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Especial 5k

Pareja:ZaphirixKrest y KardiaxDégel crédito a los autores de las imagenes
Advertencia:+18

Éste one-shot será diferente al manga, conforme vayan leyendo entenderán a lo que me refiero.

Sin más disfruten de la lectura 💙❄🦂










Zaphiri recibió la noticia de que su amado Krest era un doncel.

Pero lo que más le dejó en shock era que ahora después de esas entregas llenas de amor y pasión crecía en su interior un pequeño ser que les alegraría su vida.

Los dos primeros meses no había cambio alguno pero ya en el tercero se notaba un pequeño bultito en su vientre.

Feliz de que sería padre pensaba en quien se parecería de los dos.

La espera iba a ser larga pero cada mes que pasaba atesoraba cada momento al lado de su castaño y de ese pequeñito que pateaba a cada rato a su madre.

Algunas veces se iba de misión ya que Itiá se lo ordenaba pero no podía refutar nada ya que era el patriarca dejando sólo a su amado copero.

El día esperado llegó para ambos y ansioso esperaba noticias de la vestal que atendía el parto de Krest en el santuario.

- Es niño felicidades señor. Tras largas horas de parto al fin había nacido su pequeño que vino bajo el signo de escorpio sería un digno sucesor de su armadura.

- Mi pequeño Kardia. Susurró feliz aunque su amado no estaba de acuerdo con ese nombre que significaba "Corazón" Pero para él le gustó esa palabra en griego.

Fue en busca de su pequeño amor y lo encontró con su hijo en brazos.

La dicha de la pareja sería tan efímera para ellos ya que Itiá tenía otros planes con ese bebé.

El patriarca llegó cuando los padres primerizos miraban con ojos de amor a él pequeño que tenía poco cabellito en tono azulado, la piel ligeramente morena como el pelinegro, de sus ojos no sabían a quien heredaria el color pero eso no importaba.

- Krest entregame a tu hijo. En forma de ordén le pidió al castaño que no entendía nada.

- Pero porque Itiá?. Fue lo único que atinó a decir.

- No puedes hacerte cargo de él y yo como tu patriarca te ordeno que me lo des ya que tu deber es cuidar en Siberia el sello que mantiene dormido a los espectros así que yo me haré cargo de ese bebé. Con mirada dura le dio a entender que nada lo haría cambiar de opinión.

- No Itiá, es mi hijo y tú no puedes quitármelo porque si, te prometo que me lo llevaré conmigo a Siberia y eso no será obstáculo con mi deber. De sus ojos salían gruesas lágrimas.

- Pero que te pasa Itiá, Krest es tu amigo y no puedes hacerle esto, es nuestro hijo y tú no tienes derecho a quitarnoslo. No permitiría que su pequeño Kardia fuera arrebatado de los brazos de su acuario y con sus brazos lo rodeó de forma protectora.

- No me dejan opción. Soltó un suspiro y llamó a los guardias que esperaban la ordén de su santidad.

Itiá uso su poder con ellos paralizando sus cuerpos, no podían mover un solo músculo y el bebé empezó a llorar en los brazos del patriarca.

Quitó el poder ejercido en cuanto salió de la habitación y los guardias cuidaban a la pareja.

El corazón de Krest se rompió en mil pedazos tan sólo escuchaba como el llanto de su hijo iba escuchandose más lejos.

Aún con su dolor por las horas que pasó en labor de parto no le impidierón correr y golpear uno que otro soldado pero eran muchos que ahora lo retenian igual que a Zaphiri que luchaba por ayudar a su castaño a recuperar a su escorpioncito.

Se rindió y sólo gritó a Itiá que estaba a punto de desaparecer del pasillo.

- Su nombre es Kardia!!!. Sin fuerza alguna se dejó caer de rodillas llorando desconsoladamente unos brazos lo rodearón para que supiera que a él también le dolía mucho que le quitarán a su bebé que apenas unos minutos tuvieron la dicha de cargarlo.

No entendía la actitud de su amigo Itiá ese no era el noble caballero de libra que fue con anterioridad, era un completo desconocido para él, alguién que ahora abusaba de su puesto como patriarca cegado por el poder.

El bebé que llevaba en sus brazos dejó de llorar hace poco, saliendo del santuario se dirigió a la ciudad de Grecia para dejar al pequeño en una casa con una carta con el nombre que le puso su amigo, es lo menos que podía hacer pero no se arrepentía de lo que hizo.

El patriarca le prohibió a Zaphiri buscar a Krest que en cuanto lo vió mejor lo mandó a Siberia para que hiciera su misión de vigía.

El castaño se culpaba de no ser lo suficientemente fuerte para impedir que se llevarán a su Kardia, su escorpión lo visitaba cada que podía ya que el patriarca lo tenía vigilado pero sus amigos Ilias y Lugonis lo cubrían para que escapara y fuera a su encuentro.

Los meses pasarón lento para la pareja que poco a poco iban sanando sus heridas, casi un año pasó desde aquel día.

Desde ese entonces no habían vuelto a tener intimidad pero Krest se sentía listo de volver a hacer el amor con su escorpión negro que esa noche prometió ir a verlo.

En cuanto Zaphiri ingresó a la pequeña cabaña fue recibido por un salvaje acuario que saltó enredando sus piernas en la cintura del escorpio y devorando su boca.

Con su pequeño aferrado a su cuerpo cerró la puerta de entrada y en el sofá darían rienda suelta al amor.

La ropa desapareció en un instante, las caricias no se hacían esperar.

Estaban necesitados de volver a unir sus cuerpos en uno sólo.

Preparó la entrada del castaño que era un mar de gemidos por aquellos intrusos hurgando en su interior.

El nombre de Zaphiri lo repetía una y otra vez aferrandose a la ancha espalda enterrando sus uñas.

Retiró sus dedos y colocó en la dilatada entrada su pene que poco a poco se iba introduciendo hasta que desapareció por completo.

Esperó a que su amado diera la indicación que podía seguir.

Un par de minutos pasaron y éste movió su cadera dándole a entender que podía moverse.

Un lento vaivén de caderas comenzó que conforme pasaba el tiempo iba en aumento las embestidas.

La fricción y lo cálido de esa cavidad lo enloquecían a tal punto de comenzar a morder y succionar el cuello y clavícula.

Un ronroneo de satisfacción salió de los labios del castaño y volvió a aferrarse de la morena espalda cuando el pene de su amado tocó su próstata.

Las paredes anales lo apretaban deliciosamente y gruñía.

Tanto el pelinegro como Krest estaban pronto a culminar su acto ya que el orgasmo estaba próximo en ellos.

Dos y tres embestidas más fue todo para que terminarán el castaño manchando sus vientres y Zaphiri eyaculando en el interior de su amado.

Salió de su interior y se acomodó a la par de él  abrazandose.

Un mes pasó de ese encuentro y las cosas en el santuario cambiarón ya que Itiá mostró no ser digno de dirigir el recinto de la diosa Athena derrocandolo de su puesto ahora Sage era el actual patriarca.

Los síntomas de un nuevo embarazo se hacían presentes en el cuerpo de Krest ésto lo emocionó un poco y ni decir a Zaphiri que volvería a ser padre de nuevo, ahora Itiá ni nadie podría quitarle a su hijo.

El segundo mes todo marchó con normalidad pero notaba a su escorpión ansioso y pensativo pero no le prestó mucha atención.

Su vientre en el tercer mes se notaba un poco más abultado que el de su primer embarazo y su amado bicho le confesó que estaba preocupado porque su diosa aún no descendía a la tierra pero que reencarnaría en una bebé y tardaría años en que creciera hasta obtener sus poderes de diosa.

