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Jefe

Pareja:ZaphirixKres
Advertencia:+18
Créditos al autor de la imágen

Pedido de APBR12 espero te guste :3













Zaphiri Scorpia un joven que recién termina sus estudios en la más prestigiosa Universidad de Grecia decide probar suerte en otro país.

Su destino es Francia ya que un amigo suyo tenía contactos en la ciudad de Arlés y lo incentivó a viajar por un trabajo que le consiguió en una empresa famosa en aquel lugar.

Lo que no sabía era que su jefe era un tirano dictador amargado.

En cuánto llegó al día siguiente se presentó para llevar todos sus documentos, pensaba que con los estudios en los que se recibió con honores le darían un puesto alto pero la sorpresa fue grande cuando le dijeron que sería asistente personal o para más fácil hacerle de secretaria para el jefe de aquella empresa.

No tuvo otra opción más que aceptar, la indignación no la mostraba sólo en sus adentros estaba que ardía en coraje aunque la paga era buena.

Se fue a recursos humanos para que firmara su contrato y de una vez aprendiera lo que le correspondía como secretaria.

Estaba nervioso se acomodó su saco color gris, la corbata roja con rayas negras y blancas para darle una buena impresión a su jefe.

Dio dos golpecitos suaves en la puerta de madera y escuchar desde adentro un adelante.

Trago sáliva antes de girar el pomo color plata y una plegaria a todos los dioses que veneran en Grecia pidiendo hasta al dios Hades que lo ayude.

- Con su permiso. Cerró la puerta tras de si.

No distinguía bien el rostro de su jefe tan sólo una cabellera castaña ya que éste estaba atento a unos papeles que tenía en su mano para después firmar.

Alzó su mirada verde para ver quién era, lo escaneo de pies a cabeza y alzó una ceja ya que no lo conocía pero aceptaba que era atractivo.

Porte musculoso, cabello negro, orbes azules como el océano y esa piel ligeramente morena.

- Que se te ofrece y quien eres?.

- Soy Zaphiri Scorpia y yo seré quien ocupe el puesto de su asistente, un placer conocerle y estoy a sus órdenes.

Aunque tratará de controlar sus nervios no podía ya que el castaño le dedicaba una mirada intensa de esas que te hacen temblar como gelatina.

Si bien parecía de la misma edad que él, daba miedo su carácter.

- eres el chico del que me comentaron, ya que serás mi asistente te diré algo. Odio las personas impuntuales, labor empieza a las 8 de la mañana y te irás en cuánto yo me retire, una hora de almuerzo tendrás antes de retomar tus labores. Todas las mañanas en mi escritorio debe estar un café negro humeante sin nada de azúcar, todo lo tienes que tener en ordén en cuanto a llamadas, juntas con los inversionistas y citas. Me llamó Krest la única persona que te dará órdenes ¿quedó claro?.

- S-si señor. Ahora los nervios ya no los podía controlar.

Una última mirada le dirigió el castaño a Zaphiri.

- Ahora retirate.

Tan sólo asintió y se fue apresurado.

Su jefe era un dictador.

Con el pasar de los días descubriría las otras facetas de Krest.

Amargado.

Tal parecía que con sólo verlo su actitud cambiaba a una más enojada, sabía que en algunos casos era torpe y arruinaba algo que le pedía pero la verdad era que se ponía nervioso por lo intimidante que era el castaño.

Tirano.

A veces era cruel con él y lo humillaba cuando estaba en su oficina.

Krest llevaba manejando la empresa hace tres años ya que su padre decidió retirarse para al fin tener sus vacaciones después de tantos años al mando decidiendo que el momento llegó para que el castaño se hiciera cargo.

Escuchar los chismes a la hora del almuerzo sobre su jefe ya lo tenían harto.

Siempre era lo mismo que es un amargado que con ese carácter nadie se lo follaría, que despidió a su antiguo asistente porque se le insinuó entre otras cosas que no tenía caso decirlo.

Con el transcurso del tiempo aprendió a leer el carácter del castaño y evitar que su molestia aumentará algunas veces con éxito lo lograba pero otras su torpeza ganaba.

Las miradas que le dirigía lograban intimidarlo eran tan profundas como si quisiera desnudarlo con la mirada.

Pocas veces lograban conversar sin que lo regañara o humillara recalcando lo torpe que era.

Pero se dio cuenta de algo.

Llamenlo masoquista pero con sólo ver su actitud huraña o las palabras duras que le decía se excitaba y se imaginaba en su cabeza como borraba esa seriedad mientras lo follaba contra su escritorio.

Miles de imágenes perversas surcaban por la mente del pelinegro logrando que sufriera erecciones en su trabajo e irse al baño para atenderla.

Cada vez con frecuencia se presentaban y aunque pensará en algo feo no podía si la tentación era mayor.

Krest por dos años era mayor que él, es tan atractivo y está al mando de una importante empresa de comercio.

Cierto día eran las 9:45 pm todos ya se habían retirado desde las 8 en punto pero el pelinegro no ya que su jefe aún no se retiraba, además su orden era que se iría hasta que él saliera de su oficina.

Estaba exhausto y deseaba irse ya a su casa pero el amargado seguía ahí por unos balances que revisaba aparte de firmar unos papeles por una exportación que dejaría grandes ganancias.

Lo ayudaría en lo que fuera con tal de que se apurara.

Tocó la puerta y escuchó a que se le concediera el permiso que no tardó en llegar.

- Disculpe la molestia pero puedo ayudarlo si aún le falta por terminar y así irse a su casa lo más pronto posible.

Usó un tono amable y que no hiciera enojar al castaño que ya lo miraba con el ceño fruncido.

Krest lo meditó antes de relajar sus facciones y suspirar.

- Bien, pero antes traeme un café.

- Si señor. Asintió y salió de la oficina para preparar el café.

Varios minutos después entraba con una pequeña bandeja dónde transportaba la taza con el humeante líquido negro.

- Señor, aquí está lo que me pidió. Lo colocó a un lado de los papeles.

- No me digas señor, haces que me sienta viejo y aún no lo soy. Dime por mi nombre. Dijo antes de darle un sorbo a su cafe.

- No creo que sea correcto señor.

- Y yo insisto que no me digas señor a menos que quieras hacerme enojar y no te vayas a tu casa hasta pasada la media noche o quieras dormir aquí en la oficina por seguirme diciendo así.

- N-no, está bien señ... digo Krest. Sonrió nervioso por la mirada casi asesina del castaño.

- Así está mejor. Ahora ven y organiza todos éstos papeles mientras yo reviso el último balance del mes.

- Si.

Fue lo último que se dijo mientras el silencio inundaba cada rincón de la oficina sólo el suave respirar es lo que se escuchaba en las cuatro paredes.

El pelinegro organizaba la pila de hojas poniéndolos en los folders correspondientes y daba fugaces miradas al castaño.

Podía sentir esos ojos azules mirarlo de vez en cuándo pero no lo ponían incómodo en lo absoluto al contrario se sentía halagado.

Por mirar más de lo normal su torpeza se hizo presente, no vio que su mano estaba en otra parte y la taza que contenía aún café la tiró en la pierna del castaño mojando su pantalón de color gris.

- Eres un idiota Zaphiri. Se alejó de su escritorio con su silla giratoria viendo lo empapado que estaba su entrepierna, por suerte el contenido ya se encontraba frío y el balance que revisaba no se arruinó sino la furia del castaño se desataría como una tormenta de nieve.

- Perdóneme señor, no era mi intención.

Se acercó con una servilleta para secarlo.

Sus torpes manos trataban de hacer su labor pero tan sólo hacía reaccionar la entrepierna del castaño que se mordía los labios porque parecían caricias las que recibía ya que lograron despertar su intimidad.

- Zaphiri. Con voz profunda y ronca lo llamó, el pelinegro seguía disculpandose sin notar lo que provocaba. - Zaphiri.

Volvió a llamarlo y ésta vez los záfiros miraban a su jefe con temor.

Pero los ojos verdes del castaño centellaban en la más pura lujuria.

- Arródillate ante mí y pídeme perdón. Fue la ordén que salió de sus labios.

El pelinegro así lo hizo frente a su jefe sin notar el bulto que sobresalía del pantalón gris.

- Perdóneme señor. Su mirada era suplicante.

Tener a sus pies a alguien le fascinó y no negaba que Zaphiri era sumamente atractivo.

- Buen chico. Le acarició sus cabellos negros como si fuera un perro que acababa de lograr una ordén ganándose la caricia de su amo. - Pero... Te perdonaré si haces otra cosa por mí.

- N-no entiendo señor. Lo miró desconcertado el de ojos záfiros.

- Si quieres que te disculpe por tu torpeza debes hacer otra cosa por mí pero ya antes fui claro en que no me dijeras señor, así que te castigaré. Lo tomó del mentón de forma brusca.

Lo que recibió no parecía un castigo sino más bien un premio.

El castaño estampó sus labios con el pelinegro en un beso salvaje que dejó más que sorprendido a Zaphiri.

Pero gustoso recibió su "castigo" ambos jugaban con la lengüa del contrario en una batalla dónde el vencedor sería incierto porque la dominación estaba en los dos bandos.

Sus pulmones exigían aire y fue que se separaron con un fino hilillo de sáliva que aún los mantenía unidos.

Se miraron directo a los ojos.

Sin dejar de observarse Krest bajó el cierre de su pantalón y apartó su boxer para dejar al descubierto su sexo despierto.

- Lámelo. Fue la ordén con su voz cargada en deseo.

Zaphiri acató la orden ya que también deseaba hacerlo.

Con su mano lo sujetó y dejó al descubierto la punta rosada donde con su lengüa lamía.

Se lo metió a su boca para seguir degustando ese miembro con succiones que hacían suspirar al castaño y acariciaba los negros cabellos.

Arriba y hacía abajo con más ímpetu hacía su labor, los dedos se aferrarón a la cabeza del pelinegro que con sus dientes rozaba toda la longitud haciendo que el cuerpo del castaño vibrara por la deliciosa sensación.

La hábil lengüa del de ojos záfiros envolvía con maestría toda la hombría de la que salía el líquido pre-seminal.

El sabor salado con el toque del café negro estaba en todo su paladar pero quería saborear el semen de su jefe, sentir su esencia bañar su cavidad bucal para saber si era tan bueno.

Aceleró el ritmo y dando una mordida a la punta del miembro que arrancó un gemido de satisfacción en el castaño.

Se tragó sin ascos el esperma.

Krest jadeaba, ese orgasmo era el mejor que tuvo, nada comparado cuándo él mismo se complacía.

Atrajo de nuevo a Zaphiri de su corbata para besarlo de nueva cuenta, sus lengüas jugueteaban entre sí de forma obscena mordiendose los labios.

Cuando se separaron Krest se levantó de su silla para retirar los botones hasta quitarle la camisa celeste al pelinegro que se dejaba hacer.

La misma acción la copió Zaphiri dejando al descubierto la pálida piel de su jefe y recorrió con la yema de sus dedos el pecho.

Sus labios los acercó al cuello dónde repartía besos húmedos, mientras sus manos se divertían con los pequeños pezones que se endurecían.

Zaphiri se retiró su pantalón junto a su ropa interior con zapatos y calcetines incluidos.

Krest se quitó lo que aún cubría su cuerpo para que la desnudez le hiciera compañía junto a su amante.

Caricias torpes por parte del escorpión que al castaño le daba cierta gracia y ternura a la vez.

De nueva cuenta unieron sus labios y la mano del de ojos verdes la dirigió al caliente y bien despierto miembro de Zaphiri.

Masajeando, apretando la base y sobar los testículos.

El pelinegro ya no podía contenerse, así que de forma ruda le dio la vuelta a Krest para que quedará atrapado entre su cuerpo y el escritorio.

Desde la nuca empezó a besar y morder la piel bajando por toda la espina dorsal llegando a los glúteos del castaño donde los separó para lamer el pequeño agujero.

Se estremeció por completo al sentir cómo ese lugar que nadie había explorado era lubricado aparte de succionar su entrada.

El primer dedo se coló y dio un respingo por la inesperada intromisión pero le restó  importancia ya que la incomodidad se iría.

Ya con el segundo y tercero no sentía nada, movía su cadera en busca de más contacto ya que los intrusos urgaban en su interior.

El miembro de Zaphiri volvió a palpitar de dolor, necesitaba poseer el cuerpo de su jefe retiró sus dedos y separó más las piernas del castaño.

Colocó su miembro en la dilatada entrada y de una sola estocada entró, abriendo a su paso las paredes anales que se contrajeron por el tamaño que poseía aquel pene hinchado.

Krest ahogó un gemido mordiendose sus labios y aferrandose a la madera de su escritorio.

Su pelvis empezó con los primeros movimientos lentos pero profundos, el cálido interior lo rodeaba y trataba de no terminar con sólo un par de embestidas.

- Muévete más rápido Zaphiri. Gruñó entre molesto y con un gemido ya que la pasión comenzaba a desbordarse.

El pelinegro negó con su cabeza ya que su jefe ni porque estaban teniendo sexo cambiaba su actitud huraña pero eso sólo lo incentivó a hacérselo de una forma salvaje que juraría por lo más sagrado lo haría gritar de placer.

Tal como se lo pidió Krest comenzó a un ritmo más rápido y sensual donde se concentró en buscar su punto erógeno que no tardo tanto en encontrar.

Haciendo que la espalda del castaño se encorvara e incrustara sus uñas en la reluciente madera barnizada.

Ese sonido seco cuándo entraba sin inclemencia alguna arremetiendo con fuerza en ese estrecho canal lo tenían al borde de la locura.

Sus cuerpos parecían encajar perfectamente, Krest se movía al compás de sus embistes gimiendo sonoramente.

Su objetivo se cumplió ya que su jefe pedía por más.

Nunca creyó que el torpe de su asistente fuera tan bueno en ésto, la forma que lo sometía contra su escritorio tocando su próstata una y otra vez de forma ruda.

Su pene húmedo chocaba contra la madera, su cavidad anal se contraía y sus piernas comenzaban a flaquear.

El orgasmo estaba más cerca, sus cuerpos exigían liberar todo ese libido contenido, volvió a atacar la nuca dejando besos húmedos y en la piel que tenía a su alcance.

Un par de embestidas más y todo culminaba entre los amantes.

Las paredes anales se contrajeron apretando su miembro haciéndolo jadear mientras su semen bañaba todo el interior.

El castaño al sentirse lleno con la esperma de Zaphiri fue inevitable que también tocará el cielo manchando el piso con su orgasmo.

Su respirar era agitado y el pelinegro tomó del mentón a Krest para darle un último beso.

Con sumo cuidado sacó su pene del interior de su jefe.

Las piernas del castaño temblaban porque aún no se recuperaba del anterior encuentro, parecía Bambi cuándo recién aprendió a caminar.

Zaphiri se vestía y de reojo miraba a su jefe notando como su semen salía de su cavidad anal para escurrir entre sus piernas.

Krest se apoyó en su escritorio ya que un leve dolor en su espalda baja se hacía presente.

Ya vestido el pelinegro se acercó al castaño que estaba de espalda, se agachó para limpiar con su pañuelo la evidencia de lo que hicieron.

Krest no esperaba que Zaphiri fuera atento pero lo dejó hacer sin decir nada.

Cuando su cuerpo se recuperó se apresuró a vestirse ya que era tarde y ambos debían descansar para llegar temprano como siempre a la oficina al siguiente día.

Mañana terminaría lo que dejó a medias por tener sexo.

Antes de que ambos salieran de la oficina Krest detuvo a Zaphiri.

- Lo que hoy pasó en éstas cuatro paredes nadie debe saberlo. Será nuestro secreto y si me enteró que lo divulgaste por toda la empresa date por despedido y con una mancha en tu expediente, me encargaré de que nadie te contrate en ningún otro lugar aparte de que vivas en la miseria. Más que amenaza parecía una sentencia de muerte por la expresión sombría en su rostro.

- Descuida Krest que éste secreto sólo será de nosotros dos, no pienso contarle a ninguno de esos chismosos lo que hicimos aquí en tu oficina. Me encantó disfrutar de tu cuerpo y espero se vuelva a repetir otra vez. Lo último lo dijo en tono seductor para al final guiñarle un ojo de forma coqueta.

El castaño no conocía esa faceta de Zaphiri pero terminó gustandole.

Sonrió de medio lado y caminó altivo pasando a un lado del pelinegro, a seis pasos se detuvo sin girarse.

- Ya lo veremos Zaphiri, ya lo veremos.

No dijo más y siguió su camino para salir de la empresa mientras el pelinegro sonreía viendo como el auto de su jefe se perdía en la lejanía.

Roces sutiles mientras le llevaba cualquier documento para que firmará, miradas coquetas le dirigía al leer su agenda y su voz seductora cuando le informaba sobre una llamada.

Krest quedaba más encantado al ver esa faceta de Zaphiri ya que no creía que la torpeza que mostraba en un principio se transformará en una seductora, tal parecía que la mantenía oculta ese escorpion.

Pero....

Esa oficina sería sólo para ellos dos cuando los demás se retiraran a sus hogares.

Con el tiempo se definiría si sólo es atracción sexual lo que sienten o hay algo más.

Su Jefe aquel que complacería para derribar todas sus barreras y se deshaga en sus brazos por las caricias que le haría de ahora en adelante hasta que Cronos lo dictamine.









❄🦂❄🦂❄🦂








Hola mis bellos lectores espero que les haya gustado este one-shot 😄.

Siento que tarde mucho en escribirlo pero por cuestiones personales hicieron que mis ánimos se fueran al más allá y mi inspiración se esfumara por varios días hasta que sentí el ánimo de retomar la escritura.

Dejen su comentario para saber que tal les pareció el ZaphirixKrest 🙈.

Sin más me despido.

Atte. Skarlet Antares ☠🦂❄💙

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