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El Pasado


El pasado.

5 de mayo, 2015.

Estoy seguro de que estaba teniendo un muy buen jodido sueño caliente en el que Elanese participaba, eso explicaría por qué tengo problemas con el colega duro de abajo. Veo la hora en el despertador que descansa en la mesa de noche. Son pasadas las tres de la madrugada, ¿Por qué me desperté?

Como si el puto destino quisiera darme la respuesta inmediata, escucho los gritos de inmediato. Me sobresalto y mi erección de inmediato baja mientras bajo de la cama con rapidez, golpeo mi pies de algo y el frío quema la planta de ellos, pero no me importa mientras corro fuera de mi habitación y entro a la de Skylie. Casi caigo al abrir la puerta de su habitación. Miro alrededor por algun atacante y al, una vez más, no encontrar algun intruso, llevo mi vista a la cama en donde la encuentro retorciéndose mientras grita y patalea.

Tomo lentas respiraciones para calmar los jodidos latidos de mi corazón y abordar esta pesadilla con calma de manera en la que ella no sienta más miedo al despertar. Paso mis manos aun algo temblorosas por mi cabello e inspiro hondo antes de comenzar a acercarme a ella, enciendo la lámpara. La verdad es que me rompe el puto corazón contemplar la manera en la que a una corta edad, sus pesadillas la atormentan.

Siempre me hago la misma maldita pregunta: ¿Qué es lo que sueña? ¿De qué recuerdo se trata? ¡Joder! Lo que amaría quitar de esa dulce niña cada onza de dolor que lleva consigo, en sus recuerdos, en sus vivencias.

Tomo asiento a un lado de su cama y toco gentilmente su hombro, la llamo en voz baja y tarda muchos segundos para que su cuerpo deje de sacudirse con violencia, segundos que me quitan años de vida. Envejezco mucho mientras espero que esos bonitos ojos color miel se abran y cuando lo hacen, hay tanto maldito miedo ahí que se me rompe un poco más el corazón.

—Soy yo, soy Dexter. Rojo. Estás a salvo —susurro alzando mis manos para que vea que no voy a lastimarla—. Todo está bien.

Toma la sabana y se tapa hasta la cabeza con ella, es un poco triste decir que conozco esta rutina, porque eso solo deja muy en claro que no es la primera vez que esto ocurre. Paso de nuevo una mano por mi cabello y me pongo de pie.

—Muy bien, vamos a comprobar que no hay nadie que quiera hacerte daño en la habitación.

Camino hasta el armario y lo abro, pregunto si hay alguien ahí y cuando volteo hacia la cama, ella me observa sosteniendo la sabana por debajo de sus ojos. Parece atenta a mi inspección.

— ¿Hola? —Me adentro al armario y cuando salgo la miro—. Vacío, ningún sospechoso, pero descubrí que puede ser un buen atajo para llegar a Narnia.

No dice nada, solo me observa mientras reviso las ventanas, debajo de la silla y finalmente debajo de su cama.

—Oh, no —digo cuando me asomo debajo de la cama. Me incorporo para verla, luce a la expectativa de que diré, alzo mi mano—. Encontré tu zapato perdido.

— ¡Mi zapato!

Y finalmente me da una sonrisa tímida, le devuelvo el gesto mientras dejo el zapato en un lugar donde no volvamos a darlo por perdido. Me arrodillo al lado de la cama y dejo mis brazos sobre el colchón para recargar mi barbilla de ellos.

— ¿Lo ves, Lucecita? No hay nada que vaya a hacerte daño en casa. Estás a salvo.

— ¿No vendrá?

— ¿Quién? —pregunto esperando que esta vez ella me dé alguna respuesta, pero de nuevo todo lo que hace es abrazar a su oso cariñoso y observarme—. ¿Quieres hablar acerca de lo que soñaste?

—No.

Lucho fuerte contra la frustración mientras me obligo a sonreírle. Estira su mano y toca mi cabello, eso le gusta mucho.

—No te vayas. No me dejes sola, me da miedo.

— ¿Sabes que me dijo una vez papá? —Sacude su cabeza en negación—. Que el miedo es algo que habita en cada uno de nosotros y admitirlo nos hace muy valientes, él dice que con el tiempo aprendemos a luchar con ello y que pedir ayuda para hacerlo no está mal.

— ¿Tú me ayudarás?

—Siempre voy a ayudarte, cada vez que tengas miedo siempre estaré ahí y tomaré tu mano —La estiro y tomo la suya mucho más pequeña—. Eres muy valiente al decir que tienes miedo.

— ¿Lo soy?

—Lo eres.

Me da otra sonrisa tímida y se mantiene observándome mientras acaricia mi cabello con una mano y la otra se mantiene en la mía.

— ¿Quieres que te narre un cuento? —pregunto.

Asiente y aclaro mi garganta antes de comenzar. He narrado tantos cuentos para mis sobrinos que tengo todo un repertorio en mi memoria, lo cual agradezco, porque mientras lo cuento y adorno a mi manera, sus ojos se van haciendo somnolientos. No llego al final cuando su mano cae de mi cabello a la cama y el sueño parece haberla reclamado una vez más. Sonrío y me inclino para besar su frente.

—Está vez, ten dulces sueños —susurro.

Con mucho cuidado, retiro su mano de la mía y la dejo sobre ese oso que la acompaña a dormir. Me pongo de pie y siento el dolor en mis rodillas ante la posición en la que estuve por tanto tiempo. Apago la lámpara y dejo la puerta entreabierta al salir.

No vuelvo a mi habitación, camino hasta la sala y tomo la llave para abrir el armario de licores, saco una botella y busco un vaso. Ya una vez en la cocina, dejo todo sobre el mesón, voy a mi habitación por el celular y regreso a la cocina. Me siento sobre las sillas altas y me sirvo un vaso. Doy un trago y suspiro.

Reviso los mensajes en mi whatsapp y me doy cuenta de que cierta persona aparece en línea, por lo que presiono llamar, no tarda en responder.

— ¿Qué haces despierto? —pregunto.

—Escribo en la azotea. ¿Qué haces tú despierto?

—Skylie tuvo una pesadilla.

—Lamento escuchar eso. ¿Se ha vuelto a dormir?

—Lo ha hecho, espero y está vez tenga sueños dulces y esponjosos —Lo escucho reír—. ¿Estás teniendo cuidado de no caerte en la jodida azotea? BG.5 no puede perder a Andu bebé.

—Estoy siendo cuidadoso, gracias por la preocupación. Solo voy por mi primera cerveza. Parece una noche algo melancólica.

—Estoy bebiendo un vaso de ron, no creo que vuelva a tener sueño.

— ¿Es esa una invitación traviesa para que vaya a verte, Dexter?

En esta ocasión soy quien ríe, doy otro sorbo a mi trago antes de responderle.

—Sí eso lo que quieres.

—Me tomaría diez o quince minutos llegar, no hay tráfico a esta hora y no he dado más que dos sorbo a mi cerveza, pero tendríamos que ir a tu balcón, estoy trabajando en una melodía y podría despertar a Sky.

—No hay jodido problema, trae tu abrigo entonces.

—Pasaré por comida rápida, tengo hambre.

—Te veo aquí.

***

Andrew toca los acordes y yo observo hacia el cielo oscuro mientras tomo una patata y la como. No me gusta ni un poco la manera en la que está sentado en la baranda con la espalda recostada de la columna de la pared, uno de sus pies cuelga al vacío. Me pone de los jodidos nervios el solo verlo y él lo sabe.

—Recuérdame, ¿Por qué es que te gusta escribir en estas alturas y situaciones extremas?

—Es lo mío.

—Sería jodidamente amable de tu parte si fueses más específico sobre por qué me haces tener el maldito corazón en la boca viéndote al borde del precipicio.

—Es secreto —Sonríe y se pone todavía más cómodo contra la columna—. ¿Solo la pesadilla de Sky no te deja dormir?

—También es culpa de Elanese.

—La culpable —Finge hacer una voz acusatoria, lo que me hace reír—. Así que, ¿Qué piensas hacer?

—Tengo historia con Ela —Tomo mi lata de cerveza y doy un sorbo—, un pasado algo especial que no recuerdo del todo.

»Es jodidamente difícil pensar en qué hacer porque no quiero joder el caso de Sky, ella es mi prioridad. Pero es tan malditamente difícil ignorar la manera en la que me siento sobre Elanese —Volteo a verlo—. Me he sentido atraído infinitas veces por mujeres, no es un secreto, pero ¿Crees que perdería mi puta cabeza esta vez si solo fuese atracción? Hay mucho más pasando en mí con respecto a ella.

—Es porque no se trata solo de atracción, tienes, como dirías, tus jodidos sentimientos —Sonríe—. Es un poco gracioso que Arthur nos considerara héroes cuando al final él hizo que te encontrarás con Elanese más pronto que tarde.

—No crees en el destino, Andrew.

—Cierto, pero sí creo en que nosotros hacemos las oportunidades y de ellas nacen las decisiones que forjan el tan famoso destino. Somos nuestras decisiones pasadas, presentes y futuras.

— ¿Cómo puedes ser tan sabio a esta hora? —Veo mi reloj, marca las cinco con diez de la mañana—. Dale un descanso a tu sabiduría, genio.

Permanecemos unos minutos en silencio, él tocando acordes y yo simplemente como un idiota pensando en Elanese Anderson.

— ¿Supiste de la sorpresa que Ethan planea para April?

—Ella va a enloquecer, será una puta locura que disfrutaré —aseguro—. Siendo honesto, él tardó mucho en arreglar ese encuentro.

—Es Ethan y ya sabes que todo le toma tiempo, va a su propio ritmo.

—Uno bastante lento.

—Pero mayormente esos pasos lentos lo hacen tener buenos resultados.

—Bueno, esa es una jodida verdad. Siento que nos estamos poniendo jodidamente viejos.

Eso lo hace reír, extiende su mano y le arrojo una lata de cerveza que atrapa y abre, da un sorbo.

—No sé sobre eso, soy más joven que tú.

—Solo por un año y medio o algo así —ruedo mis ojos—, pero en serio. Mira lo grande que está Harry Daniel o Halle, estamos viejos.

—Creo que sería un viejito sexy.

—No lo pongo en duda —Rio—, entonces, ¿Qué harás al respecto, Andu bebé?

— ¿Sobre qué?

—Sobre estar envejeciendo en una flor de soltería, desmadres y locuras.

— ¿Serás tú el que me dé esa charla? ¿Tú, el eterno desmadre? Resulta hasta gracioso —Suspira y ve al techo—. Hace un tiempo pensé que había encontrado a la indicada...

Y aquí vamos con la maldición de Isla, evito rodar mis ojos mientras escucho.

—Sí, Dexter, sé que todos ustedes odian a Isla, pero no me sentaré aquí y fingiré que no la amé, es una experiencia en mi vida que no pretendo borrar ni actuar como si no ocurrió. Las relaciones muchas veces son ensayo y error, la nuestra fue una.

»Aprendí de ello a no darlo todo sin recibir lo mismo a cambio y sobre todo, a ser fiel a mí mismo. No estoy buscando a "una indicada", no estoy buscando algo en particular, porque me di cuenta que ser paciente trae sus recompensas. Entonces, cuando suceda, ella deberá estar preparada.

— ¿Para qué?

—Para manejar y conocer cada faceta de mí —Alza su lata hacia mí—, por ahora, brindemos por los dos únicos solteros de BG.5.

—Salud —alzo mi lata hacia él y reímos.

***

16 de mayo, 2015.

—De acuerdo.

— ¿De acuerdo qué? —respondo, papá enarca una ceja hacia mí—. Quise decir, ¿Qué sucede, papá?

— ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué estás tan retraído y en silencio?

—Me notificaron ayer que Elanese ya no estará a cargo del caso de Skylie —mascullo, permanece en silencio y alzo la vista hacia él.

— ¿Te sientes traicionado por ella, hijo?

—Me hubiese gustado que me lo dijera la última vez que nos vimos.

Pero entonces debo recordar que sus palabras finales tal vez fueron unas indirectas que no supe atrapar.

— ¿No te parece que tiene derecho a guardarse al menos una regla? Por lo que sé, ha roto muchas por ti. Tal vez ella quiso hacer lo correcto esta vez. ¿O crees que ella solo quiere lastimarte con sus decisiones?

—No creo que ella intencionalmente planee hacerme daño —admito— y sé que debe tener sus jodidas razones.

—Lenguaje —dice de inmediato y eso me hace reír—. Si sabes todo esto, ¿Por qué estás enojado?

—No lo sé —Me encojo de hombros, pero luego las palabras salen de mí—. Estoy cabre...Enojado, de que al hacerlo no contactara conmigo, no por mí, sino porque ¿Cómo se está sintiendo ella? Podría necesitar un abrazo.

—Tal vez su hermana le dio ese abrazo.

—Pero yo quiero darle el mío —Acabo por decir, él sonríe y revuelve mi cabello como si yo fuese un niño.

—No es demasiado tarde. Siempre puedes ir a darle tu abrazo, siempre es buen momento para uno.

¡Joder! ¿Alguna vez mencioné que la sonrisa de papá es alentadora? Estoy seguro de que si estuviese en un acantilado y sonriendo me dijera: "arrójate"; me parecería razonable y alentador, por lo que lo haría.

Supongo que Harry sacó eso de él. A veces puede resultar muy molesto, pero mayormente, en ocasiones como estas, logra alentarme a hacer lo que estaba conteniéndome.

—Esa es la razón por la que mamá fue toda loca enamoradiza persiguiéndote ¿Verdad? —pregunto con diversión.

— ¿Cómo que mamá loca enamoradiza?

Llevo mi vista hacia mamá que viene entrando a la cocina, se detiene con las manos en sus caderas, escucho a papá reír. T r a i d o r.

—Eh, ya sabes, Hannah. Lo perseguiste hasta que se rindió ante ti.

— ¡No lo perseguí! Solo fui persistente.

—Claro, cariño, solo persistente —Asegura papá antes de comenzar a leer el periódico.

—No me quieras tomar por tonta, Carter.

—No lo hago —dice papá leyendo el periódico—. Persistente Hannah —Sonríe con diversión.

—Carter —dice con tranquilidad.

—De acuerdo, dejaré a la señora persistente con su esposo —digo bajándome de la silla alta del mesón y planeando alejarme.

Comienzo a alejarme y rio cuando comienzo a escuchar la sermón de mamá a papá, ah ¿Ahora quién es el traidor, papá?

Camino hasta el jardín de la casa y sonrío viendo a Emma conversar con Skylie. La reina McQueen tiene una ternura que ninguno de sus hijos heredó, ella es tan encantadora que es difícil no amarla.

Camino hasta ellas y me siento al lado de Emma, tomo una de las galletas que ella horneó bajo la atenta mirada de ambas.

— ¿Qué?

—Ya no pareces enojado —informa Emma.

—Antes Rojo estaba así —Skylie frunce el ceño—, ahora está así —Sonríe. Yo rio.

—Papá me dijo algo que me hizo sentir mejor —Les guiño un ojo—. Skylie, ¿Crees que estarás bien si te quedas un rato con mis padres?

— ¿Por qué?

—Iré a ver a una amiga.

Me observa como si me analizara, incluso entrecierra sus ojos y ¡Joder! Me pone nervioso como si hubiese cometido algun tipo travesura. Finalmente cuando ella deja de ser rara intimidándome, se gira hacia Emma.

—Él va a ver a mi mejor amiga. Ellos se ven graciosos, como si quisieran comerse como helado —informa a Emma, quien lleva una mano a su boca para contener la risa.

Pero ¿Qué carajos? Siento mis mejillas sonrojarse.

—Son bonitos —concluye Skylie—. Son bonitos juntos.

—Apuesto a que lo son, cariño —garantiza Emma sonriéndome.

***

Toco una vez más, pero nadie sale. ¡Genial! Ella no está en casa...O tal vez me evita, lo cual me ofendería. Saco mi teléfono del bolsillo del jean y marco su número, es la primera llamada que le doy desde que me llegó la notificación sobre cómo ella ya no llevaría mi caso. Por suerte, ella contesta.

— ¿Hola?

—Hola... ¿Es por qué te he besado y cruzado las líneas aun cuando querías mantenerlas? —pregunto de manera directa.

Necesito saber sus razones, si fue debido a alguna jodida estupidez de mi parte. Si una vez más, lo arruiné, sin embargo, su respuesta es un "no". Lo que me hace estar más confundido sobre el por qué renunció al caso.

— ¿Me he vuelto un maldito pesado o te molestó algo que hice?

—No, no se trata de nada de eso. No es por ti. Yo quiero ayudarte y lo estoy haciendo al apartarme del caso. Y...

— ¿Y?

—Y te lo dije una vez, una de esas tantas veces en las que rompí reglas. Te dije que nunca pude descubrir en qué soy buena o lo que quiero hacer, me dejé arrastrar con la corriente y veinticuatro años es una buena edad para descubrir qué quiero y cuál es mi sueño, creo.

Escucho a través del auricular, pero también de manera cercana, unas llaves caer, lo que me hace saber que, entonces, ella está llegando y estamos a nada de vernos frente a frente. Suspiro.

—No me necesitas, Dexter, lo haces muy bien y lo que yo veo en ti cuando estás con Skylie también lo va a ver otro, además, te tocó un excelente colega. Vas a estar bien.

Decido colgar, porque hay muchas cosas que necesitan ser dichas en persona. No estoy aceptando esta mierda por teléfono, sean cual sean sus decisiones, quiero escucharlas mientras la miro. No tarda mucho en aparecer en mi campo de visión, al final de las escaleras y se paraliza en cuanto reconoce mi presencia. Doy grandes zancadas avanzando hacia ella.

—Jodidamente no me molesta que decidas ir por lo que quieres, me jode que sientas que debes esconderte y yo tener que pensar cómo mierda se supone que lo arruiné está vez —presiono mi índice en su hombro y eso la toma por absoluta sorpresa—. No eres una maldita delincuente que debe esconderse, podrías solo haberme dicho. ¡Mierda! No tienes idea de las horribles horas que he pasado pensado qué coño hice para molestarte.

»Eras la trabajadora social, pero envié al carajo lo profesional, así que podrías haber considerado que no me estaba preocupando por Elanese mi supervisora, si no Elanese la extraña pero tremendamente hermosa mujer adicta a los malditos dulces.

— ¡Oye, oye! Haz una pausa —Quita mi dedo de su hombro y cuando presiona su mano en mi pecho, me toma por sorpresa su fuerza que me hace retroceder al menos dos pasos—. Yo no me estaba escondiendo, como lo has demostrado, sabes dónde vivo, tienes mi número. No he ido a ninguna parte que no sea a una pomposa casa para cenar y ser una horrible hermana.

»No eres mi novio o familiar, por lo que no debo notificarte de mis movimientos —Pasa de mí y camina hacia la puerta de su apartamento, la sigo—. Y lo lamento, Dexter, lamento que me diera por vencida, pero necesito aprender a madurar y hacer las cosas bien. Si seguía de ese modo, luego ibas a estar perjudicado y todo se empeoraría. No me necesitas para pasar por esto, cualquiera va a darse cuenta de que ustedes dos son perfectos como padre e hija.

—No era...

—Sí, era. Eres famoso, muy famoso. ¿Cuánto crees que iba a tardar alguien en verme siendo inapropiada y ponerlo en internet? ¡Incluso Skylie! Ella podía solo vernos alguna vez y de forma inocente decirlo, lo cual no era un pecado, pero no era correcto. Vas a estar bien, créelo. Estarán bien conmigo o sin mí.

Bien, me dio las palabras necesarias, puedo tomarme de ellas. Abre su puerta y se gira para verme. Paso las manos por mi cabello y mordisqueo mi piercing, bien, supongo que llegamos a este punto e inexplicablemente me siento con bastante entusiasmo y enérgico para esto. La señalo con mi índice.

—Contigo.

Esa es mi jodida elección y no voy a cambiarla. Lo siento, Andrew, pero te quedarás solo en el barco de soltería.

— ¿Qué? —Luce desconcertada.

—Dijiste que estaríamos bien contigo o sin ti, así que hice mi maldita decisión y dije contigo.

—No estaba...

No la dejaré escapar, pienso ser jodidamente persistente.

—Contigo. Maldita sea, contigo. Elegí, vive con ello. Contigo y punto.

—No volveré al trabajo.

—Bien. Confío en que conseguiré tener a Lucecita, porque estoy aprendiendo a hacerlo bien —Camino hacia ella— y si tú también lo ves, entonces, el nuevo trabajador social también lo hará. No estoy eligiendo a mi trabajadora social —Me detengo frente a ella, saboreando finalmente este momento—, yo jodidamente estoy eligiendo a Elanese la rompe reglas.

—Siempre dices «jodidamente» —Sus palabras me causan gracia.

—Apuesto que lo notaste hace mucho.

—Lo hice.

—Y que de hecho te gusta.

—Uhm...

Con mi nariz acaricio su barbilla, saboreando la anticipación ante el hecho de que no hay dudas de que voy a besarla. Ella tropieza hacia atrás y casi cae debido a que la puerta se encuentra abierta, pero mis manos logran sostenerla cuando se ubican en su espalda baja. No puedo evitar sonreírle, está exactamente en un lugar de donde no quisiera que escapara.

—Oye, malditamente me gustaría la cosa de dejarte sin respiración, incluso las piernas de gelatina, pero no te caigas —Bromeo.

—Qué estúpido —susurra.

—Voy hacerte desfallecer, Copo de azúcar. Te estoy advirtiendo.

— ¿Alguien te ha dicho alguna vez que eres malditamente preciosa? —susurro contra la esquina de su boca y me encanta que eso la hace suspirar.

—Mi papá y mis hermanas —rio.

—Otras personas tuvieron que decírtelo.

—Tal vez...Pero dudo que justo ahora quieras hablar de mi exnovio.

—Una patada en las pelotas duele menos, pero...

— ¿Pero?

—Yo creo que eres malditamente preciosa y muy sexy. Bastante. Jodidamente mucho.

—Quieres gustarme.

El coqueteo continúa durante intercambios de palabras que solo hacen que mi contención se vaya desgastando. Ella me observa y sonríe a medida que su mano se desliza de mi pecho a mi barba, siento la caricia en todos los lugares correctos.

— ¿Qué me dice esa sonrisa? —cuestiono en un susurro.

—No lo sé, mantenlo profesional, Dexter, profesional.

Rio y término con el juego que manteníamos. La beso. No más reglas rotas, no más miedo a arruinarlo. Se siente como algun tipo de libertad y eso tal vez explica porque soy tan desvergonzado con la manera en la que quiero devorar su boca. Besos cortos que animan a su boca a abrirse y cuando lo hace, no hay tiempo que perder. La beso de la manera en la que sé que podríamos hacer estallar nuestras putas cabezas. Mis brazos se enredan entorno a su cintura y pegarla a mi cuerpo hace que casi entre en una combustión espontánea. Sus brazos enredados en mi cuello y sus manos en la parte baja de mi nuca, hacen las cosas aún mejor.

Es un beso que nos hace perdernos uno en el otro, un beso que se convierte en otro y otro, que me incita a ir jodidamente por más. Quiero más.

La hago retroceder, la puerta es cerrada detrás de nosotros y su espalda se presiona contra ella. Mi frente acaba en su cuello y mi respiración es inestable al igual que la de ella.

—Quiero tocarte —confieso antes de besar esa vena latiendo en su cuello.

—Lo estás haciendo.

—Quiero tocarte mucho más.

— ¿Exactamente dónde?

Pregunta interesante, con una respuesta tremendamente interesante. Alzo mi rostro, muerdo el piercing y sonrío, ya que ella quiere saber...

— ¿Te lo digo o te lo muestro?

—Esa es una pregunta tan peligrosa. ¿Qué está sucediendo?

—Finalmente el maldito fuego explotó.

Parece ser una explicación valida, porque ella asiente y sus manos crean fuego al ir debajo de mi camisa y acariciar mi abdomen. Sus dedos se sienten fríos, sin embargo, crean fuego a su paso.

—Tienes los dedos fríos —declaro.

—Caliéntalos.

Enarco una ceja ante su respuesta audaz. Tomo su mano, alejándola de mi abdomen y beso sus dedos, luego chupo uno de sus dedos observando la manera en la que sus pupilas se dilatan.

—De acuerdo...—Su voz es temblorosa—. Eso es otro nivel.

—Creo que ya no están tan fríos.

—Nada en mí está frío.

—Déjame confirmarlo.

—Adelante.

Dejo ir su mano y la rodeo con mis brazos, mis manos deteniéndose en el inicio de su culo, mis manos se deslizan hasta meterse debajo de su pantalón y sacar el dobladillo de su camisa, no borro mi sonrisa y tampoco dejo de verla.

—Voy a confesarte que he tenido fantasías contigo. Bastante creativas, jodidamente espectaculares. Tranquila, no todas eran de sexo, pero sí algunas.

»Comenzó con pequeños pensamientos, luego un par de sueños ¿Cómo podía verte profesional si mi maldita mente me traicionaba?

Sus manos son todas caricias y luego lleva mi rostro al suyo, y ¡Maldita sea! Se siente increíblemente bien cuando ella muerde mi piercing y luego lo succiona, gimo y gemiría mil veces más si ella vuelve a hacerlo.

—Vas a ser mi perdición, no literal, pero jodidamente vas a enloquecerme.

—Cállate.

—Oh, tendrás que hace más que ordenarme para conseguirlo, copo de azúcar.

Nos besamos en profundidad y cuando la muy descarada me dice que no le hable, que le muestre, el control acaba por desaparecer.

Mis dedos se encargan de su camisa, me deleito con la vista de su sujetador conteniendo algo que sin duda alguna me encargaré de saborear. Hay algo de charla en medio de nuestros siguientes movimientos, palabras que solo consiguen que mi jean se sienta incluso más apretado. Lamo y beso su cuello y permito que mis manos ahuequen sus pechos, disfruto cada puto segundo de ello y estoy bastante extasiado hacia donde nos está llevando esto. Sus manos me presionan por más, mi boca regresa la suya, mis manos se mueven sobre sus pechos y luego me encargo del molesto pantalón, deshaciendo el botón y bajando la cremallera.

Mis besos comienzan en su mejilla y adentro mi mano en su pantalón, amo como me da más espacio entre sus piernas con el fin de que mi caricia resulte mejor y amo lo receptiva que es ante ello. Dejo besos por su cuello mientras mi mano no se detiene en sus movimientos por encima de sus bragas. Mis besos llegan al centro de su pecho y saco la mano de su pantalón con el fin de ir por el sujetador. Le sonrío y esos ojos brilloso me observan lleno de expectativas que deseo cumplir. Pero me paralizo porque noto el tatuaje debajo de uno de ellos: una fecha, una letra. Hay el destello de un recuerdo viene a mi mente de manera borrosa.

"—Quería detenerlo, susurraba que no, pero luego me paralicé...

—No es tu jodida culpa, quisiste detenerlo." El dialogo aparece en mi mente.

Grandes ojos llenos de lágrimas, rímel corrido y mucho dolor en una mirada.

— ¿Qué sucede? —Me pregunta al ver que no sigo.

Oh, jodida vida. Puedo recordar la puta noche.

Lo que le sucedió.

Lo que hizo.

Su dolor.

La angustia.

Si no quieres recordar este día, entonces recuerda mi cumpleaños. Ve, haz un jodido tatuaje con mi fecha y cada vez que pienses que arruinaste tu cumpleaños, recuerda que este tipo del bar, cree que celebrar tu año de vida vale más que cualquier error cometido —repito las palabras que mi cerebro arroja como recuerdo—. ¿Te dije una mierda así de parecida, verdad?

»Dijiste que tu cumpleaños sería maldito y te dije que si lo celebrabas dos veces no sería así, que lo celebraras en tu fecha y en la mía. Que lo tatuaras y...Jodidamente lo hiciste. Mi cumpleaños en número romano está ahí.

Se encarga de su camisa y observo como se cierra en sí misma, como arma un muro frente a mí, pero lo sé.

—Dímelo.

—No.

—Por favor dímelo.

—No.

—Elanese...

— ¿Para qué te voy a decir lo que ya sabes? —grita— ¡Lo sabes! ...Oh, Dios, mío. Lo sabes. Lo recuerdas.

Luce como si yo fuera el carcelero de su prisión y no me gusta cómo eso me hace sentir, quiero ayudarla, quiero confortarla, pero ella huye y se encierra en el baño. Cuando la alcanzo, ya ha cerrado con seguro la puerta. Es jodidamente frustrante como pasamos del fuego a este hielo.

Apoyo mi frente contra la puerta, no dispuesto a dejarla alejarse de mí. No la juzgué hace años, no lo haré ahora.

—Tiene la letra «D» porque supiste luego que era yo ¿Verdad?

—Creo que debes irte, Dexter.

—No voy a irme; si debo hablar con la jodida puerta atravesada, lo haré. Pero vamos a hablar. Ahora.

—Por favor vete.

—No te dejé sola hace años y no lo voy a hacer ahora, Elanese.

Me hace sentir malditamente impotente el hecho de escucharla sollozar. Le duele, todavía eso le hace daño y no sé cómo hacer que ya no le duela más.

Tengo mis propias heridas, así como mis razones para haber ido a ese bar aquella noche. Sabiendo que es cuestión de confianza, le cuento por qué estuve ahí, lo que sentía y la manera en la que dolía esa noche, la manera en la que decidí que el licor por unos instantes aliviaría ese ardor en mi jodido corazón. Ella me escucha, nos separa una puerta, pero sé que mis palabras nos van acercando.

Y solo cuando acabo, finalmente, ella comienza su historia, esa que tanto quiso ocultar de mí, esa que tanto daño le hace.

—No voy a juzgarte, copo de azúcar. Confía en mí, no lo haré.

Ella continúa, nombrando a Kora y la manera en la que ésta "la ayudó." Me llena de impotencia escuchar sabiendo que no puedo hacer nada para cambiar algo que ya ocurrió, algo que ya dejó su cicatriz en ella.

—Yo...No creo que pueda decirte más y tú lo sabes, te lo dije. Ahora lo recuerdas.

—Por favor —digo.

Sé que si lo habla en voz alta por primera vez, en mucho tiempo, podría ayudarla, el saber que no está sola en ello, que hay alguien que la escucha y comprende de dónde vinieron sus decisiones.

Pasados unos segundos, ella retoma su relato, aprieto mi mano en puño escuchando.

— ¿Puedes abrir la puerta, Elanese? —pido

— ¿Por qué?

—Porque yo sé que vas a necesitar un jodido abrazo cuando termines.

—Porque lo sabes.

—Porque lo sé. Por favor.

Siento alivio cuando escucho que quita el seguro, abro la puerta y me quiebra un poco el verla sentada y llorando. No digo nada mientras me dejo caer detrás de ella y la atraigo a mí envuelta en mis brazos.

—No voy a irme, no voy a juzgar. Lo prometo.

—Te creo.

Una vez más comienza a hablar y entiendo que la historia se va volviendo más dolorosa a medida que avanza. También entiendo algo: muy pocos harían tal sacrificio por alguien más. Sí, tal vez fue una decisión apresurada tomada bajo una situación de desesperación, pero es real. ¿Cuántas personas no recurren a vender su cuerpo basados en la desesperación? Hay situaciones jodidas que hacen que las personas renuncien a su voluntad, no por gusto.

Y cuando ella habla sobre cómo al último momento se arrepintió y dijo que parara y él no lo hizo, eso hace que la ira y la tristeza me embarguen partes iguales.

—Y esa es la historia de por qué estaba en el bar—susurro.

La hago voltearse, de manera que queda a horcajadas y no mentiré diciendo que pese a la atmosfera que nos rodea, eso no enciende un poco las cosas. La veo a los ojos y me encargo de con mis pulgares limpiar sus lágrimas.

—No te juzgué esa noche y ¡Maldita sea! No lo hago ahora. Eras joven y estabas en una situación jodida más grande que tú, querías ayudar a quienes amabas y buscaste una salida que solo te lastimara a ti. Yo haría un montón por mi familia, así que entiendo de dónde vino eso.

»Odio a ese maldito bastardo por aprovecharse de las necesidades de una chica joven y aprovechar su debilidad, y odio a esa pequeña arpía que abrió esa puerta para ti. Pero no odio ni tu fortaleza, lealtad y capacidad para avanzar. Esa situación fue jodidamente enorme, pero no se quedó pequeña ante ti porque tú eres mucho mejor que eso, más fuerte y leal.

Cuando baja la vista y cierra sus ojos, tomo su barbilla y ella los abre una vez más.

—Eres una buena persona, Elanese. Eres malditamente hermosa por fuera, y por dentro eres espectacularmente hermosa y me siento honrado de que realmente tomaras mi cumpleaños como tuyo también, que mis palabras ebrias pero sinceras significaran algo para ti.

Ella habla sobre la manera en la que su lamentable ex reaccionó cuando ella tuvo el coraje de contarle y seriamente el tipo necesita unas serias patadas en las bolas.

—Tu exnovio es una mierda, un hijo de puta imbécil que sabía que tenía a una novia espectacular que podría encontrar a alguien mejor, y por eso se sintió tan amenazado, se le encogió la polla y prefirió hacerte creer lo peor para que nunca pensarás que merecías más.

—Gracias.

—No hay nada que agradecer, Copo de azúcar, solo digo la mierda que pienso.

—Entonces gracias por decirme tu mierda —sonríe y le devuelvo el gesto.

—No deberías verte bonita después de llorar, las personas suelen ser feas durante y después del llanto.

— ¿Soy fea mientras lloro?

—Mierda, sí—Rio—. Todos somos feos cuando lloramos.

—Qué gran consuelo.

—Al menos te hice sonreír.

—Sí.

—Y es malditamente inapropiado, pero mantengo mi erección. Bien parada la tengo.

—Oh, Dios mío —lleva una mano a su boca y ríe, pero ella se mueve sobre mí y estoy seguro de que puede sentir las consecuencias de tal audacia.

Mis manos van a sus caderas para detenerla antes de que me vuelva algo bestia.

—No hagas esa mierda o enloqueceré.

— ¿Me deseas aún después de mi horrible historia?

—Elanese, yo ya conocía tu historia. Pequeños destellos han llegado poco a poco, pero ver hoy el maldito tatuaje fue todo. Y sigues siendo está espectacular mujer sentada sobre mi jodido pene erecto a la que quiero hacérselo de adelante hacia atrás, de pie, acostado, rápido o lento. Como sea.

Sus manos acarician mi barba, parece que eso le gusta.

—Esto es muy diferente a todo lo que conozco —susurra—. Dime la verdad ¿Estarás ahora y luego te irás?

—Estoy aquí, si no lo quisiera como la mierda me hubiese ido. No tengo ninguna obligación para estar aquí contigo, lo hago porque malditamente lo quiero ¿Quieres que esté aquí? Porque estoy aprendiendo la cosa de respetar las decisiones de los demás, sobre todo de los que me importan, lo he aprendido de manera dura.

—Me gusta que estés aquí.

— ¿Aquí como en tu apartamento para ti? O ¿Aquí como justo debajo de ti con mi erección contra a ti?

—Ya deja de hacer eso —implora.

—Porque te calienta —rio—. Te pone cachonda ¿Eh?

—No es...

Con una mano en su cuello la atraigo para besarla, está vez es de manera lenta y premeditada, una manera de seducirla, unos pasos para retomar lo que empezamos. Porque no me importa su pasado, porque me gusta incluso más que antes. De nuevo me encargo de su camisa y no me detiene, la saco y hago mi camino de besos desde su boca hasta su cuello. Me alejo y me encargo de mi camisa, dejándola también fuera del juego.

—Estamos jodidamente a mano, excepto que tu llevas un sujetador... ¿Igualamos?

Siento que los ángeles cantan cuando llevando las manos detrás de su espalda se encarga del broche de su sujetador y luego lo saca de su cuerpo dejando toda esa perfección ante mis codiciosos ojos. Me encargo de dejar muy en claro que este es el mejor puto momento de mi semana y que pretendo hacer muchas cosas traviesas y húmedas con sus esplendidas tetas.

Así que mi advertencia se vuelve una realidad cuando me encargo de hacerla delirar con una muy buena atención a esa área de su cuerpo, me vuelvo muy íntimo amigo de esa zona y me deleito con la manera en la que disfruta y pide más. Por supuesto, que yo siendo tan amable, le doy más.

Ubico mis manos codiciosas contra su espalda y la observo, sonrío. Es preciosa, una belleza que se iguala con la de su interior. Una persona con sentimientos muy hermosos.

— ¿La D es por Dexter, Copo de azúcar?

—Desastre, desesperada, defectuosa...

—Y de Dexter, vamos, admítelo.

—No.

—Tenemos tiempo para llegar a ese acuerdo.

La callo yendo por más y no nos detenemos ahí. Pasamos por una conversación, dejamos el baño y llegamos a su habitación. Hablamos de todo y de nada con caricias, jugamos a contenernos, fingimos que no estamos dando pasos hacia ese dulce punto en dónde no sabremos dónde comienza mi cuerpo y dónde termina el suyo. Y finalmente, voy por más, tan lejos como para terminar la noche conmigo dentro de ella y con unos jodidos gemidos que no hacen más que alentarme para seguir en la búsqueda de más.




Holaaaaa, pensé que nunca llegaría al final de este extra hahaha se me hizo largo, quería como tocar la laptop y que toda la información se procesara.

Para spoilers o adelantos, hago uso de mis stories en instagram (DarlisStefany) y las de la página Facebook (Darlis Stefany).

Espero les guste.

Un beso.


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