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Kumbala Bar

Pareja:KardiaxDégel
Advertencia:+18
Créditos al autor de la imágen

Pedido de Yhazira espero sea de tu agrado :3 al igual las demás personitas que lo leen.











Un nuevo comienzo.

Se les devolvió la vida después que la Guerra Santa terminó.

Todos los caballeros dorados estaban felices abrazandose por esa nueva oportunidad.

Excepto dos caballeros que tan sólo se miraban el uno con el otro.

El escorpión quería correr a abrazar a Dégel pero éste tan sólo lo veía de una fría manera.

Tan sólo se observaron por varios minutos hasta que el de cabellos lacios de color verde se dio la vuelta ondeando su capa con el movimiento.

Quería ir tras él porque debía aclarar algo que confesó antes de que se adentráran hacía el templo del Dios Poseidón y morir en batalla contra el perrito faldero como le puso al espectro de Wyvern pero una mano en su hombro impidió ir tras el hombre que se fue.

Dégel huía, su maestro Krest tenía razón, era un sentimental pero también un cobarde porque al ver a Kardia y recordar las palabras del griego en su misión donde ambos perecieron decidió ponerse su típica máscara de frialdad hasta que prefirió irse hacía su templo dónde se encerró hasta la noche para no verlo.

Ese mismo día hicieron un banquete en el recinto principal en honor por todos los valientes caballeros que arriesgaron sus vidas por el bien de la humanidad.

En toda la velada platicaban amenamente excepto el onceavo guardián que miraba a lo lejos como Kardia reía sonoramente con Manigoldo y Sísifo.

Si las miradas matarán los dos caballeros estarían bien muertos.

El griego decidió ignorar a Dégel ya que intentó acercarse a él antes pero éste se hizo oídos sordos yéndose para otro lado.

Si así eran las cosas ya no lo molestaría más.

Disfrutaría con sus demás compañeros el resto de la celebración que terminó hasta altas horas de la noche con unos más ebrios que otros.

El onceavo guardián se retiró cerca de las 10 de la noche porque ya no aguantaba estar ahí viendo como su amigo Kardia convivía con los demás.

Molesto más consigo mismo que con el griego estuvo leyendo un libro escuchando cuándo pasaban por su templo los que vivían en las casas de abajo y una voz que él conocía perfectamente cantaba a todo pulmón con otro que por la ebriedad no distinguió quien era.

Se quitó sus lentes acomodándose en su cama para descansar ya que perdió el interés en su lectura.

Los días pasarón tan rápido convirtiéndose en semanas desde el día que volvierón a la vida.

A todos les parecía raro que Dégel no entrenara con Kardia ya que al ser unidos siempre lo hacían pero no se entrometían en asuntos ajenos.

El escorpión todas las tardes subía hacía el recinto principal para platicar con Sasha hasta casi las ocho de la noche.

Razón por la que Dégel se ponía celoso y enojado ya que con él ni una palabra le dirigía pero él tenía la culpa ya que el octavo guardián intentaba acercarse prefería evadirlo o poner un muro de indiferencia.

Cuando subía pedía permiso para pasar por el templo de la vasija dorada y el guardián al sentir ese ardiente cosmo se escondía en su estudio para no darle la cara.

Sabía que Kardia se escapaba del santuario cerca de la medianoche para verse con su amiga la mexicana esa.

Como lo sabía?

Sencillo ya que al no sentir la presencia extrovertida del peliazul lo hacía extrañar de una manera un poco necesitada, así que bajaba hasta la octava casa sigiloso para que nadie se diera cuenta los primeros días lo observaba dormir tranquilo hasta que cierta noche de luna llena observó movimiento cerca y se escondió tras un pilar viendo como Kardia salía apresurado y vestido con su típica ropa griega.

Lo siguió hasta que se dio cuenta que llegarón a México donde se metió a una cantina de mala muerte donde los bullicios dentro del lugar y las carcajadas de hombres borrachos llegó a sus finos oídos aparte del olor que desprendía el mezcal.

Vio a Kardia y Calvera abrazarse ya que por una ventana fijó sus orbes violetas hacía adentro, la escena lo puso celoso.

Primero Sasha que respetaba como su diosa y ahora con la pelinegra.

Sin querer hizo puños sus manos, acaso le mintió aquella vez en las tierras heladas con esa confesión que hizo latir desbocado su corazón.

Prefirió irse y no ver algo que tal vez le rompería el alma.

Kardia disfrutó platicar con su amiga y pedir consejos prometiendo que la visitaría todas las noches ya que en el día y tarde se ocupaba.

