Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Por ti

Oseías

No lo creerán pero es verdad. La llegada de Oriana a la habitación no fue el encuentro que planeaba, ciertamente se ha limitado a decirme la verdad en la cara, y cuando no sé qué mierda responderle ella suelta:

—Eso es Oseías, me gustas pero no pienso estar contigo si en tu cabeza ronda aun esa mujer, tú no puedes mentirme a mí con treinta y cinco años, no puedes pensar que por cantarme me vas a tener desnuda en tu cama y me dejaré llevar por que me gusta tu forma de actuar frente a la vida... y ahora que eres un completo "mortal" tampoco me creas tan ilusa, sé que te hubiese encantado que hubiese pasado la noche saltando sobre ti, y también sé que mañana te irás tras de ella. Ningún hombre espera sólo bajo la lluvia a alguien que haya olvidado.

Eso sucedió anoche, y terminamos durmiendo juntos pero no revueltos, cada uno lo hizo de su lado. No tengo el valor de decirle que no es así, porque ciertamente puede que sea así, como puede que no. Estoy confundido y me cuesta avanzar dejando mi bolso en el camino, porque en ese bolso está mi hijo, y por muy poco que le conozca, es mío y tengo la responsabilidad y el deseo de estar con él. Quizá este no sea momento para buscar el amor y tampoco para descargar mi rabia con el sexo que tantas veces me brindó un escape.

A la mañana siguiente nos despedimos con Oriana y sus hermanos a las afueras del hotel, ella me besa la mejilla y me la acaricia con pesar, me ve apenada.

—Que cretinno eres... —Murmura— No vuelvas a joderla... ¿Quieres?

Cierro los ojos un momento y termino asintiendo.

—Cuando todo esto pase, me encantaría poder volver para comer las pastas que me sirves.

—Vamos a ver si pasa. —Deja caer su mano y se va.

Una vez más alguien se retirada de mi vida por Roma. Primero estaba Miriam que me aseguraba amarme, y no lo dudo. Pero ahora es Oriana quien se marcha con una verdad bastante cruda que no puedo cargar con ella, tengo mi propia cruz y me la he mandado a hacer con todos mis errores.

Cuando llego hasta la puerta de la casona en la que Roma vive con su pareja me detengo. Artemis me recibe con una sonrisa ausente y con un traje negro.

—No puedes hablar con Roma. Ella está realmente deshecha, mi padre fue tiroteado. —Suelta así como quien muere todos los días en un tiroteo. No quiero tratar de entenderlo, porque siendo franco el tipo nunca fue de mi agrado, y ahora más opciones se abrían para mí, para poder llevarme a Kaleb.

—Sólo necesito hablar un momento con ella. No será mucho, debo llevarme a mi hijo.

— ¿Tu hijo? —Artemis alza una ceja— ¡Ah! Sí, el problema ese que nos ronda hace un año un mes. ¿Qué fue lo que pasó con ese niño?, era tan bueno... de pronto se fue a la mierda y ahora sólo lo veo gritándole a Roma, odiando el mundo o encerrado en su habitación hablando con sus dizque amigos de la escuela.

—Deja de lanzar basura sobre mi hijo Artemis. No necesitas una pelea en esta instancia, me imagino que estás triste porque tu viejo te dejó. —Comento sin dejar ver mi preocupación. ¿En verdad Kaleb se comportaba así?

—Bueno pasa y sácalo de su encierro, a ver si a ti te hace caso.

Artemis se hace a un lado y yo paso con la maleta aun colgando. Parezco más un desvalido, ni una sombra de lo que fui.

Escaleras arriba encontré la primera puerta abierta que me dio directo con Kaleb, él estaba con audífonos, en su computadora se reproducía un Streaming en vivo en el que una persona estaba con un saco en la cabeza de rodillas, de pronto, un hombre armado con una máscara nipona aparece y dice palabras que no comprendo.

— ¡Hazlo ya! —Grita Kaleb sin percatarse que estoy tras de él.

De un momento a otro, aquel hombre dispara sobre aquel de rodillas y yo volteo a Kaleb por el hombro con fuerza. El niño se queda de piedra al haberme visto de pronto, pero enseguida relaja sus facciones y se quita los audífonos.

—Padre Aguas.

— ¿Qué fue lo que acabo de ver? Kaleb, eso no es nada bueno y tampoco deberías verlo tú.

— ¿Y quién debería verlo entonces? ¿Un adulto como tú?

Sus palabras me dejan estupefacto.

— ¿Quién te ha hablado de mí? —Pregunto entonces comprendiendo que alguien le había envenenado contra mí.

— ¿Qué necesita, Padre Aguas?

Me pongo a su altura y lo tomo por los hombros.

— ¡Deja de llamarme así! No soy un Sacerdote ya. Y sobre todo, sé que ya lo sabes, no importa si ayer éramos amigos, hoy podemos serlo y además hemos descubierto que somos familia, ¿Por qué me dices todo esto? ¿Ya no quieres verme?

—No, no es eso. —Dice el niño mirando hacia otro lugar— Pero no imaginaba que me dejarías abandonado...

— ¿Cómo? A penas supe de ti el año pasado... ¿Cómo iba a dejarte abandonado? —Pregunto con temor, sé que no debería demostrárselo, pero me preocupa que alguien le haya envenenado los oídos así.

—Mi Padre me dijo que me dejaste abandonado cuando era un bebé, que te escapaste del país de mi madre y me dejaste con ella sola... y que cuando ella fue tras de ti, tú no quisiste aceptarlo y te refugiaste en tu religión...

— ¿Tu padre?

—Mi nono Eduardo... —Dice él y yo no lo comprendo.

— ¿Por qué nono? ¿Por qué? ¡Respóndeme Kaleb!

—Mi abuelo Eduardo, él me dijo quién eras tú, me dijo también que me fuera con mi nona María.

Me pongo de pié y retrocedo asustado, si todo lo que el niño es verdad, es mi progenitor el que está siendo velado allí abajo, es él quien tuvo una hija con los recuerdos de mi amor, y fue él quien los robó... Artemis es entonces mi hermano, quién también me la arrebató... La señora María es mi madre, siempre lo supe, ¿¡Pero cómo demonios Eduardo iba a saber tanto de mí y de Roma!? ¿¡Para qué!? ¿¡Para qué iba a envenenar tanto al niño contra mí!? ¿¡Por qué nunca me dijo nada!? ¿¡Por qué demonios sigo siendo el estúpido al que todos engañan en esta historia!?

Enfadado me vuelvo a ver al niño y relajo el estado para negar.

—Nada de eso Kaleb, nunca supe nada, tienes que darme la oportunidad de explicarte las cosas como fueron. Pero no creas nada ¡Nada de lo que te han dicho!

Quiero detenerme a abrazarlo, pero son tantas las bombas que escuché que bajo a prisa al velatorio buscando con la mirada a Roma, me debe una gran explicación y sobre todo una vida completa.

Cuando la hayo sentada frente al ataúd me clavo delante de sus ojos rojos de tanto llorar, y sin importarme que tras de mí este el cuerpo de mi progenitor la miro con odio.

— ¿Por qué no me dijiste que estabas con mi Padre? —le pregunto tratando de no alzar la voz.

Roma se queda helada, sus labios entre abiertos van a decir algo pero enseguida se juntan y se levanta.

—No es momento de decir nada, no tengo porque darte explicaciones. ¿No crees?

La detengo del brazo antes que se vaya y la hago verme a vista y paciencia de todos quienes están asistiendo ahora mismo al velatorio.

—Suéltame Oseías. —Gruñe Roma— ¡Te vi!

— ¿En qué me viste? —El que le gruñe ahora soy yo.

—Con ella. Te vi con esa mujer bailando y me quedó todo claro, ya lo hicimos, ya me utilizaste otra vez, ¿Qué quieres? ¿Llevártelo? ¡Pues llévatelo!

