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Extraña sensación


Roma

He llegado al apartamento que rento con Artemis, suspiro tras cerrar la puerta y pensar en lo que he hecho. No soy ninguna piedra como para no haberme dejado llevar, ¿Quién no se hubiese dejado llevar con Oseías? Sí, confirmo, se veía muy bien.

Artemis se asoma desde la cocina, y mi rostro se tiñe de rojo al percatarme que va sin playera, y en efecto, solo va con su ropa interior.

— ¡Bien! ¡Qué bueno que has llegado! —Dice ahora acercándose a mí para dejarme un beso en los labios y otro en la frente— Te estaba preparando algo rico, me dejaron venirme antes del local, no imaginarás lo mucho que me costó hacer esto pero asumo que te sorprenderé.

— ¿Qué huele tan bien? —Pregunto con una sonrisa, que de hecho me la provoca él con su sola presencia.

— ¿Dices aparte de mí?

— ¡Pesado! —Lo empujo un poco y me quito el abrigo— Admito que ha sido un poco difícil lo de esta tarde, me tomó desprevenida la forma en que me habló.

— ¿Cómo, Por qué? —Preguntó Artemis mirando el reloj— Le quedan veinte minutos a lo que estoy preparando.

—Es que fue como cuando tú...

Enseguida iba a seguir, pero me tumbo en la pared y me regó un beso que acabó con lo que estaba pensando.

—Hablamos después de lo que pasó entre tú y él, después de todo, mi Roma me dijo lo que haría y yo confío en ella.

Aquello me tomó bajo y alzando las cejas me escapé de entre sus brazos.

—Tengo que decir, cada día el estrés toma una parte de mí y la hace creer cosas que no son.

—Roma —Me corta— ¿Sucedió algo de lo que tenga que enterarme?

—Pues sí.

—Pero ese algo, ¿Cambia lo que somos tú y yo?

—Sí —Murmuro apenada abrazándome.

—Dilo entonces. —Sentencia llevando una de sus manos hasta su bíceps donde hay lleva tatuada la batiseñal.

—Besé a mi ex. —Suelto de una vez y sin rodeos. La cara de Artemis no se inmuta en cambiar, me sorprendo y vuelvo a decir— Me besé con él, lo besé dos o tres veces. Él también me besó porque quería y bueno... le dejé allí.

Artemis se ha acercado hasta mí nuevamente y al ponerse a mi altura (Ya que me llevaba unos veinte centímetros más) me observa con el entrecejo fruncido.

—Yo pregunté, si acaso... ¿Aquello cambia algo entre nosotros?

—Sí, sé bien lo que preguntaste...

—Para mí un beso no me hará sentir menos hombre, incluso si tú hubieses decidido estar con él en otros ámbitos más íntimos. Roma, sé lo difícil que es decir adiós a alguien que te dejó una marca, un recuerdo del que nunca podrás deshacerte, yo tengo mis recuerdos y te aseguro los repaso a veces, pero eso no me limitó a la hora de escoger una nueva pareja. Si le dijiste adiós hoy de esta forma, perfecto... Sólo espero haya sido el definitivo y que de ahora en adelante, puedas mirar al frente. ¿No me dijiste tú que lo mejor de la vida era probar nuevas emociones? Bueno, eso es lo que hago cuando viajo, y te llevaré conmigo si tú estás dispuesta a mirar al frente.

—No puedo creer que me digas algo como esto, es decir... jamás había escuchado alguien que me dijera algo tan maduramente sin tener que recurrir a la violencia o a los celos... ¿En verdad tú también tuviste que decir adiós y seguir cargando con tu propia marca?

Artemis asiente y tomando mi mano besa el dorso de esta, acto seguido me lleva al sofá y se sienta, me sienta sobre sus muslos y me mira con sus hermosos ojos claros que a veces son dos ojos de mar en el desierto, optimistas pero lejos de ser una salvación.

—Hace tres meses, en Brasil, conocí a Giovanna, una hermosa brasileña que bailaba en el carnaval. No más hermosa que tú, eso sí te puedo asegurar. —Sonrío y le dejo un beso en la frente— Giovanna era como un ángel que pasó tan rápido por mi vida que no me dio tiempo a decirle "Gracias y Adiós", con ella compartí varias cosas en tan poco tiempo que podría haber acabado mi vida allí, tuvimos una serie de problemas sí, cuando nos percatamos de que cada uno pensaba en un futuro diferente. Giovanna trabajaba para obtener estabilidad, y yo en mi caso, trabajaba para comer a diario. ¿Y sabes? Que irónica es la vida, hoy y desde que llegaste a mi vida, trabajo para vivir junto a ti, ¿Cómo es que lograste ponerme la soga al cuello tan rápido, pequeña?

Aquello me derritió una parte de mi corazón, pues está claro que en la otra está mi Oseías, mi prohibido Oseías...

—Yo sé que aun puedes quererlo Roma, porque me lo has contado, sé cómo se conocieron, como lo llevaste y lo llevas. Pero también sé que si hoy dijiste adiós nuestra esperanza como pareja se hace una realidad, y no hay nada que más quiera que sentir el amor verdadero contigo, porque te juro he desperdiciado bastante tiempo, y ahora lo estoy ahorrando a gotas para compartirlo contigo.

Me levanto tras escucharlo y sin preguntarle, sin decir nada y a vista y paciencia de él, mi único espectador voy quitándome una a una las prendas que me quedan. A Artemis no le sienta bien el sexo por combustión espontánea, no es como Oseías, a Artemis le gusta admirar y usar los sentidos en su máxima expresión. Desnuda ante él veo cómo es que me sonríe de forma perversa.

—La dea Più bella, solo per me...

—Voy a pedir que me traduzcas eso porque no creas que me he acostumbrado a tus frasecitas. —Digo deslizando mis manos por mi abdomen de forma coqueta.

Artemis se levanta entonces con una imponente erección marcada bajo su ropa interior, y pegando mi cuerpo desnudo a él restriega aquella viril zona de su cuerpo sin compasión alguna, sabe cuán bien lo pasamos y cuanto es que nos deseamos.

—La diosa más bella, solo para mí...

Reímos sobre nuestros labios y lo hacemos sin pensar en que escucharían los vecinos. Para mi italiano personal solo existe una cosa más importante que yo, y es que le sigue el sexo conmigo.

Artemis

Claro que quiero a Roma, me he enamorado de sus acciones, su forma de expresarse, y sobre todo de la mirada asesina que tiene cada vez que desea algo y va a conseguirlo. Sé bien que Roma tiene un hijo y aquello no me molesta en absoluto, también sé que tuvo un romance con aquel sacerdote que por supuesto no tuvo ninguna consecuencia, y le creo. Mi vida de trotamundos se detuvo abruptamente y sin pensarlo en Chile, cuando me atrapó y no me dejó partir.

Hoy somos como la leche y el café, unidos bajo una mezcla versátil, yo no la quiero ahogar en mí como otros lo harían, porque me percaté mucho antes de que para Roma, el amor es un camino libre en el cual si ella quiere se va a mandar a cambiar un día a la playa y volverá al otro sin necesidad de avisar nada. Nada me molesta en Roma, la quiero para mí, y no dejaré que se me vaya por algún error estúpido.

Recorro su cuerpo como antes ya lo he hecho, levanto su cadera hasta mi boca para repasar su ardiente hendidura con mi lengua, no tenemos prejuicios, y cada vez que lo hago ella se arquea. Una delicia... Hundo mi rostro en su entrepierna y jugueteo con su clítoris que está duro, caliente y muy jugoso.

—¡Succhiarli per me!

Roma no lo comprende pero mis dedos sobre su boca le indican lo que deseo, y así lo hace, me derrite al verla levemente hacia arriba succionar y lamer mis dedos, es realmente sexy.

Deslizo mis dedos húmedos y sin ningún tabú los hundo para lubricar su entrada anal.

Ella se arquea y se retuerce de placer, sí, es la mujer que me excita hasta el clímax y más.

Rápidamente la volteo y rasgo un preservativo que me coloco con avidez y sin avisarle le golpeo las nalgas.

—Urla per me, la mia gemma preziosa... —Susurro en su oído derecho.

— ¡Oh no lo hagas así! ¡Sabes cuánto me excita escucharte hablar italiano! —Ella levanta las nalgas un poco más, y no se limita, se ofrece para mí y yo la acepto.

Nos besamos una vez más mientras me hundo en ella con el deseo a fuego lento, nos vamos consumiendo, comienzo a moverme, la necesito más, la quiero toda...

Oseías

Dejé que se marchase una vez más y me maldije por todos mis antepasados y hasta ahora. No logro calmar la ansiedad que me provoca Roma, y todo lo que ese beso encendió, quiero volver a tenerla entre mis brazos, nadie la va a cuidar como yo, en realidad, nadie la va a amar como yo.

Porque yo sí la amo, y podría dejar esto, mi único destino a la basura si ella me elige, pero soy tan cobarde a veces... me cuestiono y pienso que quizá no hará ningún sacrificio por mí, pues siempre está huyendo y no cree en mí.

El segundo día pasa sin penas ni gloria, me asomo al lugar en donde trabaja aquel italiano, y no lo encuentro. Tras preguntar dónde podía encontrarlo me respondieron que nadie sabía dónde con exactitud, ya que era probable el tipo se quedase donde la noche cayera. Ofuscado por aquello me movilicé hasta mi hotel y comencé a guardar las cosas, a un tengo cosas que arreglar conmigo mismo, y sobre todo, debo dejar ir a Roma si me dijo Adiós, sí, eso debo hacer.

Tú... mi sombra has sido tú, la historia de un amor, que no fue nada... tú, mi eternamente tú... un hotel, tu cuerpo y un adiós...

No puedo creer que esté cantando como un poseso en el autobús que me lleva devuelta a Viña del mar, no puedo creer que Roma me deje así como a quien tira la basura. Hice lo que creí correcto y nada, seguimos donde comenzamos, en la nada.

Una mujer mayor se sube acompañada de un niño al bus, me parece de hecho que no quedan más asientos hacia atrás y me levanto para darles el mío.

—¡Oh no! ¡No se preocupe Sacerdote! —Dice la mujer con evidente vergüenza.

—Adelante, tómelo. Usted viene con un niño además.

El niño me observa curioso, me siento extrañamente intimidado por un efímero segundo. Le sonrío y él me sonríe con algo de diversión.

— ¿Por qué un Cura lleva Chándal debajo de la sotana, abuela?

Aquello me tomó desprevenido, rápidamente me eché a reír y no paré hasta que el aire me faltó.

—Por ser tan fijón te voy a tener que dar con la maleta al bajarme, a mí no me gusta que me señalen mis defectos —Siseo divertido alzando la barbilla como si aquello me hubiese molestado.

— A mí me pareces muy cobarde —Dice el niño sin un ápice de vergüenza, y sorprendido respondo:

—Pues tampoco te equivocas.

— ¡Kaleb! ¡Ten más respeto por su santidad! Discúlpelo señor, siento mucho lo que mi nieto ha dicho, es muy bocazas cuando quiere, no entiendo a quién salió así, seguro a su madre.

— ¿Su madre es muy bocaza? —Pregunto afirmándome del pasamanos que está colgado del techo del bus.

—Sí, ósea... lo era. —Dice la mujer mientras el niño come una barra de cereal— Ella murió cuando mi nieto aún era un bebé.

—Oh, lo siento mucho señora, pero estoy seguro que aquella mujer hoy ya está con nuestro Dios.

—Su padre también debe de estarlo, falleció junto con ella en un accidente de avión. Y ahora soy yo quien se hace cargo de este pequeño.

— ¿Y a qué viajan a Viña del mar? ¿Vacaciones? —Indago, sé que soy demasiado curioso, pero no ignoro el hecho de que este niño me hace sentir ligeramente intimidado aun, aunque de hecho, solo está comiendo una barra de cereal sin verme.

—No, la verdad es que me hospedo allí con mi nuero. Mi otra hija se vino a la capital escapando de mí, porque de hecho a esa no la para ni el demonio, está muy desencajada y me preocupa... tiene esposo y ahora la encontré de pareja de un extranjero. ¡Niña tonta! No se fija en sus responsabilidades...

Si el mundo era demasiado pequeño, esta mujer me hablaba de Roma, pero casi no podía ser verdad, o eso quiero creer.

—Wow... que mal, es decir, ¿Y yo puedo ayudar en algo? Soy el Sacerdote de Quilpué y Viña del mar, quizá si un día la trae yo pueda hablar con ella y guiarla, ¿Qué dice?

—Mi nuero me comentó alguna cosa que tenía mi hija con un Sacerdote de por allá, algo así como una amistad basada en favores, ¿No será usted mismo?

—No, no creo. —Digo con seguridad. Estoy casi seguro que esta mujer es Madre de Roma por la forma en que habla, su acento extranjero, y ese niño... hay algo que no va bien.

—Bueno, el hecho es que ella no querrá hacerme caso, se refiere muy mal al mundo eclesiástico, no sé qué bicho le picó. Pero sí, siempre he creído que lo mejor es que comience a acercarse a la iglesia, y a pensar de una vez. Así que le diré que venga, e iré con ella a una de sus misas. ¿Dónde las hace exactamente?

Con la mujer terminamos charlando todo el resto del camino. El niño también hacia intromisiones algo escuetas de vez en cuando, y aun cuando realmente era un bocazas, la pasamos bastante bien hablando del deporte que de hecho nos gusta a ambos, "Rafting" Y nada más le he prometido una cosa, iríamos a practicarlo si lograba pedir permiso en la junta de las hermanas.

Al bajar del auto bus nos despedimos con la promesa de volver a vernos, una extraña sensación crece en mí, y temo sea algo malo. 

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