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Capítulo 2 🚘

Narra Megan.

Tomo a K de la mano y salgo de la cocina para subir de regreso a mi habitación, casi que corriendo.

—¿Qué sucede? —pregunta con notable confusión en la voz. Suspiro y me debato entre decirle la verdad o mentirle. Me voy por la segunda porque contarle es aumentar más la vergüenza y dolor que ya siento.

—¿Quién es realmente Oleg, K? —pregunto, cambiando el tema a uno que no tenga nada que ver conmigo. K suspira sonoramente y se acerca a mi cama que sigue deshecha y coge una de las almohadas.

—Pues, no sé cómo responder esa pregunta —confiesa. Arrugo el rostro.

—¿A qué tipo de negocio se dedica, K? —insisto, porque después de lo que vi hacerle ayer a su propio hermano, temo que le pase algo peor a ella o a mí, ahora que ya también he visto lo que hizo.

—Complicados —dice. Bufo porque está respondiendo muy evasivamente y ni ella es tonta ni yo lo soy.

Es obvio que Oleg no es una buena persona y que no hace cosas buenas, tampoco.

Sin embargo, ¿por qué lo que más me aterra de eso es que, Mikhail trabaja para él?

¿Por qué siento que entre Oleg y Mikhail, no es el primero quien ha hecho cosas peores?

¿Es un escolta normal o es algo más?

¿Qué clase de persona eres realmente, Mikhail?

¿Cómo puede el mismo hombre que anoche me llevó al cielo, enviarme al infierno con solo unas cuantas palabras esta mañana?

—No eres tonta, K. Sé que sabes que no tiene negocios legales, ¿cierto? ¿Trafica? —tanteo. K gira el rostro para ver la pared y suspira con fuerza.

—Lo único que puedo decirte, Megan, es que el hombre que viste ayer no es para nada el hombre que es conmigo. No importa qué tan complicados o turbios sean sus negocios, conmigo no es ese hombre. Y eso es lo que me importa —zanja, devolviendo su vista a la mía.

Paso saliva porque, ojalá pudiera decir lo mismo de Mikhail...

Él no es diferente...

—Está bien, no voy a insistir. Ya tú eres mayor de edad y sabes lo que te conviene, así que, si quieres estar con Oleg, no voy a oponerme —digo. Sonríe y extiende su mano en mi dirección. Me acerco para sentarme a su lado. Me obliga a poner la cabeza sobre sus piernas mientras reparte caricias en mi cabello.

—¿Estás bien? ¿Cómo pasaste la noche? —pregunta.

Paso saliva al volver a mi mente el recuerdo de mi noche en esta misma cama, pero no con ella sino con el hombre que alborota mi sistema.

¿Por qué tiene que ser tan hijo de puta?

Odio a los hombres para los que coger es colgar medallas en sus hombros.

Odio a los hombres que después de follar, menosprecian a la mujer.

Pero no quiero odiarlo a él...

Tampoco creí que él fuese de esa clase de hombres.

¿Por qué tuvo que decir que hubiese sido mejor pasar la noche con otra mujer?

¿Qué fue lo que hice mal?

Venga, sé que solo obtuvo un orgasmo, pero eso no quiere decir que sea mi culpa, ¿cierto?

Es decir, hay hombres que resisten mucho. Además, a diferencia de los hombres, las mujeres no necesitamos recuperarnos para tener otro orgasmo en minutos. Claro que yo tampoco había tenido más de dos orgasmos en una noche, pero eso no pienso decírselo.

Es un imbécil que cree que por saber usar su lengua, sus dedos, su boca, su polla y, básicamente, toda su jodida anatomía completa para dar placer, puede placerse en eso para burlarse de la mujer con la que compartió la cama.

Es más, ¿compartió acaso la cama conmigo? Lo dudo.

Eso no lo tengo muy claro, pero estoy segura de que después de correrse en mi espalda no se puso en cucharita conmigo, solo me limpió, ¿y luego qué?

Se fue, supongo, pero yo ya estaba exhausta y eso no lo recuerdo claramente.

Eres un imbécil, Mikhail. Conmigo no compartiste la cama, pero sí deseas haber dormido en la cama de otra. Imbécil.

—¿Quieres hacer algo hoy? —pregunta. Cierro los ojos y tomo aire, negando lentamente con la cabeza—. No es mala persona, Megan. Podemos salir para distraernos. O ir a la piscina. ¿Qué te parece? —insiste.

—Preferiría pasar el día aquí, K. Si no te importa, claro —añado, viéndola desde abajo. Sonríe y niega con la cabeza.

—Por supuesto que no, podemos quedarnos aquí y, no lo sé, leer. Te gusta leer, podemos leer algo nuevo —propone. Sonrío y me levanto, sentándome en la cama.

—No es necesario, solo quiero dormir. Te buscaré si quiero compañía, por ahora, prefiero estar sola. Lo siento —añado porque no sé si fui muy brusca, pero no me gustan sus ojos tristes. K sonríe y se levanta, dejando la almohada.

—Está bien. Estaré en mi habitación, también. Si me necesitas solo tienes que pedirle a Mikhail que vaya por mí, lo dejaré fuera de tu puerta —informa. Paso saliva, pero no replico porque no quiero alertarla, así que solo asiento y le agradezco.

Me levanto para acompañarla a la puerta y cerciorarme por mi propia cuenta que ahí, como un idiota perfecto, se encuentra Mikhail con sus brazos cruzados por delante de su cuerpo. Muerdo mi labio inferior ante las palabras de K:

—Intenta descansar, se te nota en los ojitos que no has pasado una buena noche —dice. Sonrío.

—Pudo haber sido mejor, pero de nada vale quejarse —respondo porque sigo dolida. K se despide y se gira luego de ordenarle a Mikhail cuidarme.

Ja, cómo si supiera hacerlo.

—Sigo creyendo que, entre los dos, quien tuvo una mala noche no fuiste tú —musita, viéndome de reojo. Subo la mirada porque volvemos a tutearnos, sin embargo, no pienso caer en su juego.

No me merezco ser de nadie su juguete.

Tampoco de él.

—El que me hayas dado orgasmos no lo hace una buena noche, Mikhail. Ahora, limítate a hacer tu trabajo que ya no requiero de tus cuidados especiales, ¿quieres? —replico, disfrutando cómo se tensa su mandíbula, pero no me retracto y cierro la puerta, pegando mi espalda a ella y cerrando los ojos.

Voy a reemplazarte, Mikhail. Encontraré a otro que triplique los orgasmos que me has dado.

Lo prometo

Ya quiero que conozcan a Emma, jajajaja. 

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