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|CAPÍTULO 5| PLEASEXANNY

Recomendación:
Escuchar la canción de cada capítulo ya que las he escogido acorde a la situación.

La luz entraba a raudales y Chase tardó un momento en enfocar la vista y aclararse antes de abrir los ojos. Recordaba todo lo acontecido la noche anterior. Y también el leve ronquido de Alejandra; la pelirroja se había quedado dormida en algún punto, y mientras sus pestañas se agitaban levemente murmuraba algo que no llegaba a entender.

Se le había dormido el brazo que la rodeaba pero no quería despertarla con algún movimiento brusco, así que sin más trató de conciliar el sueño también.

Finalmente abrió los ojos y frunció el ceño confundido al comprobar que se encontraba solo en la cama, pero la voz al otro lado de la puerta le arrancó una sonrisa. Ésta se amplió al caer en la cuenta de que por primera vez había dormido junto a una chica sin sexo de por medio. Podía sonar muy mal pero era cierto. No le gustaba intimar más allá de lo físico con ninguna, y por eso mismo su cuerpo disfrutaba de placeres sin compromiso. Aún que claro, todos se enamoraban en algún momento ¿no? Y él lo hizo.

Siempre había sido reacio a las relaciones sentimentales ya que nunca conseguía sentir lo que se suponía que era el amor. Pero ella había sido diferente. Ella lo había llevado a la luna y mostrado los secretos de cada estrella, para después dejarlo caer en picado desapareciendo de la faz de la tierra. Llevaba buscándola nueve meses y parecía haber conseguido una pista el día anterior, pero no era suficiente.

-Estoy bien, te lo juro -escuchó al levantarse de la cama agudizando el oído. Era la voz de Alejandra en susurros, parecía estar hablando por teléfono. -No lo sé... Yo -Chase se pegó a la puerta cerrada tratando de escuchar, aún que sabía que no estaba nada bien, la curiosidad lo carcomía. -¿Y si vuelve antes? No... No, hoy es mi día libre. Está bien -unos segundos de silencio. -. Vale. Lo haré. Sí, me iré mientras tanto. Cerraré con cerrojo tranquilo.

¿Tranquilo?

Pensando en la última palabra no se dio cuenta de que la llamada ya de había cortado, y en cuanto la puerta se abrió se estrelló contra su frente.

-¿Que cojo...¡La hostia!¡Perdón!

Chase siseó llevándose una mano a la zona afectada con los ojos entrecerrados, pero no dijo nada al verla. Lo miraba con los suyos muy abiertos y las manos sobre la boca.

-¡¿Estás bien?! -pregunto ella para alejarse como si acabasen de electrocutarla. -¿Me estabas espiando?

Chase apoyó la espalda contra la pared aún viendo luces parpadeantes.

-¿No?

-¿Me lo estás preguntando? -inquiso ella elevando una ceja.

Chase emitió un quejido y su labio inferior sobresalió. Parecía cansado. Lo estaba.

-No. Sólo me he despertado y no sabía si había alguien más aquí...

La pelirroja puso los ojos en blanco con una sonrisa.

-Ah, coño. ¿Por qué no lo has preguntado antes? Pensaba que no te darías cuenta... Verás -empezó caminando hacia el armario. -. Tengo a un tío ahí desde la semana pasada... ¡Saluda, Diego!

Chase movió la cabeza percatándose tarde de que le estaba tomando el pelo. Ella emitió una carcajada señalando la cama.

-Debajo está Aarón, pero sólo sale los domingos. Y tengo a otro en la lavadora... ¿cómo se llamaba?

-Ya, ya lo he pillado -bufó el pelinegro pasándose una mano por la cara. -Estás tu muy graciosilla ¿no?

Alejandra se encogió de hombros sin más.

-He dormido bien.

-Como no. Me has dejado medio brazo petrificado.

-Oh... Pobrecito. ¿Quieres que te lo cure? -preguntó la chica con un puchero. -Habrá que cortar creo yo...

Chase abrió los ojos de par en par retrocediendo un par de pasos.

-Es broma. ¿Por quién mierda me tomas?

-¿Una loca tritura insectos?

-¡Supérame!

Y con una carcajada cantarina salió corriendo fuera de la habitación. Ella no pudo verlo, pero en los ojos de Chase se había formado una sonrisa, y eso sólo significaba que acababa de quedar prendado de la reina del infierno.

• ────── 🕷 ────── •

-Bien. Gracias. -finalizó Alejandra cortando la llamada.

Chase giró el volante dedicándole una mirada de soslayo, y la pelirroja guardó el teléfono en su bolso rojo. Esbozó una sonrisa que tranquilizó al chico mientras acariciaba el cuero de la puerta del copiloto.

-¿Seguro que no tienes nada que hacer? -volvió a preguntar ella.

Chase negó con la cabeza y a Alejandra le pareció un momento perfecto. Se permitió admirarlo con más detenimiento. Aún tenía el pelo negro mojado por la ducha que había tomado antes de salir, los hombros relajados bajo la camiseta de manga corta limpia que ella le había regalado.

La música sonaba en la radio y el viento se filtraba revoloteandole el pelo rojo y separándolo en mechones sobre su rostro.

-Si sigues mirándome tanto te voy a empezar a cobrar. -murmuró él sin apartar la mirada de la carretera pero con una sonrisa.

-Joder, que rápido ha mejorado tu español en un momento ¿no?

El pelinegro rió por lo bajo.

-La verdad es que me he cebado un poco con las mentiras.

Alejandra abrió los ojos demasiado. Cosa que al chico le causó gracia y ternura a partes iguales.

-¿En qué más me has mentido, Chase? -su tono serio provocó que él torciese la boca con dramatismo. -No me gustan los mentirosos.

-Ni los mentirosos ni nadie que no sea yo querrás decir ¿no?

-Hablo en serio, ególatra.

Un suspiro abandonó los labios de Chase.

-Bien, hagamos recuento porque no me acuerdo de todo. Primero, hablo español bastante bien porque he estudiado en Barcelona. Un intercambio de seis meses, y desde entonces vengo siempre que puedo.

Ella frunció el ceño colocándose el un mechón detrás de la oreja.

-¿Algo más, Pinocho?

Chase rió.

-En realidad tengo veintidós.

-¡¿Qué?!¡¿Pero tu estás agilipollado?!

Chase frunció el ceño sin comprender y ella bufó negando con un suspiro.

-Increíble...

-No te enfades -murmuró él colocando la mano libre sobre el muslo de ella. -.Quería ver si te escandalizabas.

-No me hables.

El chico no pudo evitar reír esta vez con ganas.

-No hay ninguna mentira más. Lo prometo.

-Claro.

-Enserio. -insistió dándole un apretón con delicadeza.

Tras una insistente conversación una hora atrás, Chase por alguna razón había insistido en aprovechar el día libre de la bailarina. Esta se había negado rotundamente, e incluso se preguntó cómo era que sabía él que era su día libre... Pero acabó aceptando en cuanto el tema se tornó alrededor de una nueva orden de alejamiento a cierto exnovio psicópata. Chase no entendía el porqué Alejandra no quería ir a comisaría, pero pareció olvidarse tras recibir una aceptación hacia su oferta. O eso creía ella.

Chase no era una persona que se rindiera con facilidad, y mucho menos despistado.

-¿Tienes que cambiarte? -preguntó ella rompiendo el silencio.

Chase emitió una risita por lo bajo tapándose la boca con el torso de la mano. Disimulando inconscientemente, aún que tenía que admitir haberse dado cuenta de las veces que había reído o sonreído desde que la conocía. En dos días sus sentimientos se habían cuadruplicado en comparación a los últimos meses.

