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Capítulo 7 🚘

Narra Mikhail.

Dejo de ver la carretera un momento cuando Megan que va en el asiento de copiloto porque se negó a quedarse atrás con todo el asiento empapado, se quita el cinturón de seguridad.

—¿Qué haces? —le pregunto.

—Tengo mucho sueño —dice y luego, sin más, se acuesta en su asiento hasta colocar la cabeza en mis piernas. Parpadeo sin control, intercalando mi vista de la carretera y su persona.

Tiene los ojos cerrados, sus manos las ha acomodado debajo de su rostro y sus piernas están recogidas en el asiento que debería estar ocupando por completo. Suspiro y muevo mi mano de la palanca de cambio a su estómago para evitar, no lo sé, que en algún freno, vaya a dar a donde mis pies están en el acelerador y freno.

¿A quién mierda se le ocurre acostarse así?

A ella, solo a ella.

Conduzco el resto del camino, bloqueando mi mente de cualquier pensamiento cuerdo, intercalando mi mano de la palanca de cambio al cuerpo de Megan. También me demoro más de lo pensado porque bajo la velocidad para evitar algún accidente. Cuando llegamos a la mansión, suspiro.

—¿Cómo diablos le haces para noquearme tan fácil, americana? —pregunto, pero me temo que es para mí mismo. Abro primero mi puerta y con cuidado, dejo su cabeza sobre el asiento donde antes estaba y cierro la puerta con cuidado de no hacer ruido.

Me siento como si estuviera cuidando el sueño de una niña pequeña que, de despertarse de golpe, comenzara a llorar.

Evito la mirada de los demás guardias al verme abrir, en vez de la puerta trasera, la del copiloto. Introduzco casi todo mi cuerpo para tomar a Megan por la cintura, pero no me deja cargarla como pensaba porque refunfuña algo que no logro entender y enrosca sus piernas en mi cintura.

—Sin ninguna puta tanga —espeto, luchando con su maldito vestido para cubrirle las nalgas.

—Hace rato eso no te molestaba, Mikhail —responde. Giro mi rostro para ver si despertó, pero sigue con los ojos cerrados. Veo al cielo y cierro la puerta con un pie.

—Si alguno llega a ver tu coño sin tanga, no te quedarán ganas de salir sin una, porque dejaré tu culo del color de las sábanas de tu cama —advierto, pero maldigo bajo al pasar junto a Alonso y Dorian y ella jadear, restregándose contra mi polla—. No toquen el auto, vendré por él para guardarlo. Necesita un lavado —digo y sigo, escuchando de fondo la respuesta de ambos.

Subo las escaleras y veo primero hacia la puerta de la señora, Steffan y Luis están de pie fuera de ella. Asiento en dirección a ellos y giro para ir al ala de invitados. Llego a la habitación de Megan y abro, caminando hasta su cama. Al intentar acostarla, sus manos se cierran más en mi cuello.

—Duerme conmigo, Mikhail —súplica. Paso saliva, viendo momentáneamente sus ojos que se abren para cerrarse segundos después.

—Así quisiera, debo traba...

—Pero no quieres —me corta, soltando sus brazos de mi cuello y dejándolos caer a su lado. Suspiro y me levanto, enderezándome junto a la cama.

—Duerme bien, americana —deseo y me giro, después de que me da la espalda y tira de la cobija para cubrir su cuerpo que se enrolla como un gato.

Cierro la puerta y bajo las escaleras. Alonso se gira para entrar apenas salgo. Me detengo porque desde que hizo ese comentario hace días, me enerva pensar en lo que quiere hacerle a la americana.

Creo que lo que me molesta es que, lo que viene a mi mente de lo que quiere hacerle, es lo mismo que yo deseo hacerle y le he hecho.

La diferencia es que, yo seguiré deseando nuevas cosas para cumplirlas, él por más que desee, jamás va a cumplirlo. Jamás va a tenerla desnuda, suplicando que la folle. Jamás va a sentir la calidez de su coño o la humedad de su boca caliente. Jamás va a deleitarse con los sonidos de placer que brotan de sus labios mientras con sus dedos la lleva a la cima. Jamás va a escucharla decirle que el placer que ha sentido con él, que la forma en la que ha logrado hacer que se corra, nunca alguien lo hizo.

Jamás va a lograrlo.

Jamás va a tenerla porque, de esa forma, solo yo la tengo.

Y aunque odie admitirlo, lo de esta noche, joder, jamás lo habría imaginado.

—¿A dónde vas? —cuestiono, deteniendo su andar para girarse y darme la cara.

—A cuidar a la señorita Megan —responde. Juego con la saliva dentro de mi boca.

—Regresa a tu lugar, Alonso. Para ti es "señorita Miller", ¿quedó claro? —cuestiono. Veo cuando endurece las facciones de su rostro—. A ella, yo la cuido —zanjo ante su silencio.

—¿Desde adentro o afuera de su cuarto? —replica. Sonrío de lado, haciendo que su ceño se arrugue.

—Mucho cuidado con lo que insinúas, Alonso, podrías quedarte sin nada por hacer acusaciones al aire —declaro, queriendo poder hacer uso de mi verdadero poder, mandando todo al diablo para ponerlo en su lugar.

—O hay otro Mikhail en esta casa o tenía puesta una peli porno, pero puedo jurar haberla escuchado gritar tu nombre en estos días. Y tú, Mikhail, tú no estabas por ahí —dicta.

Reacciono cuando ya tengo mis manos en su saco y su espalda se estrella contra el piso, haciendo que su cabeza rebote por el impacto.

—¡Mikhail! —chilla Dorian, intentando tomarme por los hombros para levantarme, pero tengo una rodilla aplastando el estómago del maldito de Alonso y me place notar el miedo en sus ojos.

—¿Qué? ¿Ya no eres tan machito? Lo que haga o deje de hacer ella con su vida, es muy su problema. Y te advierto que podrás oír mucho más mi nombre entre sus labios, pero jamás el tuyo estará en ellos —prometo y me levanto, acomodando mi traje que se movió—. Y ahora, por indiscreto, lleva el auto al garaje y lávalo —ordeno.

—¿Qué? ¿A esta hora? Para eso se lleva mañ...

—Ahora, Alonso. ¿Quieres amanecer con trabajo? —cuestiono. No dice nada—. Entonces, que en ese auto no quede ningún rastro de su olor o sus orgasmos de esta noche —zanjo y me giro para regresar hecho un diablo a la habitación de Megan.

La encuentro en la misma posición que la dejé minutos atrás. Suspiro y niego con la cabeza porque lo que he intentado evitar desde que confesó no haberse corrido así antes, llega y toda mi mente se nubla al imaginarla con otros hombres, estando ahí, acostada, debajo de ellos, mientras que se preocupan solamente en su propio placer y no en el suyo.

¿Qué tan mal pudieron haberla cogido antes para que, con solo posar mi lengua en su coño, se corriera a chorros?

¿Por qué diablos le dejé hacer a ella, algo que nunca dejé que alguien me hiciera?

¿Por qué eso se sintió tan bien?

Cierro la puerta y me quedo parado, fuera de ella para evitar cometer otra idiotez más.

No puedo dormir contigo, americana, bastante ya has hecho hoy al dejarte chuparme la polla como para también meterme en tu cama y dormir a tu lado.

Los polvos no descansan juntos, eso es fijo.

Me encanta cómo Mikhail intenta no ser posesivo con Megan, pero sus celos no lo dejan, jajajaja.

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