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Siente lo que llevo dentro


Oseías

Despierto en mi habitación con mucho dolor lumbar, lentamente diviso a Miriam que está ordenando mi apartamento. Extrañado intento sentarme, pero el dolor es tan fuerte que pronto caigo nuevamente en la cama.

—Demonios... ¿Qué fue todo eso?

Miriam me escucha y rápidamente correa verme en compañía de "mis padres" que extrañamente se muestran preocupados por algo en mí que no sea la iglesia.

— ¡Hijo mío! —Exclama mi "madre" que sostiene mis manos vendadas— ¿¡Cómo fue que te hicieron esto!?

—Están buscando a los responsables, apareces en todos los noticieros hijo. —Dice papá que me mira preocupado, pero enseguida su mala leche se exalta— Estás en todos los noticieros por tus grandes hazañas, ¿Cómo fue que te fuiste con una mujer a un hotel? ¿Pensaste que nunca nadie los vería? Se han publicado una serie de fotos de ustedes abrazándose en el reloj de Viña del mar, y ahora con esto...

Miriam me observa apenada a un lado de ellos y yo alzo los hombros viéndola, sé que quiere decirme algo pero deberíamos esperar a después.

—Todo en mi camino estuvo presupuestado por ustedes. ¿Alguna vez se preguntaron qué era lo que yo quería? Que me corten la cabeza si fui feliz al menos una noche.

— ¿Hijo, estás bien?

—No me llames hijo, por favor —Digo mirando mis manos vendadas.

—Serás mi hijo aun cuando no hayas estado en mi vientre Oseías, y aun cuando tú no me quieras, yo sí te quiero muchísimo.

Mamá me mira realmente desecha y para qué voy a mentir, mi corazón se arrugó como una pasa ante sus lágrimas y terminé abrazándola a mí.

—Estoy bien... eso creo... —Comento sin mucho ánimo— Pero definitivamente, tendré que dejar el camino eclesiástico, ya cometí muchas faltas...

Mis padres se miran entre sí, pero no logran decirme nada. Supongo que aquello es la forma en que tienen para decirme: "Ok, al menos estarás con nosotros igual"

En cuanto mis padres salen de mi habitación y se alejan hasta el balcón de la sala de estar, Miriam se pone de rodillas a un lado de mi cama y me sigue viendo, como si no tuviera palabras, simplemente lo hace desde el silencio y tomando una de mis manos.

—La he visto... —Murmura.

— ¿Roma? —Pregunto sin ninguna expresión, intento que no demostrar nada referente a ella, no quiero ser el débil que está aún pensando en lo que pudimos ser.

—Sí... pero antes, necesito saber ¿Cómo fue que sucedió todo esto?, porque alguien tuvo intenciones graves contigo Oseías, y aquello es demasiado preocupante.

— ¿Qué más da? —Digo frunciendo el ceño— Lo último que me importa es mi persona Miriam, ahora mismo quiero terminar con esto y comenzar desde cero, no tengo ganas de pensar en Roma, que si está bien o está mal, aunque supongo que sí la viste fue porque efectivamente salió bien librada de todo. —Argumento enfadado.

— ¿Cómo puedes ser tan egoísta?

— ¿¡Por qué egoísta!? —Furioso me siento al filo de la cama como puedo.

—Porque yo si te quiero... mucho...

Suspiro intentando tranzar aquello que Miriam dice y pasando una mano ya cansado por mi rostro respondo:

—Miriam, yo también te quiero mucho, pero te diré una cosa más. Aparte de que somos hermanos y crecimos juntos, eres una niña, tienes ¿Veinte?

—No seas así, apenas nos llevamos por cinco años Oseías. —Miriam se abraza a sí misma y me sigue viendo apenada, al borde del llanto— Tu no lo entiendes, pero cuanto te vi así, pensé lo peor, pensé que tus manos no volverían ser la que eran y ya jamás ibas a poder tomar las cosas o a ser autónomo... y aun así pensaba que te quería, que no te iba a dejar...

Sus palabras me hacen sentir un poco tonto y finalmente bajando la mirada asiento.

—Solo te pido que te quedes con los niños del orfanato, en mi cargo. No quiero que dejes de ser algo por lo que tanto has trabajado Miriam.

Miriam rodea la cama y se pone de rodillas frente a mí nuevamente llorando en mis muslos. Me rompe el corazón verla llorar. Trago con dificultad y levanto su rostro.

—Escucha Miriam, jamás me iré tan lejos como tú crees. Pero necesito soledad para reintegrarme al mundo, para mí no fue nada fácil aceptar que esa mujer me hizo tremendo chutazo... fue algo que no esperaba...

—Por favor, solo quiero que no vuelvas con ella Oseías, no quiero que te haga daño otra vez, ella no te quiso jamás, ahora mismo está con un hombre mayor y con su hijo Kaleb, no puedo fingir que no los vi, ¡Por que si los vi! Y la hermana Soledad también los vió y...

—Haber espérate —Digo extrañado— ¿Qué es lo que acabas de decirme?

—Que la vi... con otro hombre...

—No, no... lo otro...

—Que estaba con su hijo...

Miriam me ve y se muerde el labio inferior apenada

— ¿Desde cuándo lo sabías? —Pregunto mirándola seriamente.

—Desde hace muy poco... yo no sé si sea verdad pero, supongo que sí... solo sume años y presupuse algo... no es nada seguro.

— ¡Pero si es su hijo es porque puede ser mío también! ¡Y su madre habría mentido! ¿Por qué habría mentido su madre también? —Me pregunté, pero Miriam me hizo verla.

—No hagas nada de lo que puedas arrepentirte, ¿Escuchaste?, porque me dejarías muy sola. A mí ya nuestros padres...

—Oh Miriam...

Hoy me he percatado que, por alguna razón, Miriam tiene la mirada más dulce que haya visto jamás. Sonrío levemente para ella mientras acaricio sus mejillas. Ella cierra los ojos y termino dejando un beso en su frente.

—Gracias por tu apoyo Miriam. Eres sin duda una gran mujer.

—Pero nunca podría serlo para ti...

Miriam se levanta también y sin decirme ni un "nos vemos después", sale de mi habitación. Soy consciente de que Miriam no es mi hermana biológica y que podría estar con ella, pero ciertamente, no soy capaz de verla como mujer, no, aun no... ¿Aun no?

Miriam

Al salir de aquella habitación siento una gran opresión en mi pecho. No puedo pensar en alguien que no sea Oseías. No me quiero resignar pero... una vez más me lo ha dejado más que claro, y sin una esperanza no tengo nada que hacer, simplemente me queda la nada y un poco menos.

Mis padres aún están hablando en el balcón y minutos después Oseías vuelve a aparecer ya vestido, se planta frente al televisor y se queda estupefacto por alguna razón al ver la noticia del joven que ha aparecido muerto en el Río Mapocho en Santiago.

Me acerco un poco e intento hablarle, pero él me ve de reojo y me pide distancia sin decir nada. Así lo hago y veo cómo es que toma sus llaves y sale medio cojeando del apartamento.

Mis padres se alertan del cierre de la puerta y alarmados intentan seguirle.

Yo me quedo en el apartamento de él con el corazón en la mano. No puedo creer que esté tan clavada por él, que desee tanto sentir su amor, que me toque al menos en un roce... lo que sea...

Me recuesto en su cama en la soledad imperiosa de esta habitación y abrazando su almohada intento absorber el aroma, intento capturar aunque sea un poco de Oseías...

Si tan solo pudieras verme de otra forma....

Me levanto y me acero al balcón una vez más, necesito aire, necesito olvidarme.

Y aquí es cuando sus ojos avellana se encuentran con los míos, está a punto de subir a un taxi, pero me mira desde allí, desde abajo y obviando los ruidos y gritos de mis padres, me guiña un ojo y me sobresalto.

Se va, y mi mano va directo a mi pecho, ¿Por qué lo hizo? Mi corazón está desbocándose. 

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