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Capítulo 24 🚘


Narra Megan.

Aprovecho que K sigue roncando en su lado, para salir de la cama e ir al baño. Después de lavarme la cara y hacer pipí, salgo sin hacer mucho ruido y saludo a Steffan que está cuidando la puerta.

—Buenos días, señorita Miller —responde. Le sonrío y bajo las escaleras tarareando una canción para no pensar en la desaparición de Mikhail después de nuestra corta conversación de ayer.

Estoy por cruzar a la cocina cuando veo la puerta del auto abrirse antes de que, siquiera, estacione del todo el auto. Mikhail baja, sujetando su saco con una mano, pero no es eso lo que me hace caminar hacia él, sino las manchas de sangre que tiene en su camisa y lo desaliñado que se ve.

—¿Estás b...?

No permite que termine de formular la pregunta porque toma mi rostro con ambas manos y estampa sus preciosos labios contra los míos. Jadeo bajito, aferrándome a su cuerpo con mis brazos, pero nos separamos cuando maldice al presionarle la espalda.

—¿Qué pasó? —pregunto entre jadeos por lo agresivo de ese beso, viéndolo a los ojos.

—Larga historia. ¿Vienes conmigo? —pide, tomando mi mano con la que tiene libre. Paso saliva, viendo a los lados.

—¿Qué pasa si Oleg mira esto? —musito bajito.

—Yo me encargo de él, americana. Ven conmigo —demanda y tira de mi mano, pero sigo sin moverme.

—Siento que estás así por mi culpa, Mikhail. No quiero seguir causándote daño de...

De nuevo me calla, esta vez no solo su boca está devorando la mía, ahora ha soltado mi mano y tira de mi cuerpo hacia arriba, tomándome por las nalgas. Por más que quiero controlarme, cuando su cuerpo está así de cerca y su boca me tiene sin poder respirar por estar succionando mi alma a través de la mía, nada importa, así que enrollo mis piernas a su cintura y lo siento comenzar a caminar.

No suelta mi boca hasta que llegamos a su habitación y estampa mi espalda contra la pared a un lado mientras maldice para abrir la puerta. Río bajo por su desespero y me fulmina con la mirada, pero abre.

No camina hasta la cama, sino que entra al baño y me sienta en la encimera para poner a llenar la tina. Me mira, levantando unos botecitos de shampoo. Me encojo de hombros.

—Mientras tú estés dentro de la tina, lo que le eches me da igual —confieso. Sonríe y me guiña un ojo, vertiendo de ambos botecitos.

Al volver a darse la vuelta, sube su mirada por mis piernas desnudas hasta llegar al final de mi short de pijama. Paso saliva al seguir su mirada con la mía y sentirla ahora en mi estómago.

Sin que me lo pida, yo misma tomo el final de mi blusa y la paso por mi cabeza, dejándole ver mis senos pesados y mis pezones erectos por solo su escrutinio. A diferencia de mí, él no es delicado y toma su camisa por el medio y abre, haciendo que los botones salgan disparados por el aire y mi coño chorree, por supuesto.

Abro la boca en busca de aire al verlo tomar el cinturón de su pantalón. Con las manos temblando, me levanto un poco para bajar el short, no quito mi tanga porque sé que le encanta rasgarla.

Una vez está solo con el bóxer, contengo el aliento al verlo tomarlo con sus manos. Comienzo a masacrar mi labio inferior con mis dientes y él ríe, bajando por completo el bóxer.

Дерьмо —suelto en ruso, logrando que sus ojos se tornen oscuros.

—Ven aquí —ordena, y antes de que terminara la orden, ya yo había saltado de la encimera y comenzado a caminar, lo que lo hace reír bajo. Me ataja cuando salto sobre él y me enrolla en su cintura.

Soy yo quien me deslizo de una vez por su falo, haciendo a un lado mi tanga. Ambos jadeamos. Entra a la tina sin salir de mi interior y nos acomoda, estirando sus piernas por detrás de mi espalda y yo enrollo las mías detrás de la suya.

—¿Qué pasó? —le pregunto, deslizándome de adelante hacia atrás mientras cojo la esponja de baño.

—Mi padre ya sabe de ti —me cuenta. Parpadeo a lo loco.

—¿Qué le has dicho? —pregunto, porque no esperaba que le hablará de mí, la verdad.

—Ya lo sabía todo, en realidad —confiesa.

—¿Quién es tu padre realmente, Mikhail? —musito, viéndolo a los ojos.

Se desespera de mi lentitud y toma mis nalgas, alzándome para dejarme caer de golpe contra él, ambos jadeamos fuerte.

—Así, fóllame así para poder contarte —pide entre siseos. Muerdo mi labio inferior y subo de nuevo, cayendo duramente contra él. Maldice sonoramente—. Es un líder de. Maldición, sí, justo así —ordena, subiendo cuando yo desciendo para golpearnos en el aire.

Gimo su nombre con fuerza.

—Mikhail —gimo bajito para que prosiga.

—Sí, sí, sí, es un líder poderoso de la mafia rusa, americana —me cuenta. Me tenso un segundo por lo que escucho, pero él mismo toma mis caderas para seguir bombeando duramente en mi interior—. Oleg es uno de sus socios —prosigue. Saboreo mis labios y lo veo.

—¿Y tú? ¿Qué eres tú? —pregunto entre jadeos por lo rico y duro de sus movimientos.

—El heredero —suelta. Paso saliva.

—¿Por qué eres un escolta aquí, entonces? —replico, no entiendo su rol en todo esto.

—Porque no quiero manejar ninguna mierda —confiesa.

—Me manejas a mí a tu antojo, Mikhail. Mira cómo me tienes saltando sobre tu polla tan divinamente —comento, queriendo quitar un poco del enojo que tiene en sus ojos. Lo logro cuando me mira divertido, con una sonrisa en sus labios.

—¿Y te gusta? ¿Te gusta cómo el ruso te tiene saltando sobre su polla, americana? —revira con tono sexual. Asiento, mordiendo mi labio para no gritar—. Vamos, no te escucho —declara.

—¡Sí, joder, sí! ¡Me encanta cómo el ruso folla mi coño americano! ¡Me encanta el ruso imbécil! —chillo, tirando de sus labios con mis dientes para besarlo con ganas, mandando todo al diablo porque hace que el agua se desborde de la tina al abrazarme por completo, elevando sus piernas y comenzando a taladrarme el coño con un desespero agobiante—. ¡Ahh! —grito contra sus labios por lo duro de sus movimientos.

—No voy a dejarte, promete que no vas a dejarme, americana —dice de pronto, viendo mis ojos. Abro la boca por el desconcierto que encuentro en su mirada.

—No voy a hacerlo, Mikhail. Jamás voy a dejarte. ¿No ves que estoy completamente enamorada de ti y no quiero a otro siendo el protagonista de mi historia porque solo contigo quiero tener una historia para contar? —cuestiono.

Me encanta esa última parte, los amo, jajajajaja.

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