Amor De Unas Horas
Pareja:MiloxCamus
Advertencia:+18
Crédito a los autores de las imágenes que usaré hoy en éste one-shot
Aceptó que sus mejores amigos le hicierán su despedida de soltero aunque aún faltaba dos meses para su boda pero no podía hacer nada para detenerlos ya que todo estaba listo para esa noche dónde se la pasarían super bien.
Quién diría que a partir de ese momento todo sería diferente en su vida al conocer a ese bello stripper, un amor de unas horas que lo haría olvidarse de todo.
Afródita, Mü, Aioros, Aioria y Shaka le organizarón su despedida ya que dejaría su soltería para casarse con un buen hombre llamado Shura su prometido aunque aún faltaba para contraer nupcias pero eso a ellos no les importó en absoluto.
El día de la fiesta llegó y en un hotel de la ciudad de Francia se hizo una reservación en el salón de aquel lugar, todo estando en ordén disfrutarón bailando, bebiendo shots de tequila, whisky y el mejor vino añejo hasta casi las once de la noche pero faltaba la cereza del pastel ya que Afrodita contrató a un stripper que tiene una envidiable y trabajada anatomía que podría poner celoso hasta el mismo Dios Ares.
Con micrófono en mano el peliceleste habló para captar la atención de sus amigos.
- Camus amigo mío espero que éste regalo te encante demasiado ya que tus pupilas se deleitaran por tan agradable sorpresa.
El mencionado aguamarina lo pusierón sentado en una silla en medio del salón mientras los otros estaban a un lado viendo la reacción que Camus haría por la sorpresita.
Todo el lugar quedó a oscuras la música de Guru Josh Project - Infinity comenzó a sonar por las bocinas y una luz reflejó a un hombre que su atuendo era en cuero negro chamarra sin mangas y pantalones ajustados con unas botas del mismo color.
Camus estaba impresionado por aquel hombre que parecía un dios griego de cabello largo azul alborotado y piel acanelada.
La música electrónica marcaba un ritmo sensual y lento al principio.
Mientras el peliazul recorría con sus manos todo su cuerpo que estaba de buen ver.
Conforme los segundos pasaban esa canción se volvía más rítmica y el moreno se quitó la chamarra sin mangas lanzandolo hacía los demás espectadores que gritaban eufóricos.
La emoción estaba a flor de piel en los amigos del aguamarina que no paraban de gritar ¡Mucha ropa, mucha ropa! y ¡Ya encuerate de una vez! Afrodita fue el que dijo eso haciendo que los demás se carcajearan por la ocurrencia del sueco.
Camus no paraba de mirar ese torso perfecto como si fuera pulido por el más famoso artesano, lo que más le gustó fue ese tatuaje de un escorpión en la parte inferior de su abdomen cerca a su pelvis que osada se movía más que una serpiente al asecho.
La manera sensual de moverse el peliazul dejaba embobado y sin aliento al de cabellos aguamarina que no paraba de mirar la V que no ocultaba para nada ese pantalón.
En un momento el pantalón se lo quitó lanzandolo de nuevo a los demás que observaban al escultural stripper que quedaba en boxer.
Las orbes violetas se dirigieron hacia la entrepierna ya que aunque la tela cubriera su intimidad no dejaba nada a su imaginación que observaba ese gran bulto sobresalir.
No sabía si era por el alcohol en su sistema pero su cuerpo empezó a invadirlo un calor abrasador.
El peliazul se acercó más a aquel chico guapo bailandole tan cerca, en un meneo sensual de caderas.
Tomó las blancas manos para que recorriera su cuerpo, el tacto le erizaba su morena piel y Camus no había refutado por tal osadía.
Las manos siguierón guiando al aguamarina hasta dar a su redondo trasero y una fuerza extraña lo obligó a palparlos, sintiendo lo firmes que eran.
La música seguía y ésta estaba por llegar al clímax, el peliazul daba vueltas en su mismo eje para terminar en una pose sexy cuando dejó de sonar un clásico de la electrónica.
Los demás espectadores aplaudieron al stripper que lo hacía de maravilla y Camus éste estaba en las nubes por ver a tan guapo hombre, tocar ese marcado abdomen y su trasero lo dejaron más que aturdido.
Pero Afrodita pagó no sólo para uno sino para dos coreografías más.
La segunda canción que bailaba el peliazul ya tenía las hormonas alborotadas en todos que no paraban de gritar y silbidos hacía su persona mientras el de cabellos aguamarina se grababa en su memoria la forma de ese cuerpo que parecía una serpiente que se movía hipnotizandolo.
