¿Confías en Jirachi?
Sunny y su equipo se encontraban caminando por la ruta 111, al norte de ciudad Malvalona. En su viaje había arrasado con pueblos pequeños y había incinerado vivos a entrenadores con la mala suerte de encontrarse con él.
Desde la distancia podía ver los grandes edificios de Malvalona, con cada paso que daba se le ocurría otra idea para destruir aun más la ciudad, sin embargo eso no iría a ocurrir.
De pronto, y para su sorpresa, un brillante rayo rojo iluminó la noche estrellada. Sunny y sus compañeros levantaron la mirada, curiosos.
—Una estrella fugaz— comentó Sunny, sonriente. De inmediato pidió el deseo en su mente de ver a Ruby agonizar por horas antes de matarlo con sus propias manos.
—Corrección: objeto volador se encuentra dentro de la atmósfera— indicó Regirock
Sunny intentó deducir qué significaba eso, sin mucho éxito.
—¿Entonces?
—Objeto volador corresponde a forma de vida— agregó Regice.
—¿Qué? ¿O sea que eso fue un pokemon?— saltó Sunny.
—Atención: Sujeto volador aproximándose a alarmante velocidad— advirtió Regirock— Iniciando protocolos de seguridad. Prioridad: Proteger al elegido. Iniciando comando de intercepción de proyectil.
Ambos regis se adelantaron a Sunny, se plantaron frente a él y se prepararon para atacar a un punto en el cielo. Fue entonces que el Typhlosion lo vio; un leve brillo rojo se volvió visible, a medida que una figura envuelta en aquella luz se acercaba directamente hacia ellos a tanta velocidad que no sobreviviría al golpe.
—¡IDIOTAS!— exclamó Sunny.
De súbito empujó a ambos regis a los lados, saltó varios metros en el aire y agarró el proyectil rojo con sus manos. Pero por la fuerza que llevaba, su cuerpo impactó contra el suelo y fue arrastrado casi medio kilómetro por la tierra, hundiéndose un par de metros bajo la superficie. Cuando el proyectil se detuvo y el brillo rojo desapareció, los regis corrieron a asistir al elegido.
Se tardaron varios segundos en recorrer todo lo que había hecho el proyectil. Ahí se acercaron al final del tramo marcado en la tierra removida y comenzaron a excavar con sus manos duras hasta que dieron con la cabeza de Sunny.
El pokemon de fuego escupió tierra. Los regis se apresuraron a desenterrar su cuerpo, y al hacerlo se dieron cuenta que no estaba solo; protegida entre sus brazos, una pokemon de cabello blanco y rojo descansaba muy débil. Tenía dos alas delgadas, una de ellas rota.
—Imbéciles— bramó Sunny— ¡Ustedes sabían que era un pokemon! ¡Obviamente necesitaba ayuda! ¡¿Cómo se les ocurre tratar de matarla?!
Los regis se miraron entre sí. Luego, sin decir nada, precedieron a levantar a Sunny desde las axilas para sacarlo del hoyo que había provocado con el golpe. Este depositó a la pokemon sobre el suelo y se desplomó junto a ella. Había absorbido la mayor parte del impacto, y ello no había sido tarea fácil. Sentía un dolor de los mil demonios en la espalda y en un hombro, no le extrañaría haberse roto unos cuantos huesos.
—/—/—/—/—/—
Flannery se paró al final de la cueva secreta, a la que solo se entraba a través de la oficina de su jefe. Magno, a unos cuantos metros de ella, miró en silencio mientras el proyector se encendía a la hora indicada. En la pared de la cueva apareció la cara de Jirachi.
—¡Saludos, comandante Flannery!— exclamó el señor Jirachi, con el mismo fondo blanco y traje formal de antes— ¿Hay algún deseo que quisiera pedir?
La aludida esbozó media sonrisa. Debía admitir que aquel sujeto tenía cierto sentido del humor. Era verdad que ella podría pedirle varios deseos a Jirachi, al verdadero Jirachi de las leyendas.
—Deseo que te quites esa máscara y me muestres tu cara— contestó ella, siguiéndole el juego.
Magno, mirando desde las sombras, se inquietó. Aunque Jirachi no fuera su jefe, era quien financiaba al equipo Magma, por lo que prefería alejarse de cualquier situación que pudiera molestarlo. La actitud de su comandante no ayudaba, claro.
—Me temo que eso no es un deseo que pueda cumplir por el momento— se excusó Jirachi— Discúlpeme, comandante.
—Está bien, no es como si usted fuera el verdadero— Flannery le restó importancia— ¿Y bien? ¿Quería entrevistarme?
—Ah, directo al grano, puedo ver— comentó Jirachi con un tono divertido— Pues sí, creo necesario tener que hacerle unas preguntas. Usted entenderá que me preocupa que un líder de gimnasio pase a trabajar en un puesto tan importante dentro de las filas del equipo Magma.
—Me parece bien. Supongo que yo haría lo mismo— contestó ella.
—Excelente, entonces procederé— Jirachi se reclinó en su silla, entrelazó sus dedos y posó sus manos sobre su abdomen— Primero, me gustaría saber qué la trae aquí, comandante Flannery ¿Qué hace una ex líder de gimnasio luchando por el equipo Magma?
—¿No es obvio?— Flannery se encogió de hombros— El equipo Magma busca mejorar la vida de la humanidad al expandir la tierra. El espacio es un recurso limitado, y obtener más para generaciones futuras no me parece una mala idea. Quizás ya no sea una líder de gimnasio, pero sigo velando por la humanidad.
Flannery mentía, y a Jirachi no le cupo duda, sin embargo le siguió el juego.
—Ya veo. Me alegra ver que una entrenadora tan fuerte como usted se diera el tiempo y la molestia de acudir en nuestra ayuda. Siguiendo, quisiera saber qué tan estrecha es su relación con los demás líderes de gimnasio y con el Alto Mando.
La mujer necesitó de unos momentos para pensar en una respuesta apropiada.
—No comparto una "relación estrecha" con ninguno de mis compañeros, si a eso quiere llegar. Los conozco a todos y los veo en las reuniones mensuales, excepto al Alto Mando. El campeón solo aparece una vez cada año para darnos un curso de acción o implementar un cambio. También, si ocurre una emergencia regional o si él mismo convoca a una reunión.
—Entiendo— asintió Jirachi— Esperaba que pudiéramos expandirnos a más líderes de gimnasio, pero lo veo difícil. Si usted no tiene la confianza suficiente con ninguno de ellos, es preferible mantenernos apartados. Cambiando de tema, me gustaría saber qué sabe sobre el equipo Aqua.
—¿El equipo Aqua?— repitió Flannery, un tanto sorprendida. No se esperaba eso— Pues... algo. No mucho, en verdad. Sé que son nuestros rivales, y que intentan elevar el nivel del mar.
—Me han comentado que usted y la comandante del equipo Aqua han tenido un par de encuentros.
Flannery frunció el seño. Era cierto que se había encontrado con Angie unas cuantas veces, pero para saber algo así, ese hombre debía tener muchos recursos a su disposición.
—Es verdad— asintió, segura de que no podían condenarla por hablar con personal del equipo rival.
—Quisiera saber su opinión ¿Qué tan competente cree que es la comandante del equipo Aqua? ¿Cree que representa una amenaza para nuestros objetivos?
Flannery negó con la cabeza.
—El equipo Aqua lo tiene mucho más difícil que nosotros, queriendo subir el nivel del mar. Sus oficiales tampoco están tan preparados como los nuestros, incluyéndola a ella. Lo único que pueden hacer es retrasar nuestros planes, que los lleguen a detener es imposible.
—Muy bien, muy bien. Me gusta cómo habla, comandante Flannery— Jirachi aplaudió ligeramente, como si la mujer hubiese aprobado una especie de examen— Creo que eso es todo, puede retirarse.
Flannery suspiró. No había conseguido sacar muchos datos de aquel hombre, era muy cuidadoso, pero tampoco tenía ganas de hablarle por mucho tiempo. Sentía que le estaba dando ventaja al exponerse a sí misma frente a él. Estuvo a punto de darse la vuelta, cuando la llamó.
—Ah, espere— exclamó Jirachi— Casi se me olvida. Tengo una pregunta más.
Flannery se giró. Supuso que le diría algo tan tonto como lo que mencionó al principio. Lo miró, y por alguna razón, detrás de la máscara se imaginó una malévola sonrisa.
—¿Haces esto para vengar a tu abuelo?
La pregunta se quedó en el aire. Tomó tan desprevenida a Flannery que le costó varios segundos reaccionar, y luego unos cuantos más para comprender lo que había dicho.
—¿Qué?— soltó, contrariada.
—Sé que tú creciste sola con tu abuelo— continuó Jirachi— no es difícil de imaginar que haya sido una figura paterna para ti. Sin embargo, tu abuelo es conocido en Hoenn por ser un traidor. Intentó asesinar al campeón y a varios de sus compañeros líderes antes de ser aprehendido. Resultó ser todo un psicópata, un demente. Su deceso no trajo más que felicidad a Hoenn. Entende...
—¡Cállate!— bufó Flannery.
Se formó un prolongado silencio.
—¿Perdón?— musitó Jirachi.
—¡Que te calles, maldito imbécil!— gritó Flannery— ¡¿Cómo te atreves a hablar así de mi abuelo?! ¡No eres nadie! ¡No sabes nada!
—¡Comandante Flannery! ¿Tengo que recordarle con quién está hablando?— exclamó Jirachi, con voz autoritaria.
—¡ME IMPORTA UNA MIERDA QUIÉN SEAS!— vociferó ella, furiosa— Si algún día te veo en persona, ni siquiera el verdadero Jirachi te librará de mí ¡¿Me oyes?!
Jirachi no volvió a decir nada. Se quedó mirando a la cámara por unos momentos, luego la conexión se interrumpió y el proyector se apagó.
Magno se encontraba detrás de Flannery, boquiabierto. Nunca había visto a su comandante tan enfadada. Se le acercó para calmarla, pero al acercar su mano a su hombro, se quemó. Inmediatamente retiró la mano, consternado. Entonces observó que el aire encima de la muchacha parecía temblar.
—¿Comandante?— la llamó, amedrentado.
Flannery se giró por el otro lado y se encaminó a pasos largos hacia la salida. Magno intentó detenerla, pero su cuerpo candente y su caótico estado de ánimo lo disuadieron de hacerlo. Flannery parecía un volcán a punto de estallar.
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Fue despertada por el cantar de unos cuantos Taillow que pasaban por el área, buscando algo con qué alimentarse. Abrió los ojos lentamente y vio el suelo firme contra el lado izquierdo de su cara, el olor del pasto en su nariz, el sonido de una lenta y profunda respiración por un costado. Entonces recordó que para ese entonces ya debería haber muerto, y se sorprendió.
Consternada, se sentó en el suelo para mirar en todas direcciones. Se encontraba cerca de un camino, a la sombra de los árboles. Frente a ella se veían dos sólidos pokemon, inmóviles. Ninguno tenía cara, solo varios ojos de cristal que parpadeaban todos a la vez con intervalos de un segundo, como los latidos de un corazón.
Luego miró hacia atrás. Ahí, pegado a ella, un atlético pokemon de cabello y lomo negro dormía plácidamente. Su cuerpo se veía bastante lastimado, o al menos lo había estado recientemente. Le tomó un buen rato reconocerlo.
—¡Sunny!— exclamó la pokemon de cabello rojo y blanco.
En ese momento Sunny abrió los ojos para dedicarle una mirada seria. La pokemon se sintió amenazada ante su mirada de pocos amigos, pero pronto se dio cuenta que Sunny se sentía bastante feliz de verla despierta.
—Hola, avecita— la saludó, restregándose los ojos— ¿Cómo te sientes?
—Tú... — habló ella— me salvaste.
—Eso creo— Sunny se sentó a su lado, dio un gran bostezo y estiró sus brazos— Caíste muy rápido, debes tener unas alas muy fuertes para volar de esa forma.
Bajo la luz del día, Sunny logró verla mejor. Su cara era angulosa, sus ojos grandes y amarillos, y en su frente tenía un símbolo semejante a un triángulo rojo. Dos pequeños cachos surgían sobre sus orejas, rectos hacia atrás. Además, vestía entera de rojo. A Sunny le gustaba el rojo.
La pokemon bajó su cabeza, pensativa. Sunny la miró, un tanto extrañado. Se preguntó si debería ayudarla a regresar a su casa o algo así. Supuso que la conquista de Hoenn podía esperar, después de todo el resultado no cambiaría si se tomaba uno o dos días. Además, la muchacha era muy linda, no podía dejar de mirarla.
De pronto ella se giró hacia él, decidida.
—Sunny, muchas gracias por haberme salvado, pero me temo que debo pedirte otro favor.
—¿Ah? Claro...— entonces Sunny reparó en un extraño detalle— Espera ¿Cómo sabes mi nombre?
La pokemon abrió mucho los ojos y se llevó una mano a la boca. Se le había olvidado que él no sabía nada acerca de ella.
—Yo... bueno...— apretó sus manos, nerviosa. Luego bajó la mirada— te he estado observando por un tiempo. Lo siento.
Esta vez fue Sunny el que abrió bien los ojos.
—¿Observándome?— pensó— ¿Como un depredador?
—¡No es lo que te imaginas!— se apresuró a explicar ella— Fue simple curiosidad, lo juro.
El Typhlosion se cruzó de brazos.
—Bien, te creo— concluyó— Pero explícame bien lo que pasa, porque no entiendo nada. Parte por tu nombre.
La pokemon sonrió. Su forma tosca y políticamente incorrecta de hablar era justo lo que se había imaginado del autoproclamado Volcán de la Venganza.
—Me llamo Latias— contestó— Por siglos he vivido junto a mi hermano, Latios. Ambos volamos por Hoenn, escondiéndonos de humanos y pokemon por igual. De cuando en cuando nos interesamos por personajes que resaltan, así que los seguimos a escondidas y los vemos triunfar o fracasar.
>>>>Tú fuiste el último que encontramos, Sunny. Liberar a los pokemon de su esclavitud no es una idea nueva, pero es la primera vez que un pokemon comienza una cruzada por sí solo, sin ayuda de ningún humano, y llega tan lejos.
>>>>Sin embargo, a pesar de nuestras habilidades, hay humanos poderosos en Hoenn. Uno de ellos, un temible marinero, nos rastreó, nos encontró y nos enfrentó. Escapamos, pero entonces volvió a rastrearnos y a encontrarnos. Después de enfrentarlo varias veces, mi hermano cayó bajo el efecto de una de sus pokebolas. Yo logré escapar por poco, pero uno de sus pokemon alcanzó a romperme el ala en pleno vuelo.
>>>>Creí que moriría o que sería capturada. Fue entonces que te recordé, y me dirigí hacia donde te había visto por última vez. Te necesito, Sunny. Por favor, libera a mi hermano.
Sin dejarle hablar, Latias se arrodilló frente a él e inclinó la cabeza, como un caballero.
—Latias...— musitó Sunny, anonadado.
—Juro que si lo salvas, te entregaré mi cuerpo y mi alma. Podrás usarme de la forma que te plazca y yo no rechistaré en cumplir tu palabra. Tus órdenes serán mi destino, tus pasos mi camino, tu felicidad mi gloria. Por el recuerdo de mis antepasados, yo, Latias...
—¡Woah, woah!— exclamó Sunny agitando sus manos abiertas para interrumpirla— ¿Qué haces?
Latias lo miró contrariada por un momento.
—Un juramento, claro.
—¡No quiero tu juramento!— exclamó él, sonrojado— Además, si vas a agradecerme, hazlo cuando salvemos a tu hermano.
Latias tardó unos segundos en comprenderle. Pronto surgió una sonrisa de oreja a oreja en su cara. Sin más, se lanzó hacia Sunny para abrazarlo, rebosante de alegría.
—¡Gracias! ¡Gracias! ¡Oh, gracias, Sunny! ¡Te lo agradezco tanto!
—Sí, ya, sí sé— él no estaba acostumbrado a que las mujeres lo abrazaran, por lo que pronto su cara enrojeció nuevamente— ya puedes bajarte.
—¡Oh, claro!— Latias lo soltó y se separó— Lo siento.
—En fin ¿Sabes dónde está? ¿O al menos quién lo capturó?
—Espera un momento.
Latias se acomodó en el suelo, y cerró los ojos para concentrarse. Respiró hondo varias veces, tan tranquila que parecía que nada podría perturbarla.
—Veo un río que desemboca en el mar...— explicó, como en un trance— ...campo abierto... edificios a lo lejos... el sol a mi espalda... el mar a mi derecha... – de pronto abrió los ojos— ¡Eso es! Deben estar en la ruta 118.
—¿Ah?— fue lo único que logró exclamar Sunny.
—¿Sabes dónde está la ruta 118?— le preguntó Latias.
—Pues...— Sunny se encogió de hombros— Lo siento, soy un extraño para estas tierras. Con suerte sé por dónde camino.
—¡Oh! Perdóname. Debí haberlo sabido.
Latias se puso de pie, sin ganas de perder ni un segundo. Sunny le siguió, y al hacerlo notó que la pasaba por una cabeza. Ella miró en varias direcciones para orientarse, luego corrió hacia el camino para ver mejor, y ahí se plantó, apuntando en una dirección. Sunny siguió sus pasos hasta donde no había árboles, y con la mirada siguió su dedo. Latias apuntaba hacia el sureste. Para llegar allá tendrían que atravesar ciudad Malvalona.
—Qué coincidencia. Justo nos dirigíamos allá— comentó él.
—¡¿En serio?!— exclamó una emocionada Latias— ¡Oh, qué bien! Temía que te desviaría mucho de tu camino.
—No— él se cruzó de brazos— Aunque tu hermano estuviera al otro lado del mundo, nunca podrías desviarme de mi camino— aseguró, sin darse cuenta que su voz viril y sus palabras lo hacían sonar bastante genial— porque mi camino es liberar a los pokemon de la crueldad de los humanos, donde quiera que estén, sean quienes sean.
Latias lo miró boquiabierta. Pocas veces un pokemon lograba atraer su atención, mucho menos aumentar la admiración que ya le tenía. Sunny cada vez le parecía más genial.
—Muy bien— el Typhlosion se fijó en el ala rota de Latias— Tú aún no puedes volar.
Ella bajó la mirada, apenada. No había pensado en cómo llegarían con su hermano. Para su sorpresa, Sunny pasó sus brazos por detrás de ella y la levantó contra su pecho. Latias se sonrojó.
—¡¿Qué haces?!— exclamó, consternada.
—Tú estás débil y necesitas descansar lo más posible, pero tenemos que llegar pronto con tu hermano o podría pasarle algo. Solo me queda correr.
—¡¿Correr?!— saltó Latias— ¡¿Vas a correr todo el camino?!
—Claro— y sin esperar, giró un momento su cabeza para llamar a sus compañeros— ¡Levántense, cerebros de roca! Corran a mi paso, porque yo no me detendré a esperarlos ¿Oyeron?
Los regis se levantaron, obedientes, y pronto se aproximaron a su líder en silencio. Sunny, con Latias en sus brazos, se inclinó ligeramente hacia adelante para comenzar la carrera.
—¡Aquí vamos!— exclamó.
Su espalda estalló en un mar de llamas, lo que usó para propulsarse como si fuese un volcán en erupción.
—/—/—/—/—/—
El proyector se encendió dentro de la cueva. Como siempre, mostró a un hombre sentado, cubriendo su cara con una máscara de Jirachi. A su espalda nada más que un fondo blanco. Incluso sus manos estaban cubiertas por guantes blancos. Realmente podría ser cualquier persona.
—Saludos— habló con su voz desfigurada— es bueno verlo de nuevo.
—Lo mismo digo— contestó el hombre dentro de la cueva— Su ayuda a nuestra organización es agradecida en todo momento, señor Jirachi.
—Todo sea por el bien de la humanidad y los pokemon— contestó amablemente Jirachi— Ahora, antes de comenzar nuestra reunión habitual, me gustaría hablar acerca de su comandante.
El líder de la organización no pareció sorprendido. Su segunda al mando había sido evaluada recientemente por el mismísimo señor Jirachi. Estaba nervioso por el resultado, pero no iba a demostrarlo frente a él.
—La comandante me pareció más que competente para el cargo— aseveró el hombre enmascarado— Tal y como esperaba de usted, ha elegido estupendamente a su segunda al mando. Tanto es así que me gustaría que la señorita comenzara a atender nuestras reuniones de ahora en adelante.
—¿En serio?— exclamó el hombre en la cueva, sorprendido.
—Por supuesto— contestó Jirachi— ¿Sería mucha molestia llamarla ahora mismo? Me gustaría darle a entender de qué trata todo esto de una vez por todas. El tiempo apremia.
—Opino de la misma forma— asintió el líder. Sin esperar más, sacó un Pokenav especial de su cinturón y lo encendió— Soy yo, ven ahora. "Ya sabes quién" quiere hablar contigo.
Apagó el pokenav, y luego ambos hombres continuaron hablando sobre sus planes y lo que había ocurrido. No transcurrieron muchos minutos antes de que la silueta de una mujer apareciera desde las sombras de la cueva. Angie, la comandante del equipo Aqua, se plantó frente al señor Jirachi.
—¿Me llamaron?— inquirió.
Miró a su jefe, Aquiles, líder del equipo Aqua, y luego al misterioso hombre en la proyección. No hacía mucho que este la había sometido a una entrevista.
—Muy buenos días, comandante— la saludó Jirachi— Antes que nada, permítame felicitarla por ser una señorita tan capacitada para su cargo. Usted es una agente ejemplar de esta organización.
—Me halaga, señor Jirachi— contestó Angie— Pero se lo debo todo a mi jefe. Fue gracias a él que en poco tiempo me volví fuerte de mente y espíritu. Todo sea por el bien de los humanos y pokemon.
—Así es— asintió Aquiles.
—El señor Aquiles y yo hemos estado conversando un poco sobre el futuro del equipo Aqua— continuó Jirachi— Creemos que al equipo Magma le queda poco para completar sus planes, por lo que nosotros debemos encontrar un contraataque efectivo.
—No sabemos qué planean ni qué harán— continuó Aquiles— Pero sí sabemos qué podemos hacer nosotros para vencerlos ¿Has oído alguna vez la historia sobre el monstruo azul?
—¿El monstruo azul?— repitió Angie, extrañada— ¿Es alguna criatura mitológica, de esas que cuentan los viejos marineros? Porque he oído varias historias sobre criaturas marinas, pero no recuerdo un "monstruo azul".
—Eso se debe a que no mucha gente que conoce la leyenda siente ganas de compartirla— apuntó Jirachi— Kyogre, o el "monstruo azul", es descrito por las leyendas como un enorme pokemon capaz de llevar las tormentas y el mar consigo. Podríamos considerarlo un semidiós.
—Entonces... —Angie no necesitó de mucho esfuerzo para llegar a sus propias conclusiones— ¿Ustedes dicen que Kyogre es un pokemon de verdad?
—No solo es verdad, también es posible controlarlo— aseguró Aquiles.
—Según las viejas historias— agregó Jirachi— Sin embargo, sí, tenemos suficiente evidencia para suponer sin temor que Kyogre existe. Si es así, capturarlo y usarlo para nuestro propósito es una necesidad primaria. Comandante: Su misión es encontrar y capturar a Kyogre, el pokemon Cuenca Mar ¿Entendido?
Angie hizo un saludo militar, como hacían en el equipo Aqua.
—Entiendo— contestó.
—Muy bien, comandante— dijo Jirachi— Puede retirarse
Angie dio media vuelta y se marchó, pensando en su nueva misión. Cuando abandonó la cueva, Aquiles se giró hacia Jirachi, un tanto extrañado.
—Creí que yo era el que daba órdenes a mis subordinados— alegó.
—¡Oh, lo siento mucho, señor Aquiles!— se disculpó Jirachi— Es solo que no pude resistirme, Angie se toma todo tan en serio que por unos momentos me creí sumergido en una novela de fantasía. Juro por mi tercer ojo que no volverá a ocurrir.
Aquiles suspiró.
—Está bien. Ahora, si me disculpa, tengo asuntos urgentes qué atender.
—No es problema. Después de todo, el objetivo de esta reunión ya se ha cumplido. Ahora solo podemos confiar en la comandante.
—Entonces, hasta la próxima, señor Jirachi.
—Hasta la próxima, señor Aquiles.
El proyector finalmente se apagó. Aquiles se fue de la cueva sin sospechar lo más mínimo del misterioso hombre que se hacía llamar Jirachi.
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Latias, el pokemon Eón:
—Peso: 40 kg
—Altura: 1,4
—Observaciones:
-Es muy sensible a los sentimientos de la gente. Si detecta hostilidad, empezará a chillar para intimidar al enemigo.
-Su plumaje refleja la luz de acuerdo a su voluntad. Puede volverse invisible y cambiar de apariencia cuando quiera.
-Se puede comunicar por telepatía
-Tiene una habilidad especial llamada "Visión compartida", con la cual puede ver lo que ve Latios (y viceversa)
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