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VEINTITRÉS

El día de presentar a Taehyung ante mis padres había llegado y yo no podía estar más nervioso.

Iba a salir del clóset y, además, presentarles a mi novio por primera vez. Nunca había cuestionado mi sexualidad profundamente porque no lo consideraba algo esencial en mi vida. Sin embargo, a lo largo de los años, había sentido atracción tanto por hombres como por mujeres.

El verdadero problema no era mi sexualidad, sino cómo reaccionarían mis padres. Aunque no sería la primera pareja gay que conocieran, Kim Namjoon y Kim Seokjin también lo eran, algo me decía que esto sería diferente. Esta vez, era sobre mí.

—¿Estoy bien así? —pregunté por milésima vez mientras intentaba acomodar mi cabello frente al espejo.

Taehyung, sentado en su cama, soltó una pequeña risa antes de acercarse a abrazarme por la espalda. Apoyó su mentón en mi hombro y habló en ese tono tranquilizador que siempre me desarmaba.

—¿Eres consciente de que tus padres te han visto con brackets, con baba en la cara y hasta rapado? No tienes que arreglarte tanto para esto.

Rodé los ojos, divertido por las situaciones que había mencionado.

—No debí contarte esas cosas. —Me miré nuevamente al espejo y suspiré—. De todos modos, la situación lo amerita.

Asentí con determinación antes de girarme hacia él. Tomé sus mejillas entre mis manos y dejé un casto beso en sus labios.

—Estás perfecto —susurró él sobre mis labios, esbozando una sonrisa mientras desacomodaba mi cabello adrede.

Estuve a punto de besarlo de nuevo cuando una voz interrumpió el momento.

—Ey, tortolitos, no era mi intención interrumpirlos —dijo Chanyeol desde la puerta abierta, con una ceja arqueada y una sonrisa juguetona—. Pero Seokjin y Namjoon tienen algo que darles.

Solté un suspiro nervioso mientras caminábamos de la mano hacia la cocina. Al llegar, Seokjin estaba concentrado moviendo una sartén mientras Namjoon cortaba vegetales.

—Taehyung nos comentó que hoy conocerá a tus padres —dijo Seokjin sin apartar la vista de la sartén.

—Sí, creo que ya es hora de hacerlo. No me gustaría ocultarles esto más tiempo —respondí, fijando la mirada en las llamas de la hornilla.

—¿Les dirás lo que somos? —La voz de Yoongi resonó desde un rincón. Cuando lo vi, estaba apoyado contra el marco de la puerta, con las manos en los bolsillos de su polera y unos pantalones a cuadros. Su apariencia casual me tomó por sorpresa.

—Claro que no, eso sí que nunca.

Taehyung, como siempre, salió en mi defensa, rodeando mks hombros con un brazo. —Pueden confiar en él.

Yoongi me miró de reojo antes de desaparecer por el comedor, dejando un silencio incómodo tras de sí.

—Y lo hacemos, confiamos en Jungkook —intervino Namjoon con una sonrisa amable, mientras me extendía una botella de vino.

Tomé la botella y pasé un dedo por la etiqueta. El diseño era elegante, pero lo que realmente me dejó sin palabras fue la explicación de Namjoon.

—Es un regalo para tus padres. Un vino de trescientos años.

Abrí la boca, sorprendido, pero antes de que pudiera decir algo, Namjoon continuó:

—Por cierto, si aceptan a Taehyung, nos gustaría invitarlos a almorzsr este fin de semana, para que todos podamos conocernos formalmente.

—¡Se los diré! ¡Muchas gracias! —respondí con entusiasmo, emocionado por la idea de una reunión entre ambas familias.

🍂

Mientras avanzábamos en el auto, con las luces de las casas del pueblo deslizándose a nuestro alrededor, mi mente era un torbellino de pensamientos. Miré a Taehyung, quien mantenía ambas manos en el volante, conduciendo con una calma que envidiaba profundamente.

—¿Crees que lo estoy haciendo bien? —pregunté finalmente, rompiendo el silencio.

Él no apartó los ojos del camino. —¿Hacer qué bien?

—Todo esto —respondí, haciendo un gesto vago hacia mí mismo—. Salir del clóset, presentarte como mi novio, la idea de ponerlos a prueba de esta manera.

