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Capítulo 31 (A prueba la tolerancia)


Sosteniendo un cigarrillo en su mano derecha mientras disfrutaba de los servicios de un restaurante francés al aire libre, la señora Fraille esperaba pacientemente noticias de aquellos detectives que había pagado para que le siguieran los pasos a Degel.
Su celular no demoró mucho en vibrar, justamente estaba llegando un mensaje. Rápidamente lo tomó entre sus manos y lo desbloqueó para comenzar a leerlo.

Ya tenemos a su objetivo, es un profesor de de una universidad. Justamente en estos momentos salió de la casa de un joven de cabellos escarlata.
No sabemos que cercanía tengan pero seguiremos informando.

Ya te tengo Degel — Sonrió de manera malévola después de decir esto — Ahora solo es cuestión de buscar una idea de como regresarte.

Nuevamente dejó su celular sobre la mesa mientras comenzaba a idear un plan que le permitiera regresar a Degel a Francia.

— Tan solo es cuestión de traerte, haré que te cases con Seraphina y después les daré el mismo fin como lo hice con Krest.

Al recordar ese nombre no pudo evitar apretar con coraje el cigarrillo.

— Krest... — Murmuró con coraje — Tienes suerte que la inútil de Garnet no recuerde nada de aquel accidente... Ocasionado por mi.

Rápidamente se levantó de la silla y dejó sobre la mesa el pago por todo lo que había consumido en ese momento. Tomó su abrigo de piel que descansaba en el perchero del restaurante y salió de ese lugar aún con esa molestia.

— Creo que es hora de enviar otro detalle más a nombre de Degel.

Mientras caminaba, pasó por una joyería donde pudo ver en el exhibidor una gargantilla que deslumbraba por aquellos pequeños cristales inscrustados que lo adornaban.
Sin duda ese sería una buena opción para entregar un presente a nombre de su hijo.


Aquella misma noche, Degel se preparaba para poder irse a dormir.
Después de lo que había hecho se propuso evitar perderse en la bebida, lo que más le impresionó fue el hecho que por su necedad, su querido alumno estuvo a punto de ser descubierto por sus padres.
Tenía que ser más precavido para la siguiente ocasión.

Levantó sus sabanas y sus frazadas para poder acostarse en la cama pero el sonido del timbre interrumpió aquella labor.
No pudo evitar molestarse, esta noche no quería saber de nadie más, tenía en mente pasar la noche enviándole mensajes a su adoración escarlata pero al parecer esta ocasión la suerte no estaba de su lado.

Muy a su pesar salió de su habitación y bajó hasta la entrada para poder abrir la puerta.
Aunque no se esperaba aquella visita.

— Vaya, ya era hora de encontrarte Degel — Respondió Kardia en un tono sarcástico tomándolo de la cintura con fuerza y lo atrajo más a su cuerpo.

— Kardia, espera... — Colocó sus manos en su pecho para evitar tener un contacto más cercano, aunque en lo personal le incomodaba.

— Cierto Degel tienes razón — Se quejó molesto soltándolo repentinamente — Creí que no habías visto a mi acompañante.

Justo en ese momento cuando le mencionó que llevaba a alguien más, desvió su mirada justamente detrás de Kardia se encontraba su hermano quien le dedicó una mirada coqueta.

— Buenas noches maestro Degel — Saludó Milo sonriendo ladino.

Ante esto Degel se sorprendió, no se los esperaba.

— ¿A que debo sus visitas Kardia? — Cuestionó de manera directa, aunque realmente deseaba que los dos se fueran de una vez por todas de su casa.

— Hubiera venido yo solo primor... — Le susurró aprovechando la cercanía entre ellos dos — Pero Milo tuvo algunos inconvenientes con su tarea y no puedo ayudarle. Quizá tu si puedas, aquí eres el experto.

Degel miró a Milo quien buscaba desviar su mirada para otra dirección, no tenía opción... Al menos agradecía que Kardia no llegó solo pero también le incomodaba aquel hecho que se suscitó en el restaurante.
Trató de tranquilizarse, inhaló profundamente y los dejó pasar.

— De acuerdo, espero que no sea mucho porqué mañana tengo que dar clases muy temprano.

