Letal
Pareja:ÉcarlatexMystoria
Advertencia:+18
Créditos al autor de la imagén
Pedido de dianaoviedo9480 espero sea de tu agrado :3
Y _MFMILO dime al final de éste shot si logré sorprenderte 💖
Ocultar su identidad no le fue difícil ante sus demás compañeros.
Tomar el puesto de patriarca sin que nadie lo supiera le fue fácil, tal vez todos creían que estaba muerto junto a Ofiuco.
Si supieran la verdad, que quién les daba órdenes era Écarlate.
El escorpión que pudo derrotar al más poderoso de los trece caballeros dorados.
Pero Odysseus se metió con él santo de oro equivocado, el escorpión es letal como su veneno.
Ustedes se preguntarán ¿cómo Écarlate llegó a ser pontífice sin que sus compañeros de armas estuvieran al tanto de ello?
Todo empezó cuando Odysseus volvió de la muerte e hizo acto de presencia en el santuario amenazando con iniciar una Guerra Santa.
El caballero de escorpión no creía lo que veía aquel hombre que lo salvó cuándo era un niño estaba vivo vestido con su imponente armadura de Ofiuco.
Su cosmo era poderoso, nadie podía igualar dicho poder sin morir en el intento.
Toda la orden dorada estaba listo para atacar pero una descarga de energía los hizo mandar al suelo.
Excepto Écarlate que protegió a Mystoria para que no recibiera daño alguno, en ese entonces el peliceleste era pareja del escorpión y no quería que su amado acuario lo lastimaran, estaba dispuesto a lo que sea con tal de protegerlo.
La acción no pasó desapercibida por el de cabellos platinados y antes de retirarse le envió un mensaje vía cosmo al pelirojo.
Se presentó en el lugar que le indicó, Odysseus ya lo esperaba.
Tenía dos opciones a elegir, estaba entre la espada y la pared.
Le daría tiempo a pensarlo, pero no el suficiente ya que se avecinaba una guerra contra los dioses.
Odysseus tenía planeado destruir a todos los dioses del Olimpo para que él fuera reconocido como el más poderoso y único gobernante.
Romper el corazón de su amado acuario no le fue fácil, mentir que ya no lo amaba porque ahora quien tenía su corazón era Ofiuco y le sería fiel uniéndose a él.
El corazón se le estrujó al ver las gruesas lágrimas que derramaba Mystoria, una cachetada se escuchó por todo el onceavo templo.
Abandonó el santuario, lo catalogaron como desertor y traídor mientras el peliceleste lloraba desconsolado pero se secó sus lágrimas y su mirada se volvió de un frío glacial.
El de cabellos plateados lo acogió entre sus brazos sonriendo ya que la primer parte de su plan estaba hecho.
Écarlate obedecía las órdenes de Odysseus sin decir nada.
El acuerdo fue que no le haría daño a Mystoria cuándo todos sus ex compañeros le hicieran frente.
Ofiuco volvió a aparecer de nuevo en el santuario ésta vez acompañado de Écarlate.
Todos los dorados lo miraban con odio ya que traicionó a su diosa pero no sabían las razones del porqué lo hacía.
Mystoria estaba callado, tan sólo observaba la actitud del que fue su pareja.
Odysseus sonrió y le plantó un beso en los labios al pelirojo antes de atacar a los primeros jóvenes que querían enfrentarse a él.
Dolió ver aquella escena y su cosmo se elevó dispuesto a mandar su ataque definitivo hacía Écarlate pero el peliplata contratacó regresando su técnica hacía él.
Quería protegerlo pero Ofiuco al ver sus intenciones lo tomó del brazo teletransportándose.
No sin antes dejar su advertencia.
Rompió su palabra de que no dañaría a Mystoria.
Pero Odysseus tenía sus razones de acabar con ese chiquillo ya que lo quería sólo para él, se obsesionó con Écarlate desde que era un niño, si lo salvó fue por aquel amor que decía profesarle.
Pero no era amor tan sólo era una obsesión enfermiza y funcionó el chantaje para que estuviera a su lado pero antes que fuera suyo completamente debía eliminar del camino a acuario, a todo aquel que le estorbase y así tener el corazón del pelirojo.
Sin saber que despertó el lado oscuro del escorpión, buscaría una manera de derrotarlo.
Evitar una guerra entre los dioses y el fin de la humanidad.
