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Peligro

Artemis

Desperté con la figura de mi Padre en frente de mí, me observa como si en realidad fuese un vástago más que su propio hijo.

—Levántenlo, por favor. —Ordena rodeando su escritorio para terminar recargándose al filo de este.

— ¿Qué... fue todo eso? —Pronunció con dificultad, aun siento aquel aerosol en mi garganta.

—Tengo que hacer serias aclaraciones contigo, Artemis. Necesito que me informes, sin mucha premisa, ¿Qué estás haciendo con tu vida justo ahora?

Mi padre es simplemente aquel hombre al que nunca llegué a comprender. Al cuál vi contar más billetes en su vida que noticias sobre nosotros, es realmente extraño que justo ahora venga con la insistencia de saber de mí.

— ¿No tienes a Rafael para hacerle la vida cuadritos? ¡Ah no! —Sonrío inevitablemente con sarcasmo— Es bien sabido que lo tiene sobre un altar.

—Rafael no está viajando por el mundo como un niño mimado. —La seriedad de mi padre me colma la poca paciencia que me provoca su presencia y termino por soltar:

— ¡Vale! ¡Me descubriste!

—Tampoco te escondiste muy bien.

— ¿Qué quieres decir con eso? —Arqueo una ceja incrédulo.

Papá lanza una orden sin hablar a aquellos dos que estaban tras de mí. Me sujetan y forcejeo inútilmente.

—Mira, te lo digo una sola vez, papá, no quiero tener nada que ver con ustedes y su estúpida forma de generar dinero detrás de un buen apellido, no quiero que involucres a Roma en nada de esto, ni quiero ver a Rafael en el día de mi boda. A mí no me interesa que ustedes quieran hacer o deshacer con sus vidas, además estoy seguro que mamá no aprobará nada de lo que estás haciendo justo ahora.

— ¿Tu mamá? Pero si tu mamá está feliz con Rafael.

— ¿¡Qué has dicho!? —Siseo furioso frente a sus ojos que no se inmutan en apartarse de los míos.

—Que tu mamá es una puta alcohólica, que cree ser inteligente pero en realidad no es más tonta porque no puede...

— ¿¡Cómo te atreves a hablar así de mamá!? ¡Es tu mujer maldita sea! —Grito sin importarme si alguien nos escucha.

— ¿Qué querías Artemis? ¿Hojuelas en miel? Yo no iba a robarme un niño de otros solo por placer, lo iba a ocupar cuando lo necesitase, y ya ves, me entretiene muy bien a tu madre.

—Deberías arrepentirte de toda esta mierda que estás haciendo... —Siseo entre dientes.

—Podría haberla dejado ir hace bastante tiempo cuando tú naciste, pero para serte sincero... es un caprichito que quiero darme, recuerda que tu madre fue una aclamada modelo internacional, al menos que me sirva para enrostrársela a otros.

Intento calmar mi respiración pero poco a poco siento como me hierve la mierda y me sube por la garganta. Detesto con toda mi alma a este inmundo animal que me trajo al mundo.

—Sabes, Artemis, no me interesa si te quieres quedar con juanita o clarita, o la que sea que elijas. A mí me interesa que comiences a ver el negocio familiar.

— ¡Ya te dije que no! ¡Olvida eso imbécil!

—Me gusta cuando te pones tan colaborador.

Mi padre frunce el ceño y chasquea la lengua enfadado.

—Mira, te lo he dicho en varios idiomas. Bruno —Así se llama mi padre— No quiero pertenecer a tu mundo, y no voy a pertenecer.

—Bien, no pertenezcas entonces, pero no me pidas que deje en paz a esa niña, porque no la dejaré en paz, eso tenlo seguro.

— ¡Con Roma no!

— ¿Qué? ¿Tienes miedo de que pueda ganártela? —Insinúa mi padre que, aunque tiene cuarenta y tres suele estar bastante en forma por su ex trabajo en las pasarelas de Italia

— ¡Pfff! Tienes que estar loco... —Comento sonriendo— Roma jamás caería en los brazos de un viejo estúpido.

—Pues yo creo que sí...

Miriam

Oseías salió de día y aún no ha llegado. Ya está amaneciendo y él aun no llama, no contesta... ¿Estará con ella?

—Hermana Miriam —Se acerca a mí la madre superiora y me toca el hombro— No fuiste al altar estábamos haciendo la oración para que este sea un buen día. ¿Te sucede algo?

—El Padre Aguas, aun no llega, salió temprano el día de ayer y ve usted, ya está amaneciendo...

—Tranquila hermana, debe ser que se le presentó alguna situación extra, él nunca se iría sin una buena razón, ten paciencia y ven conmigo, vamos a ordenar los alimentos para las casas de acogida.

Siento miedo. Miedo de que él se vaya con Roma finalmente y no me haya escuchado a mí. Tengo muchas cosas que demostrarle pero estoy muy en desventaja. Siento tanto miedo... que no logro concentrarme en lo que hago y sobre todo pienso que, para todos los efectos, debo de abrir la boca y decirle lo que sé a Oseías... decirle que aquel pequeño es hijo suyo. Por supuesto que aquello me alejaría kilómetros de él, pero estoy dispuesta a hacerlo para que él pueda tener la oportunidad de ser feliz.

Ya es medio día, y Oseías me envió un mensaje para que avisara que ya venía en camino. ¿De dónde?, nadie lo sabe, pero presupongo que de bastante lejos...

Estoy limpiando la mesa del comedor de las hermanas cuando veo entrar a mi Padre y Madre con una tarta de manzana. Extrañada pero muy feliz me acerco y les abrazo por el cuello.

— ¡Que genial que hayan podido venir!

—Sí, pues... no todos los días una hija cumple años. —Comenta Mamá— Pero me gustaría que la efusidad fuera para después, cuando estemos en casa.

— ¿Cómo? —Pregunto extrañada— ¿Piensan llevarme a casa?

—Pues, pensábamos quedarnos aquí dos días para abastecer nuevamente la despensa, y luego invitarlos a ti y a tu hermano a casa, tenemos una sorpresa para ti.

Mamá y Papá, se habían mudado hacía un año y medio a Zapallar un tanto más lejos del ajetreo de Viña del mar, pero lo bastante animado como para tomarse un café en una terraza viendo el atardecer.

Estoy segura de que quiero ir, pero no estoy nada segura de que Oseías quiera ir, sé que está muy dolido por toda la verdad de nuestra familia, pero no puede ser que de un día para otro el amor que le unió a nuestros padres haya desparecido... Apelaría a eso cuando hablara con él.

—Me gusta la idea, pero primero debo hablar con él para saber qué opina. No está aquí pero, por la noche prometo que va conmigo a verlos a ustedes. ¿Estarán en el hotel de siempre?

—Sí, por favor Miriam, no lo obligues a nada, no quiero que se aleje otros veinte kilómetros de mí —Comenta mamá apenada— Confío en que podrás traerlo para aclarar algunas cosas... Mira...

Mamá me ha enseñado un mensaje en su teléfono en el cual le pedía a su sobrina venir.

— ¿Estás segura de esto? —Alzo la mirada a papá que asiente.

—Estamos seguros que lo mejor para seguir teniendo a nuestro hijo con nosotros es decir la verdad, y hablarla de una vez por todas...

Me toma de sorpresa, pero soy consciente de que es lo que yo más quisiera. Quiero con mi corazón que Oseías escuche lo que ellos tienen que decirle, y sobre todo que puedan hacer las paces...

Mis padres y yo observamos a la puerta del comedor al oír que esta se abre.

Mis labios tiemblan... siento un leve calor recorrerme el cuerpo, y ante la atenta mirada de nuestros padres, Oseías suelta la mano de Roma. ¿¡Qué coño hace aquí así y con ella!? 

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