Reencuentro
Pareja:KrestxZaphiri
Advertencia:Ninguna
Créditos al autor de la imágen
Viene de: No Debes Tener Dos Amores
Krest anhelaba con toda su alma enmendar sus errores del pasado, deseando encontrar a quien en verdad amó con todo su corazón y pedirle perdón por ocultar su matrimonio pero tenía miedo de perderlo.
Aunque descubrió la verdad y se fue lejos de su lado, contrató a un investigador privado para dar con él más sin embargo no había respuesta positiva.
Se dio cuenta que no conoció lo suficiente a su pelinegro, ya que no sabía de dónde era originario vagamente recordaba una ciudad que se le olvidó por completo.
Veinte años han pasado sin él, cada día lamentándose de su desdicha completamente sólo en su casa de Francia.
Su petit decidió irse a estudiar lejos y él no podía retenerlo para siempre ya que tarde o temprano Dégel debía emprender vuelo.
Cómo cada día pedía un deseo, volver a ver a su Zaphiri y si corría con suerte conquistarlo nuevamente ésta vez no habría secretos de por medio, sólo vivir su amor hasta el final de sus días.
🦂
Zaphiri con un pequeño ser dentro de él volvió a su país de origen, su amada Grecia lo recibió.
La casa que dejó antes de marcharse ahora la cubría una capa de polvo pero con una limpieza quedaría cómo nueva.
Consiguió un trabajo para cubrir los gastos del parto, una pareja recién casada tenía un pequeño negocio de repostería y no dudaron de brindarle su ayuda en darle el empleo para ese angelito que venía en camino.
La primer visita al médico para hacerle una ecografía lo tenía nervioso, cómo madre primeriza era normal.
Si Krest supiera de su embarazo estaría con él para ver cómo su hijo iba desarrollándose.
Pero no podía ser ya que aquella mujer esperaba uno y con el dolor de su alma se alejó porque no podía interferir en ese matrimonio aunque lo hizo siendo el amante sin saberlo.
Ver cómo poco a poco su vientre plano crecía tal cómo un globo, su instinto no falló y era un niño.
Su Kardia aquel que esperaba con ansias llegó una noche fría con el manto estrellado, los dolores del parto lo despertaron, cómo pudo llamó a Ilias y Lugonis que de inmediato fueron a la casa del pelinegro para ir al hospital.
Las contracciones llegaban cada cinco minutos y sudaba frío, sentía que le faltaba el aire.
En cuanto llegaron fue atendido de inmediato, las enfermeras lo ingresaron a la sala de partos donde el ginecólogo se preparaba.
Extenuantes horas pasaron y por fin su hijo nacía de madrugada, su bichito porque sí nació bajo el signo de escorpio igual que él.
Lo trasladaron a la habitación para que descansará y cuándo el bebé le hicieran chequeos de rutina además de limpiarlo lo llevarían.
Esperó hasta que lo vio llegar en brazos de la enfermera, sonrió feliz si Krest estuviera en éstos momentos junto a él lo llenaría de besos por ser tan fuerte y darle un hijo sano.
La realidad era otra ya que ahora estaría con su esposa y ese bebé que tendría cuatro meses de vida.
No dejaría que la tristeza lo invadiera porque sería una madre y padre para Kardia, no le faltaría amor nunca.
Por él saldría adelante, le hablaría maravillas de Krest al pequeño cuando por primera vez le preguntará por su padre.
Ilias y Lugonis además de ser sus jefes eran sus mejores amigos, siempre le aconsejaban que se contactará con el castaño tenía el derecho de saber que también era padre de otro niño tan travieso.
Kardia corría por todo el local cómo un torbellino andante, alegrando a los mayores por las ocurrencias que hacía el peliazul.
Se negaba ya que no quería encontrarse con su pasado aquel que por más que intentó olvidarlo le fue imposible, ese amor está grabado en lo más profundo de su ardiente corazón.
Sin saber que tarde o temprano el destino se encargaría de reencontrarlos nuevamente por azares del destino.