—No creo que haya un "hacerlo bien" o "mal" en estas cosas, Gguk. —Su tono era tranquilo—. Solo hay que hacerlas cuando estás listo.

Suspiré y miré por la ventana, tratando de encontrar algo de claridad en la maraña de dudas que ocupaban mi cabeza. —No sé si estoy listo. Pero tampoco quiero seguir ocultándolo.

Taehyung asintió ligeramente y aunque no dijo nada su apoyo silencioso hablaba más que mil palabras.

Al llegar a la entrada de mi casa, el familiar brillo cálido de las luces del salón parecía más intimidante que acogedor. Me quedé sentado en el auto unos segundos más, contemplando la posibilidad de dar la vuelta y posponerlo todo.

—Ey. —La voz de Taehyung cortó mis pensamientos—. Esto no se trata solo de ellos, Jungkook. También se trata de ti. Si hoy no es el día, está bien. Pero si decides que sí lo es, estaré justo a tu lado.

Respiré hondo, dejé que sus palabras se asentaran y finalmente asentí.

—Vamos.

Cuando mi madre abrió la puerta, su sonrisa habitual me golpeó como un recordatorio de todo lo que estaba arriesgando. La abracé con fuerza inhalando el familiar aroma de su perfume y de inmediato noté la curiosidad en su mirada al ver a Kim detrás de mí.

—¿Quién es tu amigo? —preguntó con esa calidez maternal que siempre lograba tranquilizarme, aunque en este caso solo aumentó mi nerviosismo.

—Él es Taehyung, mamá. Mi... —Mi voz se atoró por un instante, pero la firmeza en la postura de Taehyung me dio el empujón que necesitaba—. Mi novio.

El mundo pareció detenerse por un segundo. Mi madre parpadeó, procesando la información, mientras mi padre, que acababa de entrar al salón, se quedaba quieto en la entrada.

—¿Tu novio? —repitió mi madre, más sorprendida que incrédula.

—Sí. —Tragué saliva y tomé la mano de Taehyung, sintiendo cómo sus dedos se entrelazaban con los míos, dándome fuerzas—. Sé que nunca lo mencioné antes, pero... soy bisexual.

La confesión salió más firme de lo que esperaba, pero el peso en mi pecho no desapareció. No todavía. Mi madre miró nuestras manos entrelazadas y luego a mí.

—¿Por qué nunca nos lo dijiste? —preguntó finalmente, su voz sonaba con tristeza.

—Porque tenía miedo. —Mi voz se quebró al decirlo, y aparté la mirada, sintiendo un nudo en la garganta—. Miedo de que no me entendieran, de que me miraran diferente... de que no estuvieran orgullosos de mí.

Mi madre dejó escapar un leve suspiro antes de dar un paso hacia mí. Colocó una mano en mi mejilla obligándome a mirarla.

—¿Cómo podríamos no estar orgullosos de ti? Eres nuestro hijo, nuestro Jungkook. Nada de lo que hagas o digas cambiará eso.

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas, pero me negué a derramarlas. No aquí, no ahora.

—Pero esto no era lo que esperaban, ¿verdad? —insistí, mi voz apenas un susurro.

—No —admitió mi padre, hablando por primera vez. Su tono era directo—. Pero la vida rara vez es lo que esperamos. Y eso no significa que sea algo malo.

Hubo un silencio tenso, como si todos estuviéramos ajustándonos a un nuevo equilibrio. Entonces mi madre miró a Taehyung, quien había permanecido estoico pero atento durante toda la conversación.

—Taehyung, ¿verdad? —preguntó y él asintió enderezándose ligeramente luego de hacer una reverencia.

—Sí, señora Jeon.

—Gracias por cuidar de Jungkook. —Su sonrisa fue tenue pero genuina y me di cuenta de que el peso en mi pecho finalmente comenzaba a desvanecerse.

Mi padre se acercó colocando una mano en mi hombro y me miró directamente a los ojos.

—Es mucho para asimilar. Pero lo único que importa es que seas feliz.

Miré a Taehyung, quien me devolvió una pequeña sonrisa. Todo esto parecía tan perfecto para ser real.

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