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Especial 20k

Pareja:CamusxMilo
Advertencia:+18
Créditos de la imágen a @doraEnm en Twitter









ÍNCUBO



Él un demonio que te hace pecar de la forma más placentera, logra que toques el cielo con las palabras sucias que susurra en tu oído, tan guapo pero lleno de oscuridad su alma, perversión es su compañera fiel que tienta a la humanidad y hace que caigan en sus más bajas pasiones.

<<Envuelveme en tus alas de amor, mi bello ángel de la oscuridad.

Porque deseo y estoy dispuesto a ser una más de tus víctimas>>

☆ Skarlet Antares ☆




Un demonio que siempre busca saciar su apetito sexual, un ser plagado de oscuridad y legendario porque fue de los primeros seres en pisar la tierra.

La lujuria está tatuado en su piel, el primer hijo íncubo de Lilith aquella mujer a la que decidieron borrar su existencia de la Biblia por alejarse del paraíso cayendo en la tentación, el deseo carnal y preferir liarse con demonios que estar al lado de Adán cumpliendo la voluntad de Dios.

A lo largo de su existencia ha recorrido el mundo entero haciendo pecar a todas las personas sin importar qué tan devotos o fieles sean a su fé y al Dios que veneran.

Todos caen rendidos a sus pies y se pierden a sí mismos cayendo en la perversión, cegando su raciocinio para que prueben del dulce pecado.

Ningún humano ha podido satisfacer por completo su apetito sexual, todos terminan muriendo antes de llegar al orgasmo.

Todas las almas están manchadas de lujuria pero ninguno lo satisfacía.

Probando el cuerpo de mujeres y también de hombres por milenios, más ninguno terminaba vivo antes de culminar su encuentro.

A veces caminaba entre los humanos mezclándose entre la gente pasando desapercibido como cualquier otro más de la masa.

La belleza que desprendía era tan irreal como misteriosa, sus ojos violetas, el largo cabello lacio aguamarina que en las puntas era de tonalidad rojo cómo la sangre fresca, de cuerpo atlético y su altura intimidaba hasta el más rudo de los hombres.

Sus ojos observaban a todos eligiendo al que sería su víctima en cuanto cayera la noche, ésta vez sería una mujer tan bella de cabellos verdes y ojos azules, su cuerpo con muchas curvas, su alma rebosante de perversión.

A la medianoche se presentaba en la habitación de aquella mujer mostrando su verdadera apariencia, cuernos cómo la obsidiana, pupilas violetas con tonos rojizos, largas uñas en negro y sus majestuosas alas oscuras.

Miró a la mujer que se removía en la cama abriendo sus piernas y la ligera sábana que cubría el esbelto cuerpo lo hizo a un lado, podía oler la excitación en esas cuatro paredes.

Minutos después la mujer gemía sin control pero su corazón dejó de latir antes de llegar a su ansiada liberación, la misma secuencia que con sus anteriores víctimas.

Sufrían un infarto porque sus débiles cuerpos colapsan al no soportar su energía oscura a través del sexo, gruñó frustrado porque Italia ya nada le ofrecía, miles de veces ha recorrido el mundo entero sin encontrar una persona indicada que no muera en el intento, pero era imposible, las almas corruptas y llenas de perversión terminaban decepcionandolo haciendo reconsiderar su idea de tomar un cuerpo virginal, de alma pura para corromperlo y llenarlo de perversión, más lo descartaba porque dudaba que funcionara.

Trazaría un nuevo rumbo, Francia no era de sus lugares favoritos, México le era tentador pero Grecia un siglo sin visitarlo, tal vez ésta vez algo llame su atención, su instinto demoníaco no fallaría ésta vez.

En un microsegundo ya estaba en tierras griegas, la luna llena sobre el firmamento estrellado causaba misticismo al lugar.

Deambuló por las calles solitarias cómo una sombra que se movía entre la perpetua oscuridad, todo era silencioso ni una alma en pena que caminara a esas altas horas de la noche.

En cuanto los rayos solares se asomaran elegiría a su nueva presa, ansioso y excitado ya deseaba que fuera de día.

Por ahora recorrería toda la ciudad para ver cuánto ha cambiado desde la última vez que lo visitó, hubo muchos sin duda, la arquitectura, la tecnología que avanzó hizo grandes cambios modernos.

El sol en el horizonte se asomaba, la gente empezaba a despertar y otras salían de sus casas listas para trabajar o ir de compras.

Cambió su aspecto demoníaco para verse cómo una "persona normal" y ver a los humanos que empezaban a transitar por las calles.

Un joven rubio despertaba temprano para ir a su trabajo en la cafetería, se ató su cabellera rebelde rubia en una coleta alta y comer lo último de su desayuno para salir de su casa.

Caminaba sin prisa alguna sobre las aún desiertas calles de Grecia, sólo pocas personas las transitaban ya que apenas darían las siete de la mañana.

Llevaba los audífonos puestos en sus oídos para ir escuchando música y hacer más agradable su trayecto.

Tarareaba la melodía Welcome to the jungle de Guns n' Roses que es su favorita y con sus manos se imaginaba que tocaba una guitarra eléctrica, tan concentrado estaba que no se percató que chocó con alguien.

Se retiró un audífono para disculparse.

- Lo siento. Miró a la persona y le sonrió para que no lo reprendiera.

- No te preocupes, ni que me hubieras herido o algo así por un simple empujón. Le restó importancia y una sonrisa ladina le dedicó.

El joven rubio se quedó maravillado por ese hombre de cabellos aguamarinas con las puntas de color rojo y de ojos inusuales en color violeta, además que era guapo, se parecía a esos modelos de revista que tanto veían sus compañeras de trabajo a la hora de su descanso.

Un imperceptible sonrojo invadió sus mejillas porque estaba seguro que era el sueño húmedo de cualquier chica y chico que lo viera.

- Adiós y que tenga un lindo día. Se despidió porque cayó en cuenta que se le hacía tarde para llegar a su trabajo, así que se apresuró a caminar sin que el otro pudiera decir palabra alguna.

El demonio no perdió de vista a ese jovencito, su alma era atrayente desde que lo vio a los ojos, desprendía pureza, una verdadera tentación andante.

Siguió su camino con pasos calmos pero elegantes, tomando la misma dirección que el rubio.

El olor a café recién preparado lo percibía desde la lejanía pero también ese aroma que desprendía el joven con el que chocó.

Siguió su rastro hasta una cafetería, entró y una campanita en la puerta sonó para indicar que un cliente había llegado, su mirada escaneó todo el lugar, sólo dos personas desayunaban sin apuros, buscó una mesa que fuera de su agrado y la encontró en un rincón con vista hacía la calle.

Se sentó cruzando sus piernas esperando que alguien le atendiera, mientras observaba la flor de Jacinto que estaba en un florero cómo decoración en el centro de la mesa.

- Hola buen día, puedo tomar su orden. Sonrió porque reconocía esa voz jovial y alzó la vista para ver al mismo chico rubio.

- La verdad no sé que pedir, pero tú podrías sugerirme la especialidad de la casa. Su voz dos tonos más agudo le dieron escalofríos por toda su columna vertebral al jovencito que volvió a sonrojarse sin darse cuenta.

- Bueno, tenemos una gran variedad de desayunos desde el americano, griego y francés ésto último es lo más pedido por nuestros clientes, acompañados de café, té o malteadas, dependiendo de los gustos.

- Todo me agrada pero elijo el griego con un café negro sin azúcar. El rubio anotó el pedido en su libreta. - Excelente, en cuánto esté listo su pedido se lo traeré a la mesa.

Hizo una reverencia para retirarse y atender a otras personas que recién habían llegado al local.

El demonio en lo que su pedido llegaba se enfocó en la ventana para ver cómo más gente caminaba por las calles, pero ninguna de esas almas mortales le causaba interés.

Ese jovencito rubio acaparó toda su atención desde que lo vio caminar de nuevo en dirección suya con su desayuno.

- Aquí tiene, espero sea de su agrado y buen provecho. Acomodó los platos y la taza con el humeante líquido negro.

Se alejó para seguir con su trabajo de mesero, aunque era cansado ir de allá para acá, admitía que le dejaba buenas ganancias por las propinas de los clientes.

El demonio degustó todo, ante las personas debía fingir que le parecía una exquisitez cuando en realidad no podía sentirle sabor a la comida humana ya que le sabía insípida, el café era lo único que podía percibir su sabor.

Cuando terminó le hizo una seña al rubio para que se acercara y pedirle la cuenta, antes que se retirara lo detuvo.

- Espera, ¿Puedo saber tu nombre precioso?. Su rostro y orejas ardían, nadie jamás le había dicho esa palabra porque no se creía alguien que tuviera una belleza llamativa como la persona frente a él.

- Milo. ¿Puedo saber el suyo?. El demonio sonrió pícaro.

- Mi nombre es Camus, no lo olvides. Coqueto le guiñó un ojo.

- Bue-Bueno, espero verlo más seguido. Tímido le regaló una sonrisa.

- Oh, créeme que así será, todos los días sin descanso me verás. El demonio lo tomó como una invitación especial y hubo una doble intención en sus palabras.

Milo sin saber ya le había dado su permiso a Camus y pactar un encuentro cuando la oscuridad reine en el firmamento.

Cuando el rubio se retiró no espero a que le trajera el ticket de lo que pagaría por el desayuno, dejó varios billetes sobre la mesa, creía que era suficiente la cantidad además de su propina al bello griego.

Cuando Milo volvió ya no estaba Camus, en la mesa estaba el dinero pero se sorprendió al ver que dejó una muy generosa cantidad, con eso pagaba su semana de sueldo y más.

Recogió los platos y tomó los billetes, siguió con normalidad en su trabajo pero feliz sin saber porqué.

Alrededor de las once salía de la cafetería, una sombra negra lo seguía de cerca, llegó a su hogar para darse un baño e irse a la cama para descansar.

1:30 de la madrugada marcaba el reloj que se encontraba en la mesita de noche, Milo dormía profundamente, en el oscuro rincón de una de las esquinas de la habitación una figura imponente con su aura atrayente aparecía.

El rubio se revolvió en su cama, tenía la costumbre de dormir sin ninguna prenda que lo cubriera debido a las noches calurosas, la ligera sábana quedó a un lado mostrando su jovial cuerpo al demonio que se relamió sus labios, el deseo se asomó en sus pupilas y sin esperar más se mostró en su verdadera forma, se acercó al lecho y quedó encima del griego para tener sexo con él, sólo esperaba que ese joven no muera como los demás ya que sería un desperdicio que su belleza termine ésta noche.

Una parte del subconsciente de Milo le decía que abriera los ojos pero le era imposible, una fuerza desconocida se lo impedía y sus músculos no respondían para moverse.

Sintió caricias, besos húmedos desde su cuello, clavículas siguiendo un camino hasta llegar a su abdomen bajando hasta su entrepierna que con delicadeza una mano lo estimulaba además de sus testículos, su respirar se volvió agitado por la forma en que lo tocaban, a su mente llegaron unas palabras que horas antes le habían dicho y soltó un gemido donde salió una sola palabra de sus labios.

Mi nombre es Camus, no lo olvides.

Repetía ese nombre, llamando una y otra vez a aquel hombre con el que chocó en la calle y el mismo de la cafetería.

El sueño que estaba teniendo era muy real para ser parte del mundo onírico, por un momento se tensó al sentir que algo invadía sus paredes anales pero se relajó de inmediato al oir un susurro inentendible en su oído seguido de un beso en sus labios, era una sensación inexplicable, predominaba el dolor pero también la excitación.

Volviendo a la realidad, el demonio se movía con frenesí, las torneadas piernas morenas estaban a cada lado y apretaba sus muslos, ese cuerpo era el más delicioso que había probado, la piel ya se encontraba perlada en sudor y gemía sin parar, su poder iba en aumento igual que su líbido.

Siguió arremetiendo en ese caliente lugar que se parecía al mismísimo infierno, su presa no paraba de decir su nombre y eso le fascinó, ese humano se merecía el mejor de los orgasmos aunque estaba convencido de que no llegaría con vida para ese momento.

Las paredes anales se contraían alrededor de su miembro y un grito fuerte salió de los labios griegos cuando dio justo en la próstata, su cuerpo se arqueó de placer dejando que el semen manchara su vientre, el demonio dos estocadas más vertía su ardiente semilla en el interior que volvió a contraerse por el súbito calor que lo envolvió desde adentro.

La respiración de Milo era agitada, el íncubo se sorprendió que el rubio siguiera con vida después del gran éxtasis que hubo en ambos, su cuerpo pudo resistir toda su aura oscura y eso le emocionó ya que encontró al humano indicado.

Estaba satisfecho de muchas formas pero más en lo sexual y en su búsqueda que ésta vez sí dio resultado, con un chasquido de dedos el cuerpo de Milo estaba limpio sin tener rastro alguno de lo que sucedió, por ahora era mejor que lo hiciera parecer un sueño lujurioso.

Dejó un beso en los labios del rubio como pactando una nueva visita a la misma hora.

🦂

Milo se sintió confuso en cuanto despertó, su cuerpo lo sentía diferente, cuando se incorporó un ligero e imperceptible dolor en su cintura se presentó más no le dio tanta importancia, su mente algo le quería recordar pero no fue posible, siguió la misma rutina mañanera para luego partir a su trabajo.

Saludó a su jefe y a sus compañeras, al parecer ese día sería tranquilo porque no había clientes desayunando, limpiaba unas mesas cuando el sonido de la campanita en la puerta le hizo mirar en esa dirección, sus ojos se encontraron con unos que estaba seguro eran iguales a la lavanda, el contacto visual que tuvieron llegó acompañado de un fresco recuerdo donde se veía a él siendo penetrado por Camus y repitiendo su nombre en gemidos.

Sonrió para ocultar lo descolocado que quedó, el demonio le devolvió el gesto ya que también vio lo mismo que Milo y la lujuria empezaba a manifestarse en su cuerpo.

Se situó en la misma mesa de ayer y Milo lo siguió para tomar su pedido, probó un desayuno diferente, ésta vez al final si se despidió del rubio con un beso soplado al aire, dicha acción sonrojó al menor por lo atrevido que era el de cabellos aguamarina.

Su hora de salida llegó, repitió el mismo proceso de la noche anterior hasta llegar a su cama donde se acostó para quedar profundamente dormido.

1:30 a.m. marcaba de nuevo el reloj y la conocida presencia hacía su aparición, ésta vez intentaría algo diferente.

Milo soñaba con un lugar hermoso que nunca antes había visto, la luna llena iluminaba todo el manto estrellado y dos árboles gemelos estaban frente a él, sus pétalos rosados danzaban al ritmo del viento que igual movía de forma grácil sus cabellos rubios.

Su cuerpo no tenía ninguna prenda pero estar así no le incomodaba, parecía estar acostumbrado a andar desnudo.

Caminó un par de pasos para admirar de más cerca el árbol, pasaba sus dedos por la dura corteza, se maravilló con su imponente altura que no se percató de una segunda presencia en el lugar.

Sintió un cuerpo pegarse al suyo por detrás y unos brazos que lo envolvían posesivamente, por inercia sonrió, tal parecía que sabía quién era.

Sin soltarse del agarre se volteó para verlo a la cara, era Camus que estaba en igualdad de condiciones que él, su cuerpo musculoso, su largo cabello aguamarina con las puntas de color rojo tapaban parte de su anatomía, en especial su zona íntima.

La sonrisa ladina del de ojos violetas encendió algo dentro de su ser y sus brazos se envolvieron en el cuello del más alto para acercarlo a él y besarlo con fiereza.

Camus arrinconó entre su cuerpo y el árbol a Milo para seguir probando de su cuerpo, su piel morena era una exquisita tentación, su alma vibra de placer cuando lo besa.

Un brazo sujeta una pierna del griego mientras la libre toma su duro miembro y lo posiciona en la entrada, se adentra de un sólo golpe haciendo gemir al rubio por la invasión, más no se queja de ello.

Empezó con movimientos certeros y profundos, la posición le favorecía para besarlo, chupar y morder los pezones cafés sin detener el vaivén que empezaba a enloquecer a Milo por las miles de sensaciones que recorrían a la velocidad de la luz su cuerpo.

Continuó por varios minutos el ritmo hasta que Camus decidió cambiar de posición, bajó su pierna sólo para cargarlo y que ambas extremidades rodearan su cintura.

La espalda del griego volvió a chocar contra el árbol y sus brazos rodearon el cuello para evitar perder el equilibrio, el demonio volvió a penetrarlo sujetando sus nalgas para apretarlas fuertemente y separarlas.

El sonido acuoso de su miembro entrar y salir sólo aumentaba su lujuria, ese joven se volvería su obsesión, los sonidos que salían de esa boca lo hicieron entrar más profundo tocando el punto máximo de placer en el griego, el demonio se ganó unos arañazos en su espalda por su acción, gruñó fuerte como un animal.

Sus cuerpos brillaban por el sudor, sonrojados y jadeantes volvían a unirse en un beso lascivo ya que el encuentro estaba por terminar.

Las paredes se contrajeron apretando el pene de Camus que vertió su caliente esperma dentro, mientras Milo se venía de forma abundante entre sus vientres.

Se recostaron en el pasto observando las estrellas que brillaban, Milo se giró para ver a su amante pero no esperó llevarse una grande sorpresa al ver que ese Camus era diferente con quien tuvo sexo.

Tenía cuernos tan negros cómo el carbón y sus pupilas no eran las mismas de minutos antes ya que eran dos líneas verticales en color violeta y rojizo, había dos colmillos finos que sobresalían de sus labios además de largas uñas negras, sin contar con unas alas tras su espalda.

Milo despertó exaltado, el sudor en su frente hizo que se le pegara unos mechones de cabello y se los apartó, su garganta la sentía seca.

¿Qué significaba ese sueño?

Al principio fue placentero pero el final le dio miedo porque pareció pesadilla al verlo cómo un demonio, además que quién fue partícipe de ese sueño era nada más y nada menos que Camus, recién lo conoce y tuvo un sueño húmedo con él, nunca le llamó la atención un hombre hasta ahora que entró en su vida el de cabellos aguamarina.

Vio el reloj en la mesita de noche y aún faltaban tres minutos para las cinco de la mañana, apenas fue consciente de que tenía un problema en su entrepierna.

Pedía atención y punzaba para que lo atendiera cuánto antes, bufó irritado pero su mano ya se estaba encargando de su erección, trató de pensar en una mujer bella pero rápido fue reemplazado esa imágen por un Camus desnudo haciéndolo suyo.

Jadeó cuando llegó a su orgasmo y dijo el nombre del demonio en un bajo susurro, sin percatarse que entre la penumbra de su habitación era observado por unas brillantes pupilas que pasó su lengua en sus colmillos en señal de deseo.

Diferentes sueños lo acompañan cada noche por tres meses, el protagonista principal de cada uno de ellos es siempre Camus.

Todos los días sin falta iba a desayunar a la cafetería, aunque siempre le coquetea, no ha mostrado otro tipo de intenciones con él.

Pero por las noches es cuando el demonio posee el cuerpo del rubio de diferentes maneras, incluso ha tenido sexo en su verdadera forma, al principio Milo se veía cohibido casi rayando en miedo por ver a Camus así de diferente pero se fue acostumbrando poco a poco, creyendo que sólo eran parte de sus raros sueños eróticos.

Si tan sólo supiera que todo lo que hacían era real y el demonio lo estaba preparando mentalmente para cuando se manifestara ante él sin que estuviera de por medio el mundo onírico, pero aún no era el momento apropiado.

El reloj marcaba la misma hora de siempre 1:30 a.m. Milo ese día estaba más cansado de lo normal, fue un día bastante ajetreado además de enseñar a su nueva compañera de trabajo llamada Shoko todo lo que les correspondía como meseros.

Camus apareció sentado al filo de la cama observando al griego, sus dedos fueron moviéndose desde la punta de los pies, subiendo por la pierna, llegando a los muslos y su ascenso continuó por las curvas de la cintura, siguiendo los fuertes brazos, acarició la manzana de adán hasta que pasó las yemas de sus dedos por los labios en color rojo, todo el rostro con delicadeza lo recorrió.

Hasta que finalmente posó sus fríos labios con los tibios del rubio que dormido le seguía el ritmo, jugaba con los mechones dorados entre sus dedos hasta que el cuerpo moreno se tornaba caliente queriendo ser tomado ya mismo.

Colocó en cuatro a Milo, se posicionó detrás de él sólo para lamer con su larga lengua ese pequeño orificio de color rosa, los gemidos eran silenciados por la almohada y sus manos las apretaba contra el colchón debido al musculo que simulaba embestidas.

Cuando se separó de las nalgas morenas se ganó un gruñido de incorfomidad por parte de su amante.

Colocó su duro pene en la ensalivada entrada, las paredes internas le daban el acceso total a su carne, inició sus movimientos en perfecta sincronía con los de Milo que se empujaba hacía atrás para que entrara más profundo la palpitante extensión.

El sudor se manifestaba en sus pieles, los sonidos eróticos predominaban en la habitación, Milo arqueaba su espalda cada vez que su próstata era estimulada, sus gemidos eran más audibles y su cuerpo perdía fuerza.

Gritó lo que venía sintiendo desde hace un tiempo porque ya no soportaba callarlo pero tampoco tenía el valor suficiente de decirle a la cara al hombre que le gustaba, así que en sus sueños lo diría.

- ¡¡Camus, Camus... Te... Te amo!!. Por un momento detuvo todo movimiento en su cuerpo pero decidió ignorarlo para continuar ya que estaba por terminar su encuentro.

El interior se contraía y dio las últimas embestidas para eyacular, ésto sacó un gran gemido a Milo que cayó rendido en la cama con su respiración agitada manchando la sábana con su semen.

Con su poder se deshizo de la evidencia nocturna para retirarse de inmediato sin mirar ni una vez al rubio, las palabras que dijo lo hicieron enojar, Amor, él un ser plagado de oscuridad y lujuria no podía sentir esa emoción tan humana ¿O sí?.

Desapareciendo entre la oscuridad se fue para no pisar tierras griegas por un tiempo.

Los primeros rayos solares daban la bienvenida a un nuevo amanecer, Milo feliz se levantaba para iniciar la misma rutina.

En cuanto llegó a su trabajo saludó a su jefe y compañeras, hoy era otro día más que vería a Camus pero conforme las horas pasaron jamás llegó a desayunar como de costumbre, se sintió triste, decepcionado, todos esos sentimientos lo acompañaron hasta la noche que salió del trabajo.

No cenó y se fue directo a la cama para dormir pero no lo conseguía, daba vueltas por todo el colchón sin tener éxito hasta que perdió la noción del tiempo y ésta vez el sueño lo venció.

Los siguientes días se decepcionaba más al no ver la presencia del de cabellos aguamarina y los sueños subidos de tono cada noche no los había vuelto a tener desde que Camus se fue.

Decidió resignarse a que no volvería a verlo y él continuar con su vida para olvidar ese amor que nació de la nada.

Otra víctima más que moría, eran en total 22 en éstas tres semanas desde que llegó a Suecia, ninguno podía llegar al orgasmo, nadie ha podido complacerlo como él lo hacía.

Milo.

Su nombre lo dijo en un susurro casi nostálgico, no quería recordarlo pero le era inevitable comparar a sus víctimas con ese griego bello.

Comprobó que sólo él podía satisfacerlo de muchas maneras, además que extrañaba tener sexo con él, escuchar sus armoniosos gemidos y el calor de su cuerpo al tenerlo cerca.

Estaba teniendo una lucha interna porque él se negaba a admitir que sentía algo cálido en su pecho cada vez que estaba con el rubio, ¿Hasta cuando se dará cuenta que por primera vez un íncubo se enamoró de su presa?.

Por ahora seguiría probando otros cuerpos humanos hasta que se convenza de lo contrario.

No tenía ánimos de ir a trabajar pero sus padres jamás le enseñaron ser un irresponsable, por ello sin ganas de nada se levantó para darse una ducha.

¿Cuantas veces no le ha pedido a los dioses volver a ver a Camus en la vida real cómo en sus sueños?

Se cansó de todo y estaba frustrado porque no se hacía real su petición, su aura negativa se sentía a kilómetros pero trató de dar una agradable imágen a todos los que laboran en la cafetería.

Shoko que en cuanto lo vio cruzar por la puerta se abalanzó a abrazarlo, tal parecía que la chica de cabellos rosa estaba interesado en él, pero éste jamás le dio motivos para pensar que quería algo con ella, sólo fue amable pero hasta ahí nada más.

Milo le sonrió, no quería ser grosero y apartarla de un empujón, acarició sus cabellos apartándose de ella poco a poco.

Un ruido fuerte se escuchó a sus espaldas el que los asustó pegando un brinco y sus corazones latiendo fuertemente.

Eran los vidrios de la puerta, rotos en miles de fragmentos tirados en el suelo, prestaron más atención a lo sucedido que no a la sombra amorfa semi transparente que estaba a un lado.

Se dio por vencido de que nadie se comparaba a Milo, ese joven se robó su oscuro corazón y debía ir en su búsqueda, le diría lo que era, un demonio sediento de sexo, estaba seguro que no lo rechazaría porque en sueños se mostraba en su verdadera forma.

En segundos ya estaba de nuevo en Grecia, en un callejón tomó su forma humana para ir directo al trabajo de Milo, quería darle una sorpresa pero él se la llevó antes de ingresar al local, una mujerzuela de cabello rosa abrazaba lo que es suyo y éste no hacía nada para quitársela de encima, para acabar de arruinar todo le sonreía acariciando su cabeza cual perrito.

Descubrió un nuevo sentimiento al ver la escena; celos y odio, su ser oscuro estalló en una potente fuerza que hizo quebrar los vidrios, dejó atrás su forma humana para convertirse en el demonio que es y pasar desapercibido, ya que llamó la atención el fuerte ruido.

Siguió observando a esos dos y su gélida mirada de odio se clavó en la chica que era abrazada por el griego porque tuvo un "ataque de nervios".

En la noche se las pagaría Milo y muy caro porque conocerá a un demonio celoso y sediento de venganza.

Se haría cargo de esa chica primero y luego ese idiota rubio seguiría en su lista.

Después del incidente al que no hallaron explicación alguna todo siguió normal en lo que cabe, excepto que ese día saldrían temprano para que arreglaran los vidrios y la puerta que tenía una especie de rasguños grandes como si fueran de un animal.

Se sentía ansioso sin saber porqué pero quería llegar a casa cuanto antes, algo le decía que se llevaría una gran sorpresa.

Fue fácil deshacerse de la tal Shoko, mostrar su apariencia más terrorífica dejó sin habla y temblando a esa chica que prometió ya no acercarse más a Milo.

Satisfecho por la respuesta se desvaneció en una densa neblina negra para ahora sí ir a la casa del rubio.

Esa noche no deseaba dormir, ¿Porqué? La respuesta ni él lo sabe, el reloj decía que la medianoche había pasado ya, su cuerpo lo sentía deseoso, su vientre ardía.

Acostarse desnudo para dormir tenía sus ventajas, porque sus pezones los apretaba con sus dedos mientras la otra mano iba a dar directo a su entrepierna, masajeaba su pene con lentitud para alargar más su placer.

Cerró sus ojos para disfrutar de las sensaciones que el mismo se daba, en un bajo susurro dijo su nombre tan inmerso estaba en su mundo que no notó al demonio de cabellos aguamarina a un lado de la cama.

- Me encanta como gimes mi nombre, continúa. Su cuerpo se tensó al reconocer esa voz profunda y varonil, su mirada la dirigió de donde provino y abrió grande sus ojos al ver a Camus.

Pero lo que más lo sorprendió fue verlo cómo algunas veces se mostraba en sus sueños, igual que un demonio.

Dejo de lado su calentura sólo para incorporarse y retroceder hasta chocar con la pared, ¿Ésto es obra de otro sueño o es real?.

No sabía que creer o era su mente la que le jugaba una mala pasada.

- No, no, no, tú no eres real y ésto es un sueño. ¡¡Sí!! Estoy seguro que es eso. Camus no es un demonio, me estoy volviendo loco porque no lo he visto. Negaba, hacía señas exageradas que divertían al íncubo.

- Estamos en la realidad, no es parte de tu sueño o mente, ¿Quieres que te muestre que estás despierto?. Una sonrisa juguetona se asomó en sus labios, la columna vertebral de Milo tembló.

- Hazlo, pero nada me hará cambiar de opinión.

- Bien. Pero antes vístete. Ordenó el demonio y el rubio acató la orden de inmediato.

Rodeó con su brazo la cintura de Milo para desaparecer y aparecer en una habitación de colores pasteles con pósters de personajes de anime.

- ¿Dónde estamos?. No reconocía nada de lo que había ahí.

- Investiga por ti mismo y date cuenta de que soy real. Se encogió de hombros restándole importancia al asunto, el rubio paseo la mirada por las cuatro paredes hasta dar con unos cabellos que conocía bien, estaba hecha ovillo en la pared y ocultaba su rostro entre sus piernas.

- ¿Shoko?. La joven levantó su mirada al escuchar la voz de Milo y una sonrisa se asomó pero tan rápido como llegó se esfumó al darse cuenta que no estaban solos, la misma presencia maligna que la amenazó antes estaba ahí parado atrás del rubio.

- ¡¡Alejate de ahí Milo!! ¡¡Ese demonio te hará daño!! ¡¡Me amenazó para que me aleje de ti porque sólo le perteneces a él!! ¡¡Por favor haz algo para que no me haga daño!!. Se veía aterrada y no paraba de llorar.

El rubio lo encaró para que le diera explicaciones, se dio cuenta que eso no era un sueño sino la realidad y la pelirosa estaba en un ataque de miedo puro.

