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Capítulo 82 (El principio del fin)

- ¡Tu no eres así Dégel! ¡No eres un asesino, no dejes que esa mujer juegue con tu mente!

La voz de Camus paralizó al joven profesor totalmente, nuevamente le pedía encarecidamente que no lo hiciera. Pero por otro lado se veía obligado a realizar ese trabajo para evitar más desgracias.

- Camus, quiero que sepas que te amo demasiado, no me perdonaría que algo malo te suceda...

Un disparo se hizo presente en ese momento, no provenía de la pistola que Dégel sostenía en sus manos, ni mucho menos en la de Fraille, aquel disparo fue lo suficiente para que por instinto Fraille soltará el arma.
Las puertas abriéndose para dar paso a un hombre de cabellos castaños cortos que entraba con pasos firmes portando un chaleco antibalas acompañado de una sonrisa que Camus reconoció de inmediato.

- ¡Señor Dohko!

- ¿Creyeron que los dejaríamos solos? - Habló el castaño entrando a escena para desarmar de una vez por todas a esa mujer que solo ocasionaba molestias desde hace muchos años atrás.

- Pero qué... - Dégel se llevó una mano a su cabeza por qué no entendía nada de lo que estaba sucediendo, además Camus conocía a la persona que entró pero él no.

- Sabíamos que está mujer estaría detrás de ustedes... Digamos que solo le dimos un poco de ventaja usandolos cómo presa fácil. Al principio dudé de usarlos como carne fresca pero no teníamos opción, está mujer se esconde muy bien de nosotros.

Dohko se agachó para inmovilizar sus manos con ayuda de unas esposas, las demás personas que venían a su mando comenzaron a realizar una revisión por aquellas ruinas para verificar algún otro detalle en la búsqueda, además de esperar el servicio del forense para que se llevarán el cuerpo de Zaphiri.

- ¿Entonces todo terminó? - Inquirió Camus tomando del brazo a Dégel para evitar que tomara de nuevo el arma por algún arranque de enojo.

- Todo se acabó joven Camus, pueden estar tranquilos... Está mujer pasará un largo rato en la cárcel, pero como tiene varios antecedentes en su contra quizá reciba cadena perpetua. Muchos inocentes murieron en sus manos ¿No es así, dama Fauré?

Cuestionó Dohko en un tono altivo, la tomó con brusquedad y le ordenó a su gente que la escoltaran mientras llegaba la patrulla, tenía un vuelo listo a su país para ser deportada y tuviera un juicio por las irregularidades que le fueron  encontradas en la mansión.

- ¡Al fin! - Camus se abalanzó a los brazos de su amado profesor, pero está vez Dégel correspondió aquel gesto, gracias a las presiones de Fraille había logrado recordar parte de su vida y en ella se encontraba Camus sin duda.

- Siento haberte ignorado todo este tiempo Mon amour - Susurró el joven profesor envolviendo en un cálido abrazo a su adoración escarlata.

Dohko quien miraba aquella escena con ternura dió por terminada su labor. Ahora tenía un nuevo proyecto en su vida, estaba harto de seguirle la pista a los delincuentes y malandros de la sociedad.

- Señor Dohko - Un jovencito de cabellos castaños se acercó para poder asistirlo con su celular - Tiene una llamada de Asmita.

- Gracias Tenma - Dohko tomó el celular para poder atender la llamada.

- Claro que si, ya terminé mi trabajo... Voy para allá.

Sonrió Dohko al terminar aquella llamada. Después de pasar mucho tiempo solo sin que nadie fuera capaz de tocar su corazón lo hizo aquel rubio que conoció en un parque.
Aún recuerda la manera que se dió esa cercanía entre ese rubio que lloraba desconsoladamente en una de las bancas del lugar.

Su vida siempre había girando en torno a buscar delincuentes, seguir sus pistas y con ello intentar no mantener alguna relación formal con alguien más.
Esto no porque su deseo fuera egoísta, si no que al tener a una persona que complemente su vida le traería problemas con los delicuentes y las personas que tenía que seguir la pista.

Es por ello que jamás tomó en serio alguna relación, sus momentos solo eran de un rato que disfrutaba en ese lapso pero jamás había conocido alguien que fuera capaz de mover totalmente sus sentimientos.

- ¿Te pasa algo?

Cuestionó Dohko al ver a ese joven rubio sollozando en el parque, tomó asiento a su lado para intentar ayudarlo.

Aquel joven respondió a nombre de Asmita y le contó tristemente todo lo mal que había causado en un relación, sumando a ello que también terminó con el amor que su pareja tenía por él.

- Creo conocerlos - Le contestó Dohko recordando al moreno de cabellos azules que ahora contaba con la compañía de la dama Seraphina.

Después de todo tenía trato con ellos al llegar el caso del paradero del maestro Dégel.

- ¿Es tan difícil pedir un poco de amor y comprensión? Siempre estuve solo, cuando tuve la oportunidad de estar con Deuteros no supe cuidar de ese amor solo por dejarme llevar por la seducción de alguien más.

Se quejó amargamente Asmita quien seguia aferrado al pecho del castaño.
Dohko llevó su mano a la cabeza del rubio para darle una ligera caricia, el no era la persona indicada para juzgarlo por sus acciones pero las personas puede ser que merezcan una segunda oportunidad.

- Si ellos ya tienen sus vidas con alguien más ¿Entonces que es lo que te detiene? Eres libre, no veo una razón por la cual llorar así.

Asmita sacó una hoja que guardaba doblada entre sus prendas, se la mostró a Dohko quien la tomó entre sus manos para comenzar a leerla.
Era una prueba de embarazo, dónde el resultado había salido positivo.

- ¿Esto lo sabe el padre de ese hijo?

- No, y no creo que lo haga por qué hasta donde sé, Kardia estuvo presente en el accidente de la carretera y dicen que no recuerda nada. Fui a buscarlo a su casa pero solo me dijo su padre que haría lo posible por qué se hiciera cargo de él pero...

Se quedó callado unos momentos, Dohko lo cuestionó para que siguiera hablando sin problema.

- ¿Pero...?

- No sé si sea buena idea decirlo, acabo de ir al hospital psiquiátrico y lo ví demasiado animado con la chica que lo cuida. Jamás lo había visto así, no quiero arruinar más su vida.

¿Por qué amar resultaba tan complicado? Dohko negó con la cabeza esa situación. Tomó la prueba en sus manos y se levantó de la banca para extender su mano ofreciéndole la ayuda al rubio.

- Mira no te conozco bien, ni tu lo haces pero puedo ayudarte en lo que necesites.

Palabras que tomaron otro rumbo en ellos dos, Dohko se había animado a ser el padre de esa criatura que venía en camino, después de todo las personas puede ser que tengan otra oportunidad para enmendar sus errores.

Bajó la mirada para observar de nuevo a esa mujer que no mostraba remordimiento alguno.

- Es cierto, las personas merecen segundas oportunidades para cambiar si sus palabras son sinceras pero tú Fraille... Tu ni con segundas oportunidades jamás cambiarás ¡Llevensela!

- ¡Esto no se queda así Dégel, yo di todo por ti, te di una vida llena de lujos... Algo que jamás tendrás en este jodido país!

Exclamó con molestia Fraille mientras el personal se la llevaba a la patrulla que la esperaba afuera.

- Jamás amé los lujos Fraille, ahora mi prioridad es mi hijo.

Le contestó Dégel colocando su mano en el vientre de Camus, podía sentir como su pequeño hijo se movía en su interior.

- Tengo una hermosa vida a lado de mi hijo y de mi próximo esposo - Susurró acortando la distancia entre los dos, tomó del mentón a su adoración escarlata y recargó sus labios para depositar un suave beso.

- ¿Entonces, nos vamos a casar? - Susurró Camus entre ese beso.

- Claro, pero primero quiero poner las cosas en orden, hacer el cambio de mi apellido y también empezar a conocer más a fondo a mi madre. Tú dices Mon amour ¿Nos quedamos aquí? O quieres irte a Francia.

- ¿Irnos? - Cuestionó Camus con melancolía, dejaría todo lo que tenía en Grecia, a sus padres, a sus amigos... Todo.

- Sé que aquí tenemos todo, así que por mi no tengo problema si quieres que sigamos en este lugar... Después de todo aquí te conocí.

Con una cálida sonrisa Degel abrazó a su pareja, había terminado todo...
No del todo, también necesitaba hablar con Kardia para que ya no quedarán asperezas entre ellos dos.

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