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Hybrid Part 2

Advertencias: Sexo a full con una sorpresita rikolina que espero la disfruten mucho, en especial la señorita que me pidió ésto 😏🔥







Era una tarde agradable, la primavera recién había comenzado, las flores con sus hermosos pétalos de colores traían consigo vivacidad y alegría, el canto animado de los pájaros, las hojas verdes de los árboles, Dégel se encontraba sentado en la parte trasera de la mansión leyendo un libro, su espalda recargada en el grueso tronco de un árbol, amaba la tranquilidad, pero dicha tranquilidad y armonía se vio interrumpido por un revoltoso Kardia, mechones rebeldes escapando de su coleta baja ya que venía corriendo, tal vez huyendo nuevamente de sus deberes, revoloteó a su alrededor, como siempre molestándolo, justo estaba por levantarse cuando se sentó frente suyo mirándolo con coquetería, últimamente se comportaba así, no sabía que bicho le había picado pero su intensa mirada le incomodaba, se volvió más atrevido y desvergonzado con él, trató de incorporarse e irse a la biblioteca para continuar leyendo, pero la mano de Kardia se posó en su rodilla ejerciendo una leve presión.

- No te vayas.

Hizo un puchero para que funcionara su chantaje, el híbrido estaba por refutar cuando sus fosas nasales captaron el suave aroma de manzanas y canela que provenían de la piel morena, inhaló suave e imperceptiblemente aquel dulce aroma, tan tentador y embriagante como Kardia, sus pupilas se dilataron, sus colmillos picaban y en su vientre bajo un calor se instaló, reaccionó al darse cuenta de que quería saltarle encima al revoltoso peliazul y poseerlo ahí mismo, se levantó abruptamente y corrió hacia la mansión. La sensación de aquella mano, el fantasma de su toque seguía presente, aunque el pantalón impedía un contacto directo con su piel podía sentir lo cálido que seguía estando la piel de su rodilla, se encerró en su habitación para no salir de ahí hasta la mañana siguiente y eso que fue obligado a bajar a desayunar.

Todo el día se la pasó siguiendo a Kardia, incluso entró a su despacho y se sentó en un sofá sólo a observarlo intensamente, nunca apartó su mirada de todo lo que hacía y por primera vez logró incomodar al revoltoso peliazul. Tal vez Dégel no se daba cuenta de sus acciones, creía era normal perseguir a su "amo" pero, para Kardia, Dégel actuaba extraño, todo lo que hacía era tan raro, en primera porque siempre huía ó rechazaba su presencia, en segunda no toleraba su lado juguetón e infantil, mucho menos sus bromas, tercero lo trataba con una indiferencia del tamaño de un muro de hielo, ¿Que pasó para que cambiara de la noche a la mañana? Lo dejó pasar, tal vez al siguiente día todo volvería a la normalidad, qué equivocado estaba, todo fue de mal a peor, ese cubo de hielo con patas era una caja de sorpresas!!. Como era rutina desde que el híbrido llegó a su vida, estaba por tomar su desayuno, todo bien hasta ahí, el peliverde aún no bajaba, lo más raro de todo fue cuando llegó y se sentó en la silla que estaba cerca suyo, cuando siempre usaba las más alejadas de la grande mesa, transcurrió tranquilo el desayuno ó casi tranquilo debido a la intensa mirada que cada cinco segundos le dirigía su híbrido, ya lo tenía pensando qué carajos le pasaba, confundido estaba con esa nueva actitud, mirando un punto muerto del comedor no se dio cuenta cuando se levantó el peliverde y se sentó en sus piernas comenzando a restregar su esponjosa cola por todo su rostro para llamar su atención y vaya que lo consiguió, se llevó un susto que casi siente su corazón detenerse, por más que rogó, imploró que se bajara de su regazo éste se negaba a hacerlo, quería llorar, ahora sabía lo que los demás sentían cuando tenía la misma actitud de Dégel, le costó mucho convencerlo y al final lo consiguió pero ahora los delgados brazos se habían aferrado a su cuello como si fuese una garrapata, su cuerpo tembló al percibir besos en la parte trasera de su cuello, debía quitárselo pero ya!! Gritó a todo pulmón, llamando a su mayordomo, éste llegó rápidamente, ordenó que le trajeran al médico de los híbridos lo más rápido posible, no podía aguantar tener pegado a su cuerpo a ese híbrido que comenzaba a tocar su cuerpo tan descaradamente. Una hora después el carruaje se detenía en la entrada y dos adultos mayores descendían con prisa, los gritos de Kardia se podían escuchar, sentado en el sofá el señor de la casa trataba de quitarse a un empalagoso Dégel que no paraba de restregar su cabeza en su pecho además de intentar morderlo en el cuello para marcar lo que consideraba era de su propiedad, el médico sin que le explicaran todo lo sucedido supo de inmediato lo que le sucedía al híbrido.

- Doc, ¿Qué rayos le sucede a éste zorro? No ha dejado de intentar morderme además de tocarme. Sólo quiero quitármelo de encima, no importa cuánto dinero sea, sólo hágalo para que pueda estar un rato en paz.

Usando sus manos Kardia detenía las contrarias que querían tocar más abajo de su abdomen.

- Su híbrido está en celo.

Intentó acercarse a Kardia pero un gruñido de advertencia y las afiladas uñas listas para atacar confirmaron su otra sospecha.

- Y al parecer quiere aparearse con usted, no puedo hacer nada joven señor, sólo deje que pase los tres días que le quedan de celo y volverá todo a la normalidad, es su decisión si desea pasarlos con su híbrido. Con su permiso me retiro.

Tras hacer una reverencia el médico se fue, Kardia maldijo por lo bajo ¿Ahora que debía hacer? Encerrarlo en su habitación era la mejor opción, a base de engaños convenció a Dégel de ir a un lugar más "privado", el deseoso zorro accedió y al llegar a la puerta de la recámara el peliazul fingió que iba a besarlo y lo tomó de la delgada cintura, antes que los brazos se aferraran a su cuello lo empujó adentro y cerró de inmediato con llave. Dégel estaba más que sorprendido, había sido rechazado, lejos de enojarse sonrió traviesamente.

- Oh Kardia, ésto te costará muy caro.

Negó divertido, se desprendió de toda su ropa y sólo se dejó la camisa que pertenecía a Kardia, aquella que le fue dado el mismo día que llegó a esa mansión, las pupilas violetas estaban dilatadas y sólo una línea vertical se podía divisar, se sentó en su cama esperando paciente a que su presa esté indefensa.


La noche había caído, todos en la mansión ya descansaban, Kardia tras todo lo sucedido y el trabajo que se le acumuló lo dejaron agotado tanto física como mentalmente, cayó en un sueño profundo en cuánto su cuerpo sintió la suavidad de la cama. El único que seguía despierto era Dégel, quien esperaba impaciente que todos estuvieran en un sueño profundo para así salir por el balcón, ambas habitaciones la tenían y la distancia de uno con el otro sólo era de dos metros, nada difícil debido a su naturaleza ágil, digno de un zorro, saltó grácilmente y sus pies descalzos tocaron de inmediato el frío piso, las puertas del balcón estaban entre abiertas, sigiloso entró, todo estaba a oscuras, la tenue luz de la luna ayudaba a iluminar la habitación, las sábanas estaban tiradas en el suelo, Kardia soltaba ronquidos y estaba desparramado en la cama, se acercó a ésta comenzando a desprender los botones de su camisa blanca que le llegaba a mitad de sus torneados muslos, trepó por el suave colchón, gateando hasta quedar entre las piernas abiertas del dormido Kardia, arqueó una ceja al notar que su presa sólo usaba su ropa interior para dormir, mostrando mucha, demasiada piel, eso en parte lo hacía enojar, NADIE, tenía el derecho de verlo así mostrando su desnudez, pero la ventaja aquí era que facilitaría su trabajo, tomó una pierna y la colocó en su hombro, acarició todo el grueso muslo, aspirando su aroma tan adictivo para su olfato, sus colmillos picaban queriendo morder la suave piel, no se contuvo más, dejó suaves mordidas a lo largo de su muslo interno y pantorrilla, suaves quejidos emitió el dormido peliazul más no se movió de su posición, continuó roncando.

Las manos del híbrido fueron hacia la ropa interior, usando sus afiladas uñas y un poco de fuerza rompieron con facilidad la tela, dejándolo expuesto a su mirada depredadora, se deleitó con la maravillosa vista de sus fuertes brazos, hombros anchos, abdomen definido, esa cintura que sus piernas desean rodear con fuerza, continuó su inspección hacia los gruesos muslos pero lo que más le encantó fue la pelvis con un caminito de vello púbico y si seguía la dirección de aquel caminito lo llevaba a ese pene gordo y a pesar de no estar erecto poseía un tamaño considerable, continuando su recorrido observó los testículos suaves y redondos que deseaba chupar, pero lo que más acaparaba su atención era ese pequeño agujero que se escondía de su mirada. El castigo de Kardia por encerrarlo recién comenzaba, lamió toda la palma de su mano y sus largos dedos rodearon el pene del dormido hombre que estaba ajeno a lo que le pasaría, empezó a bombear de arriba hacia abajo causando que se removiera y balbuceara entre sueños, sin detenerse y temer que despertara en cualquier momento continuó masturbándolo hasta lograr estuviera semi erecto, un nuevo jadeo y aceleró sus movimientos causando que líquido pre seminal expulsara el glande, el pene palpitaba en su mano y las venas ya se marcaban por todo el tronco, las manos morenas se aferraron a la almohada, espasmos en todo su cuerpo indicaban que estaba por llegar a su orgasmo, detuvo todo movimiento y recibió un gruñido como queja, por supuesto que estaba castigándolo, no premiándolo, lamió tres de sus dedos hasta dejarlos húmedos de saliva, los dirigió a ese pequeño lugar escondido entre las nalgas morenas, el primero comenzó a tantear la entrada haciendo círculos alrededor del agujero cerrado hasta que sin dificultad logró entrar a las estrechas pero cálidas paredes anales, siguió moviendo su dedo haciendo suspirar a Kardia y su cuerpo reaccionando favorablemente a la intromisión, cuando estuvo más suelto la entrada el segundo dedo logró adentrarse, ésta vez haciendo movimientos de tijera para expandirlo, jadeos salieron de la boca de Kardia quien sorprendentemente aún seguía dormido a pesar de estar preparádondolo para aparearse con él.

El tercer dedo expandió más el anillo de carne, para que pudiera recibir sin problemas la larga y erecta longitud de Dégel, las cristalinas gotas de pre semen caían hacia las finas sábanas rojas formando una pequeña mancha, los dedos entraban y salían simulando embestidas, temblores se presentaban en el cuerpo debajo suyo, tal vez porque cuando entraba en esa húmeda caverna tocaba una pequeña protuberancia y Kardia reaccionaba ante ese estímulo adicional, no pudiendo resistir más tiempo retiró sus dedos de golpe, un erótico gemido escapó de esos tentadores labios entre abiertos, su pene palpitante tenía el glande rojo, señal de estarse conteniendo desde hace mucho tiempo y no era para menos, desde que Kardia lo encerró su celo empeoró, deseando cuánto antes aparearse con el dueño de sus deseos más primitivos y ahora que lo tenía a su merced, con su agujero que palpitaba, incitándolo a poseerlo, alineó la punta y se enterró de una sola estocada, las paredes se cerraban alrededor de su dura longitud, apretándola deliciosamente, comenzó con las embestidas rápidas y profundas, esa sensación que lo rodeaba, lo estimulante que era estar rodeado de calidez.

- Qué mierda.

De repente una voz sorprendida se escuchó en la silenciosa habitación, el híbrido creía que nunca se despertaría pero al parecer cuando lo penetró su sueño se esfumó y tardó en reaccionar. Estaba en lo correcto, Kardia tardó en procesar lo que ocurría cuando entró en su campo de visión y gracias a la luz plateada de la luna el rostro de Dégel, además de sentir cómo era penetrado sin contemplación alguna. Estaba por reclamar nuevamente pero un sonoro gemido escapó de su garganta al ser tocado su próstata en una de las tantas arremetidas desenfrenadas.

- Maldita seas Dégel, ésto me lo cobraré y no tendré piedad, te odio, carajo.

Sus manos se aferraron a las sábanas y sus labios se apretaron para acallar todos esos vergonzosos sonidos, no le daría el gusto a ese zorro astuto.

- El odio es mutuo.

La voz ronca de Dégel envió un escalofrío por toda la columna vertebral de su amante. De forma sensual se retiró la blanca camisa que era de Kardia y la arrojó al suelo, se inclinó para lamer el cuello sudoroso de Kardia y enterrar sus colmillos en la clavícula izquierda, un gemido de dolor escuchó, el sabor metálico de la sangre invadió su boca, aceleró sus movimientos, manos ajenas aferrándose a su espalda, sabía que no aguantaría mucho, estuvo conteniéndose por horas, sólo era cuestión de unas estocadas más y llenaría con su esencia ese interior que reclamaba como suyo, de su propiedad, las uñas de Kardia se enterraron y bajaron por toda su espalda, gruñó de placer, fue el estímulo necesario para finalmente llegara a su orgasmo y derramar todo su semen dentro de las ardientes paredes anales, su fuerte respiración resonaba en las cuatro paredes, retiró su pene y vio como hilillos blancos comenzaban a salir por la maltratada entrada. Una mano lo empujó y su mundo se vino abajo, su espalda tocó la suavidad del colchón, un Kardia viéndolo desde arriba con una sonrisa arrogante.

- Vaya, vaya. Alguien aquí disfrutó hasta el final, pero por si no te diste cuenta yo estoy lejos de acabar.

Dégel dirigió su mirada a la mano morena que masajeaba el pene erecto, venas hinchadas y lleno de fluidos transparentes. El híbrido sonrió y abrió sus piernas, dejando expuesto su agujero que palpitaba.

- Soy todo tuyo, no necesitas prepararme, sólo reclama lo que te pertenece.

Dos de sus finos dedos abrieron la rosada entrada, la cuál había preparado con anticipación, Kardia bufó divertido.

- Cariño, no tendré piedad contigo, te mataré de placer.

Alzó las dos largas piernas y se las echó en sus hombros, su pene se enterró profundamente sin importarle que los dos dedos seguían estirando ese anillo de carne, la humedad y calidez lo recibió, era el puto paraíso, su gruesa longitud la sacó por completo para luego entrar tan profundo, repitió la acción muchas veces, luego los movimientos se volvieron lentos, tortuosos, evitando a toda costa no tocar su punto dulce, era una forma de venganza hacia Dégel, el cuál su rostro reflejaba exasperación, le sonrió divertido, verlo así de desesperado por sentir placer era digno de retratar en una pintura.

- No me mires así, te dije que te mataría de placer jajaja.

Si las miradas mataran, ya estaría muerto en ese momento.

- Eres un idiota. - Escupió con enojo el híbrido.

- Eso ya lo sé. - Le restó importancia con sus manos.

- Te odio.

Pffft. ¿Es enserio? ¿Acaso ya no tenía otro tipo de palabra más ofensiva? Pensó el moreno.

- Dime algo que no sepa, zorro pendejo. - Volvió a burlarse de él, le encantaba molestarlo, era su pasatiempo favorito.

- Jódeme, fóllame ó como quieras llamarle, sólo muévete con un carajo!!

Ya que lo pidió de esa manera, quién era él para negarse a su petición, después de todo se divirtió un poco sacando de sus cabales al híbrido, era momento de volver a la acción, volvió a penetrarlo con fuerza, tocando la pequeña protuberancia cada que la cabeza de su pene entraba en las húmedas paredes anales, el sonido de sus testículos chocando con las redondas nalgas creaban el ambiente erótico perfecto, los gruñidos de Dégel, como sus uñas rasgaban la fina tela de su cama, sabía que lo estaba matando de placer, así quería tenerlo desde un principio, abierto de piernas para él, convirtiéndolo en un desastre de gemidos, en un punto dado cuando devoró con su boca los rosados pezones el temblor en el esbelto cuerpo y un gemido alto brotó de esa boquita abierta, sonrió satisfecho por su nuevo descubrimiento, un punto erógeno en el híbrido. Atacó sin piedad los dos pequeños botones hasta que cambiaron a un rojo escarlata por las mordidas sin detener sus movimientos de pelvis, las paredes anales se contrajeron por el doble estímulo que recibía, en cuestión de segundos el pene de Dégel expulsó toda su esencia manchando el abdomen de ambos, Kardia estaba lejos de terminar, tenía una alta resistencia y le daría una lección a ese zorro de cómo usar bien el pene y no venirte tan rápido.

Sin darle un respiro al peliverde manipuló fácilmente el esbelto cuerpo, dándole la vuelta lo colocó en cuatro y alzó su cadera para que sus nalgas quedaran a la altura de su pelvis, separó cada redonda mejilla y se deleitó con la vista, su agujero de color rojo y abierto, esperando con ansias su polla. El rojo ha sido su color favorito desde siempre y ahora quería manchar todo ese lienzo de color blanco a todas las tonalidades de rojo, no quedaría ni un rincón sin pintar. Primero fue por sus glúteos, firmes y suaves, alzó su mano y la estampó con fuerza en la derecha, el golpe seco resonó en la habitación, seguido de otro, ésta vez en la izquierda, un gemido mitad dolor, mitad placer hizo eco e incentivó a Kardia azotar la piel del híbrido tiñéndola de rojo, tras quince azotes en cada uno, además de tirar con fuerza de la esponjosa cola, consiguiendo un grito por demás excitante. Su obra de arte apenas comenzaba, se dirigió a la nuca de Dégel succionando la húmeda piel y mordiendo, ganándose un gruñido necesitado y sus nalgas restregándose descaradamente en su pene, lo ignoró para continuar en la espalda usando el mismo método anterior, mordiendo cada tramo de piel, succionando con fuerza hasta convertirse en un rojo oscuro, incluso sus nalgas se llenaron de mordidas, unas que otras sangraban levemente, Kardia quedó satisfecho con el resultado final, el lienzo que era de un blanco puro ya no lo era más.