- ¡¡Camus que hiciste con ella!! ¡¿Porque le hiciste eso?! ¡¡Bastante tenía con el susto que se llevó en la cafetería como para que ahora demonio loco vinieras a darle un trauma peor!!. Alzó la voz porque se sentía enojado, que culpa tenía ella por ser la obsesión de esa criatura de la noche.

- ¡¡¡Sólo puse en su lugar a esa mujerzuela que quería arrebatarte de mi lado, estaba por entrar cuando los vi abrazados, tú eres MÍO, tu cuerpo me pertenece igual que tu alma, soy un íncubo de mayor rango en el infierno y jamás me había enamorado de mis presas pero mira lo que hago por amor a ti, negaba lo que sentía, por eso me fui de Grecia hasta que me dí cuenta que eres especial para mi y volví para hablar contigo, deberías alegrarte, tienes a un demonio a tus pies pero veo que prefieres a esa!!!. Salió como un gruñido su confesión y todo se estremeció alrededor.

- Camus, ésto... debemos hablarlo en mi casa, pero antes haz algo para que ella olvide lo sucedido, no quiero cargar con un peso mayor que me haga sentir responsable. Lo mejor fue calmarse y calmar al demonio ya que tendrían una charla muy larga.

Pero antes arreglar el inconveniente con la joven, el demonio se acercó hasta ella, se veía el fastidio en su expresión lúgubre, la joven trataba de huir, cosa imposible porque estaba atrapada entre la pared y él.

Enfocó su poder para hacerla caer en un sueño profundo y así más fácil borrarle la memoria.

La dejó en su cama y con posesión tomó la cintura de Milo para acercarlo a su cuerpo, lo besó con pasión desapareciendo del lugar y aparecer en la cama del rubio sin separarse del contacto.

El griego recién notó que estaba desnudo igual que el demonio y éste lo acariciaba, al parecer la charla quedaría aplazada por ahora.

Suspiró cuando los besos se instalaron en su cuello y mordía su piel para dejar marcas.

Se acomodó entre las piernas morenas para empezar a penetrarlo de forma lenta, las paredes anales lo recibieron dándole una cálida bienvenida.

Comenzó un ritmo suave que con el pasar de los minutos cobró velocidad haciendo gritar a Milo de placer, ya no era un sueño en el que Camus lo hacía suyo, ésta vez era realidad y no le importaba la apariencia que ahora tenía, creía en las palabras susurradas a su oído jurando amor hacía él.

Su punto g fue tocado y sus manos se aferrarón a la ancha espalda.

- Por los dioses, ésto es mil veces mejor que un puto sueño. Era su grito al sentir que lo partiría en dos su demonio que siguió con su incesante ritmo.

La cúspide del placer estaba llegando a su fin, con tres estocadas más se terminaba, callaron sus gemidos en un último beso francés.

Permanecieron en silencio por varios minutos hasta que el íncubo se decidió a explicar todo desde un principio.

Milo escuchaba atento, a veces interrumpiendo por algo que no entendía o quejándose ya que lo de los sueños donde tenían sexo si sucedió aunque le hizo creer que sólo era parte del mundo onírico y que nada fue verdad.

El rubio confesó que también se había enamorado del Camus "humano" pero a final de cuentas también tuvo intimidad con el verdadero que es íncubo, por lo que son la misma "persona", asimilar todo lo dicho por el de cabellos aguamarina no costó tanto trabajo, pero no perdonaría tan fácil que fuera a revolcarse con otros a Suecia, el rubio también se vengaría.

Aunque sería difícil vivir con un demonio celoso y posesivo sería paciente para cambiar un poco su actitud altanera al dejarlo en abstinencia, sería un chantaje perfecto ya que tal y como se lo dijo; él es un adicto al sexo.

Lo amaba, se amaban de manera diferente pero lo hacían.

Milo aún tenía una vida por delante, pero le fue planteado la idea de convertirlo en un ser como él, juntos experimentarían diferentes tipos de placer, era tentador la oferta pero más adelante vería si acepta, por ahora se dedicaría a amar cada día a su Íncubo de ojos violetas.













Y se llegó a las 20k vistas, en verdad que me emociona que mi proyecto que prometía ser sólo de 30 one-shots a lo máximo, llegará al doble de capítulos, gracias a las personas que han estado desde un principio votando y comentando, también doy la bienvenida a los nuevos lectores que han dejado su estrellita.

Muchas gracias por su apoyo, los amo con todo mi corazón 😍

Atte. Skarlet Antares 🦂💙❄☠

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