-¿Ahora de qué te ríes?

-Eres graciosa. Tienes tu punto ¿lo sabías?

Ella bufó con exageración.

-Solo conozco mi punto G. Y no es precisamente gracioso.

Una sacudida en el interior de los pantalones del pelinegro lo obligó a adoptar seriedad.

-Voy a tardar un momento. ¿Seguro que no quieres subir o esperarme en recepción?

Alejandra se sacudió como si acabasen de lanzarle un cubo de agua helada por la cabeza.

-No, gracias. Paso de subir a casa de un desconocido. Soy una chica decente.

La burla estaba clara en sus ojos y cobró un nuevo brillo cuando Chase se relamió los labios.

-Como veas. -dijo él encogiéndose de hombros al salir, pero entonces se inclinó sobre la ventanilla abierta y sacó las llaves del contacto. -Precaución.

-Oh, claro. Justo pensaba robarte el maldito coche y salir huyendo.

Los minutos se volvieron insoportables, el calor asfixiante y el silencio la estaba enloqueciendo. Ya habían pasado veinte minutos cuando Chase apareció de nuevo por la enorme verja del aparcamiento privado, y Alejandra contuvo la respiración por un momento. Se había olvidado de lo elegante e imponente que resultaba el pelinegro, puesto que entre el último día y la noche parecía haber pasado un mes. Él avanzaba como un felino, elegante y alerta.

Un desconocido.

Chase solo era un desconocido y por muy absurdo e ilógico que pareciese, ella lo había olvidado por completo. La noche anterior, al haberlo tenido tan cerca y no pensaba en lo físico, si no en la manera que sus almas parecían haberse tocado... Se había olvidado por completo de que realmente no conocía a ese hombre. Bien era cierto que la había salvado, pero... ¿tanta confianza? Sorprendida se cuestionó de dónde había salido y en que momento se había creado.

"Estoy aquí, no me voy a ninguna parte..."

Las palabras dolían, incluso mientras las pensaba. Claro que se iba a ir. Alejandra se recordó la razón por la que no le había permitido tocarla a pesar de haberlo provocado. Chase se iría, tal vez no en un día o dos, pero lo haría en algún momento y ella no quería quedarse con el vacío en el estómago... y de alguna forma en el corazón.

Dos días. Apenas dos días no bastaban para sentir algo por una persona. No. Debía de ser agradecimiento...

Pero no quiso pensar en ello. Chase se iría y ella seguiría con su vida. Y no sería una noche apasionada lo que quedaría en su mente, sino su voz, las caricias tiernas al consolar su llanto. Acabaría por olvidarlo y eso sería más fácil... para ambos.

Volvió a fijarse en él, centrando toda su atención en los rizos gruesos negros. Ojos pálidos que no supo cómo había confundido con el negro, ya que en ese instante incluso a metros de distancia bajo el sol, brillaban de un azul intenso. Hombros caídos indicando despreocupación... Él era demasiado. Alejandra sabía su valor, pero hablando en gamas Chase era un tipo que buscaba diversión, mientras ella sólo quería un consuelo que no llegaba.

-Perdona. Roy estaba en su cuarto y me escuchó llegar. -se disculpó gesticulando tras de él con los afilados dedos. -Mierda, tenía que haberte dejado las llaves. Te tienes que haber asado... Hace un calor infernal.

Su voz. De repente todo de él le resultaba demasiado bueno para ser verdad. En apenas minutos separados parecían haberse distanciado galaxias. Y sin embargo ella se sintió pequeña. No encajaba. No encajaba en aquel maldito coche caro, ni junto a ese hombre de un porte calculado... ¿qué hacía ella en...?

-Eh.

Los dedos de Chase se habían enredado entre los suyos, y el tacto fue glacial.

-Pero si estás helada...

Su propia respiración se había vuelto un desastre. Alzó la mirada hacia la del chico, azul contra negro, y quiso salir huyendo. Por primera vez en años quiso salir huyendo al sentirse intimidada.

Para Chase, sería sólo una aventura más.

Para Alejandra, sería un agujero negro sin salida.

No podían seguir conociéndose. Ella no debería de estar sentada a su lado... Ni siquiera debería de...

-Mi madre siempre dice que las personas con...-se interrumpió torciendo la boca -de manos frías tienen el corazón puro.

-Yo no tengo nada de pura. -murmuró más para sí misma. -Créeme.

-No compares, bonita. Tenemos tres estados diferentes. Estamos formados de cuerpo mente y alma. -aquella voz grave era como un témpano atravesando sus barreras. -Mientras el cuerpo peca, la mente divaga y el alma guía. Incluso para ella es complicado frenar los impulsos de los otros dos. Por eso es la más pura. -se relamió los labios. -Es la razón por la que dicen que los malos no tienen alma. Corrompen su pureza.

Alejandra quería alejarse de sus palabras, de él, pero no se lo pondría fácil. Los ojos azules la taladraron con una sugerencia impura, los dedos de Chase subieron desde la mano de ella en una caricia suave.

-No tenías que haberlo hecho, mierda... -maldijo la pelirroja por lo bajo. -Ahora todo va a...

-Te escuché. -la interrumpió. -Escuché tus gritos anoche mientras pensaba irme a casa. Sentí tanta impotencia... Y cuando vi lo que pasaba.

-¿Lo habrías hecho por cualquiera?

La oscuridad cobró intensidad tras el azul tempestuoso. Los labios de Chase se curvaon en una sonrisa como si dijese: "Tu no eres cualquiera". Pero no era eso lo que ella le había preguntado.

-¿Habrías salvado a cualquier chica en esa situación, Chase?

El pelinegro respiró hondo sin apartar la mirada de ella, sin pestañear.

-Sí. Pero eras tú, y no iba a permitir que...

No le hizo falta más. Por un impulso malditamente inoportuno Alejandra se abalanzó contra él, contra sus labios. Pero la mano de Chase había ascendido hasta su nuca, enredando los esbeltos dedos en su pelo y tirando para obligarla a echar la cabeza hacia atrás.

El pelinegro inclinó la cabeza, curioso.

Una sonrisa salvaje y llena de lascivia y... secretos, cruzó sus labios. Y luego la atrajo hacia él pegando sus rostros, nariz contra nariz y frente contra frente. Y entonces sus labios buscaron y atraparon a los de ella, los dientes le rozaron la lengua y pudo notar la sangre sobre ésta.

-Mierda. Esto va a doler como la mierda... -susurró contra los labios de ella.

-No. No lo hará...

Sus dedos trazaron líneas invisibles sobre el lateral del cuello y parte del hombro de Alejandra.

-¿Qué haces?

-Venas. Son lo más cercano al tacto del amor. Cuando las tocamos podemos sentir el pulso de las personas... Por eso sé lo cachonda y asustada que estás ahora mismo.

Era inhumanamente hermoso y macabro a partes iguales.

-¿Venas?

Él asintió dejando un último beso fugaz sobre sus labios antes de apartarse.

-Venas. No puedes tocar el corazón de alguien con tanta cercanía. En las venas, está la misma sangre y pulso. El latido pasa por ellas. Es lo más cerca que vas a estar de tocarle el corazón a alguien.

• ----- 🕷 ----- •

De día en verano, Madrid era una ciudad alegre y calurosa de calles estrechas y empinadas, curvas y retorcidas. A excepción de La Puerta Del Sol. Altos edificios con luces de neón o pantallas que indicaban el anuncio de alguna serie nueva que estuviese de moda. Chase, quien había cortado el momento íntimo horas atrás, permaneció en silencio la mayor parte del tiempo mientras Alejandra le hacía de guía turística. A pesar de haber visitado el país en varias ocasiones, a la pelirroja le sorprendió que nunca se hubiese detenido a admirar pequeñas cosas como el enorme centro comercial básico, una perfumería pequeña escondida en un callejón sin salida, o una cafetería que ocultaba una sala inmensa de videojuegos en el sótano. Aún que al pensarlo tenía sentido, Chase no parecía la clase de persona que fuese a tomar un café cutre en un sitio aún más cutre. Pero a ella le encantaban las pequeñas cosas y detalles.

