|Capítulo 1| INTO IT
El ser humano ha gobernado en la Tierra por demasiado tiempo. Desde los primeros hombres y mujeres. Ya fuesen bíblicos u obra de la evolución, todos tenían en común lo mismo:
Un rey y una reina.
Con el pasar de los siglos el sacrilegio no había alcanzado más de una retorcida realidad. Algo que lejos de ser correcto, suponía una denigrancia absoluta hacia el género femenino en cuanto a poder. Desde temprana edad la ley había sido clara; El hombre sería fuerte para poder proteger a la mujer.
Sentado en el taburete acolchado del Club, Chase Moondeer esbozó una sonrisa burlesca ante sus propios pensamientos. En aquel lugar abundaba el género masculino mientras despilfarraban billetes sobre hermosas mujeres que contorneaban sus cuerpos. Ellos creían saberlo todo. Pensaban que el poder estaba en sus manos por conseguir tales vistas. Todos una panda de idiotas misóginos.
Aquellas mujeres superaban el intelecto adormecido y alborotaban sus sentidos. Confundían todo para ganar siempre. Porque si nuestro protagonista algo había comprendido a lo largo de su vida, criado en una familia matriarcal. Era que; las mujeres siempre tendrían el poder. Así fue y así sería. Por mucho que un puñado de energúmenos cargados de lujuria predicasen lo contrario.
Su abuela le contaba una historia cuando era apenas un niño pequeño. Y en aquel relato dictaba que la mujer era una diosa que bajaba de su trono de vez en cuando para relacionarse con los mortales. Todas hijas de una misma madre. Todas demasiado inteligentes para siquiera intentar comprender el mecanismo de sus mentes. El rumbo de sus pensamientos.
-Vaya numerito te ha montado la pelirroja ¿eh, amigo? -preguntó Roy MkAller medio hermano de Chase palmeando la espalda de éste.
Roy, con su metro noventa y piel oscura era todo un manjar para la vista. Finas y largas trenzas negras le caían sobre la espalda y el hombro izquierdo. Pero si algo cautivaba en su hermano era la magnífica sonrisa de dientes rectos. Algo que jugaba a su favor siempre que anhelaba algo. Ya fuesen conquistas, objetos, o bienes no materiales. Roy era una auténtica fantasía y lo peor de todo, era consciente de ello.
-Una chica ruda. -sonrió hacia el vaso sobre la barra cristalizada. - Me gusta.
-¿Te gusta? -Roy emitió una carcajada sonora echando la cabeza hacia atrás. -. Más bien ha conseguido que te corras sin tocarte.
-No. No me ha dado tiempo, pero estoy seguro de que estaba... - El joven artista alzó los dedos en el aire con dramatismo como si se esmerara en encontrar la palabra indicada. - mojada. Muy mojada.
-Esa clase de chicas, hermano mío, siempre están mojadas.
Chase volvió a reír, pero su mirada estaba en una esquina detrás de Roy.
-¿Crees que tienes alguna oportunidad? -preguntó el moreno mirando por encima de su propio hombro. -¿Antes de que te abra en canal y te escupa veneno de rana o algo de eso? Claro.
Chase contestó, aún que en ningún momento apartó la mirada de aquella esquina obscura.
-Era una tarántula. Y no tenía veneno o ya estaría muerto.
-Aún así te arriesgaste.
Chase mostró una vez más aquel gesto genuino y travieso.
-¿Tu no lo habrías hecho?
Roy giró su compleja y fornida musculatura por completo hasta ver lo mismo que Chase.
-Dejaría que me mate y que coma de mi cadáver, si antes pudiese probarla.
-Eso ha sido asqueroso hasta para ti.
-Te ha escupido un puto bicharraco en la boca ¿y el asqueroso soy yo?-alegó Roy. -. Te la dejo a ti. Las pelirrojas me siguen dando mal rollo. Y más si tienen fetiches raros.
Chase negó con la cabeza llevándose el vaso a los labios, saboreando con lentitud el sabor de aquel jarabe mortífero. El cristal frío contra sus gruesos labios tibios, el ardor en su garganta por el alcohol y la adrenalina seguían sin borrar el amargo sabor de la sangre de insecto.
Había sido un momento único e irreal. Y a pesar de la peculiaridad no podía dejar de revivir aquel contacto tan breve y malditamente erótico. Sensualidad era una definición poco exacta de lo que sus dedos habían experimentado al clavarse en los muslos de la pelirroja. Al sentir su intimidad contra el abdomen, sus pechos contra su cara, los pezones frente a sus labios.
Chase Moondeer acababa de obsesionarse con aquella bailarina. Y quería hacerle cosas impensables. Quería tomarla y nunca volver a soltar el tesoro que esa noche había encontrado. No de una forma macabra ni incómoda. Más bien a su manera. No se consideraba un sádico y tampoco un amo, eso le daba una ligera impresión. No. Lo suyo iba mucho más allá, una mezcla de placer y abstinencia. Quería que le suplicaran que las toque, ver la necesidad en sus miradas, el anhelo y el sufrimiento por una sola caricia.
Chase Mondeer quería follarse a aquella pelirroja hasta que se le desgarrasen las cuerdas vocales de tanto gritar su nombre por placer. Provocar que esos muslos que le habían rodeado la cintura, llegasen a rodear su cuello. Quería hacer que ella misma supiese lo que sería la tensión. Tenerla acuclullada sobre su cara sin importar si le asfixiaba en el proceso.
Si debía someterse a ella lo haría encantado. Siempre y cuando ella estuviese de acuerdo. Siempre y cuando... ella quisiese probarlo.
Había un fino hilo que separaba el morbo del asco. Le demostraría que estar sometida y complacida a partes iguales por su lengua sería un afrodisíaco indiscutible.
-¿Me estás escuchando tío? -preguntó Roy chasqueando los dedos ante su rostro.
Chase desvió la mirada por un segundo para asentir aún que estaba mintiendo. No había escuchado ni una sola palabra y tampoco quería hacerlo.
-Ahora vuelvo.
Roy frunció el ceño, pero su hermano ya estaba de pie. Se alisó la camisa y remangó las mangas hasta los codos mientras avanzaba entre los cuerpos sudorosos del club.
Ahora las bailarinas se contorneaban por todas partes. Chase sonrió con malicia al pasar junto a tres chicas unidas por tres cadenas plateadas acabadas en collares. Éstas le devolvieron el gesto como tres siamesas entrenadas y siguieron su camino en fila.
Mientras caminaba hacia aquella esquina, no podía evitar de pensar en lo irónico de la situación. Era como estar jugando a dos bandos. Como un maldito animal domesticado tonteando con sus instintos.
• ────── 🕷 ────── •
Cuando el reloj del campo musical junto al DJ marcó las dos y media de la madrugada Alejandra seguía entretenida con la conversación subida de tono entre Alba, una de las bailarinas y Seva, el grandullón de Palermo. Cuando su jefe contrató a Seva todos pensaron que un tipo de dos metros cargado de músculos sería un matón. Pues para decepción del mismo no era más que un niño gigante con chistes malos.
-Pero si soy todo un caramelito -agregó Seva a algo que Alba debía de haber supuesto sobre su persona. -. ¿Segura de que no quieres probarme?
-Antes le pido a Wolf que me escupa veneno de serpiente en la cara. Por cierto -se interrumpió girando el cuerpo hacia la pelirroja -¿Qué demonios... ha sido todo eso? Quiero decir, sacar a un tipo al escenario.
Alejandra se encogió de hombros sin desviar la mirada. Torciendo la boca con indiferencia.
-No he subido a nadie, técnicamente he bajado yo.
-Eh...sí -canturreó su compañera como si fuese lo más raro del mundo. -. Has bajado de un salto sobre él. Técnicamente estabais follando con ropa.
La pelirroja reprimió una sonrisa mirándola de soslayo, y volvió una vez más su atención a la barra.
-Creo que eso tiene un nombre... -intervino Seva chasqueando los dedos.
-¿El qué tiene nombre?
El grandullón se rascó la barbilla con su mirada en Alba.
-Lo del sexo sin ropa...
-Sí. Follar.
-No. Si es sin ropa no es follar.
-Pero has dicho con ropa.
Mientras ambos discutían, Alejandra seguía metida en su propio mundo.
-¿Qué?
-¿Qué?
-Mira, Seva, cariño... Déjalo. No das para más.
Aquel tipo... No. No debía darle importancia a ningún cliente por muy sexy que le resultase. Ella no iba a acostarse con nadie. Bueno, no iba a acostarse con nadie que estuviese tan desesperado como para acudir a un club. Debía de ser otro salido fetichista que se había quedado absorto por su actuación. Pero la forma en la que su cuerpo se había adaptado al de ella, la dureza de sus brazos al agarrarla... No era extraño, ella sabía lo que causaba en las personas. Hermosa y segura. Era toda una belleza inalcanzable. Pero aún así algo en la mirada de aquel sujeto mostraba audacia y hambre. Un hambre voraz por su cuerpo.
-Creo que debería irme. -informó finalmente. -Aún que siempre es un placer compartir mi tiempo con una puta barata y un simio con déficit de atención.
Tanto Alba como Seva esbozaron una sonrisa divertidos.
-Tan cortés como siempre. -bufó guardaespaldas. -Y humilde.
Alejandra despegó el culo del cuero negro del taburete y acarició la zona adolorida.
-No tengo la culpa de crearte complejos, grandullón. -Estaba bromendo. Seva le caía moderadamente bien. -O acaso no sabe tu querida víbora aquí presente -hizo una reverencia hacia Alba -que tu polla es del tamaño de un pepino mal cultivado...
Alba volvió a reír, y Seva entrecerró los ojos indignado.
-¡Cuando quieras te demuestro lo contrario!
Alejandra ya se había alejado pero con una sonrisa se sacudió el cabello mirando a Seva sobre el hombro.
-¡Por, dios pero si no podrías conmigo!
-¡No me retes!
Fuera del escenario la seguridad y el ego seguían con ella, pero el sudor ya no tenía el mismo concepto. Sus pasos ya no eran precisos por la falta de música. Todo en ella estaba fallando igual que un hada de jardín que acaba perdida y hundida en un lago. Alejandra no podía acallarlo, y no quería lidiar con ello. Eso desde luego.
En cuanto se adentró en el pequeño cuarto que había tomado por camerino, un vestuario improvisado, se dispuso a desnudarse por completo. Se había vuelto a poner el sujetador transparente después del número, y ahora sólo era una prenda más. Frente al enorme espejo se despojó del tanga relamiéndose los labios con un suspiro.
Podría venderselas a algún idiota pervertido de forma anónima.
Sonrisas de caramelo y fresas que ocultaban el quebrantamiento de una ley única. Alejandra llevaba más de media hora en la ducha, bajo el chorro de agua tibia mientras tomaba respiraciones largas. Sus números eran elegancia pura, pero la dejaban agotada física y mentalmente. Encima del escenario se sentía como una auténtica ninfa, pero al salir sólo volvía a invadirla una rabia voraz hacia sí misma. ¿Qué podía ser tan fuerte como para que una chica perfecta acabase sin un ápice de emoción? Las personas al verla solían pensar que era pasión encapsulada. Una sustancia que en pequeñas tomas terminaba por volverte loco.
Al otro lado de la mampara de cristal la observaban y ella era consciente. En su vestuario sólo eran seis chicas. Alba, Yuki, Corina, Marta, Galia y ella. No se llevaba mal con ninguna, pero tampoco bien. Eran simples compañeras a las que tenía que soportar por una convivencia sana. Y cuando decía soportar, se refería a recibir falsas sonrisas y puñaladas traperas. De todas menos de Galia, quien ahora la observaba con disimulo mientras tomaba su propia ducha.
Alejandra se rodeó el cuerpo con los brazos mientras el agua seguía cayendo sobre ella. Sentada y desnuda. Alzó la mirada hacia su compañera y ésta torció la boca tragando en seco.
-Te pongo cachonda ¿o qué? -preguntó la pelirroja con cansancio pero sin malicia. -No me mires.
Algo la había dejado deducir que Galia no bailaba por placer para aquellos hombres. No había lujuria en su mirada al ver cuerpos masculinos, sin embargo cada vez que la pelirroja pasaba junto a ella se tensaba. También debía admitir que más de una vez la había rozado a propósito. Sentirse deseada por ambos géneros sólo alimentaba su ego.
Alejandra emitió una risa mezclada con un extraño bufido. Se apoyó en las palmas de las manos para ponerse en pie y girar la llave de los chorros. Salió completamente desnuda bajo la mirada disimulada de su compañera, y en lugar de vestirse, avanzó hacia su ducha.
Debía admitir que Galia tenía su punto. Era muy delgada y con una figura bonita. Abdomen plano, caderas pronunciadas debido a su delgadez, y unos pechos pequeños pero de bonita forma natural. El cabello oscuro le caía en cascada mojado sobre los omóplatos, al mirar por encima del hombro.
-Nunca me has dicho qué haces aquí. Normalmente sólo acudes a la llamada del diablo si no te queda de otra. -empezó nuestra protagonista apoyando la parte baja de la espalda contra el lavamanos. Teniendo una clara visión del trasero de Galia. -Has entrado con tu mirada de cachorrita indefensa y carita de niña buena... ¿Por qué será que no te creo?
El grifo de Galia dejó de soltar agua y ésta se giró saliendo de la ducha sin mirarla, pasando por su lado hasta agarrar una toalla limpia.
-No necesito que me creas.
Alejandra sonrió para sí misma.
-¿Me lo vas a contar?
Galia usó una segunda toalla para secarse el cabello.
-¿El qué?
Deslizando los dedos sobre el lavamanos Alejandra se situó junto a ella.
-Tu triste historia. ¿Qué haces aquí?
-Bailar.
-Aparte de eso.
Galia chasqueó la lengua con un suspiro y trató de avanzar, pero el brazo de Alejandra ya estaba sobre su cuello.
-Suéltame, Wolf.
No. La pelirroja no era una abusona, pero algo en la mirada aparentemente inocente de Galia provocaba un temblor curioso en la parte más alta de su entrepierna, justo entre los muslos.
-Creía que querías esto -sonrió, formando lentos círculos con el pulgar sobre la yugular de la morena. -. Nada te impide tocarme también.
Los ojos verdes de Galia chispearon, y Alejandra conocía demasiado bien la lujuria como para distinguirla en ellos.
-No...
-¿No qué?
-Esto no está bien.
Una vez más la pelirroja sonrió. Podía sentir el pulso acelerado de su compañera. Sus esbeltos bracillos de pajarillo temblando pegados a su cuerpo. Indecisa entre obedecerla o salir corriendo.
-Palermo sabe que no pueden tocarnos los clientes. No dice nada de que no podamos hacerlo entre nosotras.
-Me gustan los chicos. -susurró Galia.
Alejandra se mordió el labio reprimiendo una carcajada, y con una lentitud melosa se inclinó sobre el hombro de la morena.
-Puedo ser tu chico malo.
Como si fuese mantequilla bajo sus dedos Galia tembló, tembló y ronroneó.
-Está bien. -dijo soltándola. -Sólo estaba jugando.
Alejandra se giró con la gracia que la caracterizaba, y entonces ocurrió algo que incluso a ella la tomó por sorpresa. Galia estaba sosteniendo su cintura y los ojos verdes la penetraban como un rayo de tormenta veraniega. Furiosos y lascivos. El estómago de la pelirroja tembló al unisono con su feminidad cuando la morena cortó la poca distancia que las había separado.
-¿No te gustaban los chicos?
-Cállate. -bufó Galia arrancándole una sonrisa a la otra.
En cuanto los pechos de Alejandra quedaron apretados contra la frialdad del lavamanos y su trasero expuesto, Galia serpenteó en el suelo hasta quedar entre sus piernas.
Alejandra apretó los dedos contra el lavamanos al sentir la lengua plana de la morena abrisrse paso entre los labios de su sexo, rodeando con esta su clítoris, moviéndose en una espiral que obligó a la pelirroja a echar la cabeza hacia atrás mientras arqueaba la espalda. Separó aún más las piernas y con un último lametón tortuoso las cerró.
Galia desde el suelo le dedicó una mirada quejumbrosa.
-Ahora lo entiendo. -rió Alejandra incorporándose, llevando sus propios dedos al mojado coño y lamiendo lo que ella misma había creado. Exquisito. -No te importa que te vean porque no te provocan nada.
Galia la fulminó con la mirada, cosa que arrancó otra risa maliciosa por parte de la bailarina.
-Tranquila. Será nuestro secreto. -dijo por fin agarrando la toalla que había envuelto el cabello de Galia. -Buenas noches, pajarillo.
Envuelta en la toalla se adentró en uno de los cubículos y comenzó a vestirse.
Podría haber dejado que Galia acabase lo que había empezado, pero ella estaba reservándose para alguien más. Para alguien que había estado esa misma noche mirándola y fermentando su anatomía con sólo un toque. Un contacto mínimo.
Chase estaba apunto de caer en la peor trampa que el destino le habría puesto en toda su vida. Estaba a unos minutos de verse envuelto en el fuego de Alejandra.
El diablo es el diablo, pero Lilith controla el infierno. Y eso toda mujer inteligente lo sabría.
Nota de Autora:
He leído todos los comentarios del capítulo anterior y han sido tan positivos que quiero regalaros un primer capítulo.
Bien. ¿Qué os está pareciendo?
La novela erótica no es mi fuerte y he dudado bastante por la acogida que tendría esto.
Como sé que much@s no vais a hacer caso a las advertencias he decidido cambiar ciertas cosas para que no resulten traumáticas o incómodas.
Nos leemos.
P.D. Esto es una excepción.
Att. Mamá Pato.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro