Crucé el umbral de la biblioteca huyendo del caos presente en el gran salón. Una fiesta: mucha gente, mucho ruido; el infierno mismo para alguien amante de la calma y el silencio. Pensé que sería buena idea ocultarme allí a la espera de que acabara todo. Con algo de suerte, nadie se percataría de mi ausencia.

Caminé por la estancia en penumbra, solo escuchando el sonido de mis pisadas y el murmullo lejano de la fiesta, en el ala contraria de la mansión; y, mientras pasaba junto a las imponentes estanterías repletas de libros, mis ojos quedaron atrapados en el tenue brillo dorado del lomo de uno de los volúmenes. Lo saqué de su lugar y, con fascinación, deslicé las yemas de los dedos por su cubierta. Un sinfín de espirales y rosas de oro aparecían grabadas en la superficie, entrelazándose hasta dar lugar a un ornamentado marco vegetal en cuyo interior se adivinaba, sobre el fondo que semejaba ser de cuero, la silueta de una mujer. La dulzura de su perfil me cautivó en tanto mis dedos acariciaban el título del libro.

Con él en mi mano, me dirigí al otro extremo de la sala y me dejé caer en el sillón que había junto a las puertas acristaladas que daban al jardín. Allí, la luz de la luna, casi llena, iluminó el libro haciendo brillar los detalles dorados de la portada. Abrí por la primera página.

Estaba en blanco; las siguientes... igual.

No tuve la oportunidad de experimentar la más mínima turbación por ello pues, en ese momento, un movimiento en la periferia de mi visión captó mi interés.

Una muchacha cruzaba el jardín con premura y, al mismo tiempo, una gracia tan natural como hipnótica. La luna vestía su piel y hacía resplandecer la vaporosa tela de su vestido; jugaba con los mechones que escapaban de su recogido y me permitió contemplar, por una ínfima fracción de segundo, la dulzura de su perfil.

Sin soltar el libro y sin pensarlo por más de un segundo, abrí las puertas acristaladas y salí de la biblioteca. Me recibió el refrescante silencio de una noche de principios de otoño. Caminé con la intuición como guía hasta dar con la misteriosa muchacha vestida de luna: estaba recostada contra el tronco de un árbol y sus ojos contemplaban las estrellas.

—¿También huyes del caos?

Asentí y me senté junto a ella, con una confianza inusitada. Por unos segundos, solo miramos al cielo estrellado, sin pronunciar ni un sonido. Huyendo del caos, encontré la paz.

—¿Y ese libro? —preguntó al cabo de un rato.

—Está completamente en blanco, es muy extraño...

—Pues habrá que solucionarlo; todo libro merece tener una historia que contar, ¿no crees? —Hizo una pausa y, antes de continuar, sus labios dibujaron la más bella de las sonrisas—. ¿Escribimos la nuestra? 

15. Una portada vintage

Ha sido una presentación original de la portada, ¿verdad? 😜 (Puede que lo publique en mi obra de relatos...)

Bueno, voy rápido que se me acaba el día. Proceso de la portada explicado en na y menos: crear la textura del fondo, añadir el marco dorado de rosas, varios efectos crepusculares, añadir el vector, superponerlo y bajar opacidad, y poner el texto, que también lleva una textura dorada.

En fin, que me ha gustado el resultado y, sobre todo, cómo lo he presentado :3

Rosa Mari
(4/7/18)