La tercer canción sonaba Indila - Dernière Danse pero en remix de Speechle2s ya que como decía la letra un último baile para despedirse ya que en pocos minutos sería media noche y su trabajo terminaba ahí.
Se esmeró en el último baile para aquel bello hombre, parecía una joya francesa de las más valiosas y raras que se encontraban cada cierto tiempo.
Dichoso aquel hombre que sería su esposo.
Camus le nació el deseo de ser tomado por aquellos fuertes brazos y mientras tomaba otro shot de tequila, su cuerpo ardía en deseo, una pequeña chispa creó una llama que encendió todo su ser.
Sin darse cuenta una erección crecía y sólo por ver bailar al peliazul.
La canción francesa cesó y los aplausos de los amigos de Camus no se hicieron esperar ya que les gustó.
Tendrían en cuenta aquel stripper para que les bailará en sus despedidas de soltero porque ese guerrero fiero los cautivó en demasía al igual que un francés que no podía dejar de pensar en él y ver como se escabulliría de la fiesta para atender su pequeño problema.
El de piel morena agradeció con una elegante reverencia desapareciendo para poder cambiarse de ropa.
Los chicos jalarón al aguamarina y se acercarón a la barra para que el mesero les diera copas de vino para brindar por lo magnífico que fue la fiesta.
Varios minutos después salía el peliazul vestido con una playera roja, chaqueta de cuero en negro, jeans negros y botas tipo militar con su bolso tras su espalda buscando al sueco para cobrar sus servicios.
Le pagó lo justo y el de cabellos celestes lo invitó a tomarse una copa con ellos aparte de comer las botanas que había.
Se acercó a la barra junto a todos que no paraban de bombardearlo con preguntas de todo tipo.
Pero Afrodita les paró el alto cuándo en ese momento el Dj que contratarón puso una canción que les gustaba a todos yendose a bailar, dejando sólo al peliazul bueno no todos ya que el de cabellos aguamarina se quedó sentado mirando la madera de color caoba sin percatarse que estaba sólo y el stripper que se sentó a su lado.
Alzó la mirada y vio a unos ojos de color záfiro que lo observaba atento dándole una sonrisa de lado.
Se sonrojó y tan sólo dijo un:
- Hola. Tímido y no sabía porqué esa actitud con él ya que siempre mostraba seguridad pero al parecer ésta la abandonó.
- Hola, espero te haya gustado mi baile. El tono de voz varonil, comparado a la de Shura ésta sonaba con sensualidad y altivez.
- Claro eres muy bueno y cuál es tu nombre?. Se oía nervioso y no era para menos ya que ese hombre al lado suyo parecía un depredador intimidante.
El peliazul se sorprendió que haya preguntado por su nombre ya que sus amigos le hicieron preguntas incómodas para él con propuestas incluidas, todos eran lindos a su manera pero quien le llamó la atención es la persona que se encuentra al lado suyo.
- Milo, es un placer conocerte emm...
- Camus.
- Cómo el escritor Albert Camus?. Sonrió ya que era uno de sus escritores franceses favorito.
- Si, mis padres son fanáticos de él ya que tiene muy buenas obras y pues les gustó para ponermelo de nombre. Aunque el tuyo es griego y significa manzana. Le devolvió la sonrisa pero más amplia.
- Soy griego pero mi padre gustaba mucho de esa fruta así que me pusieron por nombre manzana en nuestra lengüa natal, Albert Camus es mi autor favorito. Bebió un sorbo de vino degustandolo sin prisa, su paladar sintió el sabor de la uva.
- Un stripper que gusta de la lectura? Jamás creí ver eso. Bebió su whisky de golpe.
- Una cosa diferente es mi trabajo a mis gustos por la literatura. Alzó sus hombros restandole importancia.
Siguierón platicando por varios minutos mientras bebían, Camus se puso de frente para ver a Milo, un poco más ebrio que el peliazul, su erección disminuyó un poco pero rememorar esos sensuales movimientos volvió a tomar rigidez.
Se levantó pero el alcohol entorpecía sus movimientos haciéndolo caer en los brazos del moreno.
Alzó su mirada hacía arriba viendo que la cara de Milo estaba cerca de la suya.
Atracción o culpa de la borrachera lo besó con fiereza y el griego aceptó con gusto, teniendo una batalla de lengüas por ver quién sería el ganador.
Los minutos pasaban y el beso cobraba más profundidad arrebatandoles el aire en sus pulmones.
Se separaron y en sus pupilas brillaba el deseo, las palabras sobraban ya que sus miradas cómplices decían todo.
Salierón del salón sin que nadie se diera cuenta tomados de la mano riendo como si hubieran hecho una travesura.
Dentro de la habitación comenzaron de nueva cuenta los besos, la ropa les estorbaba retirándolas con torpeza.
