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La Manzana Prohíbida

Pareja:KardiaxDégel
Advertencia:+18
Créditos al autor de la imágen








El santo de Acuario no sólo se carácteriza por ser él más inteligente de los 12 caballeros de oro también le gusta hacer sus propios experimentos ya que es un amante de la ciencia y amaba ver como sus descubrimientos tomaban forma en momentos en que el santuario se preparaba para la advenediza guerra santa contra el señor del inframundo Hades.

Su nuevo gran logro fue inyectar un líquido con olor a frutos rojos en una manzana roja y apetitosa que su efecto duraría tres o cuatro horas, pero ¿Quién sería la persona elegida para ser su conejillo de indias?

Aunque no necesitaba pensarlo mucho ya que tenía en la mira a su mejor amigo con quién tiene una insana obsesión desde hace tiempo.

Ese escorpión salvaje lo cautivó con su mirada zafiro, la crueldad y lo sádico que puede ser en batalla, decir que lo deseaba era poco.

Sonrió por su gran logro en su experimento la fruta prohibida, la del pecado ahora tenía aquel elixir que podía encender la pasión en una persona.

Ahora sólo debía esperar a que su amigo llegará como siempre de improvisto o le hiciera bromas sin percatarse cuándo ingresaba a su frío templo.

Y como si lo llamará con el pensamiento sintió su ardiente cosmo entrar.

- Dégel holaaa. Arrastraba las palabras de forma juguetona sentándose en el sofá.

Mientras tanto el santo de acuario que estaba en su estudio colocaba las manzanas en un canasto y guardó un frasquito con un líquido rojo.

Salió del cuarto para ir al encuentro de su amigo.

- ¿Kardia que te traé por aquí?. Como siempre usando el tono frío pero por dentro estaba ansioso por probar su experimento en el peliazul.

- Me aburría allá abajo, así que vine a verte y me des de comer. Sonrió mostrando los dientes y poniendo ojitos de cachorro, aunque no lo demostrará Dégel esos ojitos záfiros eran su debilidad.

Soltó un suspiro de "Resignación".

- Está bien. Colocó el canasto en la mesita de vidrio y se sentó al otro extremo del sofá con toda la elegancia de un francés se cruzó de piernas.

Los ojos de Kardia mostrarón un brillo al ver esa deliciosa fruta que era su preferida.

- Pero antes, ¿Puedo comer una manzana?. Anda di que . ¿Siiiii?. "Caíste en mi trampa"

- Claro. Le indicó con su mano que la tomará.

En tres mordiscos el octavo guardián la devoró por completo dejando el corazón de aquella fruta relamiendose los labios ya que el jugo de la manzana se resbaló por la comisura de sus labios, una imágen un tanto sugerente para el onceavo guardián.

- Está deliciosa Deguie, aunque noté que tiene un sabor extra como a frutos rojos o no sé. Él peliverde se encogió de hombros como si no supiera de lo que hablaba.

Sin esperar que su amigo le diera permiso, tomó otra manzana que devoró en cuestión de segundos.

Mientras él otro devoraba la fruta el peliverde sacó de entre su armadura el frasquito con aquel líquido rojo y se lo bebió todo.

Ya que si sus cálculos no fallaban en cuestión de 5 minutos empezaría a surtir efecto en el peliazul.

Sus cálculos fueron correctos ya que con el pasar de los minutos y segundos las mejillas del escorpión se teñían de un ligero rubor.

- No me siento bien Dégel, siento que se eleva la temperatura en mi cuerpo pero es algo diferente a mis crísis. Soltó un jadeó por lo bajo.

- Te llevaré a mi habitación para revisarte y si es tu fiebre con mi aire congelado estarás bien. Se levantó para tomar del brazo al moreno.

En cuanto sintió que la mano del acuario rozó en su piel una sensación de quemarse lo invadió pero de una forma diferente, una que él conocía perfectamente.

Se dirigierón a los aposentos privados del peliverde, mientras las manecillas del reloj seguían su curso el afrodisíaco hacía más efecto en el cuerpo del octavo guardián.

Hizo puños la capa de Dégel por el calor que lo invadió bajando hasta su entrepierna soltando otro jadeo, el ojivioleta no se percató de ello por la falda dorada que cubría aquella zona pero una erección se hacía presente.

En cuanto llegarón lo acostó en su cama para despojarlo de su capa blanca y la parte de la armadura que cubría todo su torso, vio que no había una playera que cubriera ese perfecto pecho, se sentó encima de él.

Con sus dedos trazó líneas y círculos imaginarios por toda esa piel morena.

El afrodisíaco también iba surtiendo efecto en el onceavo guardián.

Se le antojó jugar con aquellos pezones de color café, primero hizo círculos alrededor y con sus dedos los pellizcó a lo que el peliazul soltó un gemido, sus oídos captaron la mejor melodía que haya escuchado antes en su vida.

- Tócame Dégel, calma éste calor que me consume por dentro, apaga el fuego en mi interior con tu frío ser. Sus mejillas ahora parecían a la fruta que se comió anteriormente, su frente perlada en sudor y sus labios semi abiertos.

- Sólo yo tengo el derecho a tocarte, nadie más que yo puede apaciguar ese calor porque soy el único que puede hacerlo mon ami, o debo decir mon amour. No dejó que respondiera, unió sus labios con los de él.

Ansiosos se besaban en un delicioso beso francés que les arrebataba el aliento.

Las manos recorrían el cuerpo contrario palpandose, reconociendose mientras no se despegaban del beso pero la falta de aire les exigió separarse.

El calor en sus cuerpos aumentaba, la pasión hizo acto de presencia junto a la lujuria ya que aquellos humanos se entregarían en cuerpo y alma cómo sólo los amantes saben hacerlo en aquella danza antigüa que desde tiempos inmemoriales la práctican fusionandose sus almas, convirtiéndose en una sola.

Dégel se restregó en la pelvis de Kardia, las orbes violetas como záfiro estaban dilatadas, brillaban de lujuria contenida ya que desde hace mucho tiempo se deseaban en secreto pero temían arruinar la amistad que tenían.

Ahora gracias al afrodisiaco en su sistema no querían parar hasta llegar al final de los mejores orgasmos que hayan tenido antes.

El peliazul se mordía los labios para que más sonidos no escaparan de su garganta aunque ya no era necesario pues el peliverde los había escuchado y quedó encantado por la hermosa sinfonía.

Retiró la falda de la armadura y vio la prominente erección que sobresalía de aquellos pantalones ajustados color verde aparte que estaba húmedo por el líquido pre-seminal.

Lo miró con picardía y se mojó sus labios, un gesto que hacía cuando deseaba algo.

Deslizó el pantalón con ropa interior incluida para despojarse él también de su armadura y quedar en igualdad con el griego.

Se dirigió hacía aquel enorme trozo de carne y lamió la punta que tenía un sabor salado, aspiró el aroma que desprendía soltando el aire frío de sus labios, el cuerpo moreno se estremeció de pies a cabeza.

Ésta vez se metió toda la hombría de Kardia en su boca, ese enorme falo le lleno por completo y aguantó las arcadas.

Comenzó a subir y bajar su cabeza succionando, con su lengüa recorría todo el tronco.

Kardia era un mar de jadeos y gruñidos, Dégel se lo estaba mamando de una forma tan deliciosa, sus manos se aferrarón a la sábana de color celeste por las sensaciones que lo invadían.

Siguió en su labor de hacerle un oral a Kardia, le llegaba en lo profundo de su garganta y ese pene engruesaba más conforme los minutos pasaban masajeaba los testículos con una mano.

Las manos del escorpión dejaron las sábanas para sujetar los cabellos verdes de Dégel y marcar un ritmo más rápido hasta que se viniera dentro de esa cálida garganta.

Sentía entumecer su mandíbula y mordió ligeramente la punta, las uñas del peliazul se enterraron en su cuero cabelludo y un ronco gemido escapó de aquellos labios que tanto anhelaba probar, tragó sin ascos aquella semilla.

Su respiración era errática, pero una punzada de dolor lo invadió de nuevo y miró como su erección no bajaba del todo.

Dégel se posicionó entre las piernas morenas y volvió a besarlo con todo el amor que sentía por ese griego desalmado.

Jugaban con sus lengüas en un beso húmedo explorando más allá de sus bocas queriendo arrancarse el alma, mezclando sus respiraciones, la sáliva escurre por la comisura de sus labios en una escena obscena, lascivo, cargado de miles de emociones.

La erección de Dégel se rozaba con el miembro despierto de Kardia formando una fricción placentera que les arrancó un par de gemidos.

Quería poseerlo, es lo que su mente y corazón le decía.

Lubricó tres de sus dedos y dirigió el primero en esa estrecha entrada que lo invitaba a que lo tomase, hizo círculos alrededor hasta que por fin se introdujo, Kardia no mostraba oposición alguna, el segundo fue introducido dilatando con movimientos de tijera ya con el tercero adentro el escorpión buscaba más contacto con esos dedos que lo estimulaban.

Los retiró y recibió un gruñido en protesta.

- No desesperes mi pomme sabes que viene lo mejor. Su miembro que estaba duro lo dirigió a esa entrada golosa, lo metió de una sola estocada.

Esperó unos minutos para que se acostumbrara a su tamaño que cabe destacar competía con el de su amante en longitud y tamaño.

Movió su cadera dando la indicación que podía moverse.

- Kardia mi bello griego, no sabes cuánto deseaba tenerte así, eres como la manzana, te creía prohibido para mí, eres la tentación en persona. El vaivén de caderas era lento pero profundo, las paredes anales se contraían apretando deliciosamente su pene.

- ¡¡Dégel ahhh... m-más rápido!!. Sólo atinó a decir eso, su mente estaba nublada.

El tiempo parecía detenerse para los amantes que disfrutaban de ese acto carnal.

Y acatando la ordén del peliazul comenzó a acelerar sus movimientos, la cama crugía por las embestidas que eran salvajes conforme pasaba el tiempo.

Jadeos, gruñidos y maldiciones en francés y griego se escuchaban dentro de la habitación, el calor aumentaba en aquella habitación; el olor del sexo se percibía en el ambiente.

Se aferró fuerte de la blanca espalda donde dejaba arañazos al rojo vivo, su próstata era tocada en cada estocada.

Pronto acabaría estaba seguro y su amante también estaba en su límite.

El nombre de Dégel salía una y otra vez de la boca de Kardia y con ese nombre el griego dejó que el orgasmo lo inundara cuándo el pene del onceavo guardián tocó de nueva cuenta su próstata, su semen manchó los vientres de ambos.

Su cuerpo se arqueó, cada célula se estremeció por completo debido al placer, un largo gemido se escapó de sus labios que se confundió con el del peliverde cuándo tras un par de embestidas más y al sentir la presión de aquel estrecho canal lo hizo eyacular de forma abundante dentro de su griego, sacó su miembro y vió como su semilla salía.

Se dejarón caer en la cama, sus respiraciones agitadas y el latir desenfrenado en sus corazones.

Debido al afrodisiaco aún tenían sus erecciones que estaban semi-erguidas.

Volvierón a besarse a pesar que el aire en sus pulmones apenas volvía.

El calor de nuevo los envolvió a ambos, los papeles ahora se invertián Kardia se coló entre las estilizadas piernas del francés.

- Ahora me toca a mí disfrutar de tu cuerpo, ¿No lo crees justo francesito de mi corazón?. Le sonrió pícaro y con una mirada lasciva miraba aquel divino cuerpo que estaba seguro la nieve de Blue Graad se quedaba pendejo a su lado.

- Soy todo tuyo ahora y para siempre. Acarició la mejilla del griego dándole una sonrisa.

- Te amo Dégel, siempre lo he hecho. Finalmente confesó su amor hacia el onceavo guardián que era su amigo.

- Yo también te amo Kardia, te volviste mi obsesión desde que éramos adolescentes. Le dio un suave beso en los labios.

Sin más que decirse el escorpión dejaba besos por toda la quijada bajando a aquel cuello dónde dejaba chupetones que serían visibles mañana y eso para él era mucho mejor así sus demás compañeros sabrían que el guardián de acuario tenía finalmente dueño.

Continuó bajando su trayectoria, mordiendo su clavícula, lamiendo cada centímetro de piel, se detuvo en aquellos pequeños pezones rosa que succionó y mordió a su antojó mientras que estimulaba el otro con sus dedos pellizcandolos.

Jadeos salían de la boca del francés, le encantaba lo que le hacía su griego ya que por ahí escuchó que los escorpio eran unas bestias en la cama y muy pasionales.

Siguió bajando por el plano abdomen, dejando un camino de sáliva hasta que llegó a la entrepierna dónde masajeó con su mano apretando la base dejando al descubierto esa cabecita rosa que lamió gustoso.

Pero su objetivo principal no era ese, por unos minutos más hizo su labor de chuparlo hasta que lo dejó.

Finalmente llegó a su verdadero destino, esa entrada que lo esperaba; se relamió los labios y sacó su lengüa para lamerlo.

Dégel se estremeció por completo al sentir como Kardia le lamía aquella zona y soltó una exclamación en francés.

Su lengüa recorría aquella estrecha cavidad y metió dos dedos que entrarón fácil gracias a su sáliva.

Simulaba embestidas y eso estaba volviendo loco al onceavo guardián que se aferraba fuerte de las sábanas.

Ágil como un escorpión se incorporó y se arrodilló en la cama, alzó la cadera del peliverde y sin avisar, su pene se adentró de forma rápida en esos anillos de carne.

La espalda de Dégel se arqueó por lo repentino que fue eso ni siquiera sintió dolor.

No esperó más, movió su cadera de forma intensa arrancando más gemidos en su amante.

La fricción era placentera y corroboró que era verdad acerca de los escorpio, los mejores amantes en el ámbito sexual.

- ¡¡Ahhh Kardia!!. Su próstata fue tocada en esa embestida.

Era llevado al Olimpo y luego bajaba al Inframundo.

Con cada estocada daba en su punto dulce y la saliva escurría de sus labios, toda palabra coherente fue borrada de su mente tan sólo el nombre de Kardia era lo que pronunciaba una y otra vez.

La cúspide de un nuevo orgasmo estaba cerca para los dos, su cuerpo se estremeció de pies a cabeza y sus paredes anales se contrajeron, se vino manchando su abdomen, en ese momento sintió como algo caliente lo invadía dentro, el semen de Kardia.

Se dejó caer y sin aplastar al peliverde se abrazó a él pero las manos de acuario no estaban quietas ya que acariciaba la perlada espalda de su pomme.

Siguierón amandose entre las sábanas invirtiendo papeles hasta que el efecto del afrodisíaco desapareció en sus cuerpos y terminarón exhaustos por la ronda de interminable pasión.

El amanecer los recibió abrazados, ambos despertarón al mismo tiempo y se miraban con ternura y amor.

- Buen día copito. Le sonrió y le dio un beso en su frente.

- Kardia bonjour. Se abrazó a él ya que había pensado que todo lo que sucedió en la tarde y noche sólo fue un producto de su imaginación como siempre le pasaba en sus sueños, pero ésta vez era real.

Se separó de él y le dio un beso en los labios.

- Ayer estaba cegado de placer que no tenía cabeza para preguntar, pero ahora estando en mis cinco sentidos hay algo que quiero preguntar. ¿Puedo?. Lo miró a los ojos a lo que el otro sólo asintió.

- ¿La manzana que me comí tenía algo dentro? Porque estoy seguro que así era.

- Bueno pues... Dudó unos momentos al decirle la verdad pero su maestro Krest siempre le inculcó que no era bueno mentir a las personas. - Sí, si tenía algo ya que tu sabes que soy un amante de la ciencia y me gusta experimentar, así que a las manzanas les puse una pequeña porción de un líquido que sabía a frutos rojos. Estaba avergonzado pero lo hecho, hecho estaba.

- ¿Y qué era lo que les pusiste?. Alzó la ceja ya que sabía más o menos lo que era.

- Afrodisíaco. Desvió la mirada.

- Así que mi bello francés quería conquistarme con manzanas envenenadas jajaja. Siguió burlándose por largo rato sin contener su estruendosa risa.

- No es veneno tonto bicho. Le dirigió una mirada llena de frialdad por su pésimo comentario y Kardia lo quedó mirando sin borrar su sonrisa.

- Hay mi frío cubito, si tanto deseabas a éste escorpión me lo hubieras dicho al principio y me dejaba violar por ti ya que yo también te traía ganas desde hace mucho tiempo. Le sonrió de forma seductora.

- Idiota. Sólo dijo eso ya que estaba sonrojado hasta las orejas.

- Pero amas a éste idiota.

- No lo niego.

- ¿Y quieres comerte de nuevo a ésta hermosa manzana?. Se le acercó más al onceavo guardián para que sintiera su erección mañanera.

- Mi manzana prohibida, claro que te comeré. Se acomodó entre sus piernas para iniciar con un beso apasionado.

La manzana que creía prohibida ya no lo es más ya que era correspondido de la misma forma.

Su noviazgo no fue una sorpresa para sus demás compañeros ya que ellos sabían del gran amor que se tenían los dos.

El nuevo experimento de Dégel dejó impresionada a la joven diosa Athena que le dio una gran idea.

Utilizando el poder de ella y Asmita lograron llevar las manzanas con afrodisíaco sin ser detectados al inframundo para los 108 espectros que habitaban dicho lugar.

Una idea un tanto descabellada pero que funcionó ya que el inframundo se volvió un lugar lleno de pasión.

Descubrieron que hasta ellos podían amar y el señor Hades que utilizaba el cuerpo de Alone se enamoró de su fiel seguidor el espectro de Bennu, Kagaho.

Olvidó por completo iniciar la Guerra Santa ya que prefería estar en los brazos de su amante que matar a los insignificantes humanos que no valían la pena.

Le daba gracias a Sasha que hiciera eso ya que sin ella no se armaria de valor para aceptar lo que venía sintiendo desde hace poco y sí, supo que fue ella la que hizo esa travesura de mandar las manzanas.

La tierra vivió en paz, gracias a La Manzana Prohibida.

Ya que así le llamó Dégel a su experimento.






🍏❄💙❄🍎





Hola mis bellos lectores ¿Que tal el nuevo shot?.

¿Les gustó o no?.
Dejen su comentario para saber que tal les pareció 💖

Ya quería llorar porque se me había borrado prácticamente todo lo que tenía escrito pero no me rendí y le cambié algunas cosas 😄

Sin más me despido.

Atte. Skarlet Antares ❄💙🦂☠

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