Una brisa fresca soplaba ya cuando la noche había dejado caer su velo y Alejandra se estremeció.

-¿A esto te dedicas en tus días libres? Preguntó él. -¿Comprar camisetas y beber café?

Ella se encogió de hombros sin más.

-Siento decepcionarte, a veces voy a por pilas para mi vibrador. Necesita unas especiales.

Él le echó una mirada divertido.

-¿Cuántas veces a la semana lo usas?

-¿A la semana...? -La pelirroja emitió una carcajada sonora. -Por día, guapo. Por eso necesita pilas cada dos semanas.

En cuanto atravesaron las puertas del Diamond todo parecía haberse vuelto un remolino de luces, multitud y gente borracha o peor aún...

Pasar la noche bebiendo en su sitio de trabajo en su día libre no era exactamente el plan que Alejandra tenía. Pero lo curioso fue el como sucedió todo, como se dieron los hechos y el haber acabado tanto ella como Chase borrachos sobre unos taburetes de cuero. Samuel, el camarero y algo similar a un amigo para Alejandra los observaba con diversión.

-¡Te toca! -aulló la pelirroja enseñándole ambos dedos corazón a Chase. -¡Venga de una!¡Va, va, va, va...!

Chase echó la cabeza hacia atrás y con un movimiento veloz vertió el líquido negruzco del vaso de chupito en su boca. Sacudió la cabeza con un escalofrío y al tratar de enfocar la vista pudo encontrarse con las mejillas ruborizadas de Alejandra.

Habían perdido ya la cuenta de los chupitos, cervezas y copas que Samuel les había mezclado. No sabían que hora era y tampoco les importaba. Por primera vez en meses la bailarina se había permitido beber hasta quedar ebria, y la razón era el chico que tenía delante. Aún que borracho también, parecía mucho más entero que ella, que dudaba de ser capaz de mantenerse en pie en caso de levantarse.

Los tragos siguieron y la música parecía ascender y descender por momentos. Por un mínimo de tiempo Alejandra creyó estar alucinando, mientras Chase le contaba alguna curiosa historia sobre su hermano, Roy, y como ambos acabaron arrestados por robar a un avestruz. El animal le había arrancado un mechón de pelo al pelinegro mientras el enorme hermano salió corriendo sin un pedazo de pantalón... en el culo.

-Pero ¡¿por qué?! -preguntó ella ya sofocada por las carcajadas -¡¿Qué os había hecho el pobre bicho?!

Chase levantó un dedo para acabar bajándolo, como si hubiese olvidado lo que pretendía decir.

-No lo sé... -rió a su vez pasándose una mano por la cara -Roy... ¡Roy fue el de la idea!

-Me da a mí que Roy no es el indicado para ser líder de algo.

-No -negó él con una mezcla de bufido y carcajada -. Por culpa de ese cabrón casi muero... olvidalo, creo que se me ha olvidad- olvisado-el hipo lo interrumpió -olvidado contar. ¿Y tú?

Alejandra dio otro trago a una cerveza a medias sobre la barra.

-Yo me acuerdo de contar.

-No -gruñó el con fastidio. -¿Tu qué haces aquí?

La pelirroja abrió los ojos en exceso para después reír a pleno pulmón.

-¡He venido contigo!

-¡Ya sé que has venido conmigo! -la indignación en la cara del pelinegro era notoria. -Digo, que ¿qué haces trabajando aquí?

-¿Ganar dinero?

