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Cuatro Números de Suerte (y un Muñeco)


Ruby despertó en un lugar techado, en una cama. Se oía el ruido de sirenas a lo lejos. Se sentó en la cama, y advirtió que sus pokemon se encontraban en la misma habitación, mirando por el balcón hacia abajo.

—¡Despertó, despertó!— exclamó Kitten, al girarse hacia él.

Los demás la siguieron, y rodearon a su entrenador de lo felices que estaban.

—¿Estás bien?— le preguntó Smoky.

—Sí, sí... ¿Pero qué pasó?

—Manectric te noqueó con un ataque eléctrico— le explicó Brainy— Después, Wattson escapó.

Ruby se sobó la cabeza.

—Rayos. Lo siento, niños.

—No importa, de todas formas le robamos su certificado— Smoky le pasó la medalla a Ruby. Este la examinó, sonrió y se la guardó.

—Muy bien, niños. Todos lo hicieron excelente. Estoy muy orgulloso de ustedes.

Todos le devolvieron la sonrisa, contentos de verlo por fin moverse.

—¡Y también incendiamos su casa!— agregó Fiercy— Para que supiera con quién se mete.

—Y encontramos esto— Birdy le pasó a Ruby una MT.

El entrenador miró el disco. En su etiqueta salía el nombre de "Onda Voltio".

—¿No es eso el mismo ataque que tenían todos los pokemon de Wattson?— recordó Ruby.

—Parece que sí.

—Ah, y es ineludible— Ruby se sorprendió de esto— No está mal... no está nada mal.

—¿Podemos usarla?— inquirió Smoky— Lo estuvimos discutiendo, y decidimos que queremos tener todas las MTs más poderosas que encontremos. Así seríamos imparables.

Ruby los miró a todos, quienes asintieron a la vez.

—Pues... como quieran. Estratégicamente me parece bien, pero tengan en cuenta que duele un poco al usarla, y las MTs solo se pueden usar una vez ¿Quién la quiere?

—¡Yo!— exclamaron todos.

—Okey, eso puede ser un problema.

—Seee...— Smoky se rascó la cabeza— Esperábamos que tú decidieras quién debería llevarla. Así será justo.

—Ah, muy bien. Entonces...— pensó un momento— Creo que debería pertenecer a Kitten.

—¡Sí!— exclamó ella.

—Ya me lo imaginaba— comentó Brainy

—Después de todo, Kitten es la más débil del grupo. Un ataque a distancia es justo lo que necesita para apoyar a quienes peleen de cerca sin salir lastimada, necesariamente.

En verdad nadie pensaba que Ruby debía explicarse, pues todos confiaban en su decisión.

—Entonces aquí voy— anunció Kitten, emocionada.

Sin embargo al tomar la MT, no supo qué hacer.

—Ponla en tu frente— le espetó Birdy, recordando cuando él había hecho lo mismo días antes.

Kitten obedeció, y tras hacerlo, el disco la impulsó hacia atrás, y luego se rompió en mil pedazos. La niña se sacudió la cabeza, adolorida.

—Aaaaaaaaaay...— gruñó— Duele.

—¿Cómo te sientes?— le preguntó Ruby.

—Bien, supongo— entonces levantó la cabeza, sorprendida— Vi... vi...

—Las MTs contienen las vivencias de pokemon que perfeccionaron la técnica que aprendiste— le explicó Ruby— Por eso viste lo que viste.

—¿Y eso es con todas las MTs?

—Sí, hasta donde sé.

Smoky se sentó en la cama.

—Yo también quisiera tener una— reclamó.

—Sí, yo también— admitió Fiercy.

—Yo ya tengo un ataque súper ultra poderoso— se mofó Brainy.

—Pues hay muchas MTs. Estoy seguro que todos ustedes llegarán a usar al menos una.

—¿Y dónde se consiguen?— inquirió Brainy— Digo, si son artificiales, deben de venderse por algún lado ¿No?

Todos se giraron hacia ella, consternados.

—Tiene un punto— admitió Fiercy— ¿Y si hay alguna tienda de MTs en esta ciudad?

—Pues...— Kitten intentó recordar— Creo que escuché sobre algo parecido, pero no es una tienda, sino un casino.

—Ahora que me acuerdo, creo que escuché algo similar en Johto— agregó Ruby— Entonces es fácil: Solo tenemos que asaltar el Casino para obtener esas MTs. Me parece bien, pero esta vez se los dejaré a su elección: Ir y robar todas las MTs que podamos o no arriesgarse y quedarse con lo que tenemos ¿Qué deciden?

Todos se miraron. A pesar de su entusiasmo inicial, no se veían muy seguros.

—¿Hace cuánto que no asaltamos a alguien?— intentó recordar Fiercy.

—¿Asaltaban gente?— saltó Kitten— No me contaste de esa, Ruby.

—¡Sí, yo tampoco llegué a hacerlo!— alegó Birdy— Quiero ir.

—¡Y yo!— agregaron los demás.

—Bien, bien. Entonces está decidido...— Ruby quiso levantarse, pero sus pokemon lo empujaron para que se acostara de nuevo.

—Hoy no, tonto— exclamó Fiercy— Ya hemos tenido suficiente, y está anocheciendo.

—Fiercy tiene razón— la apoyó Smoky— Todos tenemos que descansar. Lo necesitamos.

—Okey.

Ruby no tuvo más que hacer que quedarse acostado. Sus pokemon cerraron la ventana, aseguraron la puerta y se acostaron junto a él, seguros de que el próximo día volvería a ser divertido.

—/—/—/—/—/—

Eran cerca de las diez de la mañana, cuando Ruby y sus pokemon caminaban por las calles de Ciudad Malvalona. La policía se había vuelto loca buscando al fugitivo terrorista, habían puesto carteles en todas partes y por las noticias mostraban su cara cada dos por tres minutos, pero aun así el muchacho había conseguido pasar desapercibido. Al parecer su aspecto no resaltaba mucho.

—Ruby— lo llamó Brainy, mientras caminaban hacia el casino.

—¿Sí?

—¿Qué son relaciones sexuales?— le preguntó con toda la inocencia del mundo.

Ruby se heló por momentos.

—¿Dónde oíste eso?

—Es que Kitten nos contó ayer que violar a alguien es obligarlo a tener relaciones sexuales, pero cada vez que le pregunto qué son relaciones sexuales, dice que es mejor que me expliques tú.

—Ah, ya veo— Ruby le echó un vistazo sobre el hombro a Kitten, quien desvió la mirada como si no supiera de qué hablaban.

—Sí, yo también quiero saber— alegó Smoky— Ni Fiercy ni Birdy nos quieren decir.

Ruby pensó un momento la mejor forma en que ellos pudieran entenderlo.

—¿Saben cómo aparecen los bebés en el mundo?

Ambos negaron con la cabeza. Entonces Ruby se detuvo y los encaró para explicarles mejor. Con una mano formó un círculo, mientras que con la otra escondió todos los dedos menos el índice, y procedió a darles una lección gráfica del asunto. Mientras hablaba, a Brainy y Smoky se les cayó la mandíbula por el horror y la sorpresa.

—¿Y eso hacen los adultos cuando quieren tener un bebé?— alegó Smoky.

—Sí, y también cuando les da la gana.

—¿Y no les duele?— inquirió Brainy.

—Al parecer, a las hembras sí. Sobretodo la primera vez.

—¡Puaj!— exclamaron ambos al mismo tiempo.

Kitten echó a reír, un poco sorprendida de que su entrenador no intentara rehuir el tema, como muchos adultos hacen.

—Sigamos, niños.

Por lo que continuaron su viaje, sin saber muy bien a dónde debían dirigirse. De pronto se encontraron en una plaza, en donde un hombre con traje de karateka daba un espectáculo con rocas. Una montonera de niños lo rodeaban, excitados.

—¿Qué es eso?— inquirió Birdy.

—¡Ese tipo está demoliendo rocas con sus puños!— exclamó Brainy— ¡Miren!

Todos se acercaron, y comprobaron sorprendidos las palabras de su compañera. El hombre tenía unos músculos envidiables, y su semblante reflejaba seguridad y destreza en su campo.

—Vaya, es impresionante— observó Ruby— Niños ¿Quieren ir a verlo de cerca?

—¿Con esos niños de ahí?— se extrañó Smoky.

—¡Sí, vamos!— Fiercy lo agarró a él y a Birdy de la mano, y se los llevó a ver cómo el hombre demolía rocas.

—¡Espérenme!— alegó Brainy.

Kitten quiso ir con sus compañeros, pero Ruby le agarró la cabeza para detenerla.

—Espera, espera. Tú y yo tenemos que hablar.

—¿Qué pasa?

—Es sobre ese tal Blitz— Ruby se agachó, y miró a sus otros pokemon a la distancia. No quería que ellos escucharan esa conversación— Él era uno de los pokéfilos que te hacían daño ¿Cierto?

Kitten bajó la mirada. No quería precisamente recordar aquellos días oscuros en que su cuerpo era tratado como basura, pero sabía que tarde o temprano tendría que conversar sobre aquello con él.

—Sí. Nunca tuvo mucho gusto en Skittys como yo, pero sí lo vi un par de veces. Sé que ese tipo tiene un grupo de Kirlias y Gardevoir bajo su comando, pero no sabría decirte cuántos.

—Podríamos cazarlo, tú y yo— le espetó Ruby— Podríamos ir a esos antros y desarmarlos, y liberar a todos los pokemon que...

—¡No!— lo cortó ella, para luego refugiarse en su pecho con fuerza— No quiero que te metas ahí. No quiero volver.

—Está bien, entones podría ir yo...

—¡Eso menos! ¿No ves, Ruby? ¡Esa clase de gente siempre existirá! Para eliminarlos de forma eficiente, necesitarías un ejército que vigile las calles todas las noches. Pero si vas ahora y los matas a todos, solo conseguirás una pausa.

Ruby la abrazó.

—No puedo obedecerte. Tengo que ir... pero algún día tendré un ejército, el ejército de la justicia. Algún día, tú serás de las últimas pokemon que haya sufrido ese tipo de trato. Te lo prometo.

—¡Tonto! No prometas cosas que no puedas cumplir.

Ruby le sonrió.

—Entonces tendré que callarme y hacerlo.

Kitten comprendió que no podría doblegar la voluntad de Ruby, por lo que terminó dándole la dirección del bar a donde la llevaban a ella en sus días oscuros.

—Gracias— entonces se fijó en el hombre que destrozaba rocas. Se había parado para limpiarse el sudor de la cabeza— ¿Quieres ir a verlo? Parece que va a comenzar otra vez.

—¡Sí!— exclamó ella.

Ambos se acercaron a ver al hombre demoler roca tras roca con sus puños desnudos, hasta que este se detuvo, exhausto, y se volteó.

—Ya, niños. Llegué a mi límite por hoy.

Los niños expresaron su desilusión, pero comprendieron que el hombre estuviera cansado. Felices de haber visto algo tan impresionante, volvieron a jugar en la plaza.

—Eso fue increíble— le comentó Ruby— ¿Cómo lo hiciste?

—Mucho entrenamiento, sudor y lágrimas, muchacho. Pero gracias, me halagas.

Ambos se estrecharon la mano. En ese momento Ruby se fijó en que el hombre miraba constantemente hacia otro lado, en donde se encontraba una mujer sentada en un banco. Seguramente una madre cuidando de su hijo en el parque.

—Entonces era eso— pensó, triunfante.

—Cielos, estoy sediento.

—¡Se nota!— observó el chico— ¿Pero no te lastimaste los puños?

—No. Como te dije antes, puro entrenamiento— aprovechó de mostrar sus músculos y mirar nuevamente a la mujer, quien no podía mostrarse menos interesada en ese hombre.

—Aunque ahora que me acuerdo, los pokemon pueden aprender cierta Máquina Oculta que les otorga la misma habilidad que tú tienes. Qué raro ¿No?

El tipo se irguió, nervioso, y dio un vistazo inconsciente a su bolsillo izquierdo.

—¿Quién te contó eso?

—Vamos, cualquiera que haya sido entrenador pokemon la conoce ¿Cómo se llamaba? ¡Ah, sí! Golpe Roca. Es muy útil, de verdad.

—¡Te aseguro que no he usado nada como eso!— alegó el karateka.

—¿Ah? ¿Pero de qué está hablando, señor?— Ruby le dio unas palmadas en el musculoso hombro— Eso es para pokemon, jeje. Y usted no es un pokemon, por lo que veo— le dio más palmaditas— Por supuesto que le creo, señor. Nunca quise tratarlo de mentiroso ni nada por el estilo.

—Eh...— el karateka se sonrojó. Luego miró hacia la señora, pero ella se había alejado del banco para atender a su hijo que se había caído del columpio— Sí, por supuesto. Disculpa.

—Pues nos veremos. Gracias por el espectáculo— Ruby le indicó con la cabeza dónde se encontraba la señora, y le dio unas últimas palmaditas en la espalda— Suerte, señor.

—Sí... gracias.

—¿Vamos, niños?

Ruby y sus pokemon se alejaron tranquilamente de la plaza. Cuando se encontraron lo suficientemente lejos, él, Brainy y Fiercy se echaron a reír.

—¡Eso fue impresionante!— exclamó Fiercy.

—¿Qué cosa?— inquirió Kitten.

—Cómo le robó esa cosa al karateka— explicó Fiercy.

—¡¿Robar?!— exclamó Smoky— ¿Le robaste algo?

Ruby sacó un disco, y se lo mostró.

—Máquina Oculta: Golpe Roca— explicó— La saqué de su bolsillo.

—Sí, ya me parecía raro que te interesaras tanto con ese tipo— comentó Fiercy— ¿Pero cuándo aprendiste a robar así?

—¿Se acuerdan que en el museo de Ciudad Portual encontré una MT?— les preguntó Ruby.

—¡Claro!— exclamaron los demás.

—Cierto que hiciste lo mismo con Wattson— recordó Smoky— ¿Cómo se llamaba?

—MT: Ladrón. Es un movimiento de tipo siniestro.

—¿O sea que yo pude haberlo aprendido?— alegó Fiercy.

—Sí, disculpa. Pensaba usarlo en ti, pero las circunstancias me obligaron a tomarlo. Por suerte los policías no me lo arrebataron.

—/—/—/—/—/—

No tardaron mucho en llegar al casino. Era un edificio grande, lleno de luces y colores, e invitaba a la gente a pasar adentro y gastar todo su dinero en la esperanza de ganar más.

—Ganar dinero en un casino es muy difícil— aseguró Ruby— Kitten ¿Quieres meterte en tu pokebola?

—¿Es una orden?— inquirió, no muy segura de entenderlo.

—No, solo te pregunto tu opinión ¿Crees que estás lista para asaltar un casino?

—¡Sí!— contestó alegre.

—Excelente. Entonces escúchenme.

Ruby pasó a explicarles el plan, con lujo de detalles, y luego los metió a todos en sus pokebolas. Acto seguido caminó hasta el casino y se introdujo a través de la decorada puerta. Adentro, la gente apostaba fichas en máquinas o en ruletas, felices de la vida.

El entrenador identificó inmediatamente a los guardias: seis en total, ninguno tenía armas.

—Tengo que hacer esto rápido— se dijo.

Como si nada, avanzó hacia el mostrador. La cajera lo vio, y pensó que ese chiquillo querría cobrar algún premio en fichas, sin embargo él no se detuvo frente a ella. Se apoyó en el mostrador, y de un salto lo atravesó.

—Quiero que me dé todas las MTs— le ordenó Ruby.

—¿Qué? ¿Qué hace, señor?— exclamó la cajera, contrariada.

Pero Ruby no tenía tiempo para eso. Agarró a la cajera por el cuello de su camisa y sin miramientos la arrojó hacia una esquina. Luego se sentó en su puesto y buscó por todos los cajones hasta que encontró el gran premio.

—MT 13, 24, 29 y 35— sonrió al verlas.

Rápidamente sacó unos cuantos de cada una y las echó por montones en su mochila.

—¡¿Qué cree que hace?!— gritó la cajera, mas al darse cuenta se alejó corriendo lo más rápido que pudo— ¡Seguridad! ¡Seguridad!

—¡Y un muñeco de Torchic!— exclamó Ruby al verlo en un cajón diferente— ¡Lo quiero!

Pero en eso, el sonido de pasos acercándose le llamó la atención. Todos los guardias se dirigían a él a paso veloz, y dos de ellos se encontraban peligrosamente cerca.

Entonces sus pokemon salieron de sus pokebolas, y saltaron sobre el mostrador para proteger a Ruby. Brainy confundió a un guardia, Kitten electrocutó a otro y Smoky prendió fuego a la alfombra frente a ellos para impedirles el paso, mientras Fiercy y Birdy saltaron sobre los que quedaban para enfrentarlos.

Los guardias se vieron repentinamente sobrepasados en poder, la gente entró en pánico al ver el fuego y los rayos, y los pokemon atacando a los guardias, e intentaron correr del peligro hacia la salida. Los guardias, que apenas podían defenderse de sus atacantes, no pudieron impedir que el ladronzuelo los eludiera a todos en su carrera hacia la salida.

De pronto el chiquillo hizo que todos sus pokemon volvieran a sus pokebolas. Los guardias que quedaban en pie se volvieron hacia él para intentar detenerlo, pero ya era muy tarde; se había escondido entre la gente. Antes de que se dieran cuenta, no quedaba nadie más que el personal del casino adentro.

—¡Rápido, llamen a la policía!— reaccionó uno de ellos.

Ruby corrió entre la gente hasta que se sintió seguro, y desde ahí se escabulló por una calle secundaria. Habría seguido corriendo, de no ser porque alguien lo esperaba en ese lugar.

—Hola, Ruby— lo saludó Wally, pegado contra la muralla del casino— ¿Tú causaste todo eso?

—Wally...— musitó Ruby.

—Dime, últimamente he visto mucho tu cara en los diarios y la tele. Todos dicen que eres peligroso... Eso no es verdad ¿Cierto?— Wally lo miró de forma inquisitiva— Ruby, dime que ese escándalo en el casino no lo causaste tú.

El aludido se aclaró la garganta, se sujetó el ala del sombrero y continuó caminando.

—Fui yo. No he leído el periódico últimamente, pero creo que lo que dicen sobre mí es cierto. Ahora, si me perdonas, tengo que huir de la policía antes que lleguen.

Wally se despegó de la pared, se llevó una mano al cinturón y sacó una pokebola. Sin embargo, en vez de arrojarla se quedó mirándola con nostalgia. Ruby se detuvo frente a él, listo para defenderse.

—¿Te acuerdas cuando éramos niños, Ruby? Los dos queríamos ser maestros pokemon. Fantaseábamos con tener aventuras con nuestras mascotas, y derrotar al campeón pokemon ¿Qué le pasó a ese chiquillo alegre que solo quería tener un buen rato?