De ahí fue como el escorpión iba de Grecia hacía México al igual que Dégel que lo seguía.

Kardia lo sabía, su querido amigo no era tan bueno ocultándose y lo descubrió la primera vez que visitó a Calvera.

También sabía que todas las noches iba a verlo por la madrugada.

Jamás creyó recaer por su enfermedad del corazón ya que no tenía molestia alguna desde hace tiempo pero ese día en el entrenamiento comenzó a arder en fiebre cuándo con Sísifo entrenaba.

El castaño se dio cuenta antes que tocará el suelo atrapándolo en sus brazos.

La acción no pasó desapercibida por un peliverde que miraba furioso al arquero.

La preocupación en el rostro de Sísifo era notoria y lo cargó en brazos para llevarlo al octavo templo no sin antes ordenar a Dégel que lo siguiera para que con su aire frío controlará el aumento de temperatura.

Los demás se quedarón en el coliseo para seguir entrenando pero no con los mismos ánimos de antes ya que apreciaban a Kardia porque era uno más de la orden dorada.

Su mandíbula tensa aguantando el coraje seguía desde atrás a Sísifo que caminaba apresurado, odiaba que le dieran órdenes sólo de su santidad las recibía pero lo dejó pasar ya que se trataba de Kardia.

Que tenía su brazo alrededor del cuello del castaño, eso sólo puso más colérico al de ojos violetas.

En cuanto llegarón mandó fuera de la habitación al centauro que no replicó pero quiso saber si algo más se les ofrecía recibiendo un escueto Nada, ahora déjame atender a MÍ amigo recalcando la palabra Mí como si fuera de su propiedad.

La habitación antes caliente se refrescó con el aire congelado y las manos se posaron en el pecho descubierto de Kardia dónde concentró más su poder.

En cuanto vio que el calor corporal del peliazul estaba normal se sentó en la orilla de la cama admirando ese perfecto perfil griego.

Viendo detenidamente las tupidas pestañas, esos labios que a veces mostraban sonrisas sádicas.

Sus labios los posó en los del dormido escorpión que no sabía lo que pasaba a su alrededor, un contacto labial superficial pero que hizo ruborizar al de orbes violetas.

Se sentó en la silla que había en la habitación para esperar a que despertara el peliazul.

Tres horas después lo hacía con pesadez, su garganta la sentía seca y rasposa incorporándose mirando todo su alrededor reconociendo que estaba en sus aposentos.

Fijó su vista en la intensa mirada violeta que le dirigía Dégel.

- Tengo sed. Fue lo único que dijo.

- Te traeré agua. Se levantó para salir de la habitación e ir por lo que pidió su amigo.

Kardia suspiró pesado y se tiró en su cama para con su brazo tapar su cara.

Pensando en muchas cosas pero la frustración es la que más lo dominaba.

- ¿Que voy a hacer ahora? ¿Cómo le digo lo que siento? ¿Acaso corresponderá este inmenso amor que le profeso?.

Decía en voz alta sin percatarse de la presencia que llegó en el momento de su cuestionamiento.

- ¿a quién le dirás lo que sientes y si corresponderá tus sentimientos?. La voz del peliverde y que haya escuchado todo lo pusieron tenso y el ambiente cambió de forma drástica.

- Dégel!. Fue lo único que sus labios pronunciaron.

El de ojos violetas se encontraba en la puerta con la bandeja donde traía una jarra de agua fresca con dos vasos.

- ¿Y bien? Espero tu respuesta. Arqueó una ceja por el interés que tenía en ese momento.

- Me podrías dar un vaso de agua tengo mucha sed. Decidió cambiar de tema para que no lo interrogará ya que a veces Dégel no se quedaba con las dudas y no desistía hasta que fuera saciado de su curiosidad.

- Bien. Fue todo lo que dijo para poner en la mesita de noche la bandeja y darle el agua que pedía Kardia.

El peliazul sediento se tomó todo el agua de golpe ya que era normal que cuándo sus crísis terminaban quedaba sediento y el agua lo hidrata.

Al final se tomó tres vasos más volviendo a recostarse para descansar.

- Puedes retirarte a tu templo Dégel, estoy bien y creo que también te hace falta descansar porque te ves ojeroso ¿acaso no duermes mucho?. Se volteó mirando el aspecto cansado que presentaba el peliverde y era verdad ya que por la madrugada seguía a Kardia hasta México pero luego al volver de nuevo al santuario ya no dormía pensando en una infinidad de cosas.

- Estoy bien mi prioridad por ahora eres tú ya que puede volver por la noche tu aumento de temperatura y preferiría no arriesgarme. Me quedaré quieras o no.

- Está bien. Sólo decía ya que en verdad te vez cansado pero ven acuestate aquí a mi lado. Palmeó con su mano un espacio libre en la cama del escorpión y el peliverde se ruborizó sin querer al compartir lecho con él.

- No. Estoy bien aquí. Se negaba ya que era una tentación estar cerca de su amigo.

- La silla no es cómoda para nada y sé que al día siguiente de cuidarme tu espalda duele. Vamos no te hagas del rogar y descansa a mi lado, no muerdo mi estimado acuario. Le sonrió burlón para provocar al onceavo guardián.

Odiaba que Kardia se saliera con la suya pero accedió.

Dégel le dio la espalda al griego sin tener la intención de verlo a la cara.

Un brazo rodeó su fina cintura y dio un respingo.

- Te extrañé mucho Dégel. Esas palabras hicieron que su corazón palpitara de emoción.

- También te extrañé Kardia cómo no tienes idea. No hubo respuesta ya que el octavo guardián se quedó dormido al instante de pronunciar esas palabras.

Esperó hasta que los primeros ronquidos se hacían presentes en el escorpión fue cuándo se dio la vuelta para ver el perfecto perfil griego ese que nunca se cansaría de admirar como si fuera una obra de arte.

Sus párpados pesaban por el cansancio de noches en vela hasta que Morfeo lo acogió entre sus brazos.

El lazo de amistad volvió a forjarse gracias a su corazón de fuego.

Los demás estaban felices por ellos ya que desde pequeños esa amistad se forjó.

Pero aún faltaba que confesaran su amor, ese que comenzó a crecer en la adolescencia.

Kardia no sabía como decirle a Dégel todo lo que sentía, las palabras aquella vez antes de entrar a los dominios del emperador de los mares Poseidón las dijo porque presentía que esa sería la última vez con vida que lo vería pero nunca creyó que recibirían otra oportunidad de vivir.

Ahora temía arruinar la amistad que de nuevo retomaron.

Necesitaba visitar a Calvera esa misma noche pero recordó que su amiga abriría otro bar cerca de la playa.

Por suerte recordaba dónde quedaba dicho lugar tan sólo esperaría hasta la medianoche para salir sin ser visto por nadie o eso creía el escorpión.

Las manecillas del reloj indicaron que ya era hora de partir hacía México.

Llegó y la brisa nocturna del mar lo recibió como un cálido abrazo, el nuevo bar de Calvera tenía por nombre Kumbala aunque no tenía idea de porqué.

Abrió las puertas de madera para caminar imponente atrayendo la mirada de todos los hombres que bebían mezcal.

La mexicana eufórica lo abrazó y lo llevó junto a los guerreros Jaguar con su líder pero desde que revivió limaron asperezas además que Sasha los perdonó ahora se podría decir que se toleraban.

Se dieron un apretón de manos para beber ya que la dueña dio tragos gratis a todos brindando.

Los ojos de los clientes se enfocaron de nuevo en la puerta ya que un joven de cabellos verdes de porte elegante hacía acto de presencia un poco cohibido, Kardia recibió un codazo por parte de un guerrero Jaguar que con su cabeza señaló hacía la puerta y por poco se atraganta con su bebida al ver que era Dégel.

¿Qué hace él aquí?

Se preguntaba internamente.

El onceavo guardián lo siguió de nueva cuenta pero vio que Kardia no se dirigía al mismo lugar de siempre sino a otra dirección llevándolo hacía la playa.

Miles de ideas pasaron por su mente pero ésta vez ya no retrocedería y envalentonado se adentró al bar atrayendo la mirada de todos.

La música se detuvo pero Kardia se levantó ya que conocía bien a Dégel y sabía que estaba nervioso al entrar a un lugar que no conocía.

- Dégel que haces aquí?. Fue lo primero que dijo el peliazul ya que no concebía la idea que su amigo estuviera ahí.

- Acaso no puedo divertirme cómo tu en un lugar como éste?. Con el ceño fruncido respondió.

- No es eso, pero creí que gustabas más de la biblioteca o un lugar tranquilo y no frecuentar éste tipo de lugar con olor a alcohol y música a todo volumen cómo yo que los prefiero.

- ¿Y qué si quiero experimentar o cambiar un poco lo rutinario?.