Quince años han pasado, su hijo ya tenía veinte y estudiaba en el extranjero por petición de él a pesar de ser un inmaduro infantil era primer lugar en su clase igual que su novio Dégel.
Le dio mucho gusto conocerlo la primera vez que lo trajo a Grecia, encantador y de buenos modales.
Por un momento recordó ese amor que nació cuando él tenía 21 años y Krest 23, era igual al de su hijo con el francés.
Kardia a la edad de quince años preguntó por su padre, mentalmente se había preparado para cuando llegará ese día.
Jamás metería saña y decidió decirle la verdad sobre Krest, hablándole maravillas del hombre pero un secreto que le ocultó hizo que todo terminará.
El griego jamás le guardo algún rencor a su progenitor deseaba buscarlo para conocerlo y presentarse ante él cómo su hijo.
Pero su madre no quería decir más datos del castaño sólo sabía el nombre pero no era suficiente ya que en el mundo son millones de personas.
Una búsqueda que no seria fructífera.
Esa parte de su vida no se la había dicho a Dégel ya que no lo creía importante.
Los invisibles lazos del destino llegaron a los hijos de Zaphiri y Krest que se conocieron en la universidad más prestigiada de América, en cuánto sus miradas se cruzaron Eros travieso flechó a ambos.
Ahora Dégel sabiendo que en unas semanas terminarían sus carreras estaba decidido a pedirle matrimonio a Kardia porque estaba seguro de pasar el resto de su vida al lado de ese griego.
Pero era claro que para validar ese compromiso iría con él a Grecia para que su madre le diera su consentimiento, también su padre viajaría allí le mandaría por mensaje la dirección y los alcanzará para que también fuera otro testigo más de su decisión tomada.
Dos días después de su graduación llegaban a Atenas para ir a Epidauro, Zaphiri los recibió con una enorme sonrisa y los brazos abiertos ya que extrañaba mucho a su bichito.
El padre de Dégel llegó un día antes que ellos por lo que en cuanto pisaron tierras griegas envío un mensaje para avisar que se movilizará a la dirección que le mandó.
Llego en cinco minutos.
Es lo que leyó para después bloquear la pantalla de su celular.
Puntual cómo lo era Krest tocó el timbre de la casa, Zaphiri se dirigió a abrir la puerta ya que Dégel le dijo que su padre estaba por llegar, la sonrisa que traía desapareció en cuanto reconoció a la persona parada frente a él.
Parece que los años no pasaron por Krest ya que lucía igual que hace veinte años, lo mismo pensó el castaño sobre Zaphiri ya que su prístina belleza seguía intacta.
Salió de sus cavilaciones para dejarlo pasar sin decir nada, ató cabos de inmediato y una alarma se activó en él.
La palabra Hermanos llegó rápido en su mente.
En la sala el feliz peliverde abrazaba a su padre y presentarle a Kardia ya que sólo escuchaba del novio de su hijo pero no lo conocía en persona.
Se sentó en el sofá tratando de calmarse, su corazón latía desenfrenado al verlo de nuevo.
- Ahora que ya estamos todos reunidos. Señor Zaphiri sabe que soy un hombre de principios mi padre me hizo todo un caballero y hoy quiero pedirle la mano de su hijo Kardia, lo amo tanto que es mi mayor deseo compartir mi vida a su lado. Se arrodilló frente al peliazul que no creía lo que pasaba, del bolsillo de su pantalón sacó una cajita roja que abrió descubriendo un anillo de oro con la constelación de acuario y escorpio entrelazados con dos diamantes pequeños en azul y verde. - Ma petit pomme, sería tan afortunado de que te convirtieras en mi esposo ¿te casarías conmigo?.
- Sabes que sí Dégel, te escogería sólo a ti un millón de veces. Feliz se lanzó a sus brazos dándole un casto beso en los labios y el peliverde colocó el anillo en el griego, signo de su nuevo compromiso.
- Felicidades a los dos. Krest fue el primero en abrazarlos.
Zaphiri con todo lo que pasaba, una sonrisa se forzó a dar a su hijo y pareja.
El castaño lo miraba atento, no podía alejar su mirada del pelinegro, su deseo se cumplió y ahora que lo tiene cerca no lo dejará irse de su lado ésta vez, cometió el error antes pero ahora lucharía por tener de nuevo su amor.
- Iremos a comprar algunas cosas para preparar una rica cena con platillos franceses y griegos, acompañado de vino. No tardamos ma, mientras puede platicar con el señor Krest para que se conozcan más ya que ahora seremos familia. Kardia se fue tomado de la mano con Dégel, la tensión se percibía en la sala.
- Zaphiri yo... Pero no lo dejó hablar ya que se levantó abruptamente del sofá dispuesto a irse para no escucharlo.
A pasos rápidos subía los primeros peldaños de la escalera pero una mano que conocía perfectamente lo detuvo, su cuerpo tembló al sentir la calidez que no le era ajena.
- Por favor Krest sueltame. Cerró sus ojos, odiando la sensación que le producía estar cerca del castaño.
- No lo haré, primero debes escucharme. La súplica en su voz se notaba.
- Me niego. Jaló su brazo para zafarse del agarre.
Pero ejerció más fuerza sin lastimar al pelinegro ya que no deseaba hacerle daño más del que le causó hace años.
- Por favor Zaphiri, te lo ruego. Cedió ya que aquella voz logró convencerlo, una parte de su ser quería respuestas.
Liberó su agarre y en silencio volvierón al sofá poniendo una distancia considerable entre ellos el griego mayor.
- Primero quiero pedirte perdón por lastimarte de esa manera al ocultarte que estaba casado pero desde que te conocí sentí que fue amor a primera vista, al conocerte más supe que no podía dejarte ir eras esa pieza que me faltaba en mi rompecabezas, eso no justifica mi acción pero te amaba demasiado que temía perderte al decirte la verdad aunque tu lo descubriste, estaba decidido a divorciarme para ser feliz a tu lado, la carta que me dejaste aquel día de nuestro primer aniversario me dejó devastado y debí ser honesto contigo desde un principio. Por favor perdóname todos éstos años la culpa no me deja tranquilo, te sigo amando y estoy dispuesto a recuperar tu amor, lo siento tanto Zaphiri. Se arrodilló frente al pelinegro tomando su mano entre las suyas con lágrimas en sus ojos.
- No tengo nada que perdonarte lo hice hace mucho tiempo atrás porque mis amigos me hicieron darme cuenta que gracias a ti obtuve un regalo mejor y ese es mi hijo. También en el rostro del griego surcaban las cristalinas gotas saladas pero debía decir la verdad a Krest ya que jamás pensó que se reencontraria con él por medio de sus hijos, tarde o temprano el pasado lo alcanzaría Ilias y Lugonis tenían razón.
- No comprendo a qué te refieres. Su rostro denotaba confusión.
- Aquel día te vi en el parque con tu esposa, yo salí para despejar mi mente porque por la mañana había recibido una noticia que me hizo tan dichoso, debía ordenar las palabras correctas para decirte en nuestro primer aniversario que seríamos padres. Yo soy doncel, tengo la capacidad de concebir y tenía los exámenes clínicos que me practicaron para mostrártelo además del ultrasonido. Mi felicidad se vio opacada al ver cómo la besabas a ella, su vientre era notorio, también estaba embarazada esperaba un hijo tuyo y el anillo de bodas era la evidencia. Me fui del lugar sabiendo que todo ése tiempo fui tu amante, tomé la decisión de no interferir más en tu matrimonio aunque ya lo había hecho sin saberlo. Mi pequeño Kardia fue el mejor regalo que me pudiste dar, por él salí adelante, intenté arrancarme del pecho ese amor que sentía por ti más no pude, aún te sigo amando.
- Él es mi hijo. En un bajo susurro lo repetía ya que aún procesaba las palabras dichas por Zaphiri.
- Si pero lo que más me duele esque ese compromiso no puede ser ya que son medios hermanos. En cuanto lleguen le diré la verdad a ambos, que el lazo de sangre los une por eso no pueden amarse. No le gustaría ver a su hijo sufrir menos a Dégel ya que le tenía un gran afecto.