Parecía agotado así que simplemente procedió a desabotonarse la camisa negra hasta la mitad del pecho. Una gruesa cadena de lo que supuso sería oro entro en su campo de visión.

-Alguien me ayudó.

Chase arrastró los ojos pestañeando repetidas veces.

-Repite, porfa. Me he bugueado por un segundo.

Ella ya no reía, sólo mantenía una sonrisa triste.

-Empecé aquí hace bastantes años. Tenía diecinueve. Mis abuelo... -suspiró, pero Chase aguardó a que prosiguiera, sin presionar -Mi abuelo me crió. Pero no quería a una puta bajo su techo, y no, no era una puta. En realidad sólo era una cría, hacía gilipolleces de crías y eso...

Alzó la mirada hacia el pelinegro, pero no pudo soportar el brillo pesado en los ojos azules, así que sólo la desvió de vuelta a la barra.

-Cuando me echó no sabía a dónde ir. No tengo amigos ni familiares aparte de él, y bueno, una cosa llevó a la otra... -aparentemente no le afectaba contarlo, pero algo le decía a Chase que no era del todo una reacción real. Parecía una máscara, y aún que a lo largo del día pudo ver grietas en ella, nunca se le terminaba de caer. -Entonces lo conocí. No importa como, sólo que me ofreció un puesto como protagonista.

-¿Era...?

-¡Oh, no! -se apresuró a negar ella. -No. No era Xander. Era... un cabrón sin sentimientos y rico de cojones. Pero al menos fue el único que tuvo los cojones de decirme las cosas como son y sin rodeos. Pero claro, una cría de diecinueve años no es que tenga mucha mentalidad ¿sabes? Y acabé enamorada hasta las trancas de él.

-¿Qué pasó?

-Me dijo que yo no era su... bueno.

-¿Si?

-Su para siempre. Sí. Ese tío era... era especial ¿sabes? -se sorbió la nariz llevando la mano a la zona -Repito mucho el "¿sabes?" ¿No? Bueno. A lo que iba. Era diferente a cualquier persona que haya conocido. Podía ser un hijo de puta en mayúsculas pero tenía una lealtad que me daba envidia.

-¿Por qué envidia?

Chase frunció aún más el ceño, realmente metido en la conversación.

-La conoció a ella y todo su mundo empezó a centrarse en... Bueno. La verdad es que les tenía envidia, pero visto lo visto... -dio otro trago a la cerveza. -Era el dueño de este sitio de mierda, pero se llamaba de otra forma. Cambiarle el nombre fue lo último que hizo.

-Estás hablando en pasado.

La sonrisa desapareció de su rostro enrojecido por el alcohol y las pasadas carcajadas.

-Murió hace un año. Bueno, los dos.

En ese momento Chase permaneció en completo silencio sin atreverse a preguntar más. Pero tras unos segundos eternos ella prosiguió. Alzó su botellín y dijo;

-Por Alexander Petrovik y su estúpida manía. -recitó. -Y por la tía que me pegó una paliza por intentar follarme a su novio.

Chase, quien también había dado un buen trago a su cerveza escupió todo el contenido sobre la barra.

-En verdad hasta me caía bien. Que ovarios tenía la cabrona. Descansa en paz rubita -lo último lo dijo con una especie de sonrisa tortuosa. -. Nadie merece acabar así.

-¿Intentaste follarte a ese tío?

Alejandra clavó su oscura mirada en él, y pudo ver un rastro de diversión.

-Lo hice -murmuró frunciendo los labios. -. Pero cuando aún no se conocían. Él me enseñó un par de trucos, y yo a él otro par.

La conversación se convirtió en un teléfono escacharrado a causa de la música cada vez más alta -o eso pensaba Alejandra- y un grupo de tipos trajeados que habían llegado en algún momento lanzando billetes y estirando sobre las mesas, haciendo caso omiso a las quejas del barman de guardia y las camareras.

Chase se disculpó en cuanto su hermano apareció, y con sorpresa Alejandra descubrió que el famoso Roy era el tipo sin habla hispana al que había vacilado la noche anterior. Éste le regaló un guiño desde la esquina donde conversaba con Chase, y la bailarina decidió ignorarlo pidiendo un vaso de agua. Ya empezaba a dolerle el estómago por no haber comido casi nada en todo el día.

-Hola nena.

Si las miradas de asco fuesen una representación, en aquel momento Alejandra lo era. Uno de los tipos escandalosos había tomado asiento junto a ella, ocupando el lugar de Chase.

-¿Te puedo invitar a una copa?

Ella torció la boca sin mirarlo.

-Claro que puedes, cómo no vas a poder...

-Bien. ¡Eh!¡Chaval!

Alejandra giró en el taburete hasta quedar frente al tipo. Éste debía de rondar los cincuenta y tantos, pero poco le importaba a ella.

Samuel le dedicó una mirada inquisitiva pero ella negó torciendo las comisuras de la boca hacia abajo para indicarle que no se preocupase. Finalmente este sirvió las copas de lo que parecía champán -inoportuno- y el tipo le extendió la suya.

-Te he visto estas semanas, no me pierdo ni uno de tus numeritos.

Ella chasqueó la lengua sin expresión alguna en el semblante.

-Mira tu que bien...

Cuando se inclinó sobre ella, Alejandra no vio venir la mano del sujeto situarse sobre su trasero y apretar con una fuerza casi dolorosa. La pelirroja se puso en pie de un salto y estrelló la copa contra la cara de tipo.

Varias personas murmuraron mientras éste la observó atónito.

-¡¿Qué coño haces?!

-Te he visto muy sofocado.

-¡Pedazo de...

No finalizó la frase cuando un golpe seco lo atontó por completo, limpio y directo bajo el mentón.

Alejandra alzó la mirada hacia Chase quien se sacudía la mano.

-¿Estás bien? -preguntó mirándola de soslayo.

Y entonces estalló todo. Alejandra no habría sabido decir si fue por los dos tipos que se abalanzaron sobre Chase o el momento en el que Roy se unió, pero los golpes llovían a diestro y siniestro sin importar para quién iban dirigidos.

La había cagado. Claramente no iba a irse con ese tipo ni quería su mísera copa. Supuso que el sarcasmo le llegaría solo a conectar los cables, pero cuanto más lo pensaba más culpable se sentía. De haberse levantado e ido, no habría tenido lugar aquella horrible pelea de todos contra todos.

Desde una esquina observó como: Unas camareras saltaban sobre las espaldas de tipos enormes, los guardias entraban desde el exterior o se reunían desde las esquinas multiplicándose como cucarachas. Roy se había arrancado la camiseta blanca en un arrebato con un grito de furia por el cual la bailarina se habría reído de no ser ella la causante del desmadre.

Roy parecía dispuesto a comerse a los que saltaban sobre el de dos en dos o de tres en tres. El tipo que le había tocado el culo estaba ya en el suelo y eran sus propios amigos los que lo golpeaban ciegos y ebrios por el alcohol mientras Chase gateaba para salir del círculo. Justo en ese momento uno de los sujetos lo agarró por el cuello de la camisa devolviéndolo como a un muñeco de trapo.

La música seguía sonando mientras todos se repartían y devolvían entre ellos. Alejandra corrió tambaleándose hacia el lugar donde habían arrastrado a Chase, pero una camarera de la cual no recordaba el nombre cayó a sus pies, se levantó, miró fijamente a Alejandra y tomándola por completa sorpresa hundió las manos en su cabellos tirando de su cabeza de un lado a otro, aumentando su mareo. Esta trató de zafarse pero la susodicha se negaba a soltarla.

-¡Te tengo puta!

Alejandra forcejeó para tratar de zafarse sin éxito.

