Me coloco delante del gran espejo pegado a la pared de mi vestidor, me observo. Lo primero que veo en mí son mis pecas, las tengo por todo el cuerpo en exceso. Me acuerdo que de pequeña las odiaba, ahora las adoro.

Cuando iba al colegio se burlaban de mí, decían que eran manchas de barro, me apodaron Leah la cerda hasta quinto. Lo gracioso del tema es que mi hermano lo inventó. Imbécil... Dejaron de llamarme así porque empecé a pegar a todos los que apodaran así, a mi hermano no lo pegué, Derek se olvidó del mote así que no hubo problema. Era un poco agresiva, ya no, pero si tengo mucho carácter.

Miro mi rostro riéndome mientras me acuerdo de la cara que ponían cuando iba a por ellos, es alargado pero no para ser elegante. Mis ojos, la gran parte del iris es azul, alrededor de la pupila hay pequeñas rayitas marrones y verdes, no son redondos pero eso no los hace menos llamativos, además tienen ese brillo especial que todo el mundo suele tener. Mi nariz fina con un acabado redondo, y mis labios rojizos. El labio inferior es un poco más grueso que el superior. Son bonitos.

Mido uno setenta, mis piernas son delgadas y altas, pero no las que dan grima, que parecen dos palos, no, las mías tienen carne, y se ven muy bien. Mi trasero es redondo pero no muy grande, creo que tiene el tamaño perfecto. Mi pecho es mediano, no está nada mal. Y sobretodo, soy muy pálida.

Me gusta mi cuerpo, no es por ser engreída, pero tengo mi encanto, mi atractivo.

Llevo enfrente del espejo de mi vestidor como un cuarto de hora, había entrado después de ducharme a ponerme algo decente para salir de mi cuarto.

Me muevo finalmente y camino hacia la parte de los pantalones, cojo unos cortos azules oscuros de chándal, tienen una raya blanca en los laterales, son bastante básicos pero eso no significa que no sean bonitos.

Doy un paso a la izquierda, donde hay una estantería con muchas camisetas, de diferentes diseños y colores, con mangas, de cuello, con escote, holgadas, apretadas...

Cojo una camiseta un poco apretada roja sangre, con mangas, y en ella se puede leer GIRL POWER, me encanta esta camiseta.

Salgo del vestidor, voy de nuevo al baño. Suelto la toalla verde que sostiene mi cabello.

Mi pelo cae sobre mis hombros con varias ondulaciones hasta por encima de mi pecho.

Mojado está más oscuro, si estuviera seco estaría castaño claro, con un tono pelirrojo y ondulado.

Me paso una mano por el pelo, dejándolo para atrás.

Salgo del baño, busco con la mirada mi teléfono, localizo el aparato electrónico dorado encima de la cama, que por cierto tengo que cambiar las sábanas, aunque tengamos señoras de la limpieza hay algunas tareas que tenemos que hacer nosotros mismos.

Lo haré más tarde, ahora no me apetece, prefiero desayunar antes, cojo mi móvil y finalmente salgo de mi cuarto. Está mansión tiene tres plantas, yo estoy en la última, el pasillo es alargado y ancho. Hay un total de nueve habitaciones. ¿Para qué tantas? Ni yo misma lo sé.

Mi puerta está al final del pasillo y de frente al comienzo de este.
En la pared derecha hay cuatro habitaciones y al otro lado igual, simétrico sin contar mi puerta.

Los ocho cuartos sobrantes, no tienen mucha importancia, hay dos cuartos para los invitados, un baño, mi biblioteca, la sala de juegos y algo más.

Atravieso el silencioso pasillo, y bajo las escaleras. Llego a la primera planta, donde está uno de mis destinos, la cocina.

Miro la hora en mi móvil, las once menos cuarto, mi hermano ayer se fue de fiesta por lo cual se despertará por la tarde, genial, no tendré que soportarle, ni a sus amigos, a veces duermen aquí, en las habitaciones de invitados.

Abro la puerta de la cocina y me sorprendo al encontrarme a Derek junto con Ryder. Me quedo quedo extrañada con sus presencias, y parece que van a ponerse a desayunar. De repente unas manos se colocan firmemente en mi cintura, miro hacia atrás hallando a Damien Crane, otro amigo de mi hermano, sin embargo con él la cosa es diferente.

El año pasado, en una fiesta que hicimos en casa, bueno el que realmente la elaboró fue Derek, mientras yo me aburría sola en mi habitación, los demás la estaban pasando genial. ¿Teniendo una fiesta estoy aquí sin hacer nada? Por lo que decidí bajar a divertirme un poco.

Me envolví en un vestido verde oscuro ajustado, bastante corto y unos tacones negros. Dejé mi pelo suelto, miré mi cara, un poco de maquillaje no iría mal, me eché lo básico, rimel y un pintalabios rosa mate. Antes de salir cerré la puerta con llave, por si las dudas. Me guardé las llave en el sujetador y bajé.

Las fiestas que organizaba y organiza mi hermano son muy buenas por lo que la mansión estaba repleta de gente. Me serví una simple cerveza y me fui a bailar, me encantaba bailar y no lo hacía nada mal, entonces alguien se me pegó y empezamos a movernos al ritmo de la música. Después de un buen rato bailando me giré, y no pude creer que fuera Damien, antes de poder siquiera hacer algún comentario pusieron otra canción, pero esta era más sensual.

Y sin saber porque, empecé a moverme de una manera erótica siguiendo la música, sintiéndola, estábamos bailando mucho más cerca que antes, como si fuera posible. Y de repente pasó, así sin más, mientras subía lentamente alcé mi rostro hacia Damien, era más alto que yo, me sacaba una cabeza. En su mirada veía lujuria y deseo, la mía debía ser igual. No parábamos de mirarnos a los labios el uno a otro. Él tenía las mismas ganas de besarme que yo.

Sin previo aviso unió nuestros labios. Damien los movía con mucho ímpetu, estaba impactaba, sin embargo, eso no quito que yo, de manera inconsciente empezara a mover mis labios de la misma manera. Yo había besado a muchos chicos, pero nunca de esta manera, tan deseosa, insaciable. No sé cuanto tiempo duró, pero, puedo decir con certeza que fue muy largo.

La imagen de ese beso cruza por mi mente, él me observa con esa típica sonrisa coqueta, la que muestra al verme desde aquella fiesta.

Nos miramos profundamente, como si Damien también estuviera pensando en lo mismo que yo, pero, de repente una tos falsa proveniente de Derek nos saca de la extraña conexión la cual habíamos creado.

Yo rápidamente retiro las manos de Damien que sostenían mi cintura y me alejo de él yendo al frigorífico, al instante percibo la mala mirada de Derek que cae hacia mí y a Damien y la graciosa de Ryder. Cojo leche, unos cereales, el tazón y una cuchara mientras escucho varios susurros molestos de mi hermano que seguramente irán a Damien.

Esto es muy incómodo y más cuando tres pares de ojos no paran de observarme y cuchichear.

Cuando estoy por salir de la cocina a Damien se le ocurre guiñarme un ojo, como consecuencia mi hermano le da un puñetazo en el brazo derecho.

-¡Ay! ¿Y eso a qué a venido? - Inquiere el golpeado dolorido. Salgo de la cocina como si no me importará de lo que hablan, nada más salir pego mi oído a la puerta como curiosa que soy.

-No te metas con mi hermana. - Le impone Derek enfadado. ¿Desde cuándo se 'preocupa' así por mí? Si no lo conociera podría decir que suena como un hermano celoso.

Despego mi oreja de la puerta y voy al salón, ya he escuchado demasiado.

Cuando entro me dirijo al sofá grande, a continuación enciendo la televisión, empiezo a hacer zapping ya que no encuentra nada que me llame la atención, mientras lo hacía paro en el canal de noticias.

-Que aburrido. - Comento haciendo el amago de cambiar de canal, justo cuando voy a dar al botón para quitarlo escucho un nombre que me hace permanecer inmóvil.

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