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02

Aburrido, así se sentía Jisung mientras observaba la película en la televisión. Minho estaba a su lado, viéndola con atención, o eso creía Jisung, puesto que en realidad Minho tenía su mirada fija en el televisor, más su mente estaba divagando en otra situación.

Cuando Minho llegó al departamento de Jisung, se saludaron como costumbre, prepararon todo y luego le dieron inicio a la película. Jisung no encontraba el momento idóneo para hacer un avance. Pero si no lo encontraba, entonces Jisung tenía que crearlo.

—Min —lo llamó en voz baja, meciendo con suavidad su muslo. Minho pareció salir de sus pensamientos y guio su mirada hacia Jisung.

—Dime.

—Estoy aburrido —expresó con un puchero, aquellos que les parecían muy tiernos a Minho—. ¿Y si jugamos a algo?

—¿A qué?

—Mmm...

Jisung se quedó en silencio, tomándose un corto tiempo para pensar a qué podrían jugar.

—¿Al escondite inglés? —sugirió luego de pensarlo.

—Pero solo estamos los dos, y para jugar a eso necesitamos a más personas.

—Sí, pero podríamos jugar solo los dos.

—Sería aburrido, Hanji, es mejor jugar en grupo.

—Minmin, juguemos, ¿sí? —pidió Jisung, agudizando su voz y haciendo un puchero.

Minmin...

Su corazón latió con fuerza dentro de su pecho.

Para Minho fue imposible negarse, siempre era imposible negarle algo a Jisung, sobre todo cuando hacía pucheros.

—Está bien, juguemos —aceptó, haciendo que Jisung chillara de emoción—. Pero, ¿cómo vamos a jugar si solamente estamos los dos?

—Bien, tú te das la vuelta y cuentas hasta diez, mientras yo me escondo.

«Donde puedas verme», pensó Jisung.

—Pero, Jisung, así no se juega al escondite inglés...

—No importa, esta es mi forma de jugarlo.

Minho frunció su ceño por la confusión de ese momento, sin embargo, no tenía intención de contradecir a Jisung, porque sabía muy bien lo caprichoso que podía llegar a ser. Lo conocía desde que iban a primer año de secundaria, eso fue hace 8 años, y sabía que, cuando a Jisung se le metía algo en la cabeza, no había forma de hacerlo cambiar de opinión.

—Mmm... Está bien.

—Si me encuentras... —susurró, pasando su mano por el pecho de Minho, lo cual le mandó una corriente por toda su espina dorsal.

—Si te encuentro, ¿qué? —preguntó Minho con interés.

—Te daré una sorpresa.

—¿Cuál?

—Encuéntrame y verás.

Los ojos de Minho se oscurecieron y la excitación le recorrió el cuerpo.

—Bien, juguemos.

—Solo espérame unos minutos, déjame ir al cuarto.

Jisung se alejó de Minho y se aproximó a su habitación, cerró la puerta detrás de él y observó cómo su cuerpo temblaba. Intentó mostrarse seguro de sí mismo, pero el simple hecho de estar tan cerca de Minho hacía que perdiera la fuerza de su cuerpo.

Inhaló y exhaló, para calmar los latidos desenfrenados dentro de su pecho, luego se aproximó hacia su armario para sacar eso que compró hace mucho tiempo como un simple hobby. Jamás creyó que llegaría el momento para usarlo y menos pensó que lo usaría para Minho, pero ya se había decidido.

Hoy sería el día... Hoy cortaría aquella tensión que los invadía.

Mientras tanto, Minho se quedó sentado en el sofá con miles de preguntas.

¿Por qué sentía una fuerte tensión en el ambiente? ¿Acaso hoy se le haría? ¿Al fin iba a pasar algo entre Jisung y él?

En los últimos meses, había notado que Jisung estaba algo distinto a como solía ser, pues su amigo lo miraba más de lo habitual, se pegaba más a su cuerpo y podía sentir una extraña tensión entre ellos, incluso hubo veces en las que estaban tan cerca de besarse, pero no se atrevía a avanzar por el miedo que sentía de joder todo.

¿Acaso hoy sucedería ese avance entre ellos? Minho no estaba seguro, pero su corazón latía ansioso por lo que iba a pasar, deseando con todas sus energías que ese avance realmente sucediera.

El sonido de una puerta cerrándose fue lo que hizo a Minho dirigir su mirada hacia Jisung.

—¿Por qué te cambiaste? —preguntó Minho en voz baja al ver a Jisung con tan solo un abrigo largo de color marrón.

—Porque debajo de este abrigo está la sorpresa, si es que consigues encontrarme.

Minho tragó saliva y sacudió su cabeza, intentando quitar esas imágenes indecentes de su mente.

—Ahora sí juguemos —anunció Jisung, acercándose a Minho—. Cierra los ojos y cuenta lentamente hasta diez, pero no los abras hasta que hayas terminado de contar, ¿entendido?

—Entendido.

Minho se pegó a una pared, apoyándose con sus brazos, cerró sus ojos para empezar a contar.

—Uno...

Jisung se quedó un instante de pie, justo detrás de Minho, observando su ancha espalda.

—Dos...

La imaginaba desnuda, con él dejando pequeños rastros de placer con sus cortas uñas.

—Tres...

Bajó su mirada por toda la espalda, llegando a su trasero. Se mordió el labio ante los pensamientos atrevidos que empezaba a tener.

—Cuatro...

Pensaba en cómo se sentiría ser devorado por los labios de Minho. Ser abrazado por esos fuertes brazos.

Se imaginaba la boca de Minho acariciando su cuello, mientras él enterraba sus dedos en ese perfecto cabello.

—Cinco...

También se imaginaba...

Aquel pensamiento se detuvo cuando Jisung reaccionó, sentía el calor en sus mejillas, y también en su parte baja. Se dio la vuelta y caminó de puntitas hacia la sala de estar.

—Seis...

No avanzó mucho, dio unos cuantos pasos hasta la sala, en donde estaba el sofá burgués, y en el cual estaban sentados hace unos minutos atrás.

—Siete...

Se sentó justo en el medio, intentando no hacer mucho ruido.

—Ocho...

Desató el amarre de su abrigo y lo abrió, dejando su cuerpo expuesto. Su respiración ya estaba agitada, debido a sus traviesos pensamientos y al repentino miedo que empezó a sentir.

¿Minho lo aceptaría o lo rechazaría? ¿Acaso pensaría que era un asqueroso?

—Nueve...

Y entonces solo faltaba un número más, ya no quedaba tiempo para echarse para atrás.

—Diez...

Finalmente, Minho dejó de contar. Se dio la vuelta con lentitud y empezó a buscar a Jisung. Aunque no fue difícil, porque tan solo dio unos cuantos pasos y lo encontró.

—Mierda... —murmuró Minho, sintiendo una fuerte ola de calor en su cuerpo.

—Bienvenido, has llegado al momento justo y al lugar indicado. 

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