No hay dos sin tres
Despierto con Miriam a mi lado. No sé qué es lo que ha cambiado después de lo de anoche, pero por alguna razón no me siento extraño ni pretendo huir.
Delineo la cuenca de sus ojos con uno de mis dedos y la observo dormir. ¿Alguna vez sufrió tanto por mí como yo por Roma?
Al sentarme en la cama compruebo una mancha de sangre que atraviesa el blanco de las sábanas.
— ¡Oh no! —Exclama ella con vergüenza haciéndome verla automáticamente— Perdón, perdón. —Repite recogiendo las sábanas que están sobre nosotros.
La detengo en seco tomando su brazo y la hago volver a dejar las sábanas en su lugar. No hay tiempo que quiera perder, estoy eclipsado por algo que no comprendo, quizá sea su ternura, la forma en que me quiere, o por su evidente forma de transmitirme tanto en un acto tan devaluado.
Acaricio su rostro con una de mis manos, me pierdo en los ojos azules que jamás me detuve a observar de ninguna forma en especial.
—No es fácil aceptar que muchas cosas no se pueden explicar Miriam. Pero, no importa si sucedió o no, lo que importa es lo que tú sientas ahora mismo...
Miriam observa sus manos y luego regresa a verme con algo de temor.
— ¿Por qué permitiste que sucediera Oseías? ¿Ahora cómo voy a mirarte delante del mundo?
— ¿Mundo? —Sonrío— Linda, lo que menos nos importó fue el mundo anoche, y de una forma lo agradezco, porque entonces jamás hubiese descubierto todo lo que me haces sentir.
Miriam se sorprende y muerde un poco su labio inferior.
— ¿Qué te he hecho sentir? —Pregunta avergonzada.
—Más que palabras. —Le respondo en metáfora esperando algún día me comprenda. El amor no tiene por qué ser definido.
Nos hemos dado espacio, ella se bañó sin mí mientras yo iba a la cocina a preparar algo de desayunar, pronto era la hora en que Kaleb se iba a la escuela. Quince minutos después, Miriam sale ya vestida con su atuendo de Monja, intento a callar mis pensamientos de arrepentimiento entonces, sé que le fallamos feo a los votos... pero tendría que remediarlo, tendría que pedir perdón y ver la forma de no esconderlo en caso de que Miriam decida avanzar conmigo.
—Puedes ir a ducharte tú, yo despierto a Kaleb y lo preparo para la escuela.
— ¿Segura? —pregunto sin verla, intento número uno de que no vea mi rostro preocupado.
—Sí, ve.
Incomodo voy a pasar a su lado y el teléfono suena sobre la encimera. Nuestras miradas se encuentran cuando leemos "Mamá" en el identificador. Los dos sabemos que actuar no será fácil, y que nos llevará tiempo aceptar lo que ocurre entre los dos.
—Contesta tú, yo voy a la ducha. —Pido antes de casi huir a la ducha.
Mi corazón está desbocado y el peso que cargo ahora es aún mayor que el anterior.
En la ducha me tallo con fuerza creyendo que fue un error, y en el segundo siguiente me enfado conmigo mismo porque no quiero creer que lo fue, al contrario quiero quererla en vivo y sin prejuicios.
Miriam
Todo lo que ocurrió anoche es todo lo que quisiera repetir hasta morir con él... Lo quiero, siempre me ha gustado, y estoy dispuesta a enfrentar cualquier cosa que venga por estar juntos, pero temo que le ha asustado, y no es para menos, yo también siento miedo de saberme unida a él en secreto, comiendo en la misma mesa, y sintiendo su cuerpo y el mío cuando nadie nos ve.
Somos familia, él es mi tío, hijo de la sobrina de mi madre, y también es mi hermano, con el que viví toda mi vida... al que observé debajo de bromas sin sentido y que me defendió un sinfín de veces delante de otros niños que querían hacerme daño. ¿De qué maldita forma no iba a enamorarme de mi guerrero personal? Hoy es un hombre precioso, de brazos formidables y ojos profundos que dicen cosas sin poseer esa habilidad.
¿Cuántas veces no sentí un estremecedor escalofrío al sentir sus labios en mi mejilla? ¿Cuántas veces no pensé en él al hacer preparar sus cumpleaños en casa? Invitaba a todas las chicas que le agradaban, y a sus amigos más cercanos, a mí no me importaba que fuera de mí si él era feliz.
—Mamá, ¿Hola?, Oseías se está duchando
— ¿Qué haces tan temprano allí Miriam? ¿No deberías estar en el convento? —Pregunta mamá extrañada.
—Vine a buscarlo, quería decirle personalmente lo de la cena de esta noche. —Digo apenada.
—Qué bueno, porque ya no se puede esperar más. ¿Le dijiste ya lo que sucedió contigo en el convento?
—No. Y por favor no vayas a decírselo antes de esta noche, no quiero que piense que soy una cualquiera. Tú sabes cómo se pone.
—Vale, pero nada de andar dejando de lado lo único que tienes que hacer bien, porque entonces ya no habrá más confianza para ti Miriam —Me aclara con seriedad.
— ¿Cómo está papá? —Pregunto cambiando de tema, la verdad me molesta saber lo que mamá me aclara.
—Está tratando de entender todo lo que le ha pasado a sus hijos, pero te aseguro se recuperará, le falta tomarse dos cervezas más del pack y quedará listo. No te preocupes por nada, porque estará perfecto para la noche, solo lo dejaré dormir toda la tarde.
—Ya... Mamá te cuelgo. Necesito irme ya, le diré a Oseías que te llame en cuanto salga.
—Por favor, dile que ya quiero verlo y abrazarlo, y que la investigación ya está corriendo por parte de nuestra familia, no dejaremos a aquellos secuestradores por la paz.
—Sí, ok. —Digo ida— Nos vemos más tarde.
Cuelgo y siento un peso en mi pecho que no puedo explicar, no sé cómo le diré todo lo que ha sucedido en su ausencia... temo que ahora las cosas se compliquen más.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro