Gruñidos, gritos y choques de metal era todo lo que se escuchaba en aquella sala.

Una de las tantas salas de prisioneros que habia en aquella mansion de esclavos.

- ¡SUELTENME EN ESTE MOMENTO O DESGARRARE SUS CUELLOS Y LOS GOLPEARE HASTA QUE SE ARREPIENTAN DE NACER GRUPO DE MALNACIDOS!

Un joven de cabellos rubios era el dueño de esos gritos y gruñidos, jalaba las cadenas que lo sostenian hacia el frente mientras gritaba mil maldiciones, a los ojos de quien le observara parecia un animal salvaje furioso.

- s-señor twigo, ¿ u-usted que opina?

La pregunta de uno de los guardias de aquel lugar llamo la atencion del dueño de la mansion, quien hasta ahora estaba mirando fijamente al rubio.

- Aumenten las horas de tortura, privenlo del desayuno y aumenten la severidad de los castigos, pronto se quebrara.

Despues de darle esa orden al guardia que temblaba de solo ver al prisionero, emprendio rumbo a su habitacion, pensando en el mismo.

Un mes atras, el y sus hombres habian conseguido atrapar a un vampiro de alto rango, hazaña que muy pocos poseian.

El problema es que su mente no se quebro tan rapido como la de los otros prisioneros, cosa normal viniendo de alguien de tal calibre.

Pero obviamente no era invensible, su comportamiento se habia tornado salvaje y agresivo, lo que significaba un progreso para el maestro de esclavos.

- maldita sea Meliodas, eres un hueso duro de roer.....

Mientras tanto en otro lugar de la ciudad donde se llevaba acabo estos hechos, una joven de cabellos platas corria de aqui para alla en una sala, llevando varios libros, hojas y lapices.

- ayayay, ¿porque a margaret se le ocurre venir justo hoy?

La joven estaba asustada, pues su hermana mayor planeba ir a visitarla ese día, junto con su novio, pero su casa estaba hecha un desastre.

Y es que la chica era una escritora muy dedicada, tanto que aveces olvidaba limpiar solo por seguir escribiendo.

De hecho, justo estaba en medio de la creacion de un nuevo libro, este llevaba como titulo "Vampiros, su forma de vida" que como se podia intuir era sobre los Vampiros.

Cuando ya habia terminado de ordenar su casa, se dirigio a su habitacion para poder cambiarse.

Se quito su camisa y falda rosas, y se coloco un lindo vestido amarillo, el cual siempre usaba para visitar a su familia.

Peino sus cabellos plateados como siempre lo hacia, suelto y con un flequillo que cubriese uno de sus ojos.

Justo cuando termino de alistarse, escucho la puerta sonar, y se dirigio a recibir a su hermana y a la pareja de esta misma.

-¡Margaret! ¡ Gilthunder! Cuanto tiempo.

- Eli, hermanita, que gusto verte.

Las horas pasaron, los tres se sentaron a conversar y comer, llevaban ya mucho tiempo sin verse, pues con todo el asunto de la guerra era muy peligroso viajar de un lado a otro.

- Eli... no pudimos venir a tu cumpleaños la semana pasada, por eso decidimos que te hariamos un regalo especial.

La joven miro con curiosidad a su hermana, quien tenia una sonrisa en su cara, contrario a su cuñado, quien no parecia muy seguro.

- no se si te gustara la idea pero... decidimos comprarte un vampiro.

La joven parpadeo repetidas veces, era del conocimiento de ambos que ella no era muy participe de la esclavitud, cosa que compartia con el pelirosa, ademas veia la compra de un vampiro como algo muy caro y no queria causarles molestias a esos dos.

- Entiendo si no te gusta la idea..pero pienso que estas muy sola eli, los vampiros tienden a ser muy fieles a sus dueños y pienso que seria una buema compañia para ti

- ademas tu hermana ya lo compro... solo hay que recogerlo la semana que viene.

La chica no tuvo más opcion que aceptar lo que ambos le decian, tampoco iba a ser malagradecida, ellos seguro se habian gastado un monton de dinero en ese "regalo".

- por cierto... tienes que venir con nosotros a recogerlo... ya sabes, el pacto de sangre y eso.

La chica peli plateada sabia de que hablaba su amigo, cuando un vampiro iba a ser vendido, se le dejaba una semana entera sin sangre, para que el dueño llegara y le diera un poco, lo que usualmente generaba una dependencia por parte del contrario, y facilitaba el lazo amo-esclavo.

- entiendo...

- Una semana despues.

Un joven guardia se veia bastante asombrado mientras miraba a la jaula que tanto temia, jamas creyo que alguien podria someter a un vampiro de alto rango.

Y es que, el rubio que hasta hace poco más de una semana parecia estar al borde de romper las cadenas de plata y cargarse a medio personal, solo estaba con la mirada perdida en el suelo, con leves espasmos de miedo de vez en cuando, ya no parecia querer librarse.

- Justo a tiempo, ya casi llega su compradora

- S-señor twigo...¿como...

- llevo años en este negocio, se como hacer esto.

Incluso el guardia que se habia encargado de vigilar todo el proceso parecia aterrado de su jefe, y es que lo que habia hecho era inhumano, por decir que le dio pena el pobre meliodas.

Fue entonces cuando la puerta principal de ese pasillo se abrio, dejando ver a tres jovenes que venian con una sirvienta del lugar.

- por aqui esta el vampiro que compro señorita.

- gracias...jericho ¿ verdad?

- asi es.

Cuando llego al frente de la jaula, el guardia hizo una pequeña reverencia para saludar, mientras que su jefe se dirigia a los mayores, para que le entregaran lo que faltaba de paga.

Sin la joven de ojos celestes no le prestaba atencion alguna a la conversacion del dinero, su mirada estaba clavada en el muchacho encadenado.

Sintio que su corazon se estrujaba al verlo asi, adolorido, tembloroso, con la mirada perdida y con numerosos ematomas en el cuerpo.

- puede pasar a darle un poco de su sangre.

A penas escucho eso, entro a la celda sin miedo alguno y se acerco al vampiro que se encontraba sentado en el suelo, quien al oirla acercarse levanto su mirada con dificultad.

La joven se arrodillo frente a él y le acaricio suavemente el rostro, limpiando un poco de la suciedad que lo cubria.

Luego, tomo un pequeño pedazo de ceramica afilado que se encontraba ahi tirado, probablemente de algun plato que el vampiro tiro al suelo, y se corto la palma.

Contraria a la reaccion frenetica que tendria otro de su raza al ver sangre, el rubio solo permanecio en silencio, viendo la sangre con un poco de curiosidad.

La chica acerco su mano a la boca masculina, permitiendo que el más bajo pudiese tomar de su sangre.

Cuando tomo lo suficiente, este levanto la mirada para ver mejor a la peli plata, y a como sus cadenas le permitieron se apego al cuerpo de esta, como naturalmente lo haria un cachorro.

- a..ma.