Capítulo 27 🚘
Narra Mikhail.
Acepto la llamada de Oleg apenas apago el auto al llegar a la mansión.
—Dime —pido, viendo desde aquí a Megan con la señora en la alberca. Megan está de espaldas, con sus brazos apoyados en el suelo sobre una toalla, dejando que todos estos malditos gocen con la vista de su culo en ese diminuto bikini que lleva puesto.
Evito gruñir.
—Esto ya no lo soporto —suelta. Arrugo el rostro, comenzando a preocuparme.
—¿Qué cosa? —replico.
—A mi tío, joder. ¿Sabes lo que me ha pedido ahora? —cuestiona. Cojo aire.
—Si fuese adivino, él no seguiría con vida ya, Oleg. ¿Qué hizo ahora? —pregunto.
—Pues, quiere que le haga daño a Megan —confiesa. Gruño con fuerza.
—Sobre mi cadáver —zanjo.
—Tranquilo, estoy calmándolo con el hecho de que es hija de uno de nuestros socios, pero no creo que aguante mucho tiempo, Mikhail. Está decidido en tenerla —musita lo último, bajando considerablemente la voz.
Golpeo con fuerza el volante, haciendo que suene la bocina. Veo a Megan mirar en mi dirección y fruncir el ceño.
—Oye, no maltrates mis autos —se queja Oleg al celular. Gruño de nuevo.
—Voy a asesinarlo —zanjo. Escucho su suspiro.
—No estoy dudando de que lo hagas, Mikhail. Pero, si puedes recapacitar..., ¿vale la pena? —pregunta luego de dejar pasar unos segundos en silencio. Hago puño mi mano libre.
—Después de todo lo que viste ese día y lo que has seguido viendo por las cámaras, ¿crees que existe algún poder humano o inhumano que me haga alejarme de ella? —cuestiono.
Esta vez su suspiro es más largo.
—Solo digo que, ella no va a entenderlo, Mikhail. ¿Qué crees que pasará si le cuentas todo? Ha sido cuidada toda su vida para no involucrarse con tipos como nosotros —acota.
—Oleg, no sigas por ahí —ordeno—. Ya sabe lo de Emma —confieso y tengo que alejar el celular porque su grito amenaza con romperme los tímpanos.
—¡¿Por qué demonios has hecho eso?! ¡¿Y si le cuenta a K sobre toda nuestra mierda?! —espeta. Respiro hondo para no mandarlo a la mierda porque sé que está hablando la presión y no él mismo.
—Si a ti no te importa mi relación con Megan, ¿por qué ha de importarme la tuya con la señora? —replico. Bufa.
—Eres un maldito inconsciente, Mikhail. Estás actuando solo para salvar tu culo sin tener presente todo lo que yo he hecho por salvar el tuyo mientras salvo el mío —acota. En eso me toca darle la razón.
—Tranquilo, Oleg, Megan no va a decirle nada —aseguro—. Ni siquiera le ha contado de nosotros. Estamos siendo cautelo...
—Cautelosos ¡y una mierda, joder! Los veo por las malditas cámaras besándose a cada rato. ¿Cómo es eso ser cautelosos? —revira, cortándome. Alza las cejas, de nuevo tiene razón.
—Bien, deja acomodar eso, estamos siendo cautelosos con la señora. El resto nos da igual, pero te prometo que K no sabe nada —aseguro. Escucho que suspira—. Oleg, solo, piensa en que, es la primera vez que quiero estar con una mujer, joder. No voy a perderla por culpa de mi padre y sus malditas reglas —zanjo.
—¿Qué hay del suyo? —revira. Arrugo el rostro.
—¿A qué te refieres?
—¿Crees que su padre va a permitir que su hija sea la mujer del hijo de uno de sus socios? No lo creo —declara. Cojo aire con fuerza porque no había pensado en eso.
—Si no quería que su hija supiera de sus negocios, no debió nunca involucrarse —resuelvo—. Permíteme dejar claro que no voy a separarme de ella para complacer a nadie. Megan se queda conmigo hasta que ella decida que ya no me quiere en su vida. Mientras tanto, no me importa las vidas que deba quitar para quedarme con ella —prometo y cuelgo antes de que diga otra mierda que me ponga a dudar.
Salgo del auto, deteniéndome junto a él para ver disimuladamente a Megan que ya me estaba viendo. Saboreo mis labios a recibir un mensaje y maldigo al leerlo:
Oleg.
15:19 horas: Antes de asesinar a todo el mundo, consigue la forma de contentar a tío.
Bufo, como si yo tuviese intenciones de contentar a mi padre.
La forma en la que él quiere ser contentado es con la ubicación de Emma y los niños. Y eso jamás va a pasar.
Camino directo a la sala de seguridad. Al llegar, encuentro a Dan metido en su celular.
—Ve al baño —ordeno, señalando la salida. Arruga el rostro—. ¿Escuchaste o qué? —insisto. Suspira y se levanta, saliendo de la habitación y dejándome solo. Cierro con seguro y veo las pantallas.
Hay 64 cámaras alrededor de toda la mansión. Tanto dentro como fuera de ella, pero no es eso lo que me interesa, sino saber cómo diablos se enteró mi padre de Megan, porque no quiero dudar de Oleg como él dio a entender ese día.
De ser así, me está utilizando todavía y hablar con él es tan riesgoso como mantener a Emma y los niños en esa casa.
Encuentro lo que busco al revisar quiénes pueden ver las trasmisiones.
—Maldito pervertido de mierda —siseo al ver que hay una cámara oculta que no sabía que existía y que dudo que Oleg sepa de ella porque jamás permitiría que vieran de esa forma a su mujer.
Lo saco por completo del acceso a las cámaras y le tomo fotos con mi celular a lo que descubrí para ver si el maldito de Oleg tiene la valentía de enfrentarlo por pervertido.
Salgo después de eliminar las grabaciones de todo el mes y desactivar la cámara que da a la habitación de Megan.
—Hola —musita Megan, chocando conmigo de frente antes de salir de la casa, por estar viendo mi celular mientras le escribo a Oleg. Alzo la mirada y la encuentro cubriéndose con un paño mientras se estremece. Sonrío.
—Americana —saludo, sonriendo. Saborea sus labios y mira hacia un lado. No puedo seguir su mirada porque sigo dentro de la casa.
—¿Puedes esperarme en mi habitación? Subiré enseguida —susurra. Alzo una ceja y ella muerde su labio. Estoy por preguntar por qué, pero escucho la voz de la señora, así que solo asiento y subo las escaleras de dos en dos.
Frente a la habitación de Megan no hay nadie porque ella no está ahí, obviamente, así que, le sonrío a la cámara, sabiendo que ya está desconectada y entro.
Todo está perfectamente ordenado como siempre, incluso los libros que tiene en un extremo. Camino hasta ellos, recordando que me pidió leer uno para saber lo que quería que le hiciera. Busco rápidamente el nombre entre los que tiene, pero no veo ese. Dejo de buscar cuando la puerta se abre.
—¿Fisgoneando, rusito? —pregunta con tono burlón. Saboreo mis labios cuando deja caer el paño, mostrándome su bikini.
—Diste un buen espectáculo allá afuera con ese maldito bikini tan diminuto —declaro, siguiendo el contorneo de su cadera mientras se dirige al baño. Ríe, deteniéndose antes de llegar:
—¿Y vas a castigarme por eso? ¿Azotarme? —cuestiona, pero suena a súplica.
—¿Crees que tu culo aguante mis azotes, americana? —replico.
—Averigüémoslo —zanja, entrando del todo. Gruño.
Acabará conmigo.
Y sí que lo hace, jajajajaja.
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