SIETE
Otro capítulo porque estos días no podré actualizar, oficialmente he empezado con la temporada de parciales, deséenme suerte:(
Desperté tumbado sobre una camilla, el mareo era tan intenso que apenas podía pensar con claridad. Respiré hondo, intentando calmar la bruma en mi mente, hasta que los recuerdos comenzaron a tomar forma y la verdad me golpeó como un torrente.
Me incorporé de golpe, ignorando el mareo que amenazaba con devolverme al suelo. Mi muñeca, cubierta de marcas de dedos tenía encima una crema que no reconocía.
—Es lidocaína —una voz masculina interrumpió mis pensamientos. Giré rápidamente la cabeza, encontrándome con un hombre alto, con unos lentes que reflejaban la tenue luz de la habitación. —Te debe doler bastante. La crema aliviará el dolor y el color desaparecerá en unos días.
Una incomodidad indescriptible se apoderó de mí. No solo por el dolor físico, sino por la sensación de extrañeza que invadía la habitación, como si estuviera fuera de lugar, como si todo fuera un sueño.
—No me he presentado. Soy Kim Namjoon —dijo el hombre y mi mirada se desvió involuntariamente hacia un cuadro en la pared, donde vi a varios hombres con trajes impecables. Uno de ellos... Taehyung. Mi corazón dio un salto, pero la confusión pronto se apoderó de mí. ¿Había sido todo real? ¿O estaba atrapado en una pesadilla?
—Lo siento mucho —musité intentando ponerme de pie con torpeza. La incomodidad crecía mientras hacía una reverencia torpe. —Soy Jeon Jungkook.
Namjoon sonrió ligeramente, un gesto apenas visible.
—Así que... el hijo de los contadores —dijo y algo en su tono me hizo sentir una extraña vulnerabilidad. Sabía que mis padres eran conocidos en el pueblo, pero esa referencia me incomodó profundamente. Instintivamente, me toqué el cuello y un dolor punzante me recorrió cuando noté un parche que no recordaba haber visto antes.
Namjoon observó mi reacción con calma, su mirada serena pero atenta, como si estuviera analizando cada uno de mis movimientos. Finalmente, rompió el silencio.
—Verás, joven Jeon... el hombre que te perseguía era muy peligroso —hizo una pausa, mirando hacia la puerta, como si esperara a alguien.
La puerta se abrió y un hombre más entró. Kim Yoongi, recostado en el marco de la puerta, me observaba con una indiferencia que me heló la sangre. No necesitaba presentación. Su presencia era lo suficientemente intimidante por sí misma.
—Ese hombre intentó morderte —dijo Yoongi, con una voz fría y calculada. No era tan grave como había esperado, pero la indiferencia en su tono me hizo estremecer. —No lo consiguió, pero te dejó una herida en el cuello. Un segundo más y habría hundido los colmillos.
¿Colmillos? ¿Caníbales? El miedo comenzó a apoderarse de mí.
Yoongi avanzó hasta ponerse junto a Namjoon, su postura relajada contrastando con la tensión que sentía en mi cuerpo. Su mirada despectiva me hizo sentir aún más fuera de lugar.
—Estás en nuestra casa —dijo sin ningún asomo de simpatía. Su mirada recorría mi herida con frialdad. —Así que, Jeon, empieza a juntar las piezas.
Miré a Yoongi, luego a Namjoon, y comencé a entender lo que insinuaban. Los observé con más detenimiento.
—Son familia —dije finalmente, al ver la leve satisfacción en el rostro de Yoongi, quien aplaudió ligeramente como si estuviera esperando que lo descubriera.
Antes de que pudiera procesar más, su expresión se tornó seria y sus ojos se clavaron en Namjoon.
—Puedo borrar sus recuerdos, si lo permites —dijo con un tono que dejaba claro que esto era algo rutinario para él. —Es peligroso que sepa lo que sucedió.
El aire en la habitación se hizo más denso. Si Taehyung y Chanyeol ya me parecían raros, ahora esto confirmaba lo que temía: la familia Kim no era como cualquier otra.
Namjoon puso una mano firme sobre el hombro de Yoongi, deteniéndolo con un simple gesto. Ambos se miraron en silencio por un momento, sin necesidad de palabras. Finalmente, Yoongi se dio la vuelta y salió, pero no sin antes lanzarme una última mirada cargada de desprecio.
—Esto es algo que le corresponde a Taehyung explicarte —dijo Namjoon antes de abandonar la habitación.
Y entonces, él entró. Taehyung. Su mirada era un enigma, llena de emociones que no podía leer. Nos quedamos en silencio, como si un peso invisible nos envolviera. Ambos permanecimos allí, sin movernos, como si esperáramos que el otro hablara primero.
Finalmente, dio un paso hacia mí.
—Estás en tu derecho de saber la verdad después de lo que te pasó —dijo, su voz grave y serena. Aunque su tono no mostraba vacilación, había algo en sus ojos que me desconcertaba.
El silencio se alargó, volviéndose insoportable. Mi mente trabajaba a toda velocidad buscando una explicación, pero ninguna encajaba con lo que él estaba a punto de decir.
—Ese hombre que te atacó, Jungkook... no era humano. —Sus palabras golpearon mi pecho como un martillazo. —Y nosotros tampoco lo somos.
