador—rió—, pero seguramente alguien nos ve y te lleva alejándote de mí y no nos volvemos a ver.

— ¡Ey! Eso no va a pasar, me agradas mucho Paula; es obvio que voy a buscarte el lunes en la universidad—respondió y le dio una dulce mirada que hizo que el cuerpo de Paula se estremeciera un poco.

¿Por qué le había sucedido eso? No debía sucederle eso, no al menos con él.

Diego era esa clase de chico genial de la universidad que todo el mundo conocía, tenía muchos amigos y muchas chicas solían saludarlo en los pasillos, si ella se sintiese de alguna forma atraída hacia él, sería un rechazo seguro y un corazón roto de regalo, no podía dejarse llevar por el momento, no hoy, no con él.

Pero el amor y la atracción son dos cosas muy distintas y aunque una se de a simple vista y la otra cueste un poco más verse, ambas tenían algo en común, no podías controlar ninguna. No podías decidir estar enamorado o sentirse atraído por alguien; Diego no escogió, sólo se dio y ella no podía negarse a que él de una u otra manera era un chico guapo.

Intentó no pensar más en eso y se bajó del barco intentando alejarse, Diego la siguió y tomó su mano deteniéndola. Ella volteó a verlo y se fijó bien en su rostro, ojos oscuros, cabello rizado y piel blanca, era un chico normal, ¿por qué se había puesto tan nerviosa hace unos minutos?

— ¿Por qué te alejas? ¿A dónde vas? —le preguntó él, Paula lo miró a los ojos y los nervios de él provocaron que quitara rápidamente la mirada. Se sintió un tonto por eso.

—Diego—le dijo ella—, mírame—pidió, el chico intentó hacerlo pero los nervios volvieron aparecer. Dicen que los ojos son las ventanas del alma y él sabía que si ella miraba sus ojos sabría lo mucho que la amaba.

Paula frunció el ceño.

— ¿Por qué no me miras? —le preguntó, Diego tragó su propia saliva para lograr parecer como si eso no le provocara un sinfín de emociones en su cuerpo.

—Porque si te miro a los ojos me enamoraré más de lo que ya estoy—confesó pero ella lo tomó como una broma por lo que sólo se rió de lo que había dicho.

—Creo que podemos dar otro paseo en vez de regresar a la fiesta. ¿Qué tal un helado en Burger King? Te diría que fuéramos a Sunny Ice pero a esta hora ya están cerrados.

— ¿Cómo una cita?

— ¿Una cita? —preguntó dudosa, no sabía si eso podría catalogarse como cita. No era como si ellos desearan tener una ¿o sí? Además su mejor amiga gustaba de él, como algo platónico tal vez pero seguía gustándole, no podía hacerle eso.

—Me gustaría que fuese una cita—le dijo sonriendo, Paula fijó su vista en la mano del chico que estaba puesta en su brazo y luego regresó a verlo.

—Hay un problema con las citas—él frunció el ceño—. Nunca he ido a una.

N/A: Le cuento un secreto, no sé de cuantos capítulo será esto. Mis cálculos dicen que más de veinte pero menos de treinta, so...preparados para lo que sea.

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