- No, nada. Ven vamos a sentarnos en.... Buscó con la mirada una mesa apartada y desocupada que hubiera hasta que. - Por allá hay una libre.

Lo tomó de la mano para que platicaran más a gusto.

Calvera sonrió y era momento de acercarse a los dos caballeros de oro.

- Kardia no me presentas a tu amigo. Con actitud coqueta acariciaba el fuerte brazo del heleno que entendía lo que tramaba su amiga.

- Él es Dégel de Acuario. Amigo ella es Calvera dueña de éste bar.

La mujer sonrió y alzó su mano.

- Un placer al fin conocerte Dégel.

- Él gusto es mío señorita.

Estrecharon sus manos en un apretón amistoso pero que a Dégel sentía que le quemaba su piel.

- Kardia me ha hablado mucho de ti.

- Calvera. Dijo entre dientes el peliazul ya que se vería descubierto por la indiscreción de su amiga.

- Oh que mala anfitriona soy te ofrezco algo de tomar Dégel y a ti cariño?. Le sonrió a Kardia de forma cómplice mientras el peliverde una venita de enojo saltaba sobre su frente.

¿Cariño? Se cuestionaba internamente.

- Mezcal. Fue lo único que dijo el griego.

- Y tú acuario?.

- Lo mismo que Kardia.

- Estas seguro Dégel? Es un poco fuerte y tu no estás acostumbrado a otro tipo de bebidas que no sea el vino.

Intervino el octavo guardián ya que si bebía de más la resaca sería horrible al día siguiente.

- Si lo estoy. El tono de voz era seguro ya que Kardia lo creía débil para beber, pero le demostraría que no es así.

- Bien en un momento se los traigo. Se fue no sin antes guiñarle un ojo a Kardia que se mostró incómodo por la mirada congelante de Dégel.

El ambiente estaba tenso entre los dos, pendiendo de un fino hilo que con él más ligero movimiento se rompería fácil.

Kardia no quería hablar ya que presentía que terminaría como una paleta de escorpión vivo.

La pelinegra volvió rápido y les entregó sus bebidas para retirarse, Dégel primero lo olfateó ya que no estaba tan seguro de beberlo pero le dio un pequeño sorbo que le quemó la garganta, sin duda era fuerte.

El octavo guardián cómo si nada se lo bebió todo de golpe y el peliverde lo miró asombrado ya que no hubo gesto alguno al momento de beberlo.

Copió la misma acción aunque una pequeña tos lo acompañó al final.

Calvera ordenó a su empleado que las luces ahora fueran tenues y que pusiera música para que cualquiera que quisiera bailar lo hiciera sin sentirse observado por los demás.

Algunos así lo hicierón en la pequeña e improvisada pista de baile.

Kardia y Dégel bebían del mezcal que para el escorpión no le hacía ni cosquillas pero para el acuario era la tercera que se bebía y ya estaba un poco mareado.

La música era un ritmo lento Calvera habló mediante el cosmo con Kardia ya que tenía un plan.

Era uno muy bueno que jamás se le ocurrió así que aceptó.

- Dégel quieres bailar conmigo. Sonrió inocente el escorpión pero ya escucharía una negación que nunca llegó.

- Claro, a eso vine para divertirme y bailar me encanta. Culpa del mezcal o no pero aceptó.

Se dirigieron en medio del lugar para bailar una nueva canción, dictando a que sus cuerpos se pegaran.

Kardia dirigió ambas manos en la pequeña cintura de Dégel y éste enredó sus brazos en el cuello del octavo guardián.

El ritmo lento sincronizaba sus pasos, las demás personas seguían el ritmo.

Luz, roja es la luz, luz de neón que anuncia el lugar baile Kumbala bar y adentro la noche es música y pasión.

Las notas musicales cautivan los sentidos de las parejas.

Pero dos personas olvidaron el lugar donde se encontraban imaginandose que sólo ellos dos existían en ese baile que parecía sensual.

Sol no entiendes lo que pasa aquí? Ésto es la noche y de la noche son las cosas del amor, el corazón a media luz siempre se entregará.

No apartaban la mirada del contrario.

Afuera la brisa marina refrescaba el ambiente pero dentro del bar el calor abundaba pero no parecía importarle a nadie.

Mar, todo el ambiente huele a mar, mucho calor, sudores en la piel sudo el sabor a sal y en la pista una pareja se vuelve a enamorar.

La música se volvió más movida y Kardia soltó de la cintura al peliverde que también copió la acción para que se tomarán de la mano y bailarán haciendo que Dégel girará ondeando sus lacios cabellos con los movimientos.

El ritmo rápido hacía que sus cuerpos vibraran al compás de la melodía que cambió el ritmo, provocándose, el meneo de caderas por parte del peliverde que seducía a Kardia, otro giro le dio el peliazul y el cabello verde acarició su rostro oliendo ese aroma que lo tenía prendado.

Una brisa, una caricia y en la pista una pareja se vuelve a enamorar, un sabroso y buen danzón a media luz el corazón y en el Kumbala todo es música y pasión.

El clímax de la música estaba por culminar cambiando al ritmo lento que empezó desde un principio, el escorpión hizo que la espalda del acuario quedará en su pecho mientras sus manos se enrollaban alrededor de los del ojivioleta como abrazandose para moverse lento, pausado pero Dégel giró su rostro viendo a Kardia que reposaba su cabeza en su hombro.

La canción dejó de sonar, en la misma posición que se quedarón los labios de ambos se habían encontrado en un contacto que finalmente juntaba sus almas.

Calvera daba saltitos emocionada viendo a la pareja besándose, ya que desde un principio su objetivo era darle celos al santo de acuario.

El contacto de labios que al principio era una leve caricia se volvió más profundo, el aire en sus pulmones les exigió separarse.

Nadie prestaba atención a los caballeros dorados, todos estaban sumidos en su propio mundo con la música que los hipnotizaba.

Dégel se dio la vuelta para enrollar de nuevo sus brazos en el cuello del escorpión y mirarlo con ojos radiantes a pesar de usar sus lentes.

Kardia sonrió y se inclinó para volver a besar aquellos labios suaves como el pétalo de una flor.

Una batalla de lengüas se hacía presente, al final el vencedor fue el escorpión.

Juntarón sus frentes, no hacía falta las palabras ya que había una intención implícita.

Tomados de la mano subieron a la segunda planta del lugar que eran habitaciones para aquellos amantes que se entregan al amor y pasión de una forma diferente.

Afuera la luna llena iluminaba el cielo nocturno estrellado, las olas del mar chocando en la orilla.

Dentro de la habitación los besos y caricias no se hicieron esperar, Kardia desprendió cada botón de la camisa blanca de Dégel con parsimonia dejando al descubierto la pálida piel.

Siguió con el pantalón retirándolo con todo y ropa interior dejando expuesto al onceavo guardián.

El turno ahora fue del ojivioleta quitando las ropas griegas de Kardia y sus huaraches.

Acostados en la cama los besos que repartía el peliazul en toda la espalda provocaban una reacción placentera en el francés.

Sus caricias lo llevaron a aquel lugar prohibido, donde metió su lengüa.

Su cuerpo se estremeció por la invasión húmeda, como ese músculo se metía en lo más recóndito de su ser.

Su garganta no pudo ahogar ese gemido que salió sin permiso.

El primer dedo se coló en su interior pero no lo sintió ya que estaba perdido en él placer que le hacía sentir Kardia.

Un segundo se introdujo dilatando su cavidad anal pero ya era un mar de gemidos.

Gemidos que ya no quería reprimir y más al asentir al tercer intruso dentro estimulando su punto de placer máximo.

Kardia le dio la vuelta e hizo que las piernas estilizadas del francés rodearan su cintura.

Colocó la punta de su miembro entrando lento para no lastimar a su amante que tenía los ojos cerrados.

- Ka-Kardia. Se aferró a la ancha espalda del peliazul.

Las primeras estocadas eran lentas pero profundas.

Pero con el paso de los minutos tomó un ritmo más rápido, en un vaivén de caderas por parte de ambos.

Buscando más contacto.

Sentirse más unidos de lo que ya estaban.

- Maasss rápido mi guerrero griego. De su boca escurría un fino hilillo de sáliva arrastrando las palabras preso de un placer sofocante.

El sudor en sus pieles hacía que brillarán como si fueran diamantes incrustados.

Los movimientos se volvierón más intensos, la cama crugía ya que no había tregua alguna en las embestidas salvajes.

Dejó arañazos en la espalda morena excitando más a su pareja, su garganta dejó escapar un alto gemido ya que su próstata fue tocada deliciosamente.

Emprendía vuelo en el cielo nocturno ya que jamás había sentido esa sensación, sus almas fundiéndose, convirtiéndose en una sola.

Tocó el cielo con sus dedos, se sintió desfallecer por las corrientes eléctricas que recorrían todo su cuerpo.

El orgasmo estaba cerca, lo sentía.

Kardia estaba en las mismas condiciones.

Marcaba ese blanco cuello a su antojo, besando la piel que tenía a su alcance.

En el bar la música que antes bailaron la repetían de nuevo, los tonos seductores en aquella canción alcanzarón la cúspide de un intenso orgasmo que envolvió a ambos.

El desplegar de sus alas, emprendiendo un vuelo los dos.

Liberando su esencia, entre tanta pasión y amor dándose un último beso.

Exhaustos se dejaron caer para recuperar el aliento.

Pero Kardia debía confesarse.

Se incorporó para sentarse y eso llamó la atención del peliverde.

- Te amo Dégel, lo que dije antes en nuestra misión es verdad. Me enamoré de ti cuándo éramos adolescentes, desde que te conocí supe que serías alguien importante en mi vida, no me veo con alguien más que no seas tú, me sacrifiqué contra Wyvern para que tu pudieras tener ese sueño tan anhelado, ser libre y cumplir lo que te imaginabas sin importar que yo no estuviera ahí formando parte de ella. Sería feliz al saber que harías tu vida como una persona normal, casado y con hijos. Pero estoy agradecido con Sasha por darnos otra oportunidad y lograr conquistarte porque sabes subía todos los días a verla para que me diera consejos de cómo hacerlo al igual que Calvera me ayudaba, tu me conoces que soy inculto e inmoral sin nada de la elegancia que posees . Refinado, sangre francesa corre por tus venas y yo sólo soy un griego sádico que disfruta vivir su vida al máximo pero éste guerrero fiero te ama con intensidad.

Las manos del onceavo guardián se posaron en las morenas.

- Kardia no sabes cuánto me dolió al sentir tu cosmo apagarse lentamente, volteé sólo para sentir que tu vida llegaba a su fin, perdí a mi amigo, no, al amor de mi vida en ese momento pero por ti lucharía hasta el final dónde contuve el poder de Poseidón muriendo, pero me reconfortaba que te vería más allá de los Campos Elíseos nuestras almas se reunirían de nuevo, sé que hice mal ya que huí como un cobarde ese día que resucitamos pero estaba inseguro, tenía miedo que aquellas palabras dichas por ti antes de entrar a los dominios del dios de los mares fuera una broma tuya, sentía muchos celos cuando subías a ver a nuestra diosa, venir a México por tu amiga Calvera, cuando Sísifo te cargó entre sus brazos, jamás había sentido las ganas de matar a alguien ya que otros te hacían reír mientras yo era ignorado. Tu presencia me hacía falta aunque yo dijera que me molestabas no era verdad porque así no me sentía sólo. También te amo, este amor es inmenso ya que me gustas desde la adolescencia.

- Mi Dégel hermoso no sabía que eras tan celoso y posesivo. Acarició la mejilla del onceavo guardián.

- Por tu culpa descubrí que sí lo era. Le dio una leve sonrisa.

- También sé que me seguías y por las noches entrabas a mi templo para admirarme, se que soy sexy pero no sabía cuánto. Sonrió coqueto el escorpión.

El peliverde se ruborizó ya que fue descubierto desviando la mirada violeta hacía otra parte de la habitación.

- Bueno yo... No tenía excusa alguna ya que era verdad.

Una mano lo obligó a verle.

- No importa mi bello francesito, quieres ser mi pareja para toda la vida?.

- Si.

Unieron sus labios en un nuevo beso sellando ese amor, volviendo a entregarse en cuerpo y alma.

Kumbala bar es el lugar perfecto para que en la pista de baile la pareja se vuelva a enamorar, personas entregadas a la pasión no sólo de sus cuerpos sino al más profundo de los sentimientos.

Ese dónde emprendes vuelo tocando el cielo junto a la persona amada.






🍎❄💙🦂🍏








Hola mis bellos lectores espero éste one-shot haya sido del agrado de todos ustedes en especial la personita que hizo este pedido :3.

No olviden comentar que tal les pareció 💖 ya que la canción Kumbala de La Maldita Vecindad me inspiró a escribir este shot.

Y los sigo invitando a que lean "Amor Añejo" [OdysseusxAioros] escrito en conjunto con mi querida Mabesagittarius24 que tiene la primer parte y yo la segunda.

Espero le den la oportunidad de leerlo comenten y voten que tal les parece. Me será grato saber si gustó :3

También agradezco a los que ya lo han leído dejando su opinión, a mi me encantó escribir éste proyecto con una parejita crack.

Atte. Skarlet Antares ❄💙🦂☠

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