Epílogo 🚘
Narra Megan.
No ha sido fácil.
Cuando desperté de nuevo ese día, tenía a Mikhail viéndome preocupado, pero mi reacción lo hizo verme después arrepentido, porque me alejé de él como si fuese a hacerme daño. Sé que eso le hizo daño a él, pero después le pedí disculpas cuando pude reaccionar y ver realmente que era él.
No creí que fuese a asesinar a su padre.
Nunca creí que realmente fuese capaz de eso, pero tiene razón, su padre no iba a dejarnos en paz nunca y los niños jamás tendrían una vida digna sin tener que estar huyendo.
De eso han pasado ya cinco días, y me tocó comprender a las malas sobre la advertencia de Mikhail de las armas, las drogas y las mujeres.
Ya ni sé qué me gusta menos, pero eso de tener a mujeres paseándose por todos lados, mostrando las tetas y el coño, eso no me gusta en lo absoluto.
Creí que sería malo, ya saben, cuando los socios del padre de Mikhail e enteraran que él lo asesinó, creí que estos buscarían venganza, pero no. Todos en la casa andaban como si no hubiesen escuchado un disparo. El estudio estaba impecable cuando entramos al día siguiente para revisar. Mikhail y Oleg dijeron que fue un infarto.
Y, o los socios del señor son unos idiotas, o lo querían igual de muerto que Mikhail y Oleg, porque se lo creyeron.
Y llevan estos cuatro días de fiesta.
¿Cómo diablos es que celebran tanto por una muerte?
—¿Estás bien? —susurra Mikhail, escondiendo su rostro en mi cuello. Sonrío, acariciando su cabello.
—Solo me estaba preguntando por qué celebran por una muerte —confieso. Ríe bajo, sacando su rostro y enderezándose para verme.
—Cosas de la organización. No se despide a un líder o miembro en silencio, guardando luto, no. Se hace como este vivía, con fiesta, con licor, mujeres, disparando en su honor. Y termina cuando la familia del difunto quiera, pero mientras más dura, más estima y respeto se le tenía —explica. Alzo una ceja.
—La de tu padre debía durar una hora, entonces —acoto, haciendo que ría con ganas.
—Eso pensé, pero por apariencia, es mejor esperar que se cumpla la semana. La única que ha durado tanto fue la del padre de Oleg. Tuvimos de fiesta durante casi quince días —confiesa, pero su sonrisa se reduce mucho. Sonrío.
—¿Y la que menos duró? —pregunto para que ya no lo recuerde, pero creo que es peor.
—La de mi madre. No tuvo una. Mi padre no quiso honrar a quien lo deshonró a él —musita. Paso saliva.
Excelente, Megan, empeoraste todo.
—Lo siento —susurro, tomando su mano. Sonríe, negando con la cabeza.
—No pasa nada. Era un bebé —declara, encogiéndose de hombros. Asiento, pero no digo más nada. El resto del camino es silencio hasta que llegamos a un restaurante, por fin el primer restaurante al que iremos.
En realidad, es la primera salida que tenemos desde que llegamos a Rusia. Le pedí a Mikhail salir de la mansión porque estoy enloqueciendo, lo juro. Si sigo viendo mujeres desnudas paseándose frente a mi hombre, cogeré el arma de cualquiera y terminaré cometiendo un asesinato.
Las armas y las drogas me resbalan, la verdad.
Mikhail sale del auto, siendo rodeado enseguida por su grupo de escoltas cuando los fotógrafos comienzan a alumbrarlo con sus flash y las preguntas sobre la muerte de su padre no se hacen esperar. Cojo aire y acepto su mano, soltando mi vestido al salir. Suelta mi mano para cogerme por la cintura y caminar sin responder ninguna de las preguntas.
—Señor Tretyakov —saluda una mujer cuando ya entramos al restaurante y los periodista quedan fuera de la puerta de cristal—. Por acá está su mesa —informa y comienza a caminar, guiándonos hasta el segundo piso, ignorándome de manera fenomenal. Bufo y Mikhail ríe a mi lado.
—Gracias. La reserva más antigua que tengan, por favor —pide, abriendo la silla para mí y la mujer asiente, retirándose—. ¿Qué pasa? —pregunta y yo niego, no queriendo hacer un escándalo por nada.
—¿Algo más, señor Tretyakov? —pregunta la misma mujer al regresar a la mesa con una botella de vino y enseñarle la etiqueta a Mikhail.
—No estoy pintada —suelto, haciendo que me mire y parpadee—. Cuando te dirijas a él como señor Tretyakov, dirígete a mí también como señorita Miller, ¿de acuerdo? —cuestiono, viéndola duramente. Maldigo en un siseo cuando mira a Mikhail y luego a mí, repitiendo muy malamente mi apellido.
—¿Miyer? —pregunta y yo cojo aire.
—Miller —repito lentamente, aguantándome las ganas de gritar porque no sé si lo está haciendo a posta o realmente el inglés no se le da bien. Pero dudo que sea lo segundo, porque desde que saludó en la puerta lo hizo en ingles y sonaba impecable.
—De acuerdo, señorita Miyer —repite. Veo a Mikhail con los ojos bien abiertos y él ríe bajo.
—Puedes retirarte, te avisaremos cuando decidamos qué comer —dice Mikhail, retirando la botella de las manos de la mujer. Esta asiente y se aleja. Me quedo furiosa.
—No puede ser difícil pronunciar mi apellido, pero parece que a todos les disgusta —confieso, tomando de una vez la copa que sirve para mí y bebiéndome la mitad de un solo trago.
—¿No te gusta tu apellido, americana? —pregunta, rellenando mi copa y tomando la suya con calma.
Calma que yo no siento en estos momentos.
—Es demasiado americano. ¿No te das cuenta de que cada que me llaman por él, la gente nos mira? —pregunto, recordando que cada que me presenta con alguien nuevo, se sorprenden de que sea americana.
Venga, no puede ser tan malo que estemos enamorados, ¿o sí?
—No, pero si no te gusta tu apellido por ser americano, ¿qué tal si lo cambias por uno ruso? —propone, sonando burlesco. Bufo, pero sonrío igual para poder relajarme y aprovechar la velada.
—¿Por cuál? ¿Tretyakov? —bromeo, usando su apellido. Mikhail ríe, bebiendo de su copa y luego saborea sus labios sin quitar sus ojos de los míos. Junto las piernas.
—Megan Tretyakova suena bien —asegura. Bufo, pero una cosquillita crece en mi interior.
—No hablas en serio —musito, viendo a los lados. Me hubiese gustado que no nos miraran, pero sí lo hacen.
¿Cuándo dejaran de mirarnos?
—Sí lo hago. A ti no te gusta tu apellido y yo amo cómo suena el mío junto a tu nombre —resuelve, haciendo que vuelva a verlo. Paso saliva.
—Mikhail, ¿entiendes que para que tu apellido esté ahí, tendría que ser tu esposa? —cuestiono y él ríe con ganas, inclinándose en la mesa para tomar mi mano. Evito volver a ver el lugar.
—¿Y no quieres serlo? ¿Cómo pediría matrimonio tu protagonista ideal? —pregunta, mirando fijamente mis ojos. Parpadeo a lo loco.
—No puedes estar hablando en serio —insisto. Mikhail sonríe y se levanta para ofrecerme su mano. La tomo, temblando y me levanto. Sin fijarse en nadie, por más que muchos nos miran, nos guía por el restaurante hasta sacarnos a la terraza. Nos detiene justo a un lado de la baranda y sonríe.
Doy un salto cuando se escucha el sonido de los fuegos artificiales al mismo tiempo que tira de mi mano para que lo vea. Está arrodillado.
Joder.
Está arrodillado frente a mí, ofreciéndome un hermoso anillo dentro de una pequeña cajita en forma de libros. Cubro mis labios con ambas manos.
—¿Qué dices, americana? ¿Quieres hacer de nuestro cuento, el mejor que contar para nuestros hijos? ¿Quieres hablarle al mundo de cómo cambiaste a un ruso sin valor a un ruso locamente enamorado de una americana fastidiosa? ¿Aceptas a este ruso imbécil como el hombre idóneo para desposarte? —pregunta, viéndome solo a mí.
Paso saliva, viendo de nuevo al interior del restaurante donde ahora todos, absolutamente todos están viéndonos a nosotros. Escucho también los fuegos artificiales y las lágrimas suben a mis ojos. Me arrodillo frente a él, tomando sus manos.
—Oh, joder, Mikhail, siempre, siempre serás lo mejor que puedo contar. Claro que acepto, mi amor. Конечно, я хочу жениться на тебе (Claro que quiero casarme contigo) —prometo en ruso, haciendo que su sonrisa crezca. Toma mi mano para deslizar el anillo y yo me lanzo enseguida sobre él, haciendo que caiga acostado.
Reparto besos por todo su rostro mientras se escuchan aplausos y sus manos bajan tentadoramente de mi cintura a mis nalgas. Gimo contra sus labios antes de hablar:
—¿Listo para follar a su prometida, señor Tretyakov? —susurro y él gruñe, presionando con más ganas mis nalgas.
—Nací listo para eso, americana —promete, volviendo a besarme con intensidad.
Ay, los amooooooooo
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro