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Capítulo 25


Impactamos contra el suelo duramente, pero yo no me hago ningún daño porque estoy encima de Ettore, quien se ha llevado todo el golpe ha sido él y es por mi culpa.

-Joder.- Masculla él con una expresión de dolor.

¿¡Por qué he hecho eso!? Debería haber corrido, no tirarme encima suya. Que situación tan ridícula.

-¿Estás bien? - Le pregunto sabiendo que su respuesta es negativa.

Subo la cabeza dejando de estar cara a cara. Despego mis brazos de su cuerpo donde había agarrado con fuerza provocado por el miedo. Alzo mi cuerpo y me quito de encima suya con cuidado. Me levanto y le cedo una mano con una sonrisa nerviosa, él me lanza una mirada asesina. Se levanta por sí solo sin quitarme la vista.

-Lo siento... Pero, no deberías haber dicho eso. - Le digo cuando pasa por mi lado, aunque le detengo con mis palabras.

-¿Es culpa mía? Eres tú la que se ha abalanzado sobre mí. - Responde Ettore con enfado en sus palabras.

-¡Has sido tú el que dijo qué había una araña! Sabías que iba a reaccionar así. - Replico subiendo la voz hacia él, empezando una discusión.

-¿¡Y por eso debías lanzarte sobre mí!? Lunática. - Contesta él ofendiéndome.

-¡No soy una lunática! ¡Sabías que iba a pasar y aún así lo hiciste! - Grito sin poder contenerme, dejándole con algo de duda por mis palabras. Teniendo roble sentido, aunque parece preferir ignorarlos y volver al tema principal.

-¿Acaso predigo el futuro para saber qué puede o no ocurrir? Deja de inventarte excusas. Ha sido tu culpa. Tema zanjado. - Dice, creyendo que me va ha dejar a mí con la palabra en la boca (de nuevo).

-No. Te estás equivocando. - Yo tengo la razón en el asunto, él no. Se equivoca.

-Solo bromee, tú actuaste como lo que eres. Tu culpa, ya está. - Al terminar siento como mi enfado traspasara mi piel enrojeciéndola.

-¿Qué soy? - Pregunto encarándolo, y espero que su respuesta no vuelva a ser la misma.

-Una lunática. - Contesta él, con una sonrisa cínica.

-Deja. De. Decirme. Lunática. - Mascullo seriamente. Advirtiéndolo, pero no me toma en serio.

Él, con la misma sonrisa se acerca a mí con paso lento, seguro y tentador. Al estar enfrente mia, a pocos centímetros de distancia los acorta lentamente aproximándose a mi rostro, o tal vez a mis labios.

Mi mente se bloquea, mi respiración se entrecorta, mi pulso aumenta al igual que mis nervios. Me paralizo enormemente sin pensar con claridad, que es lo que más necesito en este momento, cordura. La cual poco a poco se desvanece dejándome expuesta a grandes errores que deparan para el futuro.

Sin poder contenerme bajo la mirada a sus labios, unos irresistibles que parecen torturarme con su poca distancia...

Solo falta un único movimiento, una simple acción para que todo se desate.

Vuelvo a recordar la última escena, con la que llevo pensando estos últimos días. He soñado un par de veces con ello, torturándome cada día más por eso. Simplemente no escapa de mi mente, ese momento, uno de los momentos más... No sé ni como describirlo, pero fue genial. Lo que sentí en esos segundos lo fue. Pensaba, que, tal vez... ¡Ya! Esto es ridículo, desde el primer día hasta este mismo segundo. Nunca pasará nada.

Recupero algo de sensatez y con fuerza de voluntad alzo la vista para conectar mis ojos con los suyos y entonces, me doy cuenta de lo estúpida que soy.

En ellos, en sus preciosos lagos claros, los que podrían atontar a cualquier persona, solo encuentro una sola emoción. Diversión, pura diversión.

Una pequeña, mínima, parte de mí siente ¿decepción? Aunque sea prácticamente inexistente, la siento y me disgusta.

Está jugando conmigo, como si fuera una completada estúpida, aunque técnicamente lo sea, lo soy. No, ni de coña. No, y no. A mi nadie me va a ver la cara de estúpida.

Yo ya lo dije, me gusta jugar, aunque a él parece que también, a pesar de haberlo negado. Le encanta, y ahora lo sé.

Una pequeña sonrisa aparece en mi rostro, juguetona y malvada. Tragándome el orgullo (que me duele más de lo que pensaba), realizo la idea que se me viene a la mente.

-Tienes razón, Ettore. Es mi culpa, actúo como tal ¿sabes? Pero, hacemos otras cosas de maravilla... - Le digo con picardía, y eso parece sorprenderle y aturdirlo con mi nueva actitud. Genial.

Sin embargo, su repentina pregunta me sorprende más a mí que a él por su cambio de personalidad a una que había visto solamente un uno por ciento, y ahora descubro casi el noventa por ciento. Igualmente me lo pone mejor.

-¿Cómo cuáles? - Pregunta con la voz más ronca de lo que es. Cambiando la diversión de sus ojos por duda, y deseo.

Está vez avanzo yo, intentando ser sexy. Con la cabeza alta, muy segura de cuáles serán mis próximos pasos, sabiendo que esto será muy divertido.

Subo las manos con lentitud y las poso en su pecho duro. Miro sus ojos a cada pequeño movimiento que hago, como dar un paso más, acariciar sus perfectos rasgos o morderme el labio inferior aparentando ser irreversible. Él atento a cada uno de mis movimientos, y expectante a los próximos que de.

Comienzo a sentir nervios, y como levemente tiemblo. Mi piel se estremece, y él lo ve ya que tengo puesta una camiseta de manga corta. Siento más de lo que debería, y me dedico a hacer lo que tenía pensado. Quiero disfrutar esto.

Solo falta reducir el espacio entre nuestros labios, y siento que me falta el valor para hacerlo aunque tenga muy clara la idea. Simplemente me da miedo, pero no lo demuestro. Finalmente hablo, sin titubear.

-Como estás... - Susurro con picardía, y mando todo a la mierda.

Subo una de mis manos hacia sus labios para pasar el dedo por ellos con lentitud y me muerdo el labio inferior deseosa. Bajo los dedos a su barbilla y sin poder esperar más, uno nuestros labios con brusquedad. Conduzco la mano hacia su nuca para atraerlo más a mí mientras él recorre sus manos por mi cuerpo.

Un sin fin de descargas eléctricas recorren mi cuerpo de arriba abajo.
Siento como si se tratara de una explosión, que revienta dentro de mí causando sensaciones agradables.

Noto como la temperatura sube a cada movimiento, al separarnos levemente para tomar más aire y volver a besarnos, o acortar del todo la distancia que sigue habiendo entre nosotros.

De pronto, él se separa de mí y me empuja contra la pared dejándome sorprendida, pero muy intrigada de lo que ocurra. Me acorrala y comienza a pasar las yemas de sus dedos por mis brazos que se erizan a cada caricia.

Acerca su rostro a mi cuello y yo lo alzo con lentitud, Ettore baja sus manos a mi cintura para descenderlas hasta llegar a mis muslos que de un movimiento me permite rodear mis piernas en su cadera.

Él empieza a dejar besos en mi cuello mientras camina hacia un destino concreto. Su cuarto.

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