Un nudo se formó en mi garganta. No podía creer lo que estaba escuchando.
—Somos vampiros —dijo con total calma, como si fuera la cosa más natural del mundo.
Mis pensamientos se detuvieron por completo. Vampiros. ¿Era posible? Pero Taehyung no vaciló ni por un segundo, y la certeza en sus ojos era aterradora.
—¿Vampiros? —pregunté, casi en un susurro, como si de alguna manera las palabras no pudieran salir de mi boca. Era imposible.
Taehyung no me dio tiempo para procesarlo. Continuó, sin detenerse.
—Lo que te atrajo a ese peligro no fue casualidad. —Avanzó un paso hacia mí y sentí el aire entre nosotros volverse denso. —Tu sangre es diferente, tiene un aroma... dulce, irresistible para los vampiros. No pudo contenerse.
Mi piel se erizó. ¿Mi sangre? ¿Dulce? La idea era tan surrealista como aterradora.
—Pero no dejamos que te lastimara más de lo que lo hizo. —Su tono se oscureció, aunque no perdió su calma. —Lo atrapamos antes de que te hiciera algo peor. En realidad, ya llevábamos tiempo queriendo atraparlo.
Mis pensamientos chocaban entre sí, tratando de encontrar alguna lógica en todo esto. ¿Mi sangre era atractiva para ellos? ¿Eso era lo que lo había hecho atacarme?
—Lo quemamos —dijo Taehyung, con una calma helada, como si estuviera hablando de algo trivial. —Lo cazamos y lo incineramos hasta que no quedó rastro de él. Es la única manera de asegurarnos de que no vuelva jamás.
La imagen de aquel hombre ardiendo me recorrió la mente y me sentí vacilante ante lo que acababa de escuchar. Era tan macabro como fascinante, pero lo que más me aterraba era la frialdad con que Taehyung lo había dicho, como si todo fuera parte de una rutina.
Mi mente estalló en mil fragmentos. Todo encajaba ahora. La forma en que aquel hombre me había mirado, como si fuera su presa, mi sangre... había sido el factor decisivo.
—No puedo permitir que Yoongi borre tu memoria —dijo con una seguridad que me aterrorizaba—. Si lo hiciera, hay gran posibilidad de que no solo olvidarías lo que ocurrió hoy. Olvidarías todo. Absolutamente todo lo que eres. Tus recuerdos, tus emociones, las personas que amas desaparecerían para ti.
Mis ojos se abrieron, horrorizado ante la idea de perderme por completo. La imagen de mi familia, de mis amigos, de todo lo que me había definido hasta este momento, comenzó a desmoronarse en mi mente. ¿Cómo podía asimilar aquello?
—No puede ser tan extremo —protesté.
Taehyung me estudió durante unos instantes, como si esperara que asimilara el peso completo de sus palabras.
Mi sangre. Algo tan básico, algo de lo que nunca me había preocupado, era lo que me había puesto en esta situación. Me llevé una mano al cuello, donde el parche cubría la herida.
—El vampiro que te atacó era un neófito —continuó sin titubeos—. Lo encontramos. Y lo quemamos. No volverá a lastimar a nadie.
Taehyung percibió mi desconcierto y añadió.
—Un neófito es un vampiro recién transformado. Aún está aprendiendo a controlar sus instintos, y su sed es mucho más fuerte que la de los vampiros más antiguos. Es por eso que atacan sin pensar, buscando satisfacer esa hambre insaciable. Son peligrosos e incontrolables.
—Lo soñé... —murmuré con voz temblorosa—. Soñé que él me atacaría.
Antes de que Taehyung pudiera reaccionar, un ruido interrumpió el momento. Chanyeol apareció en el umbral de la puerta, su figura alta y amenazante se proyectó en la habitación. Ladeaba la cabeza, y una sonrisa oscura y burlona se asomó en sus labios.
—¿También eres un vampiro? —preguntó, el tono lleno de un humor retorcido—. Porque yo también soñé que esto pasaría.
Su voz tenía un filo de ironía que helaba la sangre. La forma en que su sonrisa se ensanchaba con cada palabra me hacía sentir aún más atrapado en esa pesadilla viviente. Era como si disfrutara de mi desconcierto, como si todo fuera un juego para él. Mis piernas se sentían débiles bajo su mirada, como si todo lo que había sucedido fuera un teatro en el que yo no era más que un peón.
Pero lo peor no era Chanyeol. Lo peor era el silencio de Taehyung, su calma imperturbable ante la macabra aparición. Mi corazón latía con fuerza, tratando de encontrar respuestas en el rostro que hasta hace poco me había brindado una extraña sensación de seguridad.
—No juegues con él, Chanyeol —la voz de Taehyung cortó el aire con autoridad, sin perder su compostura—. Esto no es un juego.
Chanyeol se encogió de hombros, como si la advertencia no tuviera peso alguno para él.
El aire en la habitación se sentía más denso, como si la atmósfera misma conspirara para sofocarme. Todo lo que alguna vez pensé que era real, ahora se desmoronaba a mi alrededor. ¿Dónde había quedado la línea entre lo que era posible y lo que no?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro