Mafia Griega
Pareja:KardiaxDégel
Advertencia:+18
Créditos al autor de la imágen
Pedido de Escarlette_Aurora
Viene de Amor De La Mafia
Kardia siempre tuvo una vida fácil llena de lujos y dinero con todas las comodidades.
Pero todo acabó cuando sus padres se separaron y se tuvo que ir con su madre a vivir a otro lugar.
Su progenitor era el que poseía una inmensa fortuna pero los dejó en la calle al firmar el divorcio.
Con poco dinero lograron sobrevivir pero todo acabó cuando su madre le llegó una enfermedad incurable que le arrebató la vida hace cinco años.
Trabajar no era una opción para él, ni siquiera terminó su carrera en la universidad porque los estudios no eran lo suyo.
Quería ganar dinero, mucho, es por eso que tomó el camino fácil, se unió a la mejor mafia que controlaba desde hace muchos años toda Grecia, supo de ellos por su tío Aeneas ya que tenía vínculos y fue apoyado en su campaña política.
La Mafia Griega más temida, Los Scorpius.
Se ganó la confianza de Écarlate el líder y de su padre Zaphiri, demostró ser digno escorpión tal como ellos, letales y venenosos.
Siempre disfrutando su vida al máximo, en cada enfrentamiento con la policía la adrenalina se apoderaba de todo su ser.
Sádico por naturaleza, asesino a sangre fría siempre torturando a sus presas con sus técnicas.
Con el pasar de los años los Scorpius expandieron sus negocios por todo el mundo, venta de armas ilegales, lavado de dinero, ya no sólo secuestran mujeres para venderlas sino también con el tiempo a los más bellos ejemplares de jóvenes, los más lindos además de ser donceles, los únicos con la capacidad de concebir.
Sin duda es el mejor negocio y los más vendidos.
Las mujeres las utilizaban para los prostíbulos ya que no eran solicitadas cómo antes por los hombres más poderosos del mundo.
La policía ya no era un obstáculo para ellos ya que el nuevo comandante estaba a favor de ellos comprandolo con una suma importante de dinero.
El peliazul se le encargó ese día ver el nuevo cargamento traído desde Francia ya que los escorpiones junto a sus parejas se fueron de viaje por el aniversario de bodas.
Así que él quedó al mando de la organización temporalmente, confiaban en Kardia y sabían que lo dirigiría perfectamente mientras ellos se iban de vacaciones.
En un carro blindado color negro llegó a la bodega dónde estaban los jóvenes miró a cada uno sentados en el suelo con mordazas, atados de pies y manos.
Su porte intimidante causaba temor en aquellos muchachos que lo miraban con miedo, algunos lloraban porque sabían su cruel destino.
Siguió paseando su mirada por todos ellos hasta que algo o más bien alguien captó su atención y no quiso apartarlos de ahí.
Una flecha de Cupido llegó directo a su ardiente corazón, quedando prendado de esa belleza singular.
Sus largos cabellos verdes un poco desordenados, su piel de porcelana y tras sus lentes redondos unos ojos violetas que lo cautivaron.
Parecía una obra de arte, un ángel creado a la imágen y semejanza de Dios.
Su intensa mirada hizo que aquel joven lo mirara también pero enseguida los apartó viendo hacía el suelo.
Su mirada mostraba tristeza pero a la vez había una chispa de querer ser libre anhelando emprender vuelo tal cómo un ave después de ser enjaulada.
Un instinto de protección se formó en el pecho de Kardia, era cómo si algo le gritara que debía protegerlo, cuidarlo de la maldad del mundo aunque él fuera también parte de ella.
Dejó de pensar ya que fue llamado por el hombre que trajo la nueva mercancía para que le pagara.
Con un movimiento de cabeza el chofer que venía con el peliazul traía una maleta en sus manos.
La cuál le fue dada y sonriendo por ver tantos fajos de billetes se fue del lugar.
Kardia ordenó que les dieran de comer y beber para que estuvieran en condiciones perfectas para su venta.
Se apoyó en la pared más cercana observando a ese chico de cabellos lacios verdes, se arrepentiría de lo que haría para toda su vida o tal vez no.
Llamó a uno de sus hombres para darle algunas indicaciones éste con un asentimiento se retiró para hacer lo que le pidió el peliazul.
El mismo tipo que estuvo con el griego se acercó al de ojos violetas y de forma brusca lo levantó del suelo.
Cubrió su cabeza con una capucha negra para que no viera a dónde lo llevarían.
Fue llevado a la camioneta negra blindada dónde lo subieron en la parte trasera y tras ellos venía Kardia que se sentó en la de copiloto mirando por el retrovisor.
El chofer arrancó para ir a la mansión de los Scorpius y seguir con el trabajo que se le dejó.
Una que otra llamada con los socios de Écarlate para fijar la fecha en la que trasladarían la mercancía.
El joven de ojos violetas estaba en su recámara, fue la orden que dio una vez llegarón.
En cuanto terminará sus deberes del día finalmente se vería cara a cara con aquel bello ángel.
El final del día llegaba, una videollamada hizo para dar su reporte del día a Zaphiri y el pelirojo gruñón.
Aunque le sorprendió verlo feliz ya que siempre tenía mala cara pero se le quitaba cuando su bello esposo estaba a su lado.
Admitía que lo trataban cómo si fuera su hijo, Mystoria era tan amable igual que Krest.
Comparando sus personalidades, eran distintos a los escorpiones que a veces se les metía el diablo pero igual los quería y respetaba ya que tenían su lado bueno, lo acogieron haciéndolo parte de la familia cuándo quiso entrar a su organización.
Por hoy había culminado todos sus deberes, llegó a su habitación nervioso y no sabía el porqué, es la primera vez que le pasaba algo así.
Con cuidado abrió la perilla de la puerta y se adentró cauteloso, tal cómo un ladrón.
No había rastro del joven, tal vez estaba en el baño o merodeando por ahí.
La otra puerta que era la del baño se abrió mostrando al muchacho que buscaba, éste salía con sólo una toalla enrollada en su cintura.
Sorpresa mostró el joven al ver al tipo estar en la habitación dónde lo dejaron en cuánto llegaron.
Al dejarlo libre de ataduras y que le dieran comida de nuevo no tenía otra cosa que hacer y no quería husmear por esos lares ya que podía ser una trampa.
Así que optó por darse un baño, lo necesitaba por tantos días de encierro al lado de los otros chicos.
Pero había alguien que no vio desde que llegaron, su corazón le exigía escapar y buscarlo porque podría correr peligro.
Tal vez sufriendo maltrato, obligándole a hacer algo que no quiera o en el peor de los casos muerto.
Negó con su cabeza porque él estaría bien, algo se lo decía y con una actitud serena se dirigió al que creía sería el baño.
Volviendo a la realidad, Kardia lo miraba embelesado se le cortó la respiración al ver más aquella obra de arte personificado en aquel joven.
Los músculos de su abdomen se marcaban ligeramente, la piel de porcelana que se notaba a leguas tersa.
Sus dedos picaban por querer tocar y mejor desvió la mirada para no cometer alguna locura, aunque ya lo había hecho.
- Disculpa, yo emm... te dejo para que te vistas vuelvo después, en el closet hay ropa que tal vez te quede. Se dio media vuelta el peliazul y con pasos apresurados salió de la habitación.
El joven de ojos violetas no dijo nada pero quedó mirando la puerta cuándo se cerró.
Al otro lado Kardia recargaba su espalda en la madera, su respirar agitado y con una erección que comenzaba a molestar, ahora tenía otro problema más que atender.
¿Que le pasaba?
Es lo que se preguntaba mientras atendía su duro miembro con la imágen de aquel muchacho que estaba en su habitación.
Cuando tranquilizó sus ansias fue hacía la cocina para beber agua.
Se dirigió de nuevo a la habitación adentrándose sin llamar a la puerta porque era la suya.
Sentado en la cama estaba aquel joven de cabellos verdes esperándolo para lo que tuviera que decirle.
- Toma, te traje ésto. Llevaba consigo una bandeja dónde traía un vaso de leche con un croissant para que cenara algo ligero lo colocó en la pequeña mesa de caoba que estaba junto al sofá.
El de ojos violetas lo miró dudando por un momento pero ese hombre de ojos záfiros le transmitía confianza aunque es un completo desconocido.
Agradecía estudiar idioma sino no entendería nada de lo que el griego le dijera.
Comió en silencio lo que le trajo, mientras Kardia no perdía de vista todos los movimientos de aquel joven.
- ¿Cuál es tu nombre?. Las orbes violetas que parecían hechizantes se enfocaron en él.
- Dégel ¿Puedo saber el tuyo?. El peliazul sonrió de lado.
- Kardia. Por ahora dormirás aquí en mi habitación tú usarás mi cama mientras yo dormiré en el sofá y no acepto objeciones. Arrogante y mostrando su autoridad.
El francés iba a decir algo pero se arrepintió, optó por preguntar algo que despertó su curiosidad.
- ¿Porqué estoy aquí y no junto a los demás para ser vendido cómo mercancía? ¿Porqué sólo yo?.
Quería saber y necesitaba las respuestas que sólo Kardia se las daría.
- Porqué... El moreno se quedó callado analizando lo que diría, no podía decirle Te salvé de ese infierno porque verte ahí secuestrado despertó un instinto de protección es por eso que dí la orden de sacarte de un destino terrible porque yo te protegería de ahora en adelante.
No, no, no eso no lo diría por ahora mejor una pequeña mentira para ocultar sus verdaderas intenciones.
- Es mejor que duermas ya que mañana será un nuevo día y yo estoy cansado. Buenas noches. Se sintió tonto pero era lo mejor no decir nada y se acomodó en el sofá cerrando sus ojos fingiendo dormir.
Dégel no le quedó de otra y decidió hacer caso, el cansancio se apoderó de él dejándose envolver en los brazos de Morfeo.
Faltaba un mes y medio para que Écarlate y Zaphiri lleguen de sus vacaciones con sus respectivas parejas debía pensar que excusa darles cuando se den cuenta de la presencia de Dégel.
Forjó una amistad con el peliverde aunque al principio desconfiara de sus intenciones pero demostró ser un buen hombre, bueno más o menos porque sabía que él era parte de la organización.
La preocupación cada día lo acompañaba ya que pensaba en su hermanito Camus ¿que será de él?
En sus tantas pláticas nocturnas Kardia le hizo una pregunta ya que a pesar de hacerlo reír había algo en sus ojos que mostraba tristeza.
Dudas que fueron aclaradas al confesar sobre su hermano menor que ese mismo día fueron secuestrados pero en cuanto llegaron a la bodega aquel día dónde se vieron por primera vez no estaba con los demás.
De sus ojos violetas salían gruesas lágrimas, el griego no podía dejar libre a Dégel sentía que si lo hacía jamás lo volvería a ver.
Es por eso que lo ayudaría a buscarlo, pero esperaría a que llegarán los escorpiones de su viaje faltaban tres días para que volvieran y retomarán sus puestos de líderes.
Hablaría con ellos aunque mintiera un poco sobre el francés y su estadía ahí en la mansión.
El día llegó y los Scorpius de nuevo estaban de regreso, Krest y Mystoria felices lo abrazaron mientras los bichos llegaron más serios de lo normal.
- Kardia necesitamos hablar en el despacho, ahora mismo. Una fría gota de sudor bajo tras su nuca.
- Si. Fue todo lo que dijo y caminó tras ellos.
En cuánto cerró la puerta las miradas asesinas que le dirigían los mayores se sintió intimidado.
- Explícanos sobre ese joven que duerme en tu habitación y que era parte de la mercancía traída desde Francia. Que yo recuerde te dí la orden de que fueran transportados a otro lugar del oriente para su venta. Écarlate le apuntaba con un arma mientras Zaphiri no decía nada analizando al griego y sus expresiones.
Kardia no se dejó intimidar en absoluto retándo con la mirada al pelirojo.
- Y así lo hice, pero ese joven me gustó desde que lo vi, me lo merezco por serles fiel desde que entré, jamás los he decepcionado y es mi nuevo juguete para pasar el rato, es parte de la mercancía lo sé y es la primera vez que les pido algo pero por favor déjenme conservarlo. Una verdad a medias pero haría lo posible porque no se lo arrebataran de su lado.
El pelinegro que estuvo en silencio todo el tiempo finalmente dijo algo que sorprendió al moreno.
- A mí no me engañas, ¿estás enamorado de ese joven verdad? Se nota que lo adoras y hasta puedes dar tu vida por la de él, sólo dilo. Zaphiri sonrió de lado porque vio cómo la arrogancia de Kardia se esfumaba.
- Tiene razón no puedo engañarlo a usted. Me descubrió. Bueno no pudo hacer nada el pelinegro era intuitivo como Krest.
- Pero aquí la pregunta es, ¿él te corresponde?. Écarlate quería saber para dar su veredicto final.
- No lo sé, la verdad llevamos un par de meses en conocernos pero aquí el único idiota enamorado soy yo. Él no me ha dado una señal de que sienta algo más por mi. La decisión que tomen la aceptaré sin chistar, soy un tonto que se ilusionó. Bajó la mirada apenado y con vergüenza de ver a sus líderes.
- Kardia nosotros los Scorpius jamás nos rendimos en luchar por algo hasta obtenerlo, no sé si pueda confiar en aquel joven pero eres parte de ésta organización, eres otro más en la familia. Parezco un padre dando consejo pero si en verdad te ganaste su confianza puedes ganarte su corazón así que no seas idiota bicho bruto demuestra que también puedes conquistar a ese chiquillo sino te juro que te dejaré cómo colador. La amenaza de Écarlate si iba en serio.
- Dégel no es un infiltrado de la policía por si tenían esa duda se las aclaro, mandé que lo investigarán. Sonrió porque recuerda la historia de cómo fue ese amor que surgió en sus líderes. Agradezco sus consejos viejos no los decepcionaré, ahora quiero tocar un punto importante, él tiene un hermano menor que también fue parte de la mercancía pero al parecer ya no estaba cuando los trajeron a la bodega. Necesito de su ayuda para que me sea más fácil encontrarlo. Ustedes son muy influyentes con gente que lo sabe todo y darme la ubicación exacta además de concederme un permiso para ausentarme junto con Dégel, es algo que utilizaré para ganarme su corazón. Écarlate arqueó una ceja soltando un suspiro.
- Bien. Ahora vete. Asintió saliendo del despacho dejando a los mayores ahí.
Una noticia que hará feliz al francés sobre el paradero de Camus llegaron a la semana.
Se enteró que por azares del destino fue un regalo el hermano menor de Dégel a su tío Aeneas que ganó la campaña electoral siendo el nuevo presidente de Grecia.
Francia era su destino porque ahí se encontraba el joven con su tío que por asuntos políticos fue a la ciudad del amor con su primo Milo que era obligado a viajar a cualquier parte donde fuera él.
Eufórico se mostró el francés al saber que su hermanito estaba vivo hizo una pequeña maleta para ir en un avión privado de Écarlate.
Kardia se despidió de Krest y Mystoria quienes les desearon suerte en su viaje con pequeñas indirectas a la pareja de amigos que se sonrojaron.
El viaje no fue tan largo como esperaban, de inmediato se instalaron en el mismo hotel dónde se encontraba el menor.
Aprovecharían que Aeneas tenía una reunión por la noche dónde sólo asistirían los gobernantes, eso daba a entender que Camus estaría sólo con el tal Milo, de ser necesario Kardia actuaría de inmediato.
El moreno se encontraba acostado en la enorme cama sin camisa mientras el francés tomaba una ducha ¿cuál sería la mejor manera de conquistar a un hombre? si tan sólo hubiera alguien que le aconsejara mejor sobre ese tipo de temas porque Zaphiri y Écarlate no eran los mejores porque tan sólo decían Cojételo o ponle afrodisíaco en su bebida y así lo llevas a la cama.
Ninguna era buena, por primera vez en su vida quería hacer algo bien.
En sus cavilaciones no notó cuando Dégel salió del baño y se sentó a su lado ya que llevaba rato hablándole sin obtener respuesta.
- Kardia. Nada otra vez.
Se dio por vencido, el bicho se fue a otro planeta.
Llevaba casi dos meses en conocerlo, lo salvó de un terrible infierno, sino lo hubiera sacado de ahí tal vez estaría en otro continente explotado sexualmente.
Kardia a pesar de estar con la mejor mafia tenía un corazón bondadoso.
Bueno con él era diferente, haciendo de todo para ganarse su amistad y también su corazón adentrándose en lo más profundo.
Sólo que no demostraba cuán enamorado está del griego.
Con sus ojos violetas examinaba ese perfecto abdomen, la textura de su piel morena la imaginaba tan tersa erizandose con su tacto.
Su mano se movió sin su permiso delineando los músculos con la yema de sus dedos.
Unas leves caricias que le hicieron estremecer pero lo que le hizo abrir sus ojos a la velocidad de la luz fueron unos besos húmedos que bajaban a su pelvis.
Alzó su vista sólo para ver a Dégel quien era el causante de que empezará a excitarse.
El deseo se percibía en el ambiente, el peliverde quería probar más de aquel griego.
Por sobre la tela acarició el bulto que ya empezaba a sobresalir.
- Dégel. Fue el llamado a su amigo pero no respondía.
Justo cuando las manos del francés iban a bajar su pantalón para dejar expuesto su virilidad lo detuvo.
- ¿Dégel porqué lo haces? Detente sino no podré controlarme. Era más una súplica y respondiera la pregunta que le formuló.
- Porqué es una forma de agradecerte por todo lo que has hecho, te ofrezco mi cuerpo, hazme tuyo Kardia. Sus ojos violetas estaban nublados por el deseo pero el peliazul no quería que así sucediera ese encuentro.
No de esa forma.
- No Dégel, no lo haré si no hay un sentimiento de por medio, todo lo que he hecho por ti lo hago sin ningún tipo de intención, aquella vez que te vi por primera vez algo me decía que debía protegerte de todo mal que existe aunque yo también formo parte de ella al ser uno más de la mafia, no quiero que te entregues a mí de esa manera, yo no quiero que ofrezcas tu cuerpo como un pago. Su expresión parecía dolida y eso notó el peliverde.
- No lo quería decir de esa manera, te deseo Kardia, estoy enamorado de ti tan perdidamente que me volveré loco si ya no estás a mi lado. Esa es la verdad, créeme y quiero hacerlo contigo. Que tan verdaderas eran sus palabras, era lo que se preguntaba el griego.
- ¿En verdad me amas? No quiero que me engañes para que te haga mío. Desconfiaba sí pero debía salir de dudas.
- No es ninguna mentira yo te amo y siente como late mi corazón por ti. Tomo la mano morena dirigiendolo a su pecho a la altura de su corazón que palpitaba frenético.
Sintió cómo ese órgano latía tan rápido.
- También estoy enamorado de ti. Juntó sus labios con los del francés que le correspondió de inmediato, el contacto labial más apasionado y candente.
Jugaban con sus lengüas de forma obscena y la sáliva escurría por la comisura de sus labios.
Se subió encima de Kardia para quedar sentado en su pelvis y llevar sus manos a la larga cabellera azul obligandolo a levantarse con él arriba.
Sus pulmones les exigieron aire y se separaron a causa de ello.
Retomaron su labor en cuanto recuperaron el aliento, los dedos del griego viajaron por el pálido pecho jugando con los pezones rosados arrancando gemidos ahogados en su francés.
Siguió explorando la lechosa piel llegando al abdomen que tanto deseaba tocar desde hace mucho hasta encontrar el nudo de la toalla enrollada en la cintura del peliverde que deshizo de inmediato.
Quedó desnudo y expuesto a la mirada lujuriosa de Kardia que se relamía sus labios.
Desde hace rato la virilidad del francés reposaba en su abdomen, tocó la punta que estaba tan mojada y caliente sintiendo cómo se estremecía su amante.
Rodeó toda la base comenzando movimientos lentos que le sacaron tímidos suspiros al de ojos violetas.
Quería probar aquel néctar así que aumentó la velocidad en su mano hasta que se vino de forma abundante saboreando hasta la última gota.
- Delicioso cariño. Dégel volvió a excitarse besando vorazmente al griego probando su propio sabor.
Estando encima de Kardia inicio un vaivén que hizo fricción en sus miembros haciéndolos despertar.
Kardia comenzó a dilatar la entrada del peliverde, su cuerpo se tensó pero el griego se encargó de relajarlo con palabras dulces susurradas a su oído y transmitirle confianza.
Repartía besos por todo su rostro y cuello dejando marcas que serían muy notorias.
Pero funcionó porque con el pasar de los minutos el propio francés buscaba más contacto con los tres dedos que urgaban en su interior.
Jadeaba y mordía su labio inferior signo de que estaba disfrutando aquellos intrusos.
Con los sentidos nublados de Dégel el moreno retiró de inmediato sus dedos sustituyendolo por su hinchado pene.
Cerró sus ojos tan fuerte porque al parecer Kardia estaba bien dotado porque sus paredes internas sintió que se desgarraban.
Dejaría que pasarán varios minutos para que se acostumbrara.
El dolor pasó y sólo dejaba una oleada de placer en cuanto logró acoplarse empezando un leve meneo de caderas.
Sus respiraciones chocaron y viéndose a los ojos comenzaban ambos con un ritmo lento.
La sensualidad y erotismo estaba presente en esa entrega que unía a dos almas tan distintas, Kardia que pertenecía a la mafia y Dégel el joven que fue secuestrado para venderlo al mejor postor.
Sus caminos ya estaban trazados para conocerse aquel día y lograr que se amaran con el pasar del tiempo.
Los movimientos aumentaron de velocidad Dégel gimiendo el nombre de Kardia sin parar hasta quedar afónico.
Besaba toda la blanca piel a su alcance, quería grabarse cada lunar, cicatriz que tuviera su francés de ojos violetas.
Arremetida que daba tocaba la próstata del peliverde haciéndolo estremecer de la cabeza a los pies.
Se aferró a la ancha espalda arañandola y eso prendió más al griego que lo tumbó al colchón siguiendo con su labor.
Embestía sin parar, le encantaba cómo el interior lo apretaba deliciosamente.
La cama golpeaba a la pared por lo salvaje de los movimientos y los primeros espasmos hacían acto de presencia.
Tres, cuatro estocadas más fueron todo para llegar a la cima de placer máximo, bañando el cálido interior con su semen y Dégel entre sus vientres.
Cayó rendido a un costado del peliverde.
Su cuerpo estaba sensible por su reciente orgasmo y se acurrucó en el pecho moreno quien lo abrazó de su cintura.
Faltaba casi una hora para que el tío de Kardia saliera del hotel ya que era muy estricto con la puntualidad así que se dieron un baño que duró media hora porque ahora lo hicieron en la ducha.
El griego se aseguró que ya no se encontrará Aeneas.
Dégel fue quién tocó la puerta de aquella habitación que era la de su hermano, reconocer la cabellera aguamarina hizo que se lanzará a abrazarlo efusivamente.
Camus no podía creerlo, era su hermano.
Él también buscaba a Dégel con la ayuda de Milo pero no sabían nada de su paradero y era cómo buscar una aguja en un pajar.
No había rastro alguno de él.
Cada día que pasaba no se daba por vencido tenía la esperanza de volver a verlo, ahora lo abraza tan fuerte.
Tras él vio a alguien parecido a Milo, ¿su hermano? Imposible ya que era hijo único, tal vez familia lejana.
- Vámonos Camie, vine para llevarte conmigo.
El peliverde lo jaló de su brazo dispuesto a llevárselo pero el de cabellos aguamarina se zafó de su agarre.
- No hermano. Yo no me iré contigo. El de ojos violetas no lo entendía y el menor los hizo pasar adentro para explicarle.
El otro griego que escuchó voces en la puerta salió de la habitación para ir a la sala donde vio a su primo y otro joven que tenía parecido a Camus, su mente enseguida ató cabos suponiendo que era su hermano mayor.
- Kardia qué gusto verte hace tanto que no te veía. Se acercó para saludarlo con un apretón de manos.
- Milo, primo lo mismo digo ya no eres tan enano. Burlón dijo el peliazul.
- Idiota. Le sacó la lengüa de forma infantil.
Así es cómo se llevaban ambos griegos.
Camus pasó a explicar el porqué no se iría con él además que era pareja de Milo hasta hace poco se habían casado y al parecer tenía cierta sospecha que estaba encinta.
Dégel no sabía si llorar de felicidad o coraje porque era su hermanito pequeño apenas un joven de 19 años, cómo mayor falló al no cuidarlo.
Entendió que no podía separarlos y felicito por su reciente matrimonio además de que serían padres.
En cuanto volvieran a Grecia los visitaría todos los días.
Presentó a Kardia como su novio y Milo no dudó en burlarse a modo de venganza por lo de hace rato.
En cuanto volvieron a pisar tierras griegas y llegaron a la mansión de los Scorpius los esposos de sus líderes ya lo esperaban con un bombardeo de preguntas que los dejaron atontados.
Pero la presencia de los escorpiones lograron hacer que se tranquilizaran, con aura asesina se acercaron al griego pero éste entrelazó su mano con la de Dégel haciéndoles saber que eran novios.
Brindaron por la nueva pareja y preguntar cuando sería la boda.
Kardia se rascó su nuca nervioso y Dégel esperaba una respuesta.
Pero aunque fuera apresurado respondió que en dos semanas, no tenía un anillo en ese momento pero se arrodilló para pedirle matrimonio al francés.
Con lágrimas en sus ojos dijo que Sí dándose un pequeño beso.
Écarlate y Zaphiri se ofrecieron cómo padrinos al igual que Krest y Mystoria quienes se encargaron de Dégel.
La celebración sería pequeña sólo pocos invitados entre ellos Camus y su cuñado Milo al igual que Aeneas.
Transcurrió rápido todo y cuándo se dieron cuenta bailaban un vals.
Kardia se sentía pleno y feliz, jamás pensó encontrar el amor de su vida en quien menos esperaba.
- Te amo Dégel. Susurró sólo para que lo escuchara su amado.
- Yo también te amo. Alzó su mirada perdiéndose en los záfiros.
El peliazul tomó un mechón de cabello verde enrollandolo entre sus dedos, dándole un beso que sellaba ese amor de la mafia.
💙❄🦂❄💙
Voten y comenten que tal les pareció la última parte de ésta continuación con Kardia y Dégel.
Aprovecho éste espacio para hablar sobre un excelente escritor que recién se ha unido a wattpad, sus escritos me han robado mi corazón por completo.
No es yaoi pero sus pensamientos en verdad hacen que te identifiques con cada palabra que escribe en sus líneas, para los que gusten apoyar su proyecto les dejó la captura del libro con el nombre de su usuario.
Vale la pena y espero le den la oportunidad, sus comentarios y votos lo motivarán a seguir escribiendo.
Gracias por su atención y nos seguimos leyendo 😚.
Los amo mucho 💗
Atte. Skarlet Antares 🦂❄💙☠
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