Se escabulló al santuario usando su condición de hacerse invisible, colarse en la sala patriarcal para así obtener pergaminos escritos con el poder de la anterior reencarnación de la diosa Atena junto con un cofre pequeño.
Por Mystoria haría lo que fuera para protegerlo de todo el caos que se avecinaba, que nadie le hiciera daño porque por él sería capaz de matar.
Salió sin ser detectado por nadie y guardar celosamente lo que obtuvo para que cuándo llegue ese momento lo utilizaría.
El día de la guerra llegó, los dioses del Olimpo bajaban a la tierra para crear un caos ya que un humano se reveló ante ellos, todos los caballeros de la diosa Atena estaban listos para proteger a los más débiles.
Odysseus estaba listo junto con Écarlate que esperaba el momento perfecto para atacar.
El padre de todos, Zeus hizo acto de presencia ante Ofiuco que mostraba confianza sabía que su poder igualaba al de un Dios.
El primero en atacar fue el de cabellos platas, pero con un dedo el Dios lo detuvo lanzándolo en el aire.
Una cuarta presencia llegó al lugar y era el patriarca que debía detener el poder maligno que poseía Odysseus.
El de cabellos plata largo no se rendía y atacaba con todo su poder a Zeus, la batalla era sin precedencia estaban en igualdad de condiciones sin que nadie diera su brazo a torcer.
Un rayo mandado por el dios que no pudo esquivar Ofiuco lo dejó herido y esa fue la señal que esperaba Écarlate para entrar en la pelea.
Su aguja escarlata salió a relucir mostrando ese brillo carmesí listo para que su aguijón atacara a su oponente.
Odysseus confiado que la intervención del pelirojo era para ayudarlo lo hizo sonreír pero la sonrisa se borró porque cinco pequeños orificios se incrustaron de manera simultánea en partes claves de su cuerpo.
El patriarca también entró en esa batalla pero el cosmo de Ofiuco se elevó a su máxima capacidad y su vara de asklepio la alzó furiosa en dirección del pontífice, sus pupilas cuál serpientes se inyectaron del color rojo.
Entre los tres atacaban al de cabellos platas, que poco a poco disminuía su cosmo.
La aguja escarlata número catorce fue encestada, las heridas sangraban faltaba la última y definitiva Antares.
Cuándo estaba por hacerlo Odysseus utilizando su vara dispuesto estaba a atravesar el pecho del pelirojo.
Pero el patriarca se interpuso recibiendo el ataque.
Zeus en su mano una descarga eléctrica se formaba para lanzarla como miles de rayos hacía Ofiuco.
Antares llegó haciendo merma en su cuerpo, entre su armadura dorada sacó el cofre con los sellos de Atena.
El patriarca ayudó con sus últimas fuerzas al pelirojo, sellando así el alma de Asklepio que habitaba en el cuerpo de Odysseus.
Ya que el peliplata no era aquel hombre entregado por salvar a todos los guerreros al servicio de la que fue su diosa, era uno diferente con la sed de poder y mostrarse como una divinidad.
En el cofre se colocarón más sellos y el patriarca puso estatuas de Atena alrededor de éste para que resguardara aquella alma que atentaba con la orden del universo.
Se dejó caer de rodillas, su vida se iba extinguiendo, Zeus observaba todo en silencio.
Afuera se escuchaba los estruendos de la batalla, una parte de Écarlate estaba preocupada por su amado acuario.
- Écarlate. Fue el llamado del patriarca para que se acercará y éste así lo hizo.
- Su santidad. Se arrodilló para quedar a su altura y ver el estado en el que se encontraba el mayor.
- Tómalo, ahora es tuyo. Se quitó el casco que ocultaba su rostro y dárselo a un confundido escorpión.
- No puedo, yo no soy digno de portarlo, he traicionado a todos. Se lo devolvía pero fue detenido.
- Eres digno para ser patriarca, hoy has demostrado ser más fiel a nuestra diosa y de ahora en adelante tu deber es procurar el bienestar de todos en el santuario, dirígelo con sabiduría pero cuida mucho de Mystoria, él te ama de verdad y sabrá perdonarte si le cuentas todo lo sucedido. Le dio una mirada comprensiva, tal como la de un padre a su hijo.
Écarlate tomó la decisión.
- Prometo velar por todos, dirigirlo con justicia y no fallarle para que la paz reine en la tierra. Firmeza se escuchaba y se veía en su mirar.
- Confío en ti que así será. Mi momento ha llegado a su fin. El último suspiro salió de sus labios para finalmente morir.
Écarlate sabía que Zeus seguía ahí, esperando algo.
Como nuevo patriarca mostró sus respetos al padre de todos los dioses arrodillandose ante él, pidió perdón por la osadía de molestarlos en una guerra que no traería nada bueno para todos.
Habló de forma prudente para que la guerra fuera detenida y que nadie perdiera la vida por culpa de una maligna presencia que sólo trajo desorden cósmico.
El Dios escuchaba todo y la verdadera amenaza fue encerrado en ese cofre.
Una alianza se formó para que la guerra fuera detenida, los demás dioses se retiraban, ninguna baja hubo.
El cofre fue entregado para que lo custodiarán en el Olimpo y el dios se encargó de borrar la existencia de Ofiuco para siempre, ningún registro quedaría acerca del treceavo caballero.
Écarlate sepultó el cuerpo del pontífice cerca de un acantilado para que observara los atardeceres.
Se puso el casco que de ahora en adelante usaría junto a las ropas patriarcales e ir hacía el santuario dónde ya todos estaban reunidos atendiendo a los heridos.
Dos meses desde que ocupaba ese puesto sin que nadie sospechara, odiaba la cercanía que a veces tenía con Mystoria y a la vez sentirse lejos.
En sus ojos celestes se miraba una tristeza profunda, tal vez por culpa suya.
Quería y añoraba estar cerca de su bello acuario.
- Muy pronto amor mío volverás a estar en mis brazos. Susurró mientras bebía vino, sus pupilas verdes brillaban con anhelo.
Cuando bajaba para entrenar junto a sus compañeros, al pasar al octavo templo y ver la caja de la armadura de escorpio reposar en el suelo esperando a su nuevo portador no evitaba rememorar todos los momentos felices que pasaba junto a Écarlate en ese lugar.
Lo guapo que se veía con su reluciente armadura, ese cabello de fuego que extrañaba enredar sus dedos por lo exótico que era.
En cuánto llegarón de la batalla que no llegó a su máximo apogeo, el cosmo de la armadura se percibió y la luz dorada se vio en el cielo dirigirse hacia el octavo templo.
Sólo significaba una cosa, Écarlate había perecido junto a Odysseus.
No pudo evitar sentirse triste ya que aún lo ama a pesar de todo lo que hizo y romper su corazón de esa forma.
Al día de hoy ese amor sigue intacto, recordando esos tiempos que jamás volverán a pasar, sus entregas llenas de pasión que por las noches en cuánto cierra sus ojos se vienen a su mente deseando que fuera real, necesitaba de nuevo sentir la presencia de su escorpión.
Los días fueron pasando con lentitud y Mystoria subía hacía el recinto principal ya que fue llamado por su santidad.
No le pareció raro ya que tal vez le asignarán una misión sin saber que se reencontraria de nuevo con su destino.
En cuanto llegó mostró sus respetos hacía su santidad.
- Patriarca he venido a su llamado, dígame sus órdenes.
- Levantate Mystoria. Ordenó el pelirojo y el peliceleste así lo hizo.
- Te mandé llamar ya que tú eres el más inteligente de la orden dorada así que me ayudarás en mi despacho para ordenar mis libros y otros papeles.
- Me es grato el poder ayudarle.
- Bien, sí me acompañas es por aquí. Con su mano le indicó que lo siguiera tras unas enormes cortinas llevándolo al lugar dicho.
En cuanto llegaron el patriarca dejó que pasará primero Mystoria y ya luego él cerrando la puerta poniendo llave.
Finalmente estaba cerca de su bello acuario sin nadie de por medio.
- Por dónde empiezo primero su santidad?.
Se volteó para ver al patriarca pero sus ojos casi salen de sus órbitas al observar esos ojos verdes rasgados con sus cicatrices, la cabellera roja larga y una sonrisa de lado.
Écarlate ya no podía más y se quitó el casco que ocultaba su identidad.
- Tú, tú... deberías estar muerto junto a Odysseus. No es posible. Balbuceaba sin entender lo que pasaba, todo parecía irreal producto de su imaginación.
- Estoy vivo Mystoria, amor mío. Se acercaba lento y el peliceleste retrocedía ya que no lograba entender cómo era posible ya que la armadura de escorpio se encontraba en el octavo templo indicando que su portador pereció.
