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Capítulo 19


Salgo de mi biblioteca con mi mochila, y un par de libros en mano. Echo un soplido para apartar un par de mechones, que lo único que consigo es acercarlos más.

He estado la mitad de la tarde allí. Me han mandado deberes, unos cuantos, aunque no demasiados. El resto del tiempo leí pero no evitó que reviviera en mi cabeza sin parar el recuerdo de está tarde.

Ahora, que ya he terminado, voy a por algo de comer porque tengo mucha hambre. Desde hace tres horas no como nada.

Entro en mi habitación y dejo mi mochila al lado de mi cómoda. Las novelas juveniles en encima de ella.

Me dirijo al baño y busco en un cajón gomas de pelo. Hoy en clase se me rompió la única que llevaba.

Está mañana mi madre me ha llevado al instituto ya que tenía tiempo libre antes de ir trabajar, sin embargo al volver alguien me salvó de ir andando.

Adeline ya no va a tener que viajar tanto porque ha decidido no salir de Estados Unidos para trabajar. Aquí también tiene buenos casos, y quiere pasar más tiempo con nosotros, Derek y yo.

Mi hermano prefirió ir él solo en su coche, lo que me pareció mejor. Desde ayer no hemos tenido más encuentros, al desayunar me quedé en la cocina, hablando con uno de los empleados. Él estuvo en el comedor con mi madre.

El día transcurrió normal, las clases fueron entretenidas exceptuando alguna que otra, como historia, el profe es muy aburrido, aunque está buenísimo.

En la cafetería comí con mis amigas, y les conté todo de los Blair, incluido el beso del coche. También comenté, omitiendo alguna cosa, lo que pasó con mi hermano. Que eso Gafotas no lo sabía.

Miranda ha puesto mala cara por lo de Adrien, le odia, y lo comprendo, pero ella debería haber pensado en ese momento al acostarse con él, sabiendo como era. Le dije eso, y parece que le molestó, pero no comentó nada.

Chloe al contrario, me ha animado a que me lo tire. Dice que las historias de hermanastros son más excitantes. Ahora sabiendo eso mi respuesta es aún más negativa.

Pillé varias veces a Adrien mirándome en clase, pero lo importante de la situación, es que no era el único que me observaba.

Encontrarme con la azulada mirada me sorprendió, aunque no dejé que se notara. Él no apartó la vista, y me consiguió incomodar al cabo de un rato por su intensidad.

Cuando terminó esa clase, llena de extrañas miradas y confusos pensamientos por mi parte, todos salieron como locos, yo preferí esperar para no meterme en la avalancha. Y no fui la única.

HORAS ANTES:

"Yo también quiero irme, pero no salgo como una desquiciada" . Pienso y niego con la cabeza.

Acaba de sonar el irritante timbre, y lo próximo que he visto ha sido a todo el mundo levantándose y corriéndo a la puerta como una jauría de perros.

Comienzo a recoger mis cosas. Cojo mi caída y medio vacía mochila y me levanto para meter las cosas en ella. El libro y el cuaderno verdoso, no hay mucho.

Me giro dispuesta a irme, y creo que mi corazón se para al ver a Ettore a unos metros de mí, guardando varias cosas en su mochila.

-Joder, a veces creo que eres un fantasma. - Digo tocándome el pecho con una expresión asustada.

Ettore no me responde, está a lo suyo. Sabiendo que no me va a contestar, me dispongo a salir, pero su repentina voz me detiene.

-Leah. - Me vuelvo a él algo sorprendida.

Ya es extraño que me mire, que me dirija la palabra ya es sorprendente.

-¿Si? - Pregunto con curiosidad, apoyándome en el umbral de la puerta.

-Te lo dejaste en mi casa. Toma. - Saca algo de su bolsillo y veo que son mis llaves, las delata mi llavero de un pequeño dragón morado.

Sabía que las había cogido. Debieron de caerse cuando me estaba cambiando.

Voy a cogerlas, y al acercar mis manos nuestros dedos se tocan, y literalmente parece que toco hielo.
Las aparto por impulso, pero sin que se note mucho vuelvo a acercar la mano para agarrarlas.

El termina de recoger y salimos al mismo tiempo de la clase. No decimos nada mientras caminamos en la misma dirección por el silencioso pasillo.

Así hasta que llegamos a la salida, y yo recuerdo que debo ir andando. Perfecto.

-Gracias por devolvermelas. Adiós. - Suelto un suspiro y voy por la calle contraria a la suya.

Me dispongo a dar el primer paso cuando él vuelve a llamarme. Me doy la vuelta para saber que quiere.

-Puedo llevarte, voy a pasar por ahí. - Me ofrece con indiferencia. Se nota que le ha costado decir eso.

Mira para otro lado, y aprieta la mandíbula haciendo que se marquen más sus facciones.

Me extraña algo su actitud, pero lo menos que quiero ahora es ir andando. No me lo pienso más y acepto.

-Vale. - Contesto algo confusa.

Él al oír mi respuesta se da la vuelta y se encamina hacia un coche negro muy bonito. No sé exactamente qué marca es, pero no tiene pinta de uno barato.

Ettore desbloquea el coche, y abro la puerta. Me siento en el asiento copiloto, él entra en el del conductor, como es obvio.

Me pongo el cinturón de seguridad, y el castaño enciende el motor. Sale del aparcamiento del instituto, y rápidamente un silencio incómodo se instala de fondo.

No sé que decir para sacar algún tema de conversación, el tiempo siempre suele ser el último recurso.

Miro a Ettore, que no despega la vista de la carretera.

Es realmente guapo. Su pelo despeinado me tienta a pasar mis manos por el. Sus perfectas facciones me incitan a deslizar mis dedos por ellas. Y, veo algo de lo no había percatado hasta el momento.

Veo que en el final de las mangas de su chaqueta, que se han subido ligeramente, tiene unos pequeños trazos de tinta que deben continuar hacia arriba. Sabía que tenía tatuajes, pero no donde.

Subo la mirada de sus muñecas a su cuello, donde si me acerco más a lo mejor veo su acabado.

-¿Qué estás haciendo? - Pregunta Ettore con algo de duda en su voz.

Yo al principio no lo entiendo, pero al darme cuenta que estoy inclinada hacia a él, a pocos centímetros de distancia me echo para atrás avergonzada.

No me había dado cuenta que me estaba acercando a él. ¡Soy una estúpida!

-Tenías... Algo en la cara. - Miento y miro por la ventana. Siento mis mejillas calientes. Que vergüenza.

Lo que queda del viaje, ninguno dice nada. Yo me quedo quieta y admirando el paisaje, que ahora empiezan a ser casas.

Lentamente aparca comunicando que hemos llegado. No estamos enfrente de mi casa, sino la de Aaron. No me importa, pero algo que no esperaba es ver el coche de Adrien detrás nuestra, saliendo del vehículo.

-Gracias por traerme. - Le agradezco quitándome el cinturón y cogiendo mi mochila, que había dejado en el suelo.

Abro la puerta, pero antes de poner los pies fuera, Ettore de un rápido movimiento me coge de la mano y me gira para acabar cara a cara.

Si alguien nos estuviera viendo pensaría qué, o me está amenazando por la seriedad de su rostro, o que me va a besar por la proximidad.

-No te arriesgues, la próxima vez no hay vuelta atrás. - Me avisa con frialdad. Baja los ojos a mis labios para volver a subir la mirada varios segundos después, y acabar observándome con indiferencia, sin dejar de lado la dureza que lo caracteriza.

No digo nada, y salgo del coche por completo. Siento mis piernas flaquear, y mi corazón latiendo con fuerza.

Miro hacia atrás y, unos pares de ojos me observan. Pertenecen a Blair, y al ver su expresión, que parece a punto de explotar, me hago la tonta y no paro de caminar hasta llegar a mi casa. Al estar en mi habitación, solo me dejo caer en la cama para intentar procesar todo lo ocurrido.

. . .

Llevo pensando en ello toda la tarde, he intentado estar pendiente de otra cosa pero no puedo. Los libros no ayudan está vez.

Cojo mi teléfono y salgo de mi cuarto, vuelvo a escuchar el jaleo que no ha cesado durante todo el tiempo. Provienen de la sala de juegos de Derek.

Paso de largo y voy hacia la cocina. Bajo las escaleras con rapidez y en pocos segundos estoy en la primera planta.

Giro a la izquierda para ir a la cocina, me suenan las tripas del hambre que tengo.

Se me viene una canción a la mente y comienzo a tararearla. Abro la puerta de la cocina, y verle aquí no me sorprende en absoluto. Pero, la sensación de incomodidad se empieza a instalar en mí, y más por su penetrante mirada.

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