Somnolienta, se remueve sobre la superficie blanda en la que se encuentra recostada en un intento vano por esconder su rostro de los rayos de sol que se filtran a través de la cortina mal cerrada. Una queja, ronca, resuena al interior de su garganta mientras sus sentidos se van activando hasta el punto en que es consciente del agradable cosquilleo que le provoca una cálida respiración al impactar contra la sensible dermis de su nuca. Gira la cabeza todo lo que le permiten sus huesos y flexibilidad para poder divisar esa distinguida cabellera rosa; esa misma que le pertenece al chico que le roba suspiros de enamorada y que se haya acurrucado contra su espalda, brindándole un reconfortante abrazo que la ha mantenido acogedoramente cálida durante toda la noche de invierno.

Dormir entre los brazos de Itadori se convirtió en un hábito mucho antes de que ambos formalizaran su relación. Todo dio inicio en medio de una misión en donde el chico, percatándose de lo friolenta que es Diana y que era incapaz de temperar su cuerpo por sí misma durante esa gélida noche, se ofreció a ser su guatero humano para que no muriera congelada. Sentirse rodeada por los brazos de Yūji, lejos de crearle un sentimiento de incomodidad que pudo haberle arrebatado el sueño por lo que restaba de la noche, le provocó una sensación inigualable de seguridad y calidez que le dijo a gritos que ahí, sintiendo la respiración acompasada del joven, era el mejor lugar para descansar sin preocupaciones.

Intentado no despertar a su novio con tanto movimiento, pero fallando horriblemente en el proceso, Diana busca una nueva postura en la que ahora le dé la espalda al molesto sol que la ha arrastrado de los pies desde el reino de los sueños y, en cambio, tener frente a ella la expresión adormilada de Yūji; esa que es tan adorable que solo provocan ganas de llenarlo de besos y mimos.

— ¿Qué ocurre? — cuestiona en un susurro, batallando contra sus parpados para mantenerlos entreabiertos.

— No es nada. Solo sigamos durmiendo — responde, dedicándole una sonrisa que es correspondida por Itadori de la mejor manera en que su somnoliento cuerpo le permite.

Se permite depositar un corto beso en los labios del chico, arrebatándole una suave risa que pronto se pierde en el silencio que colma la habitación, para seguido acurrucarse entremedio de esos fuertes brazos que la reciben gustosos. Inspira el aroma característico de Yūji que parece funcionar como un anestésico en ella, y permite que sus párpados se cierren para volver a dormir. 

Cortito y soft, porque Itadori siempre me deja soft 🤧. Muchas gracias por leer 💙