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CATORCE

🚨 Leer el capítulo detenidamente, la información será útil más adelante. 🚨

Taehyung había dejado algunos libros sobre la mesa, apilados con cuidado. Uno de ellos destacaba por su aspecto envejecido, cubierto con un cuero oscuro que había perdido parte de su color y las letras doradas en la portada casi desvanecidas apenas podían leerse.

—Leyendas y mitos de Pyonguk… —musité en voz baja, mis dedos rozando la textura rugosa de la portada, como si al tocarla pudiera absorber algo de su antigüedad—. Sin autor.

Pasé unas páginas, reconociendo algunas de las historias, pero fue hacia el medio del libro donde algo me llamó la atención. Un título escrito con tinta roja: “Los nocturnos”.

Me detuve un momento, el nombre resonando en mi mente como una melodía olvidada o una advertencia no pronunciada. Respiré profundo y sin pensarlo más, comencé a leer, sumergiéndome en sus palabras oscuras y fascinantes.

"En un tiempo olvidado por los mortales, cuando las noches de Pyonguk eran más largas y la luna iluminaba el bosque con una luz sombría, surgieron rumores de seres que caminaban bajo las estrellas, eternamente jóvenes, eternamente sedientos. A estos seres se les llamó Los Nocturnos, figuras envueltas en misterio que no pertenecían al mundo de los hombres."

Los nocturnos… Vampiros.

Un escalofrío me recorrió al darme cuenta de lo que estaba leyendo. Las palabras parecían resonar con lo que ya sabía en lo más profundo de mi ser: Taehyung y su familia pertenecían a este antiguo linaje. Un recuerdo de que ellos no eran solo humanos.

"Cuentan los ancianos que los nocturnos eran almas condenadas a vagar entre las sombras, impulsadas por una sed que ningún mortal podría comprender. No eran malvados por naturaleza, ni siquiera humanos, sino seres atrapados en la oscuridad, destinados a existir entre la vida y la muerte. Y en el corazón de su eterna caminata, estaba el pacto: un lazo que les prohibía acercarse a aquellos con sangre viva a menos que estos les fueran entregados voluntariamente."

Mis dedos apretaron la página sin querer. Sabía que estaba leyendo una leyenda, un mito de tiempos remotos, pero era imposible no visualizar a los Kim en estas palabras. Sus rostros inexpresivos, sus ojos oscuros y brillantes como los de los nocturnos descritos en el texto.

"Un joven cazador, llamado Hanseol, fue quien primero desafió el pacto. En una noche de desesperación, adentrándose en el bosque en busca de ayuda, encontró a uno de ellos, un nocturno de mirada triste y voz profunda, que le ofreció una salida, pero a cambio Hanseol debía dejar atrás su vida humana. Era una transacción sencilla, pero con un precio demasiado alto: su humanidad, su vida, su identidad."

Me detuve un momento, sintiendo el peso de la historia en mi pecho. Continué leyendo, cautivado por la tragedia que se desplegaba ante mí.

"Transformado en un nocturno, Hanseol recibió un don excepcional: el poder de controlar el fuego. Sin embargo, este poder pronto se volvió una carga. En un intento por ver a su familia, un trágico accidente ocurrió. En su deseo de regresar a casa, desató un incendio que consumió su hogar y se llevó la vida de sus seres queridos, incluido su hermano menor."

Un nudo se formó en mi garganta mientras leía. Podía sentir el dolor de Hanseol, su desesperación.

"Devastado por el dolor y la culpa, Hanseol se dio cuenta de que, a pesar de su nueva inmortalidad, había perdido todo lo que amaba. En su desesperación, decidió que su existencia como vampiro era un castigo ineludible. Un día, en el rincón más oscuro del bosque, se entregó a su dolor, usando su propio poder para prenderse fuego, el único acto de control que le quedaba. En un instante, se convirtió en cenizas, el eco de su sufrimiento extinguiéndose con él, dejando atrás solo el recuerdo de un alma perdida."

"Aquel que descubra su destino estará condenado a vivirlo en muerte."

Cerré el libro lentamente, la mente embotada por el peso de la historia. Dejé escapar un suspiro y me quedé quieto observando la tapa gastada del libro, sintiendo que las leyendas de Pyonguk eran mucho más que simples cuentos. Era como si ese mundo tan distante y ajeno estuviera más cerca de lo que imaginaba.

🧛

La atmósfera en la habitación se volvió densa con el peso de lo que acababa de descubrir. Taehyung había dejado un rastro de secretos y aquel libro me había abierto una puerta hacia un mundo que aún no comprendía del todo. Sabía que mi curiosidad era peligrosa, pero no pude evitarla.

Decidí que era el momento de enfrentar lo que me había estado carcomiendo desde que llegué a Pyonguk. Había algo más en los Kim, algo que ni ellos mismos parecían estar dispuestos a revelar. Esa búsqueda de respuestas se convirtió en mi nueva obsesión.

Con el libro bajo el brazo, salí de la biblioteca y caminé por los pasillos. Al llegar a mi casillero, vi a Taehyung frente a una ventana, observando el exterior con una expresión distante, como si estuviera perdido en sus pensamientos.

—¿Te gustaría salir a dar un paseo? —le pregunté, el aire denso que nos rodeaba casi pidiendo ser aliviado con una conversación.

Se giró lentamente y sus ojos, tan profundos como la noche, brillaron con un destello de sorpresa, seguido de una pizca de melancolía.

—Sí, me vendría bien un poco de aire fresco —respondió, su voz suave, casi un susurro.

Salimos al exterior, el camino hacia el bosque iluminado solo por la tenue neblina que se alzaba en el aire. El ambiente seguía cargado, pero un paseo fuera de los muros de la escuela podría ayudar a disiparlo. Sabía que debía ser cauteloso con las preguntas, Taehyung era un enigma y mencionar las leyendas podría desmoronar la frágil confianza que habíamos construido hasta ahora.

—¿Alguna vez has oído historias sobre los nocturnos? —pregunté, observando con atención su reacción.

Sus ojos brillaron con un destello de reconocimiento y asintió lentamente.

—Las leyendas de Pyonguk son antiguas, pero tienen un fondo de verdad. Los nocturnos son… —hizo una pausa, buscando las palabras con cuidado—. Son parte de lo que somos.

Una ligera brisa movió su cabello, y por un momento, sentí la fragilidad del equilibrio entre nuestras realidades.

—¿Crees que hay una conexión entre las leyendas y los que vivimos aquí? —me atreví a preguntar, buscando una pista más.

—Las leyendas son advertencias, enseñanzas —respondió, su mirada fija en la punta de un pino cercano—. Nos recuerdan lo que podemos perder, lo que hemos sido.

Decidí que no era el momento de contarle lo que había aprendido. Lo que había leído en el libro era solo un reflejo de lo que ya sabía en mi corazón: una historia de sacrificios y pérdidas. Si quería descubrir más debía hacerlo sin poner en riesgo lo que ya había comenzado a construir con Taehyung.

—¿Por qué no me cuentas más sobre lo que significa ser un Kim? —sugerí, intentando cambiar de tema mientras buscaba una forma de que se abriera a mí.

Por un instante, la fragilidad de su humanidad pareció asomar a la superficie y su voz se tornó más grave.

—Es un legado complicado —dijo, antes de volver la mirada al horizonte.

Decidí no preguntar más. Nos sentamos en el pasto juntos y sin decir palabra, descansé mi cabeza sobre su hombro. Cerré los ojos, agotado por la información, por las preguntas sin respuesta, pero también, en el fondo, tranquilo por su cercanía.

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