Cuando estuvieron adentro, Degel cerró la puerta y los llevó directamente a la cocina.
Afortunadamente su celular lo había dejado en su habitación.

— Mientras tomen asiento, no tardaré — Rápidamente Degel salió de la cocina y se fue a su recámara.

Cuando llegó a su habitación, se acercó a su mueble que estaba a la derecha de su cama, tomó su celular y lo dejó en modo avión.
Lo escondió en el mismo cajón donde guardaba las prendas que Camus había dejado la primera ocasión, simplemente prefería no dejar evidencia si en dado caso Kardia se le ocurría subir a su recámara.

Cuando dejó todo en orden  nuevamente bajó a la cocina.

— Siento la demora, dejé la luz de mi habitación encendida — Contestó Degel entrando, sin embargo solo estaba Milo quien lo esperaba sentado.

— Kardia salió, dijo que traería algo de cenar en lo que me ayudas con mi tarea.

Degel rodó los ojos molesto, se acercó hasta la mesa para ver de que se trataba aquella tarea, tomó su libreta y comenzó a leerlo.

— Milo... Pero esta no es mi materia, esta la imparte el señor Hasgard.

— Lo sé, pero lo necesito para mañana... Es de suma urgencia — Contestó Milo en un tono con preocupación.

— Espera aquí, iré a mi librero... Espero encontrar algo sobre biología — Después de decir esto salió nuevamente de la cocina para buscar algún libro que le sirviera de ayuda.

Mientras tanto, Milo no dudó en aprovechar ese tiempo a solas. Se acercó al mueble donde guarda Degel los vasos, tomó tres y a cada uno de ellos les sirvió un poco de agua simple.
Después sacó un pequeño botecito que llevaba en el bolsillo de su chaqueta y comenzó a verter  el contenido en dos de los vasos.
Tomó aquel que tenía ese extraño líquido y salió de la cocina,  dejando el otro listo por si en dado caso llegaba su hermano.

Con pasos sigilosos se fue acercando hasta el pequeño estudio que Degel usaba para preparar sus clases y entró sin hacer el más mínimo ruido.
Pudo verlo parado sobre una pequeña escalera tratando de bajar un libro que estaba en lo alto.

— Maestro Degel, le traje un vaso con agua — En ese momento Milo lo dejó sobre el escritorio.

Pero su voz hizo que Degel se soltara del librero, estaba a punto de caer sin embargo Milo pudo detenerlo a tiempo cayendo en sus brazos.

— Te dije que te quedaras en la cocina — Susurró nervioso ante esa cercanía del hermano de Kardia.

— Creí que podía necesitar ayuda — Le respondió invadiendo poco a poco su espacio personal, estando a unos cuantos centímetros de poder probar de sus labios.

— Te lo dije y te lo vuelvo a repetir... Yo no caigo en estos juegos Milo — Rápidamente se  liberó del agarre del hermano de su pareja.

— Yo solo vine para ayudarle.

— Cuando llegue Kardia le diré todo lo que estás tratando de hacer — Respondió Degel intentando calmarse.

— ¡Oh vamos maestro Degel! — En ese momento repentino Milo lo tomó de las manos y lo acorraló en la pared más cercana, colocando sus brazos arriba de su cabeza y su rodilla rozando entre su entrepierna — Kardia comienza a dudar de usted... Dice que cada día se aleja más y más.

— Esos problemas no te incumben.

— Puede ser que no, pero... Aunque le diga a Kardia que yo intente algo con usted... Jamás le creería.

Milo se acercó al cuello del profesor y comenzó a besarlo de manera tortuosa.

— Si Kardia no me cree... Camus lo hará — Contestó Degel intentando zafarse del agarre de Milo.

Ante esto chasqueó la lengua y después se burló  — Hágalo... Otro más que huye y que también no le creerá.

Degel sonrió con malicia, porqué no sabía si decirle de una vez por todas que era él quien tenía a Camus.
Pero se dio cuenta que no era el momento preciso. Aprovechó la distracción y se soltó del agarre de Milo.

— Mide tu distancia conmigo... ¡De lo contrario soporta las consecuencias!

Después de decirle esto, tomó el libro que necesitaba y salió con dirección a la cocina, dejando a Milo con una extraña sensación de calor corporal recorriendo su cuerpo.

— Tienes que caer Degel...

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