- Dégel no es mi hijo.
Lo miró a los ojos.
- ¿Que?. ¿Acaso escuchó mal?
- Lo que escuchaste, mi petit no lleva mi sangre. Garnet me engañó con otro hombre y para ocultar su error me sedujo una noche para que la hiciera mía, su plan funcionó porque accedí sólo para cumplirle como su esposo, en un par de semanas me dio la noticia de estar embarazada. Después de que nació Dégel no era el mismo, me dolía el alma porque ya no estabas a mi lado, te busqué por tanto tiempo pidiendo cada noche un deseo y era volver a encontrarte, el único consuelo era mi hijo. Pasaron trece años en ese lapso de tiempo jamás volví a tener intimidad con ella, por todos los medios buscaba que tuviéramos relaciones, la notaba desesperada y frustrada pero no le tomaba importancia creyendo que era parte de su berrinche porque no accedía. En cuatro meses no pudo ocultar su nuevo embarazo, el teatro se le cayó y me hizo atar cabos ya que así pasó cuándo Dégel se concibió, pero ésta vez no caí en su trampa. Me echó en cara que yo la descuide mucho cómo mujer por eso se buscó un amante, el padre de Dégel cómo de su hermanito Camus era el nuevo vecino que recién se había mudado, mandé a hacer una prueba de ADN, tenía la esperanza de que mi petit llevará mi sangre pero la prueba dio negativo, tramité los papeles del divorcio porque ya no deseaba estar más con ella que me mintió además que quién falló primero fue Garnet, la casa se la dejé, empaqué mi ropa para ir a un hotel pero antes de salir por la puerta para nunca más volver Dégel se aferró a mi cintura pidiendo que me lo llevará conmigo, escuchó todo y a pesar de ser un niño de trece años era inteligente, aunque no tuviéramos los mismos lazos sanguíneos él me veía cómo su verdadero padre. Ella no evitó que se fuera conmigo, nunca demostró amor por su hijo. Son libres de amarse porque ya sabes la verdad, Kardia es el único sangre de mi sangre, ahora que también lo sé quiero ganarme el cariño de nuestro hijo. Pero también deseo recuperar tu amor, permíteme entrar en tu vida una vez más y ser digno de ti. Tomó sus manos y sus verdes ojos terminaron por convencerlo.
- Está bien. Una diminuta sonrisa apareció.
- Gracias Zaphiri. Se acercó lento a su rostro y después de tantos años volvía a sentir aquellos labios.
Un suave beso dónde transmitían ese amor que nunca a pesar de los años se negó a desaparecer o morir.
El celular de Krest anunció una llamada entrante.
Era Dégel diciendo que tardarían un par de horas en volver ya que después de hacer las compras irían a dar un paseo por la plaza.
Aprovecharía para recuperar el tiempo perdido con su amado pelinegro, lo cargó entre sus brazos y llevarlo a su habitación dónde le mostraría cuánto lo extrañó.
Suspiros, jadeos y susurros dónde su promesa de amor lo repetía cada minuto hasta que la cúspide del orgasmo los hizo entrelazar sus dedos.
La cena estaba saliendo de maravilla, pero notaba cierta complicidad en ambos adultos, risitas nerviosas o miradas que le estaban dando mala espina a los menores.
Todo siguió su curso normal y la platica llegó a la sala dónde se le sería revelado la verdad a Kardia.
Podía ser impulsivo a veces el peliazul pero guardó la calma y su reacción dejó con nervios a su madre.
Se levantó del sofá con dirección al castaño que tomaba de la mano a Zaphiri jamás se lo hubieran esperado pero Kardia abrazó tan fuerte a Krest.
Siempre deseaba conocer a su padre y ahora que lo tenía enfrente no reaccionaría mal ya que es lo que su corazón anhelaba.
Dégel sonrió ya que sabía que Zaphiri fue aquel verdadero amor de su padre, lo vio en una foto que guardaba celosamente en un libro y por error la descubrió, al reverso tenía una dedicatoria.