—¿Cómo que qué le pasó?— bufó Ruby, irritado— ¿Qué no ves? Crecí. Ahora entiendo lo tonto que fui, y lo tonto que es todo el mundo ¿Usar pokemon como sirvientes? ¿Tratarlos como inferiores? ¿Obligarlos a pelear?

—Nadie obliga a los pokemon a pelear, es su naturaleza— repuso Wally— ¿Te acuerdas? Eso nos lo enseñaron en Kinder.

—No, eso es lo que nos quieren hacer creer. Yo lo creí por mucho tiempo, hasta que vi la verdad con mis ojos. En mi viaje anterior como entrenador aprendí muchas cosas. Vi la crueldad dentro de mí, la antipatía.

—¡Pues no todos disfrutamos de las aventuras de un viaje pokemon cuando éramos niños!— exclamó Wally, pero luego comenzó a toser. Pareció que iba a detenerse, pero su tos se agravó hasta que cayó de rodillas. Entonces se paró, e inhaló una gran bocanada de aire— Ruby, vuelve conmigo, con tu papá. Él está preocupado por ti.

—No pienso discutir sobre las intenciones de ese viejo.

—¡Entonces solo vuelve!— exclamó Wally.

—¡Te dicen que no! ¡Y no!

En ese momento Wally lanzó su pokebola, de la que salió un Ralts.

—¿Te acuerdas de ese Ralts de la última vez? Creo que al final lo alcancé.

Ruby miró al pokemon delante de él. Este parecía confundido e intimidado por su oponente.

—No, eso es imposible— repuso Ruby.

—¿Ah? Pero... si está aquí.

Entonces Brainy salió sola de su pokebola.

—Es imposible porque yo era ese Ralts— aclaró ella.

—Brainy...— musitó Ruby.

—Este tipo te ha estado molestando por mucho tiempo, Ruby— gruñó Brainy— Si quiere una batalla pokemon, tendrá una batalla pokemon.

—Pero...— Wally parecía consternado— Ralts, entonces tú...

—Lo siento, maestro Wally— se disculpó el pokemon— Desde el principio advertí que estabas ilusionado con haber capturado al mismo Ralts que habías visto por primera vez, por eso te mentí. Solo quise hacerte feliz.

—Ah, ya veo— Wally se mostró un poco confundido, mas no desilusionado.

Ruby pudo predecir las palabras de consuelo que se darían mutuamente cuando todo ello terminara, pero no tenía tiempo para oírlas.

—Brainy, usa Psíquico contra Wally.

—¡A la orden!— exclamó esta.

Su víctima solo alcanzó a poner una cara de sorpresa antes de caer de rodillas nuevamente, con un tremendo dolor de cabeza.

—¡Maestro Wally!— exclamó su Ralts, consternado de no haber recibido él el ataque. Corrió a atenderlo, y luego se dio vuelta hacia Brainy— ¡Eso va contra las reglas! ¡¿Por qué lo hiciste?!

—Así jugamos nosotros, niño— Brainy alcanzó a guiñarle un ojo a su oponente antes que Ruby la guardara en su pokebola.

—Lo siento— le dijo a su amigo, para luego marcharse.

Las sirenas comenzaban a oírse cerca, por lo que no le quedaba tiempo. Solo esperó que su enfermizo amigo se recuperara pronto. Ruby corrió lo más rápido que pudo, hasta que en una calle encontró una bicicleta abandonada.

—No podía ser más oportuno— se dijo.

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Equipo de Wally:

—Ralts nivel 16

Equipo de Ruby:

1._ Combusken: Mr. Smoky. Naturaleza Gentil

2._ Mightyena: Ms. Fiercy. Naturaleza Audaz

3._ Kirlia: Ms. Brainy. Naturaleza Impaciente

4._ Swellow: Mr. Birdy. Naturaleza Valiente

5._ Skitty: Ms. Kitten. Naturaleza Audaz

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