La suelto de golpe y sonrío nervioso.

—Roma, eres una víbora. Me lo llevaré y espero logres superar todo tu trauma del demonio que te inventas cada vez que te sientes acorralada.

—Oseías no le hables así. —Dice Artemis acercándose— Roma no ha fingido nunca nada, Roma está enferma...

—Enferma de obsesionada con su juego, me metió en él y me dañó, no tiene idea cuánto me ha dañado... —Murmuro a Artemis que me mira seriamente— Que ironía que mi único hermano sea el que se la metió también. —Suelto con rabia.

Artemis se sorprende y suelta a Roma desde la espalda.

— ¿Qué está diciendo este infeliz? Roma, Dime ¿Qué está pasando?

La mirada de Roma trata de huir, y en su intención se detiene en la puerta donde comienza a gritar sin sentido otra vez.

— ¡NO! ¡NO, NO ME LLEVES POR FAVOR! ¡NO ME SIGAS MÁS!

La mirada de todos va a la puerta y nos encontramos de lleno con un grupo de a lo menos cincuenta hombres de máscaras niponas, y delante de todos ellos un tipo con una ametralladora que dispara por todo el techo y hace caer bastantes trozos que lastiman a algunos. Entra y toma a Roma por el cabello.

— ¿Dónde está el niño?

Mis ojos vuelan a la escalera pensando en Kaleb que está encerrado en su habitación y vuelven a Roma que está gritando bajo las manos de ese hombre que la ve como si la conociera.

Artemis me ve de reojo, estamos en el suelo gracias a los disparos.

— ¡Responde Roma! ¿¡Dónde tienes al niño!? ¿¡Quieres que te mate a ti también!?

Mi presión se acelera al escuchar aquello y reconocer las máscaras niponas.

— ¡SUELTAME! ¡NO HAGAS MÁS! ¡Por favor! —Roma comienza a llorar desesperada al sentir el agarre de su cabello que comenzaba a ceder.

Tengo bastantes cosas contra Roma, la quiero ver lejos de mí y de mi hijo. Pero si estos hombres están buscando a Kaleb debe de ser por otra razón que nadie se ha atrevido a decirme. No estoy dispuesto a correr el riesgo de perder mi vida, pero no soportaré ver a Roma un segundo más sintiendo dolor, si Artemis dice la verdad, hay más de una cosa que la justifique. Su llanto se planta en mis oídos y murmurando le digo a Artemis:

—Vete con Roma... y mi hijo.

—No... no hagas nada estúpido. —Murmura Artemis.

—Adiós, imbécil.

Con una sonrisa me levanto de entre todos y los ojos del hombre se clavan en mí.

—Tú...

Mi corazón se acelera y no me resisto cuando varios hombres me toman y me reducen frente al que tenía a Roma.

— ¡Oseías! ¡No lo hagas! ¡No podrás volver!

Roma alza su voz y la silencian rápidamente. No entiendo por qué dijo eso pero no me arrepentiré de dejar a mi hijo vivir.

Artemis mira desde el suelo y murmura algo que no logro comprender, pero enseguida es el hombre quien me golpea en el rostro varias veces. Siento el sabor plomo de mi sangre correr desde mi nariz a mis labios. Mientras me sacan de aquí veo cómo es que varios de los hombres que se quedaron dentro comienzan a disparar.

No sé dónde es que me llevan, un saco está sobre mi cabeza y aquel video que Kaleb veía se me viene a la cabeza.

— ¡Oseías!

Oigo la voz de Roma correr tras de mí y un disparo más me acelera.

— ¡Roma! ¡Roma! —Grito en mi evidente oscuridad.

— ¡Papá! ¡Papá!

El llanto de Kaleb se escucha cerca, y otro disparo más tras sus gritos desesperados.

Me golpean una vez más, y ya no siento qué sucede a mi alrededor... 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro