Una bandera de locura
Oseías
Han pasado unas semanas, sé que debería estar colado en la agenda de la iglesia y las actividades que se acercan el nacimiento de nuestro señor Jesucristo, pero la verdad es que me la he pasado pensando en la verdad que ahora corre por mi cabeza, ¿Cómo sería posible que así de simple la vida cambie?
Con temor abrí la puerta de mi apartamento, mis padres han llegado y yo les he dicho que me esperen en la sala de estar, necesito repasar una vez más todo lo que quiero decir. Mi vida se va a caer del lugar en el que estoy, el lugar en el que me enseñaron a estar.
Vuelvo a la sala de estar y me siento frente a ellos, ahora que tengo la certeza y el tiempo de observarlos en silencio, me percato...
—Sé que deben estar pensando, "¿Por qué no está Oseías en la iglesia hoy?"
—Hijo, es que si nos han citado aquí, es porque algo mucho mayor que la iglesia te detuvo, y para eso no hay nada, la fé no debe de detenerse por una charla que pudimos tener por teléfono.
—No —Corto a mi madre con una mano alzada levemente— No pude hablarlo por teléfono porque entonces se habrían asegurado de seguirme mintiendo. ¿Cuándo es que decidieron mentirme así? ¿Tenían un fetiche y lo cumplieron? ¿O simplemente deseaban un varón?
Mis padres se miran entre sí y luego vuelven a verme. Lo sospechaba, no han dicho nada, estaba claro que sabía la verdad y ellos no se humillarían para cubrirla, es obvio que simplemente algo les debió de mover para hacer semejante barbaridad.
—Oseías, sé que ahora te puede parecer una locura pero...
— ¿Una locura? —Me pongo de pié y sonrío con bastante impotencia, resoplo y vuelvo a verlos—En qué cerebro cabe dejar a un bebé sin su madre? ¿Por qué me separaron de mi madre? ¿¡Qué derecho tenían!? ¡Joder! ¿¡Cómo quieren que no me enoje!? He vivido con personas ajenas toda mi vida, quién sabe por qué lo hicieron... ¡Explíquenlo! —Grito con rabia, con impotencia, pero logro volver a sentarme, ¿Qué hago gritándole ahora a un par de casi ancianos?
Mi supuesta madre suelta un quejido ahogado, intenta hablar, pero su mandíbula tiembla y finalmente se pone a llorar. Papá, mi supuesto papá, está aquí inamovible con el entrecejo fruncido, y los puños cerrados.
—Oseías —Me dice el mayor enojado— No serías lo que eres hoy si te hubiéramos dejado con la mujer que te tuvo. ¿Qué clase de vida te hubiera dado?, al menos con nosotros no te faltó nunca nada, no vengas ahora con tu caballería, ahora que ya lo tuviste todo por parte de nosotros.
— ¡Pero me separaron de mi madre! ¡De la mujer que me amó! —Niego— ¡Que aún me ama y me busca! Sólo díganme... ¿¡Por qué!?
— ¡Porque te quise desde siempre! —Soltó mamá con fuerza— ¡Tu madre es mi sobrina! ¡Ella tuvo un amorío con un chiquillo de la alta sociedad y te crearon a ti!
— ¿Qué? ¿Qué tú eres mi tía? ¿Oí bien? —Dije medio sonriendo con ironía.
— ¡Sí! Te vi crecer en el vientre de mi sobrina, mi hermana estaba tan decepcionada... Llegamos al cuerdo de que yo, por ser la mayor, encubriría la deshonra de nuestra familia, yo ya estaba casada, yo tenía una razón para ser mamá sin ser apuntada por el mundo... siempre fuiste mi hijo, aun cuando creciste en otro vientre, estabas destinado para ser mí bebé, mío y de tu padre, creciste con nosotros lejos de mi parte de la familia, pero juro que todo fue por mejor, ¡Porque no soportábamos pasar por semejante absurdo! Nosotros ya éramos una familia de riesgo social, imagina, mi sobrina sola no podría haberte dado ningún futuro, mi niño yo...
Mi madre se acerca apenada y me acuna el rostro entre sus manos, yo aparto la mirada y doy un paso atrás.
—Mira, ahora no te apruebo nada de lo que me has dicho, ¿Cómo es que fue más importante el "qué dirán"? No lo comprendo... y no podría comprenderlo jamás. Ahora mismo les pido, váyanse de aquí, no vuelvan por aquí, no quiero pensar en nada, solo quiero estar sólo.
—Hijo, por favor, ¡Escúchame! —Ruega mamá.
—Te escuché ya, por favor, ahora vete... quiero pensar.
—Oseías, ¿Cómo puedes actuar así después de todo lo que
— ¡Cállate Por favor! —grito cortando a papá— Váyanse y vuelvan cuando encuentren una razón lógica para lo que hicieron, que para mí no la hay, ¿Y saben algo?, lo que más me duele es que ya perdí el tiempo, tengo veintisiete años, ya no jugué con mi mamá, no le dije que la quería, le arrebataron a un niño la posibilidad de vivir momentos que no se vuelven a repetir en la adultez... y sobre todo, me incursionaron en el mundo de la iglesia, ¿Para qué?, ¿Para que fuera a comprenderlos cuando lo descubriera? ¡Pues lo he descubierto, he conocido a mi madre! Y no... —Me acerqué a papá en busca de algo de empatía en sus ojos, pero no hallé nada— No los comprendo, ni lo haré.
Abrí la puerta y los he dejado marcharse, a mi ex madre no puedo decirle que no me duele esta inminente bomba, o que no quiero abrazarla ahora que me llora, pero no soy un hombre que logre llevarse tal engaño al estómago para digerirlo así de rápido. Y a mi ex padre, le tengo algo como odio.
Recordar aquella noche en Punta Cana, la vez en que me entregaron la sotana en la mesa mientras comíamos, era un mal recuerdo, que se tiñó peor, no puedo comprender qué sacaban con hacerme creer tanta estupidez junta.
Esta tarde he esperado en la iglesia a ver si la mujer vendría de nuevo, la señora Fernández, la mujer que es mi madre. Pero nada, no se ha asomado. A Miriam aun no le contaría lo que ocurría realmente por ahora, aun no es tiempo, de mi boca no lo sabría.
Caminé por el pasillo de en medio de la iglesia, me arrodillé mirando la cruz e intenté no sentir aquel vacío otra vez en mi interior, pero ahora mismo siento un frío infinito que se me cuela por el corazón, no soy feliz, no tengo a la mujer que amo conmigo, y no soy más el Oseías que era hasta hace unos días atrás, ahora soy un hombre en una sotana que no conoce su dirección...
Artemis
—Tu boca es tan sensual...
— ¡Deja eso! —Sisea Roma lanzándome una albóndiga al plato— ¿No te da vergüenza decirme esas cosas en público?
Divertido y alentado por su pregunta toqué el hombro de la mujer que estaba sentada en la mesa de atrás de nosotros.
—Señora, disculpe, pero dígame, ¿No es esta la mujer más hermosa que existe?
Veo como Roma deja caer su cubierto al plato y entonces escucho como la mujer de atrás confirma con una sonrisa agradable
— ¿Ves?, ¿Aun no te convences? Estamos viviendo Roma, no se trata de enamorarte, quiero vivir y que vivas.
¿Qué quieren que les diga? Con Roma he comprendido más de lo que quisiera, me siento bastante extraño y comprometido, tanto que a un no soy capaz de contarle, he decidido quedarme y comenzar a trabajar en alguna de las empresas que mi padre tiene regadas por el mundo. Jamás he sido de camisa y corbata, pero no necesito más tiempo para pensármelo, Roma es independiente, es fuerte, es divertida y versátil, una mujer en toda la extensión...
—Basta de charlas y de comer albóndigas, que no hemos venido a ponernos de catadores hoy. —Me pongo de pié y le extiendo la mano.
— ¿Qué quieres? ¿Piensas hacer el ridículo conmigo?
—El ridículo solo es divertido contigo Roma. —Digo guiñándole.
Ella extiende su mano y me la da, se pone de pié viéndome y delineando mis acciones, sé que me sigue la mano de reojo, sabe que la tomaré por la cintura.
Caminamos a la pista de baile, y la dejo.
—Un momento Amore' Mío.
Hoy es una noche especial, es nuestra noche, precipitada noche en que bailaré con ella como tantas otras veces, quiero sentir hasta su última célula en algo que no estime sexo.
Me acerco al Dj mientras Roma se confunde más y más a cada segundo, le pido una canción en específico, Roma no lo sabe, pero tantos viajes me han enseñado un sinfín de cosas que ella desconoce, una de esas cosas es: El baile.
Los acordes de "Solo por un beso" de Aventura, comienza a sonar, me acerco entre las pareja a atrapar a Roma que está tan tensa como un pilar.
Estamos cerca, la acerco a mí desde la espalda baja y alzando levemente su otra mano junto con la mía le comento sobre sus labios:
—Baila conmigo bella mía, quiero que bailes sólo conmigo...
Sus mejillas se colorean y nuestras caderas comienzan a moverse al ritmo de la bachata antes puesta. Murmuro sobre sus labios algunas de las frases de la canción, ella sabe que todo aquello es real, que cada beso que me da me atrapa unos diez años más.
—Tan solo con un besito me llevo al infinito y ni siquiera la conozco bien... —Le canto en su oído.
El ardor entre nuestros cuerpo se hace presente, el corazón se nos agita, estamos bailando, pero tal parece que teníamos un código privado entre su mirada y la mía, que son cómplices de un momento completamente más íntimo, ella sonríe y yo le suelto:
—Me quedo contigo... me quedo en Chile. Quiero quedarme con Roma aquí, con ella soy completamente feliz.
Roma
Cuando veo todas las acciones de Artemis siento un hormigueo que me sube por el vientre bajo hasta los senos, es un hombre con una sonrisa peligrosa, un hombre de acciones que atraparían a la mujer más hermosa del mundo, un hombre que lo tiene todo, y no tiene nada a la vez.
En su espalda está tatuado un atardecer en medio de las sombras de un bosque, y en su abdomen están los cuadritos que, a veces se esconden bajo unas playeras coloridas que le gusta usar. Un hombre sin ideas retrógradas, con una confianza envidiable y un amor que tan rápido te toma te suelta, no te asfixia pero quieres ser asfixiada por esos bíceps marcados bajo la musculosa que lleva hoy, y esos vaqueros entallados, que no te dejan nada que imaginar, presume de un buen bulto que a veces siento es demasiado para mí.
Estoy extasiada por su aroma a pinos en su cuello mientras bailamos bachata pegados, pero el vicio se me quita rápidamente al oírlo decir que se quedará. Soy feliz con Artemis, me gusta Artemis, y claro que quiero tenerlo cerca pero... ¿Quedarse? ¿Qué estaría planeando? Me asusta pensar que de un momento a otro de mi corazón salga Oseías, ¿Por qué? No, no lo sé. Artemis me encanta, sí... ¡OH DIOS! Es que yo jamás he sido una mujer comprometida bajo una relación, apenas si sé cómo me casé, algo que desaceré en las próximas semanas, no quiero ser una presidiaria de nadie... No...
—¡Wow! ¿Y qué ha pasado para que tomes una decisión tan precipitada? —Pregunto bajo una sonrisa algo extraña.
—¿No está claro? —Pregunta el inquieto, ansioso por lo que acaba de decir y no he comprendido, y tan rápido caigo me volteo para bailar con mi espalda pegada a su pecho.
—Sí, lo siento, es que me tomaste volando bajo... ¡wow!, es un gran paso... yo, nunca he vivido con nadie en el plan "Me gusta mucho", yo jamás vi a mi esposo como un tipo al que quisiera encantarle, es todo tan nuevo Artemis.
—Atrás está todo lo que no nos importa Roma, tenemos un futuro que realizar, olvidemos y démonos la oportunidad de ser felices, nadie habló de boda, simplemente te pido que te quedes conmigo, de una vez admito, me has tirado la cola de la cometa, y me has bajado del cielo...
Su voz grave sobre mi oído me hace cerrar los ojos, su respiración... Oseías salta a mis pensamientos y sonrío apenada. Me volteo y rodeo el cuello de Artemis y respondo:
—Está bien. Hagámoslo.
Bajo las luces del restaurante bailable, nos besamos, cerramos un capítulo para abrir otro, y espero la tinta no se nos acabe...
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