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Ángel Guardián

Pareja:MiloxCamus
Advertencia:+18
Créditos al autor de la imágen









Desde nuestro nacimiento a todos se nos asigna un ángel guardián, aquel que nos cuida del mal que acecha a la humanidad.

Siempre está ahí junto a nosotros, aunque invisible a nuestros ojos humanos, aquel ser celestial permanecerá hasta el final y seamos llamados por el creador para rendirle cuentas de los actos cometidos en la tierra.

Un ángel tan bello de un blanco tan puro sus túnicas y sus alas enormes que le hacían gala a su rango en el paraíso de Dios, sus largos cabellos rubios semi ondulados con una mirada de un azul intenso que brillaban cual luceros.

Arrodillado frente a su padre que le daba su nueva encomienda, después de dos siglos le asignaron a su cuidado un bebé en la ciudad de Francia.

- Milo hijo esa es tu prueba final para que asciendas de rango en la orden y seas un arcángel.

- Padre mío sabe que yo soy su humilde servidor que no le interesa nada de eso, sólo ser una oveja más de su rebaño. Sonrió acariciando los cabellos rubios, siempre era así de humano su hijo más pequeño, hecho a su imagen y semejanza con esa nobleza que posee.

- Debes partir, en unos minutos el pequeño nacerá. Una reverencia y pedir su bendición para bajar a la tierra.

Apareció en el hospital dónde la madre daba su último esfuerzo para pujar y un llanto inundó la sala de partos.

La mujer cansada se desmayó, mientras las enfermeras hacían su trabajo de limpiar al bebé que seguía llorando.

Permaneció siempre al lado del pequeño que ya tranquilo observaba antento en su dirección, no le tomó importancia porque serían ideas suyas.

El tiempo en la tierra transcurría con lentitud mientras que en los cielos todo era diferente, llevaba dos meses y cuatro días velando por Camus.

Ese pequeñito le causaba mucha ternura, sus cachetes regordetes y sus expresiones cuando tenía hambre o lloraba por estar en los brazos de sus padres.

Tal vez en un tiempo no muy lejano buscaría una pareja para que le diera un angelito tan bello cómo ese bebé.

La idea de tener hijos hacían que su corazón saltara de alegría.

El ángel parado en una ventana veía el manto oscuro con las estrellas que forman las constelaciones, el pequeño inquieto en su cuna despertaba, hasta hace una hora le había dado pecho su madre para que se alimentará y durmiera el resto de la noche.

No entendía la razón de su falta de sueño, antes que comenzará a llorar despertando a los cansados padres se materializó para cargarlo en sus brazos.

Arrullandolo, los ojitos igual a los de un rubí lo miraban y una sonrisa se plasmó en los pequeños labios del bebé.

Ésto también hizo sacarle una genuina sonrisa al rubio y dejarle un casto beso en la frente al pequeño.

Caminando por toda la habitación intentaba que se durmiera pero nada lo hacía querer cerrar los ojos, comenzó a cantar una canción de cuna en un tono bajo hasta que surtió efecto en el nene.

Quién diría que todo cambiaría a partir de esa noche.

Siempre estando a su lado en cada etapa y logros del pequeño Camus.

Habían transcurrido siete años y el niño a pesar de su corta edad era muy inteligente, sus padres se encargaron de inculcarle amor por los libros desde muy temprana edad.

Era el orgullo de sus progenitores, ganando diplomas de primer lugar por su desempeño en la escuela.

El alma de Camus tan pura le era atrayente cómo imán al ángel.

Lo vio desde que dio sus primeros pasos y decir su primera palabra que dejó a sus padres con una interrogante de lo que significaba Milo, no tomaron importancia pero cierto ángel quería llorar.

No siempre se dejaba ver por el pequeño pero éste buscaba a toda costa sentir su presencia con llantos que ni sus padres podían detener.

Una caricia en su cabeza lograban tranquilizarlo y por las noches contarle anécdotas al dormido niño que tenía año y medio de edad.

No creyó que diría su nombre cuando comenzará a hablar ya que se lo dijo un par de veces cuando recién hacía sus primeros balbuceos queriendo articular una palabra.

Quería mucho al pequeño, sin poder evitarlo se ganó su corazón.

La belleza de Camus empezó a florecer desde los catorce años, sus hebras rojizas, su nariz pequeña, sus ojos de un inusual color rojo con destellos violetas y sus delgados labios en tono rosa.

Faltaban casi seis meses para su cumpleaños número quince y quería darle un regalo, algo que fuera especial.