A trompicones llegarón a la cama dónde Milo quedó entre las estilizadas piernas de Camus.
El camino de besos descendió por su barbilla, bajando hasta su cuello blanco dónde dejó mordidas que le sacaba gemidos al aguamarina.
Nunca lo había hecho ni siquiera con Shura, prácticamente sería su primera vez con un desconocido que lo sedujo con su forma de bailar.
Pero no importaba, las sensaciones eran placenteras y quería disfrutar del momento.
Siguió su descenso dejando chupetes en la clavícula y parte de su torso, llegó a los pequeños pezones dónde succionaba cada uno de forma simultánea.
El miembro de Camus estaba erecto desde hace tiempo, de su pene ya salía el líquido pre-seminal.
El recorrido siguió su curso hasta llegar a la intimidad del aguamarina que ya se retorcía en la cama esperando ansioso que más pasaría.
Lamió la punta sintiendo su sabor salado, con su mano recorrió toda la base empezando movimientos de arriba hacía abajo.
Sin esperar más se lo metió a su boca moviendo su cabeza, el miembro le llenaba por completo toda su cavidad bucal.
Succionaba, con sus dientes rozaba todo el glande haciendo que Camus gimiera más fuerte su nombre que se escuchaba excitante.
Su miembro palpitó ya que también necesitaba liberarse.
Continuó con su faena y las blancas manos que se aferraban fuerte a las sábanas las dirigió a la cabeza de Milo sujetandolo de su largo cabello azul para que lo hiciera más rápido.
Trató de no ahogarse ya que el peliagua era quien dirigía los movimientos de su cabeza dificultándole seguir el ritmo, su quijada la sentía entumecida y dando una leve mordida a la punta, Camus se vino de forma abundante en su boca.
El espeso líquido lo tragó sin ascos.
La mejor parte finalmente llegaba.
Se situó de nueva cuenta entre las piernas de Camus que respiraba agitadamente.
El poco aliento que recuperaba Milo se lo arrebataba con un beso demandante jugando con su lengüa de una forma obscena.
Su virilidad la restregaba con la otra que semi-erguida estaba.
Era una forma de hacerle saber lo duro que estaba por él, ese bello hombre que le llamó la atención desde que lo vio cuando comenzó a bailar.
Dirigió tres dedos a la boca de Camus que lo miraba interrogante.
- Lámelos.
Asintió acatando la ordén de inmediato.
Su lengüa recorría esos dedos ensalivandolos, lamía como si fuera una paleta mordiendolos de vez en cuándo, ésta acción sólo hacían que el miembro del peliazul palpitara exigiendo ser atendido.
Cuando creyó que estaban lo suficientemente lubricados los retiró.
Subió una pierna a su hombro para tener mejor acceso a la pequeña entrada.
Pero antes debía preguntar algo.
- Lo has hecho antes?. Lo miró directo a los ojos.
- No. Las orbes violetas sostuvieron la intensa mirada del peliazul.
- Primera vez?.
- S-Si. Avergonzado desvió la mirada.
Pero una mano hizo que volviera a dar la cara.
- Escucha, si te hago ésta pregunta no es para burlarme o criticarte, es porque no quiero lastimarte y quedes con un trauma, pero no crees que eso es malo para ti ya que entregaras tu virginidad a un desconocido que a tu prometido?. Hizo un gesto que el peliagua no pudo descifrar.
- No me importa, por hoy quiero olvidar que estoy comprometido, olvidarme de todo, tan sólo disfrutar el momento contigo que aunque no lo creas me transmites confianza sin importar que hace unos cuantos minutos te conozco, quiero hacerlo, olvidémos quienes somos y disfrutemos de éste placer bello stripper porque estoy ansioso de que me poseas. Sin dejar que respondiera volvió a besarlo.
El primer dedo se coló aprovechando la distracción en el beso francés que se daban haciendo círculos en la entrada.
Su cuerpo dio un respingo.
El segundo dedo entró en la estrecha entrada, dilatando más esos anillos de carne en forma de tijeras.
La incómodidad estaba muy lejos de sentirlo, ya que Milo era muy cuidadoso le daba besos por su mejilla y frente.
No sintió cuando un tercer dedo se coló, ya que el peliazul le besaba el cuello distrayendolo de cualquier malestar.
Los invasores simulaban embestidas y movía su cadera en busca de más contacto.
Los retiró ya que Camus estaba preparado ganándose una queja porque se sintió vacío.
- Haré que tu primera vez sea especial Camus. Le dio un corto beso en los labios y dirigió su pene en la mojada entrada.
Lentamente se fue introduciendo, las paredes anales se contraían apretando su miembro.
El aguamarina cerró sus ojos fuertemente apretando las sábanas, le dolía si pero la sensación era mezclada con placer al sentir como se adentraba cada vez más, unas pequeñas lágrimas escaparon de sus ojos.
Milo lo notó y susurraba palabras dulces en el oído de Camus repartiendo besos por toda la cara.
Esperó unos minutos a que se acostumbrara al tamaño de su miembro.
El leve movimiento de cadera le indicó que podía comenzar.
Y así lo hizo con estocadas lentas pero profundas, sintió como un líquido caliente mojaba su miembro, bajó la mirada viendo sangre.
Camus no mentía, era virgen hasta ese momento, se sintió dichoso de ser el primero.
- Mi-Milooo más, quiero más!!!. Era la súplica del aguamarina que arrastraba las palabras por el calor que lo invadía en su interior, sáliva escurría por la comisura de sus labios.
El peliazul aumentó la intensidad de las penetraciones.
Se aferró de esos fuertes brazos incrustando sus uñas pero sólo logró excitar más al escorpión que tocó la próstata de su amante.
Ganándose un sonoro gemido que envolvió sus oídos como si fuera la mejor melodía que escuchaba.
Se concentró en tocar el punto g de Camus cada que entraba.
Su punto dulce era tocado deliciosamente y se aferró a la ancha espalda morena dónde dejaba arañazos para luego bajarla hasta el firme trasero moreno que lo apretó haciendo que se moviera más rápido dentro de él.
Las paredes anales se contraían cada vez más, indicando que el orgasmo estaba próximo y él no estaba exento de aquello ya que estaba en su límite.
Aumentó el ritmo para que tocarán el cielo juntos.
Dos, tres estocadas más fue todo para que el acto culminará gimiendo sus nombres.
Milo eyaculando dentro de Camus y éste entre sus vientres.
Cayeron rendidos durmiendose al instante sin tapar sus cuerpos desnudos.
Un nuevo día y Milo fue el primero en despertar ya que la luz mañanera le daba directo a su cara.
Se desperezó y vio el bulto que estaba a su lado, recordando la magnífica noche que pasó con esa bella joya.
Sin hacer ruido se levantó para darse una ducha rápida e irse a su departamento.
Se vistió y dejó una nota en la mesita de noche para Camus viéndolo por última vez ya que estaba seguro que jamás lo vería de nuevo, salió de ahí cerrando la puerta y salir del hotel.
Dos horas después Camus despertaba somnoliento, se estiró para que sus músculos se relajaran pero un ligero dolor en su espalda baja le hizo recordar lo sucedido anoche con el stripper.
Fijó su vista en el otro extremo de la cama que se encontraba vacía, por un momento se sintió sólo pero otro sentimiento más lo invadió que no sabía explicar.
Se incorporó para quedar sentado, entonces vio un papel en la mesita de noche con una perfecta caligrafía.
Hola Camus sé que para cuándo despiertes yo ya no estaré en la habitación, y la verdad temía cual fuera tu reacción cuándo me vieras desnudo en tu cama así que mejor decidí irme sin avisar o despedirme.
Me llevaré cómo el mejor de los recuerdos toda tu belleza, me grabé cada parte de tu fisionomía y nunca olvidaré que me entregaras algo importante por primera vez.
Esperó que tú no me olvides, dudo mucho que nos volvamos a encontrar.
Te deseo que seas muy feliz con tu prometido y suerte en tu boda.
Se despide el stripper.
Milo
Camus leyó la carta y tan sólo suspiró ya que era verdad tal vez nunca más se volverían a ver.
- Tan sólo fue un Amor De Unas Horas. Dijo inconscientemente.
Pero el destino es tan caprichoso que les haría una jugarreta que nadie esperaba.
Los días pasaron rápido para Camus y sus amigos no paraban de hablar de Milo aquel stripper que los dejó suspirando.
El peliagua recordaba a cada momento lo sucedido con él.
Pero debía concentrarse para seguir planeando su boda que sería en Francia su ciudad natal es por eso que viajó con anticipación aparte de la despedida de soltero que le organizarón, Shura por ahora seguía en España dirigiendo su empresa.
Pero cuando faltará una semana para casarse viajaría el pelinegro.
Dos semanas transcurrierón y Camus fue a elegir las flores que ese día adornarían el salón pero estaba indeciso ya que las rosas blancas y rojas se verían perfectas dando elegancia pero también amaba las violetas.
Optó por las rosas. Era muy estresante organizar su boda perfecta.
Ya que su español estaba ocupado con su trabajo que por eso le dejó toda la responsabilidad a Camus ya que confiaba en su buen gusto.
