La caverna
- ¡Oh! Un pensamiento- Se irguió desde las sombras donde yacía. Volvía de un profundo letargo.
Trastabilló al avanzar hacia adelante pero guardó el equilibrio y no cayó. Estaba rodeado por una adormecedora niebla que le ataba los pies, aún así siguió dando pasos hacia el frente. Comenzó a ganar cierta noción espacial, esta le decía que el terreno estaba ganando pendiente. Se dio cuenta que tenía frío, inclinó su espalda hacia adelante, entró el abdomen y trató de abrazarse el tronco, conteniendo ineficazmente sus temblores. Notó la aspereza de las piedras bajo la planta de sus pies y soportó el dolor. Escuchó a lo lejos la dulce voz de un goteo y recordó lo que era el agua. Esto último lo condujo hacia un deseo. Su garganta estaba seca, su lengua, muerta y sus labios, sellados por la sed. Caminó con más motivación siguiendo a aquella melodía cristalina. Pronto oyó el llamado de una finísima corriente pasar no muy lejos de él y su corazón respondió con una agitada percusión. Chapoteó y se dio cuenta que había llegado. Colocó instintivamente las manos en cesta y se las dejó mojar. Era muy torpe y en su intento por beber, se mojó el rostro entero pero al menos abrió la boca y algo cayó a donde debía. Repitió el proceso innumerables veces hasta que logró saciarse.
Un grito que le resultó familiar lo alertó y volvió a sentir lo que era el miedo. Tenía las extremidades paralizadas y sus fuerzas se desvanecían. Entonces vio unas llamas rojas y volvió a distinguir entre las luces y las sombras. Dientes, picos y garras se dibujaban sobre las paredes como centellas que bailan durante una tormenta. La voluntad le nació de la desesperación más que del coraje y trató de huir antes de que lo que producía aquellas sombras lo alcanzara. Con esfuerzo y fatiga fue avanzando por el empinado túnel y después de preguntarse cuatro veces si alguna vez llegaría a alguna parte y tres veces sobre si llegaría siquiera a escapar, se encontró con la salida. Era una boca de luz tan cegadora que incluso le quemaba los ojos. Hasta lo hizo dudar de querer salir, tan costoso era para él acostumbrarse a aquella visión. Miró hacia atrás y no vio ni al fuego ni a las sombras, sólo una tranquila oscuridad. Sin embargo, había adquirido memoria y sentía una tristeza en pensar a volver a ese foso oscuro. Miró otra vez hacia la luz blanca y sintió un miedo diferente, uno nuevo, a lo desconocido. Juntó valor de aquel abismo que se encontraba en su corazón y con la frente en alto, se aventuró a dar el siguiente paso.
En esa luz verdadera vio quien era en realidad.
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Parece haber alguien más observando. Te doy la bienvenida, espero no seas hostil. ¿Mi nombre? Puedes referirte a mí como La Pitonisa.
Estamos aconteciendo un hecho extraño, algo ha escapado de entre las sombras. Presiento que también tienes ciertas dotes de vidente como yo. ¿Cómo? Mmm, qué extraño... Por alguna razón no puedo oír tu voz. Quizás si intentas escribirme una nota a lo mejor pueda leerla y me ayudes a descifrar de qué se trata esa figura. ¿Podrías describirme a la criatura que salió de la cueva? Intenta hacerlo detalladamente, cuanta más precisión y entusiasmo emplees, más fácil se nos hará continuar atestiguando hacia dónde se dirige esta historia. No tengas miedo, presiento que posees un gran poder, puede que un día de estos hasta seas capaz de intervenir en el destino de esa infeliz criatura. Anda, espero tu respuesta.
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