Camus no sabía cómo describir aquel ser que desde que tiene uso de razón lo sueña cada noche.

De una belleza irreal tal cómo en las obras que admira de aquellos pintores dónde plasman el destierro del bello ángel llamado Lucifer.

Cabellos largos rubios, ojos azules tan intensos que traspasan el alma, piel ligeramente morena, rasgos varoniles con una aura tan pacífica que lo rodea además de unas bellas alas blancas.

Si cierra los ojos puede sentir su presencia cerca.

Sale de sus pensamientos para tomar su mochila e irse a la escuela no sin antes sus padres darle un fuerte abrazo además de felicitarlo porque era un día especial para el francés.

Su día transcurrió normal para el pelirojo y llegando de nuevo a su casa sus padres lo esperaban con su comida favorita además de un pastel con las velas de número 15 ya encendidas.

Sonrió feliz de estar al lado de sus progenitores cumpliendo un año más de vida, no podía pedir más.

Entre risas y anécdotas de cuándo era pequeño la familia disfrutó hasta que otro regalo más le tendió su madre.

Una cajita de tamaño considerable envuelta en papel de color verde metálico con un moño azul.

Con cuidado lo abrió viendo el contenido que había en el interior, una laptop con lo más nuevo en software y el mejor procesador.

Dio las gracias y se retiró a su habitación.

En la cama vio otro regalo pequeño una cajita dorada con su nombre en una perfecta caligrafía.

Descubrió que dentro de ella había una pulsera hecho de listón azul, blanco y celeste en forma de trenzado en medio un pequeño cascabel con un angelito de plata.

También una cadena con el dije de unas alas.

Sonrió ya que le recordó al ángel que ve en sus sueños, no lo dudó más y se puso los accesorios en donde correspondía.

Sintió como una aura protectora lo rodeaba con una cálides reconfortante.

Hizo la tarea para luego darse un ligero baño ponerse su pijama además de cepillarse los dientes para descansar.

Milo vio todo sintiéndose dichoso de que aceptaba su regalo no sólo fue hecho por él sino también lo protegía de los seres oscuros que rondan a los humanos incitándolos a pecar, también podía sentir las emociones del pelirojo además que si corría algún peligro lo percibiría.

Jamás en su larga existencia sentía algo abrumador que se instalaba en su pecho.

Confuso trataba de encontrar una explicación, cada que veía a Camus su corazón palpitaba tan rápido.

Tres años sin quitarse el collar y la pulsera, siempre teniendo el sueño de aquel ángel que estaba seguro era su guardián.

Por cuestiones de sus estudios en la universidad tuvo que dejar la casa de sus padres rentando un departamento ya que era más fácil llegar al colegio en quince minutos que viajar todos los días por casi una hora.

Siempre a su lado aquel ángel rubio viendo cómo la belleza de Camus era llamativo para las chicas y chicos de su edad con uno que otro adulto.

Sus facciones maduraron a las de un hombre joven, porte elegante, seguro de sí mismo, su largo cabello rojo que caía cual cascada de lava por su espalda baja.

El cuerpo atlético con dos gemas preciosas imperturbables que hechiza.

Cierto día recibió el llamado de Dios presentándose ante él en su paraíso celestial, confundido no entendía la razón.

Hasta ahora ha llevado muy bien su misión ¿Porque se le pidió que acudiera de inmediato?

Arrodillado frente a su padre estaba Milo escuchando atento lo que le diría.

- Y dime hijo mío cómo van las cosas en la tierra con el pequeño que has cuidado.

- De maravilla mi señor es un buen muchacho si lo viera ha crecido mucho además de ser tan bello e inocente. Los ojos azules brillaban de emoción al contar sobre el pelirojo al creador.

Cada expresión al describir a su protegido, cada vez se comportaba cómo un humano enamorado.

No podía ser, ya que en el cielo tenían prohibido relacionarse con las personas que protegían además de tener sentimientos hacía un hombre.

Iba más allá de las reglas estipuladas tanto en la tierra cómo en el cielo, cambiando el orden natural.

- Hijo mío debo decirte que tú ya estás enamorado de aquel joven, conoces las reglas además que son del mismo sexo, no es bien visto una relación así, es antinatural, renuncia a seguir cuidando de él y ahora mismo te instalas en el paraíso.

- No padre, no puedo renunciar a Camus, lo cuidé desde bebé, no me pida algo así porque no lo haré, tal vez tenga razón y me he enamorado, es algo que ya vengo sintiendo desde hace tiempo. Pero no lo dejaré sólo porque siempre seré su ángel guardián. Sabía que rompió muchas reglas pero en el corazón no se manda y menos la persona que le eligió.

- Nunca podrás salvarlo siempre ya que él tiene su destino escrito, lo dicta el libro de la vida, será atacado mientras nosotros estamos ahora conversando.

- Eso es mentira. Milo negó ya que de ser así la pulsera con el cascabel rápidamente le indicaría que corre peligro.

Llegó a sus oídos aquel sonido con la desesperación que inundaba a Camus.

Su deber era cuidarlo y estaba fallando, caminó rápido dispuesto a irse para salvarlo sin importarle lo que piense Dios.

Antes de empujar las enormes puertas de madera...

- Es su destino Milo y no puedes cambiarlo. La voz hizo eco por todo el enorme templo.

- No pasará porque yo lo evitaré, nosotros forjamos nuestro propio camino. Salió lo más rápido posible de ahí, sin mirar atrás, ese no era el Dios amoroso que sacrificó a su único hijo para salvar a las personas de los pecados, parecía otro totalmente diferente.

Mientras minutos atrás en la tierra Camus iba de vuelta a su departamento algo tarde ya que se quedó en la biblioteca a leer algunos libros resumiendo lo que le serviría para su examen.

El tiempo pasó tan rápido que no se dio cuenta, camino a casa se topó con su amigo Surt que estaba algo ebrio junto a otros tipos de la facultad.

Decidió ignorarlo y apurar el paso pero lo alcanzó tomándolo bruscamente de su brazo.

- ¿Porque huyes de mí amigo?. El aliento alcoholizado inundó su olfato.

- Sueltame Surt. Por favor. Pidió de forma calmada el pelirojo

- ¿Y si no lo hago qué me harás?. Tiró más fuerte de su agarre pegándolo a su cuerpo sonriendo socarronamente.

Le borró su estúpida sonrisa con un puñetazo que lo hizo tambalear soltando su brazo, de inmediato enfurecido se volteó a ver al pelirojo, sus ojos ardían en furia.

Lo haría pagar, sería ultrajado esa belleza que es digna de alabar.

Sentía una obsesión por Camus tan enfermiza y retorcida que soñaba con poseer ese cuerpo esbelto con caricias y sexo rudo.

Le encestó un golpe en su abdomen que lo hizo doblarse de dolor al pelirojo, con el aire faltante en sus pulmones se incorporó con la intención de volver a golpearlo pero lo bloqueó Surt dándole un puñetazo en la cara que lo aturdió por segundos que el otro utilizó a su favor para tomarlo del cabello y alzar su rostro con un hilillo de sangre escurriendo de su labio.

- Hay Camus cometiste un grave error y ahora lo pagarás muy caro, hoy te domaré pequeña fierecilla. Sintió el miedo invadir todo su cuerpo, su instinto de supervivencia lo hacían dar golpes y patadas a su atacante pero éste se los devolvía más fuerte jalándolo de su largo cabello rojo.

Lo tiró al suelo ya que no había más personas transitando las calles además de uno que otro auto pasaba por ahí.

Camus no quería ese destino, en su mente repetía el nombre de Milo con desesperación pero ¿Porqué llamaba a alguien que formaba parte de su imaginación?

Si existía Dios pedía que alguien llegará a salvarlo de ese horrible castigo.

En ese momento dejó de sentir el cuerpo que estaba encima suyo, se abrazaba a si mismo para calmar los temblores en su cuerpo.

Milo llegó justo a tiempo antes que pasará algo más terrible para su protegido, se materializó olvidando en ocultar sus alas ya que debía ocuparse de ese infeliz que quería abusar de Camus y lo tenía encima de él queriendo rasgar su ropa.

Su sangre la sentía hervir por la furia que le recorría todo su ser, golpeó hasta que sus nudillos se llenaron del líquido carmesí de su víctima.

En el infierno le esperaba la peor de las condenas, ya que quebrantó una de las leyes de Dios.

Nunca había utilizado su poder en un humano ya que no había necesidad pero era por un bien mayor ésta vez, borró lo sucedido en la memoria del inconsciente sujeto además de alterar su mente para que se fuera de la ciudad y olvidará a Camus.

Una vez terminó, se acercó lento al pelirojo que miraba en su dirección tal vez en shock por lo que pasó.

- Camus. En un suave susurro lo llamó.

Éste al oir su nombre alzó la mirada.

- Eres real. Afirmó el pelirojo sin creer lo que veía frente suyo.

- Milo!!.

Salió de sus labios el nombre de aquel ángel, ese que lo repetía constantemente en su infancia pero sus padres decían que era su amigo imaginario, pero sentía que no era verdad.

Siempre lo veía a su lado y ahora estaba seguro que no era parte de su imaginación, ese ser siempre estuvo cuidandolo cómo en ese momento hizo de nuevo.

El rubio se arrodilló a su altura y el pelirojo saltó hacía él abrazandolo fuertemente.

Acarició las esponjosas alas del ángel que reaccionaron ante su toque.

- Eres real y no parte de mi imaginación cómo mucho tiempo me obligué a creer. Milo. Lágrimas surcaban su rostro de felicidad y por el reciente suceso.

- Ese es mi nombre, y yo que pensaba que con él tiempo lo olvidarías, no mostraste más señales de buscarme desde los tres años. Acarició los cabellos rojos tratando de calmarlo.

Su aura celestial dejó que saliera y los rodeara a ambos curando las heridas tanto internas cómo externas que podría tener Camus además de brindarle calma a su ser.

- En mis sueños te veía siempre. No te vayas y me dejes sólo por favor mi ángel guardián. Era una petición que cumpliría, no había marcha atrás ya que reveló su existencia.

Adaptarse a todo aquello hecho por los humanos se le dificultaba un poco, usar ropa en vez de sus túnicas blancas, comer se había vuelto lo básico en su nueva vida.

Un cuerpo terrenal no era igual al de su verdadera naturaleza que no tenía necesidades cómo esas.

Pero por el francés lo hacía, pidió que no lo dejará sólo nunca más e invitarlo a vivir con él, tenía miedo que desapareciera otra vez y jamás verlo nuevamente.

Por eso ocultó su poder y alas para ser un humano normal cómo los demás.

Refugiarse en los fuertes brazos del ángel se convirtió en algo indispensable sintiéndose seguro que nada pasaría.

Solían salir juntos para dar un paseo tomados de la mano cómo si fueran una pareja, aunque no lo sean.

Milo tenía en claro sus sentimientos mientras Camus tenía una lucha interna ya que sabía que el rubio era un ángel, estaba fuera del plano terrenal y no sabía si era correcto amar a un ser de luz, creado por Dios.

Si ambos decidían amarse ¿Milo recibiría un castigo por parte de su padre celestial? Su furia sería tan grande porque estaba consciente que los dos son hombres además que no era bien visto las relaciones homosexuales.

Tenía miedo de que algo malo le pasará a su guardián de bellas alas, pero también su corazón gritaba que se confesara, desde que era un adolescente amaba a alguien que creía ser sólo de su imaginación, se sentía tonto por hacerlo.

Pero su vida dio un giro inesperado con ese intento de violación ya que lo salvó la persona que era parte de sus sueños, Milo ese nombre se quedó grabado en lo profundo de su subconsciente.

El rubio notaba cómo había una lucha interna en el francés, lo percibía a través de la pulsera y collar, cada sentimiento que a veces lo abrumaban.

Amor, miedo, coraje pero también lujuria.

Camus lo deseaba tanto cómo él.

Sentados en el balcón admiraban la puesta de sol nadie decía nada estaban cómodos en ese silencio.

Camus recostado en el pecho de Milo y sus dedos jugaban con los mechones rubios mientras el ángel respiraba el aroma que desprendían las hebras rojizas.

Era la ocasión perfecta para las confesiones, el sol que se ocultaba entre las nubes grisáceas dándole un toque único a la vista las tonalidades naranjas y rojas con los últimos rayos solares.

- Camus para mí que soy un ser inmortal jamás creí enamorarme de alguien, en especial un humano al que es mi deber proteger. Lo he hecho siempre, cómo un ángel guardián se me ha asignado la misión, viendo diferentes rostros, sin llegar a sentir nada sólo él deber de acompañarlos hasta el final, pero tú desde que eras un bebé sin darme cuenta te adueñaste de mi corazón, te vi decir tus primeras palabras que fue mi nombre. Hizo una pausa riendo ligeramente. - Cuándo ya eras un adolescente tu belleza resaltaba de entre la multitud, me dejaste hechizado atravesando una flecha en mi corazón siempre pensando en ti de una forma diferente, lo que usas en tu cuello y muñeca yo lo hice especialmente para ti por tu cumpleaños número 15. Se detuvo un momento ya que el pelirojo se levantó para verlo asombrado acariciando con la yema de sus dedos el ángel de plata con el cascabel.

Luego prosiguió:

- Ese día que te salvé no pude llegar antes ya que fui llamado por mi padre, si hubiera estado a tu lado no hubiera ocurrido nada, perdóname por eso Camus. Bajó su mirada apenado.

El francés acunó entre sus manos las mejillas del rubio y lo alzó para que lo viera.

- No tengo nada que perdonarte Milo, lograste salvarme antes de que pasará algo más terrible, no te sientas mal por ello. Le dio una leve sonrisa para que lo olvidará y no sintiera que había fallado en su misión.

- Te amo Camus, entendí qué era eso que me mantenía confuso la mayor parte del tiempo desde hace cuatro años. Cerró sus ojos ante la caricia en su mejilla.

- Yo también te amo Milo y mucho, hubo un tiempo que me sentía enojado conmigo mismo al estar enamorado de alguien que no existía, sólo en mis sueños, era frustrante que no fuera real esa persona. Pero entonces pasó, te vi golpeando a Surt, tus alas tan enormes se mostraban en todo su esplendor, los cabellos rubios que los conocía perfectamente y la mirada azul. Desde lo más profundo de mi mente llegó tu nombre ese que repetía siendo un niño. No sabes lo feliz que me siento de saber que si existes y no es parte de mi imaginación. Lo abrazó tan fuerte sentándose en las piernas del rubio.

Todo temor se fue, su amor lo habían confesado y no había marcha atrás.

Disfrutar de la cálides del otro era una sensación placentera para sus almas.

Tan distintos por su naturaleza pero estaban destinados a amarse.

Un beso tierno e inocente se dieron cómo pareja, disfrutando de los labios contrarios, entre suspiros y leves caricias llegaron a la cama con la clara intención de lo que deseaban.

Milo quería hundirse en el más dulce de los pecados, no importaba si recibía un castigo por parte de Dios, el deseo de poseerlo nublaba su raciocinio.

Las prendas desaparecieron de sus cuerpos, la piel expuesta era un estímulo visual que encendía esa chispa en su interior.

Separó las piernas del galo para alzar una besando desde el talón subiendo por la pantorrilla y el muslo interno dejando reposar la extremidad en su hombro.

Volvió a estar a la altura del rostro sonrojado sólo para atrapar los labios de Camus en un contacto más desenfrenado.

El rubio aprovechó la distracción del beso para colar el primer dedo, el pelirojo no sintió la intromisión ya que estaba distraído jugando con la lengüa del ángel.

Otro más estuvo dentro dilatando hasta que el tercero abría más los anillos de carne y estimular el punto erógeno de Camus.

Con el respirar agitado se veían con adoración, pupilas dilatadas, la piel afiebrada por todo ese cúmulo de sensaciones jamás experimentadas.

Con la pierna aún en su hombro se acomodó mejor y así colocar su miembro tan húmedo por ese estrecho canal.

Su virilidad tan dura como una piedra se abría pasó en el cálido interior.

La espalda del francés se arqueó, apretando las sábanas fuertemente entre sus puños, ardía y dolía pero la recompensa después sería gloriosa.

Esperó unos cuantos minutos para que se acoplará a su tamaño entonces un lento movimiento por parte de Camus le indicó que podía comenzar.

Movimientos lentos pero profundos, un jadeo escapó involuntariamente de su boca al sentir la fricción de piel con piel.

Las estrechas paredes apretaban su carne fuertemente, su pelvis comenzó a aumentar el ritmo de las embestidas hasta hacerlas más candentes.

- Milooooo. Sus gemidos resonaban en las cuatro paredes.

Con más ímpetu se movía el rubio haciendo chocar el cabecero de la cama con la pared, el sonido seco de sus testículos chocando con ese redondo trasero despertaban una lujuria que parecía insaciable.

Era tan embriagador, queriendo más y más de ello, poseyendo a Camus de todas las formas posibles.

Atacó el blanco cuello dejando marcas que se borrarían en el transcurso de los días, eso sacó un ronroneo que cautivó su oído.

El pelirojo se aferró de la ancha espalda incrustando sus uñas preso de ese ardiente acto.

Ni en sus sueños más febriles le producía ese cosquilleo en su vientre bajo.

Su miembro era estimulado por el abdomen de Milo que lo rozaba constantemente haciendo que palpitara, estaba seguro que pronto dejaría salir su esencia.

Una estocada que dio justo en su próstata lo hizo gritar y el orgasmo llegó en oleadas salvajes derramando su semilla entre sus vientres.

Las paredes lo apretaron tan fuerte que eyaculó abundante en el interior de Camus.

Besó los hinchados labios del francés para demostrar su amor por él.

Sus párpados pesaban y abrazando a Milo se quedó dormido.

El rubio seguía despierto brindando calor al cuerpo que descansaba en su pecho.

En cuanto se aseguró que dormía profundamente su amado, con cuidado puso una almohada en su cabeza.

Se vistió y sin hacer ruido salió del edificio caminando un par de calles hasta llegar a un pequeño bosque.

Mirando al cielo estrellado cerró sus ojos ya que había tomado una decisión.

- Padre mío sabes que he pecado, no te pido que perdones mi falta ya que no me arrepiento de nada, no importa si es un hombre yo lo amo y él me corresponde ¡Sacrifico todo por él!. Alzó los puños vociferando a los cielos. - ¡Lo dejo todo por él! Renuncio al paraíso y mi lugar en tu orden celestial para estar al lado de Camus.

Lamentaba que su hijo haya caído en la tentación del pecado, igual que Adán y Eva que probaron del fruto prohibido expulsandolos del paraíso.

- Si esa es tu decisión adelante. Pero cuándo tú quieras volver porque te arrepentiste, se te negará la entrada a los cielos. La imponente voz se escuchó cómo eco por todo el silencioso lugar.

Milo cayó inconsciente en el pasto pero antes una luz dorada salió de su cuerpo hasta alzarse a los cielos, su virtud de ángel se le fue removido ahora sería un simple hombre que envejecería.

Y es lo que deseaba el rubio ya que no quería ver morir a Camus siendo un anciano mientras él se mantenía joven.

Prefería renunciar a su inmortalidad para morir junto a su amado francés siendo unos viejitos.

Despertó desorientado, aún seguía siendo de madrugada, cómo pudo caminó a prisa hacía el edificio y lo vio dormido, su rostro reflejaba serenidad.

Sonrió ya que estarían siempre juntos hasta que la muerte los separe, se acostó a su lado y se aferró a la fina cintura de su pelirojo.

Camus se enteró de lo que hizo el rubio al siguiente día, no podía creerlo que renunciará por él.

Un simple humano.

Lo amaba tanto, un futuro que prometía prosperidad en sus vidas cómo pareja los esperaba.

Aunque Milo ya no tuviera su virtud y fuera un hombre normal, para él seguiría siendo su Ángel Guardián.






°▪▪❄🦂💙▪▪°





Que tal les pareció el maratón de tres capítulos y éste Milo angelito? Totalmente diferente a Angel & Demon, ésta idea estaba desde hace mucho pero lo dejé aplazado por los pedidos que tenía y era momento de que lo escribiera.

Han pasado muchas cosas desde el 30 de diciembre que viajé para apoyar a mi hermana, en ese lapso de dias no tuve tiempo a escribir nada, hubiera deseado terminar el cuarto shot de KardGel pero prometo que se los recompensaré después ya que jamás imaginé que a las dos semanas de estar ahí falleciera mi cuñado, es algo muy duro para mí de asimilar y pues se imaginarán que mi hermana mucho peor ya que era su esposo.

El 12 de enero él fallece, tenía planeado subir los capítulos a mediados del mes pero decidí aplazarlo hasta febrero porque no he estado bien emocionalmente además que la nueva historia que en la noche se subirá está escrita en colaboración, Mabe entendió mi situación dándome su apoyo y estuvo de acuerdo en aplazarlo para el 14 de febrero espero le den todo el amor del mundo a mi nuevo proyecto y espero ver sus votos con los comentarios 💖

Me duele no hacer algo especial para los cumpleaños de los cubos y en mis planes estaban unas ideas que me andaban merodeando en la cabeza, jamás espere que pasará todo ésto, el destino ya estaba escrito sólo queda aceptarlo sea bueno o malo.

Yo estaré un poco más de tiempo con mi hermana pero en cuanto vuelva a mi casita me pondré las pilas y escribir los tres nuevos caps, espero entiendan que no ha sido fácil para mí, la enfermedad como el cáncer es mortal pero si aún se está a tiempo se cura pero a él se lo detectaron cuando ya no había más que hacer.

Cuidense y saben que los amo demasiado mis bellos lectores 😘.

Atte. Skarlet Antares ❄💙🦂☠

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