Sus amigos hacían lo que podían en ayudarlo pero necesitaba de su prometido para saber su opinión sobre algunas cosas.
Tras varias largas horas revisando que las invitaciones fueran enviadas a sus invitados, y el arreglo de flores con manteles a juego se sentía estresado.
Se fue a un bar para tomarse algunas copas y olvidar por un momento todo.
Entró al lugar y se sentó en la barra junto a otro tipo al cuál no le prestó atención, pidió al bartender una cerveza.
Mientras llegaba su bebida barrió con la mirada todo el lugar, unos tipos estaban más que ebrios en una mesa casi durmiendose.
Luego fijó su vista al tipo que estaba a su lado.
Ese cabello azul le recordaba a alguién y cuando la mirada záfiro se posó en él vio que si lo conocía, era Milo.
El moreno le sonrió pensaba que jamás volvería a ver a Camus pero vaya sorpresas que da la vida.
Por lo menos disfrutaría algunas copas en compañía del stripper y no se sentiría tan sólo en ese lugar.
Platicaban sin percatarse de las horas que transcurrieron pero no les importaba ya que el aguamarina se sentía a gusto con la presencia de Milo.
Se conocierón más en ese lapso de tiempo pero con sus miradas se coqueteaban, sutiles roces hasta que el último acercamiento fue el detonante de una llama que se enciende con el mínimo viento.
Se dirigieron al departamento de Milo apresurados para dar rienda suelta a esa pasión que los atrajo desde un principio.
Se olvidó de todo hasta que estaba comprometido y que pronto se casaría con él que es el amor de su vida.
A partir de ese momento se veían todos los días.
Milo ayudaba a Camus en los preparativos de su boda, el banquete, la prueba de pastel y al final del día después de tanto estrés se enredaban en las sábanas hasta caer rendidos.
Aunque pareciera raro coincidían en algunas cosas, al peliazul no le importaba ayudar a Camus ya que sólo quería estar cerca de ese bello francés.
Convivir tanto con una persona uno se vuelve dependiente de él que sino estas a su lado te sientes triste y vacío con la desesperación de verlo para sentirte feliz, el aguamarina experimentaba esa sensación pero también el amor que sentía por Shura se iba borrando de a poco, ya casi no conversaba con él y sus llamadas las rechazaba tan sólo mandando una seca respuesta estoy ocupado con lo de nuestra boda.
La atención tan sólo era para Milo el stripper, ese día Camus tenía que aprenderse sus votos matrimoniales y el peliazul fue quien lo ayudaba como siempre, pero también el tenía que decir los de Shura.
Mirándose a los ojos creían que los que se casaban eran los dos, olvidando por completo al verdadero prometido y más cuándo ensayaron el vals sintiendo que flotaban tan sólo existían ellos dos y ese amor que florecía cómo la más bella flor en una noche de luna llena.
Una sensación cálida se instaló en el pecho de ambos con el juramento de amor eterno y ese baile donde se dieron un beso al final de la música.
Ya quedaban pocas semanas de que la boda se llevara a cabo pero las disfrutaban ellos juntos, los amigos de Camus lo veían más radiante y feliz de lo inusual pero creían que era por la boda que estaba cercana sin saber que quien lo hacía sonreír así era un escorpión coqueto que lo hacía temblar de placer ni siquiera Shura logró provocarle de esa manera antes.
La última semana y el hispano llegó a Francia para instalarse en la habitación que usaba su prometido.
Camus ya no vería a Milo por siete largos días, lo extrañaba demasiado y eso que se mandaban mensajes por whatsapp a cada minuto pero no era lo mismo.
Esa noche Camus estaba acostado leyendo un libro para mantenerse distraído y no salir corriendo en busca de su stripper, faltaban dos días para su boda.
Shura estaba pensativo por ver a su bello prometido ser muy distante con él, lo atribuía al estrés ya que checaban los últimos detalles para la celebración.
Dejó de darle vueltas al asunto y se acercó más al peliagua que lo ignoraba manteniendo su vista en la página que leía.
Le arrebató el libro y lo obligó a verlo para darle un beso.
Camus correspondía automáticamente y sentía como bajaban a su cuello esos besos.
Pero esos labios no eran los que anhelaba; los comparaba con los de su griego hiperactivo, esos besos a veces apasionados y voraces u otras veces lentos.
Tan sólo pensaba en Milo ya que se enamoró de él en tan poco tiempo, ya ni Shura que tardó en conquistarlo.
Lo apartó de una forma no tan brusca.
- Shura no, estoy cansado y me duele la cabeza. Fue lo único que dijo para darle la espalda sin esperar respuesta.
Tan sólo escuchó un suspiro y no hubo más palabras, el español se acomodó para poder descansar.
El día esperado llegó Camus ya estaba arreglado con su esmoquin blanco y su cabello suelto con unas trenzas al frente, pero daba vueltas en aquella habitación inquieto.
Pensando en Milo ya que desde hace dos días no le mandaba ni un mensaje.
El moreno decidió que era lo mejor romper cualquier contacto con el francés ya que sabía el día que se casaría y para no sufrir más ya que lo amaba demasiado que le dolía verlo al lado de otro hombre, encerrado en su departamento bebía un vaso de whisky susurrando al silencio de su departamento que sólo fue un amor de unas horas.
Aioros se dirigía a la habitación que era para Camus avisandole que ya todo estaba listo y Shura lo esperaba para la ceremonia.
Tocó dos veces en la puerta sin obtener respuesta, hizo de nuevo un llamado pero nada, entonces abrió la puerta y se adentró viendo que estaba vacío.
En el tocador había una hoja con la perfecta letra de Camus, leyó lo que decía y se llevó las manos a su boca.
Shura estaba impaciente esperando a que su amado llegará pero sólo vio a su amigo Aioros entrar sin Camus con una mirada que no podía descifrar, el castaño no dijo nada y le dio la carta, la leyó cuidadosamente sin poder creer el contenido de ésta.
Camus pedía disculpas por dejarlo plantado pero tenía sus razones ya que amaba a otro hombre y que lo perdonará por todo pero era lo mejor deseando que encuentre al verdadero amor de su vida así como él lo encontró en otra persona.
De sus ojos verdes salían gruesas lágrimas, Aioros lo abrazó y la gente no sabía que pasaba, los demás amigos de Camus pedían una explicación de lo que sucedía y les dieron la carta causando asombro en ellos.
El aguamarina corría por las calles, salió del lugar donde se haría la boda sin ser visto por nadie, supo que era lo mejor, no amaba a Shura siempre lo supo, su corazón esperaba al indicado que llegó ese día en su fiesta de despedida de soltero cautivandolo con sus sensuales movimientos.
Además había una persona que sí estaba interesado en Shura, sus ojos desprendian amor cuando lo veía y él era la persona correcta para hacerlo feliz, le dejó el camino libre para que tuviera su oportunidad de conquistarlo, se dio cuenta como lo miraba con devoción a su ex prometido.
Finalmente llegó al departamento de Milo y tocó como un loco la puerta, esperando que se encontrará su griego ahí.
La puerta se abrió y ver la cabellera azul hizo que se arrojará a sus brazos.
El escorpión no entendía nada, creía que Camus, su Camus ya estaba dando el sí a su prometido pero se equivocó.
- No lo amo, te amo a ti mi bello stripper. Lo dejé plantado para venir hacía aquí porque tú eres con el que quiero pasar el resto de mi vida. Su agarre era fuerte sin la intención de soltarlo.
- Joder Camus, yo también te amo y estaba sumido en una tristeza porque pensaba que en estos momentos estabas feliz al lado de tu esposo, me siento dichoso. Repartió besos por toda la cara de Camus.
Éste sonreía feliz, se dieron un beso con todo el amor que se tenían dirigiéndose a la habitación dónde se amarian de una forma diferente.
❄
Casados en una pequeña ceremonia con pocos invitados sólo los amigos por parte de ambos celebraron su unión.
El amor que tan sólo era de unas horas ya no lo sería más porque ahora era para toda la vida que compartirían ese sentimiento que una vez creyeron efímero.
Extra
Shura estaba sumido en una amargura profunda ya que amaba con locura a Camus pero al parecer él no sentía lo mismo ya que se enamoró de otra persona.
El día que se celebraría su boda, con la ira corriendo por sus venas cual filosa espada corrió a todo el mundo de aquel lugar y se dejó caer derrotado llorando amargamente.
El único que permaneció ahí fue Aioros que lo abrazó protectoramente, en ningún momento lo dejó, acariciaba sus negros cabellos hasta que se calmó.
Aioros lo llevó a su departamento ya que Shura no estaba bien y podía cometer cualquier tontería.
El español se mantuvo en silencio todo el camino pero agradecía que el castaño se quedara a su lado.
Ya en casa del sagitario le preparó un té, tan sólo en un susurro bajo dijo gracias.
Esa noche se quedó a dormir pero al día siguiente se retiró no sin antes agradecer a su amigo por todo lo que hizo.
Aioros estaba triste de ver a Shura así, pero no lo dejaría hundirse en la tristeza.
Así fue como el castaño se mantuvo al lado del pelinegro sin dejarlo sólo en ningún momento haciendo que olvidará de a poco lo sucedido hace tres meses con Camus su ex.
Las heridas iban sanando, ya no pensaba en el galo sino que otro hombre ocupaba su mente, alguién maravilloso y de buenos sentimientos.
Que lo ayudó mucho en su tristeza, le sacó de su depresión haciendo que sonriera por las caritas tiernas que le hacía con tal de verlo sonreír aunque sea un poco.
Aioros.
Nunca vio a su amigo de otra forma diferente ya que estaba cegado por la belleza de Camus.
Pero ahora veía rasgos que antes no notó; sus tiernos sonrojos cuando lo abrazaba, esos ojos color jade que brillaban más que un diamante pulido, los tiernos pucheros cuando le hacía un comentario sarcástico.
El castaño se ganó el corazón del hispano sin que lo notara, Camus tenía razón encontró al amor de su vida en quien menos lo esperaba.
Amaba a Aioros y descubrir ese sentimiento hizo latir fuerte su corazón amenazando con salírsele del pecho.
Debía planear como confesarse de una manera romántica.
Aioros no creía lo que veía pues Shura decoró todo su departamento con sus flores favoritas jazmines, y un corazón hecho de pétalos de rosas rojas.
Claro que contó con la ayuda de los amigos de Aioros y su cuñado el gato pulgoso que lo sermoneó aparte de amenazarlo si hacía sufrir a su hermano mayor de una u otra forma.
El discurso de Shura fue emotivo que le sacó lágrimas de felicidad al castaño porque jamás creyó que el pelinegro diría que lo ama demasiado y que no puede vivir sin él.
Dijo que Sí aceptando ser novio del español dándose un beso con mucho sentimiento.
Aioros lo convenció de hablar con Camus y hacer que lo perdonara, pero él ya lo había hecho desde hace tiempo ya que una vez vio al galo tomado de la mano con un peliazul que lo miraba con mucho amor supo entonces que era sincero ese sentimiento por parte de los dos deseando que fueran felices.
Se reunieron en una cafetería dejando al francés y español sólos mientras sus parejas salían del local dando una vuelta, Aioros se sorprendió que el stripper fuera la pareja de Camus.
Hicieron las pases sin rencores, ya que ellos siempre fueron breves de palabras y no les gustaba andar con rodeos, se hecharón a reír ya que como pareja tal vez no durarían por sus carácteres similares.
Platicaron sobre sus parejas y lo bien que se complementaban, Camus supo que hizo bien al dejar el camino libre para Aioros que logró conquistar al siempre serio Shura.
En la boda de Milo y Camus fueron invitados junto con sus demás amigos en un evento íntimo con pocas personas.
Ahora era su turno de formalizar esa relación que sería para siempre.
- Acepta señor Shura a Aioros como su legítimo esposo para amarlo hasta que la muerte los separe?.
- Si, acepto. Contestó sin pensarlo dos veces.
- Aioros aceptas a Shura como tu legítimo esposo para amarlo hasta que la muerte los separe?.
- Acepto. Sonrió ya que estaba feliz de casarse con el hombre que amó en secreto y se mantuvo alejado cuando se hizo novio de Camus su otro mejor amigo.
Ahora legalmente era esposo de ese hombre frío pero que en sus brazos se derretía al sentir su toque.
La luna de miel sería en Suecia en una casa que rentarón para los dos meses que estarían ahí disfrutando del bello lugar.
Se instalaron una vez llegarón y desempacaron sus cosas.
Ese día no saldrían a dar un paseo ya que estaban cansados del viaje y la fiesta en España.
Afuera hacía frío pero en la habitación de los recién casados la temperatura aumentaba.
Sus pieles se calentaban con el mínimo toque de su contrario.
Los besos fogosos aumentaban el líbido en sus seres.
Aioros descendió hasta el cuello de su amado repartiendo mordidas que dejarían marca, sabía que ahí era uno de sus puntos débiles que le sacaba un tímido gemido al pelinegro.
No era la primera vez que lo hacían pero parecía como si lo fuera, aún mantenía fresco ese recuerdo dónde por primera vez hicieron el amor.
Shura gimiendo su nombre entre sus brazos y los suspiros que soltaba al viento.
Siguió bajando por todo el pecho deteniendose en esos pequeños pezones dónde lamía en círculos y mordía suavemente, otro punto débil que sacó un gemido más fuerte.
Le encanta ese cuerpo español, todo él es perfecto.
Lo bien que encajan sus cuerpos, la perfecta sincronía en su entrega.
El descenso siguió hasta la entrepierna despierta del pelinegro que para ese entonces ya era un mar de gemidos, su castaño era hábil al tocar sus puntos erógenos.