El plan de Zaphiri no lo convencía mucho, pedir ayuda al Dios Poseidón pero lo apoyó ya que tal vez cabia la posibilidad que los ayudará.

Mandarón a Lugonis a detener al escorpión que lo consideraban un traidor pero antes debían saber sus motivos para que hiciera eso.

Sabía que no entenderían lo que hacía así que antes de ir hacía dónde estaba el dios de los mares usando su propia técnica se encestó las Agujas Escarlata en su cuerpo para pagar por su pecado, inició una batalla con Piscis.

Ilias intervino ya que la naturaleza no quería ver más sangre derramada y entonces el escorpio calló de rodillas en la nieve mientras la sangre salía de su boca.

Krest sintió el cosmo de su amado desaparecer poco a poco así que fue a dónde podía sentir otras presencias.

Zaphiri antes de morir tan sólo pensó en alguién.

<<Perdóname Krest y cuida de nuestro hijo ya que no volveré a verlos>>

En ese instante falleció y el castaño adoptó la forma de un anciano ya que nadie tenía el derecho de verlo en su verdadera forma sólo su amado escorpión.

Llegó al lugar y vio la escena de su pareja sin vida, se controló para no llorar ahí mismo.

Encerró en un ataúd de hielo al escorpión.

<<Tu belleza y fuerza te mantendrán intacto en ese ataúd para siempre, espero verte pronto mi amor para volvernos a reencontrar más allá de la muerte>>

Dio la ordén a Lugonis e Ilias que lo llevarán al santuario y un mensaje al patriarca Sage que no cometieran los mismos errores del pasado.

En una cueva cerca de dónde pereció su eterno amor lloró como nunca, ahora sólo y con su bebé en camino ya no tenía quien lo levantará de aquel agujero lleno de amargura y dolor.

Se reprochaba el no detener al escorpión de aquella absurda idea pero el hubiera no existe.

Llevo su mano a su vientre y la acarició.

Los meses pasaron pero Krest no era el mismo, le faltaba su otra mitad y aunque aún le quedaba un pedacito de aquel amor vivido no era igual.

Mientras vigilaba el sello de los espectros tocaba su vientre de nueve meses contándole de como era su padre, a veces le cantaba una canción de cuna que alguna vez escuchó de una mujer con su hijo en brazos tratando de dormirlo y como si su hijo le entendiera le daba pataditas.

La tristeza no desaparecía y aún no superaba la muerte de Zaphiri.

Los dolores de parto se hicieron presentes una noche y con toda la fuerza que sus piernas le daban se adentró a la cabaña para buscar lo necesario, él sólo haría todo el trabajo.

Las horas pasaban y las contracciones aumentaban de intensidad hasta que su cuerpo pujó con todas las fuerzas que le quedaban y escuchó el llanto de su pequeño.

Exhausto lo cargó entre sus brazos colocandole una manta blanca para limpiarlo un poco.

Vio a un niño con la piel blanca como la nieve y los pocos cabellitos en color verde las facciones eran un poco parecidas a él arrullandolo para calmarlo.

Aún con el cansancio en su cuerpo preparó agua tibia para asear a su bebé.

El nombre lo pensó mucho pero ahora viendo a su hijo y la tonalidad de su piel le quedaría perfecto Dégel que significa Deshielo aparte que sería su heredero en la armadura de acuario.

Por un momento su corazón se alegró al tener a ese pequeñito que fue producto del gran amor que hubo entre Zaphiri y él pero de nuevo la tristeza lo consumía por dentro.

Su escorpión no estaba con él en estos momentos y no se sentía capaz de cuidar a Dégel así que tomó una decisión.

Dejó a su bebé en Francia en una casa que parecía tener los recursos necesarios para críarlo, con una carta dentro del canasto y el nombre de su hijo.

Antes de dejarlo ahí le pidió perdón con lágrimas en sus ojos, desapareciendo del lugar.

Los años pasarón y Krest se volvió un hombre frío en carácter todos miraban a un viejo vestido con harapos, después de siete años volvía al santuario para ver como iban las cosas.

Caminando entre las ruinas escuchó un quejido de dolor, su corazón le dictaba ir hacía allí.

Los lazos de sangre entre madre e hijo lo llamaban y vio a un niño de tal vez siete años cabellos azules y piel morena tirado en el suelo tocándose el corazón.

Sin saber porqué lo cargó entre sus brazos y vio como el pequeño tenía elevada su temperatura a un nivel que era para matar a un humano común.

Los ojos záfiros se conectarón con los verdes de Krest y supo que esas orbes se parecián a los de su amado escorpión pero sería posible que ese niño fuera el que Itiá le arrebató de sus brazos.

No perdió tiempo y lo curó con su aire congelado.

Una vez que se recuperó le preguntó que hacía por esta zona a lo que el joven le respondió.

- Hasta hace poco me diagnosticarón con una enfermedad al corazón que sólo viviré un año por eso decidí salir de casa y recorrer todo lo que pueda del mundo, deseó vivir lo que me queda de vida al máximo. La determinación en esos ojos záfiro le recordarón más a su pelinegro.

- Como te llamas?. Preguntó con un nudo en su garganta.

- Kardia señor... Se rascó la barbilla apenado ya que no sabía el nombre de ese anciano.

- Me llamo Krest. Sus sospechas fueron correctas y el parecido con Zaphiri, sin duda era su hijo por eso su corazón latía acelerado al escuchar ese quejido de dolor la sangre lo llamaba para su encuentro pero enterarse que padecía de esa enfermedad incurable, cuando nació parecía un bebé saludable.

- Yo puedo hacer que tu enfermedad se cure pero no puedo asegurarte una vida eterna. Sacó de entre sus ropas gastadas la sangre de Athena.

- No quiero una vida eterna viejo, tan sólo vivirla al máximo hasta mi último aliento. De nuevo esos ojos y la actitud de Zaphiri cuándo se conocierón por primera vez, el peliazul bebió aquel líquido rojo.

Soltó una ligera risa al recordar viejos tiempos con su escorpión.

- Está bien, te llevaré al santuario para que entrenes para ser un digno caballero de escorpio, yo mismo seré tu maestro y te enseñaré a tomar ventaja de tu enfermedad.

Emprendieron el camino rumbo hacía el recinto de la diosa.

Tres meses transcurrieron y cada vez conocía más a su hijo Kardia pero no podía decirle que él era su madre.

Recibió la noticia que llegaría desde las tierras heladas de Blue Graad un niño que tenía habilidades con el hielo así que sería el sucesor de su armadura y debía entrenarlo.

Sage traía a un pequeño peliverde que se aferraba a su túnica, miraba nervioso para todos lados.

- Dégel él será tu maestro. Lo presentó a Krest que entrenaba a Kardia y el peliazul curioso por aquel bello niño se acercó también.

- Soy Krest y yo voy a entrenarte junto a mi otro aprendiz. Ven Kardia y presentate como se debe. Con su mano le invitó a que hiciera lo que le pidió.

- Un gusto soy Kardia y entreno para ganarme la armadura de escorpio. Alzó su mano para presentarse al tímido niño.

El patriarca le dio un leve empujoncito.

- Soy Dégel y entrenaré para ser santo de acuario. Aceptó y se dieron un apretón de manos amistoso.

Se vieron a los ojos y en ese momento sintierón una conexión.

Krest no podía creer que ahora tenía a su segundo hijo en el santuario y ser su maestro.

El destino quería reunir a sus hijos junto a él y que convivan un poco más tal vez remediar los errores del pasado o su amado donde quiera que esté hizo lo posible por reunirlos.

Una amistad surgió en los dos pequeños que entrenaban juntos, Krest estaba feliz que sus hijos se llevarán bien, las fiebres que constantemente atacan a Kardia él las curaba con su aire helado hasta que pudiera tener el control.

Los años pasarón y los niños ya eran unos casi adultos 17 años Kardia; Dégel 16, la amistad se iba forjando cada vez más con el pasar del tiempo pero la atracción que una vez sintierón de pequeños ahora de jóvenes aumentaba en demasía.

Krest notó como había sutiles roces entre ellos, miradas que él conocía a la perfección ya que eran iguales a las de amor que se daba con Zaphiri eran una copia exacta de ellos.

Pero no podía ser posible, no debían enamorarse entre ellos ya que eran hermanos de sangre.

Pero ellos no lo sabían y Krest juró no decir la verdad de sus orígenes.

Pidió permiso a Sage de llevarse a su alumno a Siberia por dos meses y así separarlos un poco.

Las tierras heladas recibió a los dos, Krest le ponía duros entrenamientos y no sólo en batalla, también le decía que los acuario debían ser fríos en todo momento que dejará a un lado los sentimientos ya que eso sería su peor error en especial el amor.

No entendía porque su maestro le decía eso tan de repente o acaso se dio cuenta que está enamorado de su mejor amigo Kardia.

Tan sólo afirmaba con su cabeza pero no hacía caso ya que él es diferente y era dueño de si mismo.

Los días se le hacían eternos en Siberia pero estaba feliz pronto vería a su adicto de manzanas a tan sólo dos días de volver al santuario.

Krest decidió quedarse y que Dégel volviera sólo ya que debía pensar en muchas cosas dándole un recado al patriarca.

Un emocionado Kardia al verlo de nuevo se lanzó a sus brazos ya que lo extrañaba mucho y ya no podía callar más lo que sentía por su amigo necesitaba confesarse.

En la noche cenarón en escorpio y el peliazul estaba nervioso eso lo notó el de ojos violetas.

- Te pasa algo amigo? Te notó nervioso o es acaso una de tus crísis y no me quieres decir?. Le tomó de su mano y éstas sudaban.

- N-no, no es eso, esque yo debo decirte algo. Pasó su mano en la nuca y no sabía por donde empezar.

- Te escuchó. Le dio una mirada de cariño que tranquilizó al nervioso escorpión.

- Me gustas Dégel y sé que aún estamos jóvenes pero puedo asegurarte que te amo y lo haré para siempre. Volvió a tomar la mano de acuario apretándola fuertemente.

- Yo también te amo Kardia las estrellas me lo dicen, que tú eres el indicado. Sus ojos mostraban un brillo lleno de amor.

Se fueron acercando lentamente hasta que sus narices se rozarón y el aliento de los dos se mezclaba, Kardia tomó la iniciativa de unir sus labios en un beso inocente.

Dégel profundizó el contacto al mover sus labios de una manera lenta pero que al pasar los minutos éste se tornaba apasionado.

La falta de aire les exigió separarse.

Sus rostros sonrojados y el respirar agitado se escuchaba ya que nadie decía nada.

Desde esa noche ambos iniciarón una relación que ahora cumplían un año de noviazgo obtuvierón sus armaduras, Dégel ahora se hacía cargo de las fiebres que ya no eran tan constantes en Kardia por encomienda del patriarca, pero no sabía nada de su maestro Krest desde que volvió de Siberia.

Su primer aniversario y estaba feliz al lado de Kardia, le encantaba todo de él.

Por primera vez quería dar un paso más a la relación y esque tan sólo se daban besos pero no llegaban a más.

La cena en acuario transcurrió con normalidad entre risas y uno que otro beso.

Se sentarón en el sofá pero Dégel tomó la iniciativa de besarlo apasionadamente y a Kardia le fascinó el beso francés que compartían.

Sus lengüas tenían una batalla de mil días dónde nadie quería perder, se fuerón recostando en el sofá y Dégel quedó encima de Kardia.

Un jadeó salió de sus labios aún sin separarse pero el peliazul en un rápido movimiento recostó al peliverde y ahora quien quedó arriba fue el escorpión.

Las manos morenas recorrían esas torneadas piernas hasta dejar su mano en la pequeña cintura.

El pulmón de ambos exigía aire así que se separarón, sonrojados hasta las orejas volvierón a unir sus labios.

No necesitaban palabras para saber lo que querían, estaban listos para unir sus almas.

En el sofá decidierón dar rienda suelta a su amor, era ya tarde y sus demás compañeros dormían así que no corrían el riesgo de ser pillados.

Se despojarón de sus prendas para quedar ambos desnudos.

Inexperiencia en el acto amatorio, caricias rudas pero llenas de cariño.

Palpando la piel que se erizaba por el contacto ajeno.

Los dedos de Kardia se colarón en la entrada primero uno, después el segundo para dilatar más aquella estrecha cavidad hasta que el tercero se introdujo simulando embestidas.

Dégel se aferraba del respaldo del sofá los gemidos que salían de su boca excitaban al peliazul.

Retiró sus dedos y lo sustituyó por su miembro que de una sola estocada se introdujo en lo más profundo.

Se movió lento para que su amado copero se acostumbrará a su tamaño.

Con el pasar de los minutos el calor aumentaba y pidiendo que se moviera más rápido.

Kardia acató la ordén y sus estocadas tomarón un ritmo más salvaje, el peliverde se aferró a la ancha espalda dejando arañazos preso del placer.

De castigó recibió embestidas más profundas que tocarón su punto g soltando un gran gemido ronco.

Kardia mordía la piel que tuviera a su alcance y dejando marcas en el cuello de su francés.

El orgasmo se acercaba más para los amantes, dos embestidas más y todo culminó para ellos Kardia en el interior y Dégel entre sus vientres.

Cansados se quedarón en el sofá, sus respiraciones agitadas trataban de controlarlas, entrelazarón sus manos y Dégel acariciaba los alborotados cabellos de su escorpión que estaba recostado en su pecho.

Por otro lado Krest se encontró con Garnet una bella mujer que también estaba destrozada al perder a su esposo, se sintió identificado con ella ya que él también perdió a su escorpión hace años y que no podía superar aún su muerte.

Se hicierón amigos y el ex santo de acuario contó su pasado. Aparte de enterarse de la incestuosa relación de sus hijos pero él nunca tuvo el valor de decirles que era su madre, no lo entenderían y tacharían de loco.

Mandó una carta a su alumno pidiendo ayuda pero sólo era una mentira para saber que tanto aprendió su hijo de él, la última prueba que faltaba pasar.

Dégel preocupado viajó a Francia ya que su maestro estaba atrapado en una mansión de una mujer llamada Garnet aparte que la gente desaparecía en dicho lugar.

La travesía fue larga y se enfrentó a unos jóvenes que eran Jewels derrotandolos pero faltaba uno más y así rescatar a Serafina que la capturarón.

Aún faltaba un enemigo por derrotar, un castaño que afirmaba ser su maestro.

Pero él era un anciano.

No podía ser posible que rejuveneciera.

Pero confesó que tomaban las vidas de otras personas para mantenerse jóvenes eternamente.

Dejó que sus emociones salieran a flote, se enfrentó a su maestro pero en cada ataque él se los mandaba con mayor potencia.

- Te dije que no dejarás que tus sentimientos interfirierán en batalla, más sin embargo no me hiciste caso.

- Puede que tenga razón pero yo no soy igual a usted, no soy un témpano de hielo pero lo que sí tengo es determinación y no puedo rendirme tan fácil.

- El amor te hace débil hijo, mata ese sentimiento que será tu perdición.

- Nunca, el amor es el sentimiento más bello y yo lo encontré en los brazos de Kardia, estoy dispuesto a luchar con quien sea por defender nuestra relación.

Se mordió la lengüa para no gritarle que estaba mal que se amarán, que eran hermanos y no podía ser esa relación.

Dégel lanzó la Ejecución de Aurora pero Krest la detuvo convirtiéndola en un ataúd de hielo enterrando a su hijo.

- Estás mejor encerrado ahí hijo mío, Kardia es tu hermano y créeme que les estoy haciendo un favor al separarlos.

Le dio la espalda dispuesto a ir hacía Garnet que miraba fascinada la batalla entre padre e hijo o mejor dicho madre, pero el cosmo de Dégel se elevó al máximo rompiendo el hielo.

Krest estaba sorprendido al ver que su hijo pudo neutralizar su ataque, aún de espaldas sonrió ya que finalmente su alumno superó al maestro.

Le ofrecieron la vida eterna al peliverde que la rechazó de inmediato y con eso Krest supo que sus dudas fueron esclarecidas por la respuesta que le dio Dégel.

La mansión comenzaba a derrumbarse y antes que quedarán sepultados el y su amiga dio las últimas palabras a su hijo.

- Tu última prueba la pasaste con éxito Dégel ahora disfruta de ese efímero amor y vive tu presente.

Krest utilizó su poder por última vez para crear un ataúd de hielo para él y la bella mujer mientras el peliverde salía corriendo del lugar pero la verdad se lo llevaría a la tumba.

Antes de morir su último pensamiento fue.

<<Hijos míos tienen mi bendición para amarse, perdón por no decirles que yo era su madre pero ver a Dégel defender su amor me recordó a mí y Zaphiri, estoy orgulloso de ustedes, su padre y yo los cuidaremos donde quiera que estemos es el mismo amor que nos profesamos y ahora vive en ustedes>>

Dégel volvía al santuario exhausto de su misión pero recibir la noticia que Kardia sufre de su aumento en temperatura lo hizo correr hasta llegar al octavo templo.

Utilizó su aire frío para bajarle la fiebre alta hasta que recuperó de nuevo el conocimiento.

Lo abrazó en cuanto despertó.

- Te vez terrible amor, se ve que misión fue difícil.

- Sabes que no es fácil y hay oponentes fuertes pero nada que con un buen descanso solucione.

- Si es así. Lo jaló del brazo para recostarlo en su pecho. - Descansa mi bello diamante francés.

El peliverde se acurrucó en su pecho y escuchar el latido del corazón de Kardia lo arrulló durmiendose al instante en un sueño profundo.

El peliazul también se dejó caer en los brazos de Morfeo.

La guerra santa dio inició y ambos perecierón en el Atlántico en busca del Oricalco, sabían que en esa misión ninguno saldría con vida por eso antes de entrar se dierón un último beso, pero su amor iba más allá de la muerte y se reencontrarían de nuevo.

La verdad nunca se supo que ambos compartían la misma sangre ya que Krest jamás la reveló pero lo que si sabían es que las próximas generaciones volverían a amarse con intensidad ya que sus estrellas estaban unidas para la eternidad.





-☆ Escorpio & Acuario ☆-




Hola mis bellos lectores que tal les pareció el one-shot?

Es una forma de agradecerles todo el apoyo que le han dado a mi proyecto y las personitas que dejan un lindo comentario al final eso me sube mi ánimo a mil.

Dejen sus comentarios para saber si fue de su agrado está historia.

Ahora la pregunta del millón,
De que país me leen :3 o son de otra galaxia?

Nah es broma mis amores.

Sin más me despido.

Atte. Skarlet Antares 🦂❄💙☠

Posdata: tal vez vuelva en dos o tres semanas ya que subí tres capis y APBR12 me dio unas ideas para los shots de ÉcarlatexMystoria y ZaphirixKrest así que debo acomodar las ideas dadas.

Se cuidan y muchos besitos 💖😘

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