Jamás imaginó que sería la mamá de Kardia, por eso su empeño de que Krest viajará a Grecia porque la primera vez que cómo la pareja oficial del peliazul visitó su casa se sorprendió que era la misma persona en aquella gastada y vieja fotografía.
Por ese amor paternal que le mostró siempre a pesar de no ser su hijo, esa era su forma de agradecerle volver a reencontrarlo con el pelinegro.
En semanas volvierón a ser pareja los mayores, también planeando la boda de sus hijos ya que querían ser esposos lo más pronto posible.
Con el tiempo en contra en un mes se planificó una ceremonia sencilla con pocos invitados, amigos y parientes cercanos de ambas familias.
❄
- Mira ma! Mi papá me está cargando! Ahre Krest ahre!. Olvidaba que Kardia a veces se comportaba cómo un niño pequeño.
Pero le pareció gracioso que el castaño hiciera un gran esfuerzo por equilibrar el peso de su bicho ya que no mentía pesaba su hijo.
- Kardia! Deja en paz a tu padre que no vez que no te aguanta, deja de actuar infantilmente, si Dégel te viera no se la creería esa actitud tan inmadura de tu parte. Reprendió Zaphiri al ver que las piernas de Krest temblaban y se compadeció de él.
Kardia hizo una mueca triste recargando su barbilla en el hombro del pobre hombre que ya suplicaba a alguna deidad que le quitará a su hijo, su espalda ya empezaba a doler.
El griego se bajó ya que en verdad siempre le hizo falta la presencia de su padre y ahora que lo tenía cerca quería disfrutar cada momento junto a él.
- De hecho suegro lo he visto todo y déjeme decirle que me pareció de lo más tierno la escena padre e hijo. Yo siempre disfruté estar cerca de Krest pero Kardia no, pienso que por eso su actitud de niño pequeño. El peliverde se encontraba apoyado en el marco de la puerta sonriendo.
- Deguie amor!!. Exclamó el moreno para darle un beso en sus labios y abrazarlo.
Pasaron dos meses de su enlace matrimonial y ahora vivían cerca a la casa de sus padres, Dégel trabajaba en una empresa cómo contador mientras Kardia era profesor en la preparatoria.
El peliverde decidió que su hermanito Camus viviera con ellos ya que su madre no se preocupaba por él, la mujer no se negó accediendo de inmediato.
El pequeño adora mucho a Krest y Zaphiri que lo consiente mucho.
Con el pasar del tiempo un año transcurrió rápido para la pareja que recibía la noticia de que Kardia estaba encinta, la dicha de ser padres los mantuvo felices en todo el camino hasta que se les fue comunicado a sus padres que lloraban ya que serían abuelos.
El peliazul era consentido por todos cumpliendo sus antojos tan raros y un Dégel sobreprotector.
Histérico era la palabra correcta ya que no dejaba que Kardia hiciera nada temiendo que les pasará algo a él y su hijo.
El momento más esperado llegó para la pareja y en la mañana daba a luz a un niño que decidieron llamar Milo.
- Eres muy pequeño pero no te preocupes que yo te cuidaré y te querré mucho mucho. Eran las palabras de Camus ante la mirada atenta del pequeño, dejó un beso en la diminuta nariz del bebé que la frunció de inmediato.
Salió de la habitación dónde dormía su hermano y cuñado que ni percibieron su presencia, tan cansados terminaron por los llantos que el pequeño Milo daba por las madrugadas.
Krest agradecía que se le diera una segunda oportunidad y enmendar sus errores del pasado en ese reencuentro ya que conoció a Kardia hijo de él y Zaphiri, ganarse de nuevo su amor porque aprendió la lección de que No Debe Tener Dos Amores.
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Final feliz!!! Ya que se las debía porque los hice llorar en No Debes Tener Dos Amores 😢.
La canción dictaba que terminaría en ruptura o peor, cómo el perro de las dos tortas y no se quedaba con nadie, la continuación vino con secretos revelados.
Continuamos con el tercero que espero sea de su agrado 💗
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