Lamió la punta donde el líquido pre-seminal salía, le encantaba jugar y ver lo impaciente que era su español al practicarle el oral.
- A-Aioros por favor ya no me tortures más. Ni en su sano juicio rogaba por cualquier cosa pero tratándose de ese griego castaño se arrodillaría frente a toda la gente suplicando.
Ver los ojos brillantes en súplica hizo que su miembro palpitara de dolor, y complacería a su bello esposo metiéndose ese miembro hinchado con las venas sobresaliendo a su boca.
Su cabeza subía y bajaba a un ritmo tortuoso para gusto de su amante.
Las blancas manos las dirigió a la corta cabellera castaña para así hacer que lo hiciera más rápido.
Sus labios apretaban deliciosamente toda la base y su lengüa dentro se enroscaba cual hábil serpiente en un tronco.
De los labios de Shura salían palabras incoherentes, tan sólo gimiendo el nombre de Aioros una y otra vez como si fuera la única palabra existente.
Tironeó de los rizados cabellos porque su orgasmo llegó a la velocidad de la luz, su caliente esencia invadió el paladar del griego que lo tragó gustoso.
Amaba ese sabor, nunca se cansaría de probarlo.
Su corazón latía fuertemente parecía que se le iba a salir del pecho.
Aioros se coló entre las piernas abiertas de su español para robarle un beso voraz.
El castaño hoy quería hacer algo diferente en el sexo que siempre era el típico cliché, quería romper esa regla.
- Mi bello español, no sabes cuanto te amo hoy haremos algo que estoy seguro te gustará mucho.
El de ojos verdes alzó una ceja y la curiosidad lo invadía.
- Tus palabras sólo hacen que me sienta ansioso por saber que es lo que tramas mi bello griego. Dale, suelta la sopa tío. Su perfecto acento español sobresalía y sabía que a su esposo le encantaba cuándo hablaba así.
- No sabes como me pones cuándo me hablas en tu verdadera lengüa madre. Pero ya que tienes curiosidad por saber, sólo te diré que no podrás usar tu boca para dejar salir esos bellos gemidos que me vuelven loco.
- Puedo imaginar a lo que te refieres.
Le dio una mirada pícara y sonrió de lado.
Aioros se acomodó en medio de la cama acostado completamente y Shura se posicionó arriba en cuatro para que su miembro quedara a la altura del rostro del griego.
El pene del castaño estaba duro como una roca y quería sentir como la tibia cavidad bucal de Shura junto a la sáliva lo rodeaban tan placenteramente.
Comenzaron al mismo tiempo, el pelinegro lamió el glande imitando su acción el de piel bronceada.
Las manos masajeaban toda la base hasta que decidierón meterlo a sus bocas donde succionaban y con sus dientes rozaban la intimidad del contrario.
Sacando gemidos ahogados en los dos.
La cadera del español comenzó a moverse para llegar más profundo en esa garganta con el pasar de los minutos y Aioros hizo lo mismo con su esposo dónde se sincronizarón perfectamente embistiendose.
Los testículos de Shura golpeaban la nariz y parte de la frente del griego en un sonido seco que sólo lo incentivaba a seguir ese movimiento con más ímpetu.
El castaño no se quedó atrás y una mano fue a dar a la mojada entrada metiendo tres dedos simulando embestidas.
El cuerpo del hispano tembló al sentir la intromisión.
Excitandolo más aumentando el ritmo de cadera, que la misma acción copió su amado.
Sus cuerpos se movían en una danza erótica, llena de pasión y amor.
En el mismo ritmo el orgasmo los llevó a la cima del placer donde el Dios Eros bendijo su matrimonio.
Respiraciones agitadas tan sólo se escuchaban en el silencio de la casa.
Se acomodarón para besarse intercambiando el sabor del contrario, la noche es joven y tenían energía para otra ronda más.
De nuevo las caricas en sus sudorosas pieles no se hicieron esperar, el calor aumentaba olvidando que en Suecia hacía frío.
Aioros supo ganarse el amor del español con su forma de ser y la amargura que en Shura habitaba por el desplante el día de su boda fue olvidado ya que el castaño le clavó una flecha directo a su corazón para que lo amara profundamente.
Sabía que sería para siempre ese sentimiento, no era para unas horas sino para la eternidad.
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Hola mis bellos lectores espero haya sido de su agrado este one-shot agregando un extra con ésta parejita 🙊que es favorita de mi querida escritora Mabesagittarius24 al igual que a mi me gusta este shipp.
Dejen su comentario para saber si les gustó o no 😄.
El otro shot aún no lo tengo escrito sigue en proceso espero terminarlo pronto :3
Se despide.
Skarlet Antares ☠🦂❄💙
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