- No, no es una mala jugada de mi mente. Se topó con el escritorio que detuvo sus pasos e instintivamente se llevó las manos a su cabeza negando y balbuceando que todo era una ilusión.
El pelirojo se acercó e hizo que Mystoria lo viera a los ojos.
- Mirame, estoy vivo todo es real. Limpió las lágrimas que ya descendían por las pálidas mejillas del onceavo guardián.
- Eso quiere decir que mataste al verdadero patriarca y todo éste tiempo ocupabas un puesto que no te corresponde, ¿que pretendes con todo ésto eh? Matar a nuestra diosa y también a nosotros porque tu amante te lo pidió. Responde Écarlate!!. La actitud del peliceleste cambió para encarar al escorpión.
- Claro que no!! Las cosas no son cómo las piensas, estoy aquí para velar por el bien de todos y que haya paz.
- Mentiroso, tú sólo piensas en ti mismo y en Ofiuco que es él amor de tu vida. Las últimas palabras las dijo con evidente burla pero muy en el fondo le dolía por las heridas que aún no sanaban.
- No, el verdadero amor de mi vida eres tú. En un rápido movimiento lo acorraló entre sus brazos y lo besó.
Un beso necesitado por parte de ambos, la que más anhelaban sentir de esa persona especial.
Mystoria reaccionó apartándose del pelirojo dándole una fuerte cachetada.
Dispuesto a darle otra pero...
- Restricción. Su cuerpo paralizado se encontraba, no podía mover un sólo músculo.
- Te juro Mystoria que he tratado de ser paciente pero no me dejas opción de hacerte entender por las malas, sacaste el lado oscuro del escorpión y lo haremos a mi manera. Se acercó intimidante al peliceleste que sólo observaba, ésta vez el beso fue salvaje y sin un ápice de suavidad.
Las fuertes manos recorrían sin pudor alguno el esbelto cuerpo de acuario.
Los besos los bajó al blanco cuello dónde mordía con sus dientes, succionando a su paso dejando marcas en el proceso.
Sin dejar su labor se iba desabrochando su túnica hasta dejar su formado cuerpo al descubierto que no tenía prenda alguna.
El cuerpo de Mystoria aunque tratará de contenerse no podía, el escorpión sabía los puntos claves para encender su libido.
Y el primer gemido escapó de sus labios.
Desactivó su restricción y despojó de sus ropas de entrenamiento a su bello acuario que no oponía resistencia alguna.
Se dejaba hacer ya que necesitaba sentir a Écarlate de todas las formas posibles, olvidó el enojo que tenía minutos atrás.
Las cosas que había en el escritorio fueron tiradas al suelo de un movimiento rápido por parte del pelirojo.
Tomó de las piernas a Mystoria para alzarlo y quedará sentado en la madera de color oscuro.
El escorpión volvió a su labor de besar al peliceleste jugando con la traviesa lengüa de su contrario.
Se arrabataban el alma en ese posesivo contacto, las manos del onceavo guardián no se quedaban quietas y pararon en la hombría despierta de Écarlate.
Apretando la base y un deslizar tortuoso arrancando suspiros en el beso por parte del pelirojo.
Con su pulgar jugaba con la punta dónde el líquido pre-seminal hacia acto de presencia, las venas hinchadas ya sobresalían en todo el tronco mientras la tortura era lenta pero placentera pero no quería terminar en la mano de su amante.
- Detente, quiero correrme dentro de ti. Con la voz ronca pidió que parará Mystoria que acató la orden de inmediato.
Volvió a besarlo de una forma obscena donde la sáliva escurría en la comisura de sus labios.
Con un leve empujón en su pecho hizo que se recostara en el escritorio, abriendo sus piernas de forma gloriosa y dejar expuesto toda su perfecta anatomía.
Con sólo verlo hizo que su miembro aún erecto palpitara deseando estar dentro en ese mismo instante.
Lubricó tres de sus dedos hasta dejarlos bien ensalivados, el primero hizo círculos alrededor hasta que logró colarse dentro sin notar incomodidad en el peliceleste.
El segundo intruso dilataba más esos anillos de carne en forma de tijeras hasta que un tercero entró con facilidad sintiendo las reacciones en el cuerpo de su amante.
El cálido interior succionaba sus dedos eso indicaba que el onceavo guardián estaba deseoso por sentir su hombría dentro de él.
Y claro que le daría ese gusto a su bello acuario.
Sustituyó sus dedos por su pene que de una sola estocada abrió las cálidas paredes anales recibiendolo gustoso.
Era la misma sensación cuando antes lo hacían, creyó que jamás volvería a sentir el placer que le prodigaba Écarlate, el amor y pasión en cada encuentro.
Las primeras embestidas eran profundas, la fricción de piel contra piel subían ese incesante calor que se manifestaba saliendo por cada poro, el sudor en sus cuerpos.
Las piernas de Mystoria se enredaron en la cadera del pelirojo para estar más unidos de lo que ya estaban.
Con el pasar de los minutos las embestidas se volvierón más salvajes, el escritorio debía ser de una madera resistente ya que aguantaba las estocadas rítmicas.
La piel que tenía a su alcance la besaba con devoción.
Las manos del peliceleste se sostenían fuertes de los bordes de la madera mientras gemia el nombre de Écarlate una y otra vez.
Su próstata fue tocada sacando un ronroneo que endulzó los oídos del escorpión que siguió dando en ese punto que nublaba la razón de Mystoria.
El encuentro estaba por culminar ambos lo sabían, los primeros espasmos se presentaban en sus cuerpos.
El pelirojo atendió con su mano la hombría de Mystoria que estaba tan dura y rozaba su abdomen.
Al ritmo de sus embestidas lo masturbaba y cuándo la cima del placer llegó ambos la culminarón al mismo tiempo.
Gemidos ahogados y roncos escaparon de sus labios al liberar sus espermas.
Un beso voraz se dieron mientras el reciente acto aún seguía en sus cuerpos que vibraban en sintonía y sus corazones latían desenfrenados.
Écarlate sabía que debía explicar todo lo que pasó desde su inesperada ruptura hasta cómo llegó a ser patriarca sin que nadie lo supiera.
Esperó a que su amante estuviera repuesto después de su acto consumado.
Mystoria escuchaba atento todo lo que decía su escorpión, explicando desde que apareció Odysseus en el santuario y que el patriarca le cediera su puesto antes que muriera aparte de la alianza que se formó con el dios Zeus.
No había rastro de mentira en los ojos verdes de su amado, le creería porque confiaba en su escorpión, ahora entendía porque sus orbes huían de las de él aquel día que le dijo que no lo amaba sino a Ofiuco.
- Eso fue lo que en realidad pasó, no era mi intención lastimarte y verte llorar de esa manera pero lo hice para protegerte de él. No quería perderte así que tomé esa decisión, por ti sería capaz de todo con tal de protegerte. Te amo tanto que me dolería perderte.
- Yo también te amo e igual me dolería perderte pero somos caballeros de Atena y estamos listos para perecer en batalla, la vida no la tenemos comprada es tan efímera, corta pero que se vive con intensidad cada día hasta nuestro final.
Entrelazarón sus manos y no había necesidad de hablar más, ya que sus miradas decían todo.
Ni siquiera Odysseus pudo romper ese amor sincero que nació entre los dos.
Mystoria subía todos los días al recinto patriarcal ya que su santidad lo mandaba llamar para que lo ayudará, al ser el más inteligente de entre los doce caballeros era de esperarse que el patriarca lo eligiera para ser su segundo al mando.
La identidad de Écarlate nunca la reveló ante los demás que recibían órdenes suyas, sólo su amado Mystoria sabía quién era.
Pasaban más tiempo juntos y disfrutaban del intenso amor en el escritorio que era su mudo testigo o en la habitación del pelirojo donde esas cuatro paredes guardaban celosamente el secreto.
Écarlate por su amado Mystoria sería el más Letal escorpión ya que no dejaría que nadie quisiera lastimarlo, por el mataría a todos ya que despertarían el lado oscuro del escorpión y créanme que recibirían los más horribles castigos de quien ose herir a lo que más ama.
❄🦂💙🦂❄
Hola a todos, espero que éste one-shot haya sido del agrado de todos ustedes en especial la personita que hizo éste pedido :3 y saber si cumplió con sus expectativas de un Écarlate patriarca aunque les debo la imagen vestido así pero no la encontré 😅.
Los sigo invitando a que lean Amor Añejo [OdysseusxAioros].
Y si ya le han dado la oportunidad de leerlo no se olviden de dejar su voto y comentario.
Agradezco a los que ya lo han hecho son un amor de personas 💖.
Sin más me despido.
Atte. Skarlet Antares ☠🦂❄💙
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