-¡¿Qué haces loca del coño?!¡Suéltame!¡Que me matan al guiri!

Un impacto lanzó a la chica al suelo y Alejandra se sostuvo la cabeza como pudo adolorida. Alba, una de sus compañeras respiraba con dificultad encima de la otra mujer, alzó un pulgar hacia Alejandra y prosiguió a tirar de pelos y ropa.

La pelirroja buscó con desesperación a Chase en el barullo de personas y finalmente lo encontró. Un tipo lo sujetaba mientras el viejo verde intentaba golpearlo, pero no parecía enfocar y solo atinaba a los lados.

Desesperada y confusa buscó algo con lo que defenderse. Encontró a Samuel lanzando trapos de la barra a un par de chicas que se arrastraban por el suelo como si estuviesen nadando en una piscina imaginaria.

Y entonces se le ocurrió.

Agarró una de las sillas metálicas junto a una mesa y la alzó con todas sus fuerzas.

-¡Ahhhhh! -chilló cogiendo impulso y estrellando el mueble contra la espalda del viejo. -¡Por Asgaaaaard!

Siempre había querido decir eso.

Éste se desplomó en el suelo y tanto Chase como el que lo sujetaba la observaban con los ojos muy abiertos.

Cada vez quedaba menos gente en pie, y cuando la espalda de Chase chocó contra la suya lo comprendió. Los guardias estaban dando calambrazos con un taser a diestro y siniestro.

-¡Quieto ahí u ochenta mil voltios recorrerán tu cuerpo! -gritó un tipo rapado corriendo hacia Chase.

Este último se agachó arrastrando a Alejandra con él y ambos escucharon el grito de alguien. Al echar la mirada atrás divisaron como el tipo calvo había electrocutado a su propio compañero por error.

-¡No me jodas!

Ambos gatearon entre aquel escenario surrealista hasta alcanzar una salida. Chase fue el primero en erigirse y al tratar de ayudar a la pelirroja los rodearon.

-Cuando te diga patata sales corriendo. -Murmuró Chase.

Alejandra parpadeó temblorosa.

-¿Pata...

-¡Patata!

Sin mirar atrás obedeció embistiendo con un grito contra el tipo de la puerta, este se apartó confundido dejándola salir sin más, y provocando que perdiese el equilibrio contra un contenedor de basura del exterior.

Echó la vista atrás para buscar a Chase cuando lo vio precipitarse hacia ella.

-¡Corre!¡Al coche!

Agarrando su mano la arrastró detrás de él sin mirar atrás ninguno. Alejandra estaba apunto de vomitar por el esfuerzo y la combinación de alcohol en su sistema. Aún que debía admitir que ya se encontraba mucho más despejada mentalmente.

-¡Que vienen! -advirtió -¡Que vienen detrás!

Chase aceleró sin soltar su mano, y en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraban frente al Ferrari en el parking privado del club.

-¡Sube!

-¡Hay una puta valla! -avisó la pelirroja obedeciendo. Chase subió de un salto y arrancó en segundos con una maniobra impecable. -¡¿Qué piensas hacer?!¡¿Tirarla ab -por suerte sus reflejos no fallaron y alcanzó a cerrar la puerta cuando Chase estrelló el coche contra la valla llevándose la mitad por delante, arrastrándola contra el asfalto de la calle casi desierta que daba a un descampado. Alejandra giró su cuerpo en el asiento del copiloto -¡Joder!

Ya en la carretera Chase aparcó lo bastante lejos como para que no los siguiesen, pero asegurándose de no chocar contra nada ni nadie.

En cuanto el coche frenó de un bandazo ambos se quedaron en completo silencio, el eco de sus respiraciones descompasadas como único sonido, hasta que ambos estallaron en carcajadas.

-¡¿Qué coño acaba de pasar?! -Quiso saber la pelirroja.

Chase apoyó la frente contra el volante aún riendo.

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