Canción de Cuna
Smoky, Birdy y Cloudy caminaban por los bosques, luego de salir de la cueva. Se encontraban buscando bayas, pues las raciones de Ruby se agotaban rápido.
—¡Avancen, avancen! ¡El enemigo nos tiene rodeados!— exclamaba Cloudy, corriendo de árbol en árbol como si se encontrara en un tiroteo.
Junto a ella, los otros dos caminaban tranquilamente. En poco tiempo se habían acostumbrado a las locuras de su nueva compañera, por lo que conversaban sin esconderse de los enemigos imaginarios.
—Kitten sí que me sorprendió evolucionando— aseguró Smoky.
—A todos. Y ahora se ve mucho más extrovertida que antes ¿Te has fijado?
—Sí...
Birdy se fijó en el semblante meditabundo de su amigo, e intuyó algo que no había visto antes.
—Espera, no me digas que te enamoraste de ella.
—¡¿Qué?! ¡¿De qué hablas?! ¡Claro que no!— contestó, completamente rojo.
—¿En serio?— Birdy sonrió, saboreando la dulce venganza. Entonces se dio vuelta, formó eco con sus alas y llamó a Kitten a los cuatro vientos— ¡Kitten, Smoky quiere deci...
Pero en eso Smoky lo forzó a cerrar el pico, y lo derribó.
—Serás desgraciado.
—¿Debo considerarlo una pelea?— alegó Birdy.
Ambos comenzaron a jugar a derribarse mientras se gritaban groserías. Cloudy se quedó quieta al verlos, y decidió unirse. Los tres se apalearon y se gritaron hasta que ya no pudieron más, y entonces se detuvieron, sin aliento.
Smoky se sentó contra un árbol, jadeando, mientras Birdy y Cloudy se tumbaron sobre la tierra. Necesitaron un momento para respirar.
—Okey, admito que es atractiva— dijo Smoky— Pero eso no quiere decir que de repente me enamore de ella ¿Entiendes? Es... —inhaló profundamente— es la misma de siempre.
Birdy se echó a reír.
—Solo lo decía para molestarte, imbécil. Yo también creo que se ve mejor así.
Pero al confesar esto, Cloudy se arrojó sobre él y comenzó a picotearle la cara.
—¡Aaaaaah! ¡Lo siento, lo siento! ¡No quise decir eso!
—¡Siempre me haces esto, Rodrigo Alberto! ¡Siempre te vas con esa bataclana! ¿Crees que no me doy cuenta?
—Cloudy, sabes que no me refería a eso.
Se quedaron un rato conversando, hasta que un sonido extraño llegó hasta sus oídos. Smoky se puso de pie para escuchar mejor. Los sonidos eran armónicos y tenían relación entre sí.
—Alguien está cantando— observó.
—¿Quién?— inquirió Birdy.
—¿Cómo lo voy a saber? No es Fiercy, eso está claro.
Los tres pokemon, curiosos, continuaron buscando a través del bosque hasta que, detrás de unos arbustos, alcanzaron a ver un mirador que apuntaba hacia el sur, en los límites de la ruta 115. Intentaron fijarse en quién cantaba tan plácidamente, pero la persona se encontraba de espaldas.
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No muy lejos de allí, Kitten se echó a reír.
—¡Jajajaja! ¡Rodrigo Alberto!
—¿Ah? ¿Qué pasa, Kitten?— le preguntó Brainy.
—Nada, nada. Es solo que oí algo que no debería haber oído. Vamos, sigamos buscando bayas.
—¿Tus oídos se han desarrollado también con tu evolución?— supuso Brainy.
—No estoy segura, aunque sí me parece que mis orejas son un poco más grandes ¿Qué piensas...
Pero en eso se quedó quieta, atenta a algo a la lejanía. Brainy iba a preguntarle qué era, cuando Kitten se desplomó inconsciente sobre el pasto.
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Ruby y Fiercy examinaron a sus enemigos. Siete entrenadores contra uno. Le habían preparado una emboscada.
—¿Y quiénes son ustedes?— inquirió Ruby.
—Cazarrecompensas— contestó uno de ellos, con pinta de karateka— No nos importa lo que hayas hecho, pero parece que ni la policía puede contigo. Tu cabeza vale mucho dinero para ignorarte, chiquillo.
—¿En serio? ¿Y sabes quién soy yo?
El líder de los cazarrecompensas negó con la cabeza. Fue un muchacho de su grupo quien respondió por él.
—Eres el que ha estado retando a los líderes de gimnasio últimamente. Ruby, el pirómano.
—¿Pirómano?— se extrañó Fiercy— ¿Eres pirómano?
Ruby negó con la cabeza, igualmente extrañado.
—Te pusieron ese nombre extraoficialmente porque tienes una tendencia a quemar los lugares que no te agradan— se explicó el muchacho.
—Buen punto.
—¿Y qué importa el nombre? Hasta aquí llegas, chiquillo— aseguró el karateka, mientras sacaba una pokebola.
Ruby y Fiercy intercambiaron miradas. No necesitaban más. Quince minutos más tarde, seis entrenadores muy machucados escapaban corriendo, aterrados. El último yacía muerto en el piso, con el cuello desgarrado por los colmillos de Fiercy.
—Justo a tiempo. Ya me entraba hambre— aseguró esta.
Fiercy se sentó a devorar a su presa, mientras Ruby se fijaba en ella. Se preguntó por un momento si permitir que sus pokemon comieran a otros humanos lo transformaba, en algún grado, en un enfermo mental. En verdad se sentía muy indiferente con respecto a las vidas ajenas, o al menos las vidas humanas.
—¿Qué pasa?— inquirió su pokemon tras advertir su mirada perdida.
—Nada— contestó él— Solo me preguntaba si habrá por allá algún humano que valga la pena salvar.
—¿Y el señor Arenque? Yo no podría comerme al señor Arenque.
—Sí, en eso tienes razón. El señor Arenque es buena persona.
Fiercy abrió la boca para echarse otro pedazo, cuando algo la alertó. Inmediatamente levantó su cabeza en busca de un sonido específico.
—¿Qué ocurre?
—Alguien se acerca— anunció ella.
Ruby desenvainó su cuchillo, pero Fiercy negó con la cabeza.
—Parece uno de los nuestros.
El muchacho se volteó para buscar con la mirada, mientras Fiercy se levantaba con un trozo de muslo para masticar mientras esperaba.
—¡Rubyyyyyyyyyyy!— lo llamó una vocecita a lo lejos.
Entonces apareció de entre los árboles. Era Brainy, cargando con el cuerpo de Kitten. Ruby y Fiercy corrieron a su encuentro, temiéndose lo peor.
—¡Brainy!— exclamó él.
—Tranquilo, solo está dormida.
Brainy le pasó a Kitten y luego cayó rendida en el suelo. Un día antes habría podido hacerlo sin mucho problema, pero al evolucionar, Kitten había crecido casi tanto como Fiercy. No muchos Kirlias habrían aguantado ese peso con sus músculos.
Ruby examinó a Kitten, comprobando que estaba bien.
—¿Qué ocurrió?— quiso saber Fiercy.
—No sé— contestó Brainy— Me pareció que ella intentaba escuchar algo, y luego se desmayó, así sin más. No supe qué hacer, así que la traje aquí.
—Bien hecho— Ruby introdujo a Kitten a su pokebola, y luego le ofreció lo mismo a Brainy, lo cual ella aceptó. Estaba agotada.
—¿Y los demás?— inquirió Fiercy.
—Tenemos que ir a buscarlos ¿Estás en condiciones de correr?
Fiercy le dio un gran bocado a la carne en sus garras y la arrojó al suelo, junto al resto del cadáver.
—Vamosh— apremió con la boca llena.
Ambos echaron a correr hacia donde el primer grupo se había dirigido a buscar comida. Apenas tragó lo que tenía en la boca, Fiercy logró captar el rastro de olor de sus amigos y seguirlo por el bosque. Pronto se encontraron con los límites de este, donde estaba una persona desconocida.
Ruby y Fiercy se agacharon detrás de unos arbustos para examinarla mejor. La figura en cuestión no era más que una chiquilla, aparentemente de quince años. La chiquilla, con un hermoso pelo plateado y cara de ángel, acariciaba tranquilamente la cabeza de Smoky en su regazo mientras tarareaba una canción. Smoky, Birdy y Cloudy dormían plácidamente junto a ella.
—Parece que los durmió— observó Fiercy— ¿Cuál es el plan? ¿Quieres que ataquemos de frente o que la sorprendamos por la espalda? ¿O quieres que uno lo distraiga mientras el otro la ataca?... ¿Ruby?
Fiercy se giró hacia su entrenador, quien no dejaba de mirar muy concentrado a la muchacha recostada en el árbol.
—¡Ruby!
—¡Ah! ¿Qué?— la miró desconcertado, como despertando de un trance— Ah, sí, un ataque... ¡Espera, no! ¿Cómo vamos a atacar a una niña?
—¡Pero si consiguió dejar fuera de combate a esos tres! ¿Crees que es poca cosa?
—Exageras, es solo una niña. Seguramente los encontró así.
Muy seguro de sus palabras, Ruby se levantó para dejarse ver. La muchacha inmediatamente lo miró, curiosa.
—Oh... Hola— se llevó una mano a la cabeza y sonrió para parecer más amigable— Hola, soy Ruby... y esos son mis pokemon, esos que tienes ahí.
—¡Y esto es un asalto!— exclamó Fiercy, al mismo tiempo que se arrojaba sobre la muchacha.
—¡Fiercy, no!
Antes que lograra tocarla, Ruby agarró a Fiercy de la cola y la arrojó hacia un lado. Indignada, Fiercy se levantó.
—¡¿Pero qué haces?!
—¿Por qué querrías asaltar a una indefensa niña?
—Todos son indefensos ante nosotros. Además, ella es más vieja que yo.
Ruby pensó en la forma de convencer a su pokemon de no atacar a la muchacha, cuando esta habló por sí sola.
—¿Así que tú quieres asaltarme?— dedujo.
Ruby se giró, consternado. La muchacha lo miraba a él y solo a él.
—No, es solo un malentendido.
—¡Entrégale todo tu dinero!— vociferó Fiercy.
—¡Fiercy, cállate!
—Está bien— contestó la niña.
—¿Qué?
—¿Ah? Qué fácil.
La muchacha depositó delicadamente las cabezas de los tres pokemon sobre el suelo, se incorporó y se sacudió el vestido de viaje. Su vestimenta era de alta calidad y de diseño extravagante. No era pobre, eso seguro.
—¿Vas a darnos tu dinero así como así?— se sorprendió Fiercy.
—No, por favor, no me malinterpreten— la corrigió la muchacha— Dije que está bien porque acepto que ustedes quieran robarme, pero no voy a dejar que tomen nada de mi pertenencia sin dar pelea.
—Rayos, no quiero pelear— alegó Ruby.
—Pues entonces no obtendrás lo que quieres de mí. Creí haberlo explicado ya.
La chica adoptó una posición de pelea bastante rara, aunque no importaba mucho qué hiciera, era demasiado linda y tierna para ser tomada en serio. Ruby podía ser despiadado, pero no podía enfrentarse a una señorita tan hermosa como ella, no en serio.
—Esto está mal.
—¡Yo me encargo!— aseguró Fiercy.
Se arrojó nuevamente hacia la señorita. Ruby fue demasiado lento y no alcanzó a sujetarla. Fiercy corrió directamente hacia el cuello de la muchacha, pero esta se movió en el último momento y usó sus manos para dirigir la velocidad de Fiercy lejos de ella misma. La Mightyena se estrelló contra un árbol y cayó adolorida.
—¡Fiercy!— exclamó Ruby.
—No soy una fanática de las peleas, pero tampoco huiré.
Con eso Ruby se tragó su caballerosidad. Esa muchacha no era normal, nadie simplemente desviaba los colmillos de una Mightyena con un leve movimiento de las manos.
—¿Estás segura que quieres hacer esto?
—Como dije, no me echaré para atrás.
La muchacha corrió hacia Ruby, tomándolo desprevenido. Él intentó defenderse, pero ella pasó a través de su guardia como si fuera de agua, se acercó a su cara, y le dio un cálido beso en la mejilla.
Ruby se llevó la mano al lugar de contacto, anonadado. Sin saber qué hacer, lanzó un torpe combo al aire, pero terminó golpeándose a sí mismo. Luego intentó averiguar a dónde se había ido ella, cuando la encontró unos pasos frente a él. Quiso acercarse, pero se tropezó con sus propios pies y cayó de bruces al suelo.
En ese momento la chiquilla aprovechó para correr hacia él, saltar a su espalda y apresarle las manos.
—¿Qué... ¿Qué haces?
—Duerme, niño— le espetó la señorita.
Se inclinó un poco para que la oyera mejor, y para su sorpresa, comenzó a cantar una dulce canción. Su voz era tan apacible que calmó el acelerado corazón de Ruby, y le dio un peso considerable a sus párpados. La canción entró por sus oídos y lo sumió en un estado de calma y cansancio. Pronto, el mundo dejó de existir para Ruby. Se había dormido.
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Equipo de Ruby:
1._ Combusken: Mr. Smoky. Naturaleza Gentil
2._ Mightyena: Ms. Fiercy. Naturaleza Audaz
3._ Kirlia: Ms. Brainy. Naturaleza Impaciente
4._ Swellow: Mr. Birdy. Naturaleza Valiente
5._ Delcatty: Ms. Kitten. Naturaleza Audaz
6._ Swablu: Ms. Cloudy. Naturaleza Descarada
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