Las piernas de Dégel temblaban, no pensó que Kardia sería tan salvaje, pero no negaba que le encantó sentir dolor, fue tan placentero que eyaculó por segunda vez y sin necesidad de tocarse. Sus brazos cedieron, su torso se desplomó en la cama y sus nalgas quedaron expuestas a la mirada lujuriosa de Kardia, aún había pequeños espasmos recorriendolo de la cabeza a los pies, sintió como unas grandes manos separaban sus glúteos y algo duro y grueso se restregaba descaradamente en medio de éstas, el fuerte torso moreno pegándose en su húmeda espalda, finalmente tendría lo que tanto deseaba, el pene de Kardia abriéndose paso en sus entrañas, llenándolo completamente, el ritmo de las embestidas volvió con más brutalidad que antes, las manos se aferraron fuertemente a sus caderas y estaba seguro quedaría plasmado los dedos, no le importaba, es más le agradaba seguir siendo marcado por Kardia, ser poseído a cada hora, todos los días sin importar el lugar donde se encuentren, sentirse satisfecho al estar lleno su interior con el semen de su amo y quedar encinta. No estaba pensando racionalmente, su lujuria y anhelo hablaba por él mismo, sin duda eso no lo diría estando en sus cinco sentidos.

Los gemidos de Dégel iban en aumento, su olor natural que antes era sutil, al punto de pasar desapercibido estalló por toda la habitación, frutos rojos del bosque, el aroma era tan embriagante y seductor al olfato de Kardia que como si fuese un afrodisíaco su libido aumentó y el pene que arremetía sin piedad aquel maltratado interior creció en grosor y tamaño, las embestidas eran constantes y bestiales, no le daban tregua a la próstata del híbrido, el sonido acuoso cada que entraba y salía, además del choque de los testículos contra las rojizas nalgas, la esponjosa cola fue jalada de nuevo, eso arrancó un grito roto de placer, Kardia sonrió por su nuevo descubrimiento, al parecer la cola era otro estímulo en el híbrido, continuó torturándolo de esa forma en cada profunda estocada, llegó un punto donde los gritos se podían escuchar por toda la mansión y eso alertó a todos los sirvientes pero sabían que eso pasaría después de toda la atracción que ambos tenían el uno para el otro, ellos lo notaban, sólo que esos dos eran tan orgullosos y testarudos que nunca lo admitirían, que hicieran eso era un gran paso en su relación. Esperaban que esos tres días de celo los uniera para ser una pareja consolidada.

Dentro de la habitación todo era pasión y desenfreno, los constantes golpes de pelvis contra las muy maltratadas nalgas eran su perdición y adicción, le encantaba ese erótico sonido, las múltiples marcas de posesión decoraban el cuerpo de Dégel, las finas sábanas estaban rasgadas, pero eso era lo de menos, sentir como se contraía de nuevo las paredes anales cada que arremetía con fuerza, faltaba poco para que Kardia llegara a su primer orgasmo, lo había pospuesto por mucho tiempo, no sabía si había pasado una hora o más, perdió la noción del tiempo al tener su pene enterrado en lo profundo de las entrañas de su híbrido, las inconfundibles sensaciones al estar más cerca de expulsar su semilla, todo su ser vibrando y su pelvis alojando ese calor bien conocido para él lo tenían como un desquiciado embistiendo, un poco más, sólo un poco más. El grito de Dégel y por tercera vez había manchado las sábanas con su espeso semen, las paredes se apretaron alrededor de él impidiéndole avanzar, todo se contrajo a su alrededor y eso ayudó a derramarse de forma abundante dentro de Dégel que volvió a gemir ésta vez de felicidad por recibir el semen de su amo. Aunque haya eyaculado, su pene continuaba manteniendo firmeza, la erección no bajaba, sabía muy bien que probando una vez aquel delicioso cuerpo del híbrido se volvería una bestia insaciable, aprovecharía muy bien esos tres días de celo. Manejando nuevamente con facilidad el cuerpo de su amante tal como si fuese un títere, lo volteó para que quedaran cara a cara, abrió sus piernas y de nuevo se posicionó en medio de éstas, la punta de su pene listo para ultrajar la aún dilatada esfínter.

- Nunca apartes tu mirada sobre mí, quiero que observes como te follo sin descanso, me satisfago con tu cuerpo toda la noche sin detenerme. Si no lo haces te castigaré y te enseñaré a obedecer a tu amo.

Y de un sólo empujón volvió a estar rodeado de calidez, el semen que aún estaba dentro de Dégel produjo un sonido sucio y vulgar de chapoteo, el híbrido no apartaba su mirada, se deleitaba con cada expresión que hacía Kardia, desde morderse los labios debido al placer que sentía cada que apretaba a propósito sus paredes anales a sonreírle con descaro y sacar su lengua para tentarlo a hacer algo que no lograba captar hasta ahora, Kardia al ver que su indirecta no funcionaba decidió que lo haría él mismo, se apoderó por primera vez de los rojizos labios de su amante, era la puta gloria finalmente probarlos, su lengua se adentró en esa ardiente cavidad bucal, saboreando cada rincón hasta que se encontró con la lengua contraria y empezaron una batalla donde ninguno se daba por vencido, los dos querían ganar ese extraño juego de dominio, ninguno cedía, la saliva se escurría de la comisura de sus bocas, se consideró empate cuando se separaron debido a sus pulmones exigiendo aire, un delgado hilo de saliva seguía manteniéndolos unidos, Kardia volvió a apoderarse de los rojos e hinchados labios del híbrido que aún no se recuperaba del anterior beso, robándole el aliento, arrasando con su poca cordura que le quedaba.

Dégel no supo como dejó de estar bajo el dominio de Kardia a estar encima de él, cabalgando sobre esa gruesa polla, entrando tan profundo en sus entrañas, tanto que hasta sobresalía la punta sobre su estómago, su mano tocaba donde se abultaba y eso le envió un delicioso escalofrío por toda su columna vertebral, su ritmo era intenso y salvaje, sus testículos y pene rebotaban sobre el marcado abdomen moreno, su punto dulce siendo tocado constantemente, tan rico, tan delicioso, sus uñas se clavaron sobre el pecho, dejando delgadas líneas de sangre donde bajaba rasguñando.

Y nuevamente se perdieron en el placer, sus sentidos nublados por los diferentes aromas mezclados en la habitación, no eran conscientes si era las primeras horas de la mañana, la tarde ó noche, para ellos lo importante era saciar sus deseos, invirtiendo los roles, dominar y ser dominado. Ya para el cuarto día la habitación estaba sumido en el silencio total, ya no había gemidos y maldiciones, ni gruñidos ó gritos, en la cama yacían dormidos profundamente Kardia y Dégel, el último lucía cómodo sobre el pecho moreno, sus piernas enredadas con las del contrario, poco a poco el peliazul comenzó a abrir sus ojos, sentía su cuerpo pesado, un poco dolorido, su mente perezosa no procesaba todo lo que ocurrió en esos tres días pero cuando empezó a mirar su entorno, de ser consciente de la otra acompasada respiración sobre su erguido pezón y el peso extra casi encima de él fue que se atrevió a mirar hacia abajo. Totalmente desnudos, sin ninguna sabana que los cubriera, el cuerpo del híbrido lleno de marcas que sabe muy bien son de su autoría, la bruma del sueño se fue completamente, ahora sí que recordaba lo que hicieron, las posiciones que más los volvían locos de placer, mierda, su mente ya era un caos total para cuando Dégel despertó y bueno, también se sorprendió por la sugerente posición en la que se encontraba, además de venir a su mente todo lo que le hizo a Kardia desde que comenzó su celo, sin importarle estar desnudo huyó de la habitación para encerrarse en la suya y no salir lo que restó del día, el confundido noble hizo lo mismo, ambos tenían sentimientos encontrados, no sabían como manejar ésta situación de ahora en adelante, no querían verse a la cara hasta que se olvidaran de todo lo sucedido porque sólo les rondaba en su mente una sola pregunta.

¿Qué somos ahora?

Así pasaron los días, no se dirigían la palabra, se evitaban a toda costa, no podían estar en el mismo lugar porque se ponían incómodos y aunque sólo fuese un saludo normal de buenos días nada les salía de la garganta optando por salir rápidamente, Kardia se encerraba en su despacho y hasta en la noche sólo iba directo a su habitación, en todo el día no probaba bocado alguno, su apetito se había reducido a nada, todo le daba asco, el té es lo único que su estómago toleraba. Dégel por su parte se encerraba en la biblioteca para no tener que enfrentar sus sentimientos, se ha quedado dormido leyendo un libro, incluso el sueño lo ha dominado al punto de levantarse tarde, además que su apetito ha aumentado bastante, es una lástima que una hora después todo lo ingerido sea devuelto por su estómago, las manzanas son el único alimento que no ha vomitado, ha llegado a comerse en un día hasta doce apetitosas manzanas, sus síntomas sabe perfectamente son los de un embarazo, no es tonto, sabía que pasaría eso, era inevitable y ahora estaba emocionado, feliz pero también ansioso, Kardia sería padre y no tenía el valor para decirle que en su vientre crecía el heredero de los Scorpius. Tal vez podría mantenerlo en secreto unos meses más, antes de que empezara a notarse, huir de aquella mansión no parecía mala idea, podría ser otra opción que no descartaba por si seguían así de tensas las cosas.

La tarde estaba llegando, el peliazul había terminado temprano sus deberes y ya estaba aburrido de estar encerrado en su despacho por lo que un tanto ansioso se levantó rápidamente pero al instante se arrepintió de hacerlo porque un ligero mareo lo invadió, se apoyó en su escritorio y al cabo de un minuto se le pasó, Kardia lo atribuía al no estarse alimentando adecuadamente, en su defensa es que no tenía mucho apetito y cualquier aroma le produce náuseas, a paso lento se dirigió a la cocina para pedir algo ligero de comer, las sirvientas se alegraron al ver a su amo salir de su cueva, extrañaban sus berrinches y quejas mañaneras para no trabajar en papeleo aburrido, sus bromas de mal gusto y su comportamiento de un niño para pedir postre. Felices se dispusieron a prepararle lo que se le antojaba, ni cinco minutos habían pasado cuando sintió un tirón en su vientre bajo, el dolor era tolerable, sí le dolía pero nada que no pueda ignorar y continuar bromeando, el delicioso aroma a comida inundó la cocina y entraron por sus fosas nasales que de inmediato le causó las conocidas náuseas, se levantó abruptamente, dispuesto a retirarse antes de vomitar ahí mismo, fue mala idea nuevamente, el mareo lo atacó y ésta vez con mayor intensidad, a duras penas logró estabilizarse, su cabeza daba vueltas, tenía que irse de inmediato, dos pasos fueron los únicos que dio antes de desmayarse y caer al frío piso, las sirvientas se asustaron por el fuerte impacto que escucharon y ver a su amo tirado en el suelo.

Dégel se encontraba buscando a Kardia desde hacía un buen tiempo, empezó desde el despacho pero no estaba, la habitación vacía, siguió buscando en los lugares que más frecuentaba, incluso la biblioteca pero nada, volvió de nuevo al punto de su búsqueda, el despacho, finalmente estaba decidido a darle la noticia que estaba embarazado, no quería esperar un día más, no importaba la respuesta que le diera Kardia, se iría lejos donde no fuese encontrado él y su hijo, su desarrollado olfato percibió el dulce aroma de las manzanas que desprendía el cuerpo del moreno, se fue guiando por el aroma hasta la cocina, el lugar menos improbable donde podría encontrarse Kardia, pero a unos cuantos pasos de llegar los gritos desesperados de las sirvientas llamando al mayordomo lo pusieron en alerta y más con la mención del amo de la casa, apresuró sus pasos sólo para encontrarse con la imagen de Kardia tendido en el duro suelo, sin reaccionar, las mujeres parecían asustadas al ver que hacían de todo por despertarlo, preguntó qué había pasado pero ninguna le respondía, tuvo que tomar riendas en el asunto, en cuanto llegó el mayordomo ordenó mandar a traer al médico con urgencia mientras pedía a las sirvientas hacer té y llevar un cuenco con agua además de toallas limpias, en lo que él se arrodilló y un brazo lo pasó por el cuello del moreno y la otra entre sus piernas, se aseguró de tenerlo bien sujetado para luego incorporarse y caminar hacia la habitación, en cada paso que daba comenzó a notar lo delgado y demacrado que lucía, su peso no era el mismo de hace un mes cuando pasaron el celo juntos, Kardia empezó a removerse entre sus brazos soltando quejidos, en cuanto llegó a la habitación lo depositó con sumo cuidado sobre la cama, un nuevo quejido salió del inconsciente hombre, ésta vez su mano se posó sobre su vientre, ejerciendo una ligera presión dando a entender donde se originaba el dolor. Dégel quería hacer algo por él, pero no sabía como ayudarlo, se sentó a su lado y empezó a acariciar los rebeldes cabellos azules también susurró palabras reconfortantes al oído, al parecer surtió efecto, a los minutos se tranquilizó para quedarse quieto, no sabía cuanto tiempo transcurrió pero jamás se apartó de Kardia hasta que el médico llegó y le pidió salir de la habitación para revisarlo adecuadamente, fueron treinta eternos minutos que pasaron hasta que el doctor dejó pasar al mayordomo, las sirvientas y el híbrido, lo que diría era importante y debían saberlo todos por igual, los cuidados que debía tener Kardia de ahora en adelante. Estando todos adentro y alegrándose internamente que su amo estuviera despierto se formaron en una fila esperando que el doctor se dejara de darle vueltas al asunto.

- Bien. De acuerdo a los síntomas que me ha descrito el joven amo y el desmayo que ha sucedido el día de hoy. Además que hice un chequeo minucioso a su cuerpo he llegado a la conclusión de que tiene aproximadamente un mes de embarazo. Felicidades señor Kardia, lleva a su próximo heredero en su vientre.

Todos se quedaron con la boca abierta y un peliverde en especial quedó paralizado con la noticia, la sonora carcajada de Kardia lo sacó de su trance.

- Doc, basta de bromas. Es imposible que esté embarazado. No lo dudaría de ese idiota. - Señalando a Dégel. - Pero yo no soy un híbrido, es imposible, ya dígame en verdad lo que tengo.

Se cruzó de brazos y desvió su mirada molesto.

- No es una broma, estoy diciendo la verdad. ¿Acaso su madre no le dijo que usted es un doncel?.

- ¡¿Qué!?. - Ahora sí que se giró para mirar al viejo médico de la familia.

- Sí, usted es un hombre con la capacidad de concebir. Desde su nacimiento sus padres lo sabían, su madre fue tan despistada que se le olvidó ese importante detalle y no me sorprende, pero su padre, de él jamás esperé que no le haya mencionado nada cuando tuvo la edad adecuada para saberlo. Ahora con su embarazo y añadiendo su enfermedad del corazón deberá tener mucho más cuidado, alimentarse adecuadamente, le daré a sus sirvientes la lista de los alimentos que consumirá a partir de ahora y que podrá tolerar su estómago, también unas vitaminas para mantenerlo fuerte, olvídese de hacer fuerza excesiva, que nada lo estrese o moleste porque puede afectar a su hijo y perderlo antes que nazca.

Jamás se esperó tal revelación, Kardia esperaba un hijo suyo y él también llevaba uno en su vientre, su mundo se oscureció repentinamente y a lo lejos pudo escuchar su nombre viniendo de un ¿asustado Kardia?, el grito de las sirvientas fue tan lejano. Tantas emociones en un día le habían pasado factura, pero el detonante para su desmayo fue la noticia de que sería padre. Para cuando despertó su vista primero se enfocó en su entorno, seguía en la habitación del amo de la casa, el médico no se retiraba aún, todos lo miraban preocupados, todos excepto uno que carraspeó para llamar su atención, hasta ahora se daba cuenta que estaban acostados en la misma cama, a su lado Kardia con los brazos cruzados lo miraba intensamente.

- ¿Hay algo que quieras decime amado Dégel?.

Por la forma en que dijo la palabra "amado" supo que ya lo sabía. El médico arruinó sus planes de hablar con Kardia tranquilamente y decirle su estado actual.

- Yo... Tú... - Porqué se le estaba haciendo difícil decirlo. En su mente todo era más sencillo y las palabras salían fluidamente.

- Habla de una vez, el embarazo ha hecho que mi paciencia sea nula. Sólo dilo, dí que también estarás gordo como una sandía dentro de unos meses.

Te odio Kardia. Pensó en su mente Dégel, con pocas palabras lo sacaba de quicio.

- Tu heredero crece en mi vientre. Seremos padres.

El médico que miraba el intercambio de palabras entre la pareja se atrevió a intervenir.

- Ahora que también sabemos el estado del señor Dégel igual deberá tener cuidados y alimentarse correctamente, al ser híbrido no corre tanto riesgo de sufrir un aborto pero de igual manera debe evitar la fuerza excesiva. Antes que despertara hice un chequeo minucioso a su vientre y ambos tienen un mes de gestación, estoy seguro que llegado el noveno mes los bebés nacerán en la misma fecha. De ahora en adelante estaré al pendiente de su progreso en el embarazo, cada mes vendré a hacerles una visita y evaluar que todo vaya correctamente hasta que llegue la hora del parto.

El médico hizo una reverencia y salió de la habitación, el mayordomo y las sirvientas le siguieron el paso, todos muy emocionados de que pronto habría niños haciendo mucho ruido por toda la mansión, se encargarían que sus amos, porque sí, también consideraban a Dégel como su otro señor de la casa ahora que sabían llevaba en su vientre al otro heredero de los Scorpius se sintiese cómodo y nada le perturbe, cuidarían de ambos para que sus embarazos sean llevaderos, alimentarlos sanamente y cumplir sus caprichos cuando tengan antojos. Cada uno con sus metas a seguir se dirigieron a sus deberes, mientras que humano e híbrido seguían dentro de la habitación sin saber qué decirse, ¿Incómodos? Lo estaban, continuaban semi recostados en la cama, mirándose como idiotas, pero Kardia rompió la conexión para acomodarse y taparse con las sábanas, dispuesto a descansar algunas horas antes de la cena.

- Duerme.

Y se giró, dándole la espalda al híbrido que se sorprendió por la orden dada, no lo corrió de su habitación, en cambio sólo dijo que durmiera con él a su lado, ésto era difícil de asimilar, aún sin poder creerlo todavía se acomodó para dormir, admirando la nuca y espalda de Kardia por última vez antes de cerrar sus ojos y caer en un sueño profundo.









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