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—Abre más la boca, tiene que caber.
—Tae, ¡vas a ahogarme!
—Que no, ya verás. Tú confía en mí.
— Cómo vas a meterme eso en la boca? ¡Es enorme!
Tae empezó a reírse en cuanto algo hizo 'clic' en su cabeza. Solía sacar las cosas de contexto bastante a menudo, dejando de lado al Tae afable y tierno. Se mordió el labio inferior intentando ocultar una evidente sonrisa. Intentaba que me comiera uno de los últimos trozos del pastel de zanahoria que habíamos encargado junto a otros tantos en una cafetería cerca del parque donde estaba el zoo al que Tae quería tanto ir. La cafetería era un sitio tranquilo, con las paredes de un color rosa palo y mobiliario vintage que le daban un aire romántico. Era ese sitio al que te gustaría ir con tu novio en una cita para hablar de cosas de lo más transcendente, con la mirada perdida en la del otro, haciendo caso omiso al delicioso pastel que servían. Al principio ir a un lugar así se me antojó idílico, y, de hecho, pensé que era el sitio adecuado para algún tipo de declaración amorosa. Obviamente, soñé demasiado. Tae simplemente empezó a comer tartas de distintos sabores, como si su estómago fuera un pozo sin fondo. Apenas habló. Solo lo hizo cuando se empeñó en meterme el dichoso trozo de tarta de zanahoria de casi cinco dedos de grosor.
—Venga, abre la boca. — repitió, riéndose. —Aliméntate.
Agité la cabeza. — Estoy llena, no quiero más.
—Mira, si hasta yo puedo comerlo de una vez. — Abrió la boca y cumplió con lo que había dicho. Tae hizo un pequeño bailecito de la victoria mientras intentaba masticar el bizcocho. Sus mejillas se habían inflado tanto que parecía una ardilla. Enseguida volvió a ofrecerme el trozo restante. — Tu turno. — Dijo, con la boca llena, casi atragantándose por comer tanto.
Al final cedí, como hacía siempre con Tae. Era incapaz de decir que no, ya fuera a escaparme con él o a tragarme una porción entera de tarta. Le agarré por la muñeca para tirar de su brazo hacia mí y poder comer así el trozo de pastel. Tuve que abrir la boca tanto que después me dolieron las comisuras de los labios. No podía masticar.
—He roto con Christine.
Abrí los ojos, incrédula. Empecé a toser tanto que creí que iba a necesitar que Tae me realizara la maniobra de Heimlich, o si hacía falta, el boca a boca. Cuando conseguí respirar mejor y tragar el trozo de tarta zanahoria con ayuda de un sorbo de agua, miré a Tae con preocupación.
—¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Estás bien?
Sonrió de forma amarga, con una pizca de tristeza. El brillo de sus ojos se apagó lentamente. Como de costumbre, Tae tiró de las mangas de su chaqueta para poder jugar con los hilos que salían del puño de estas. Siempre lo hacía cuando se sentía mal, aunque intentaba disimularlo con una sonrisilla. Se humedeció los labios con la lengua antes de empezar a hablar.
—Cuando dije que deberíamos irnos... No quería estar más con ella.
—Os queríais mucho. —Solté, sin creérmelo del todo. Sabía que Tae no bromeaba por el hecho de que agarraba los puños de su chaqueta y poco a poco su espalda se iba encorvando más. —No puede ser, Tae. ¿Por qué no me lo dijiste?
—No quería que te preocuparas por mí. Sabía que ibas a intentar que ella y yo lo arregláramos, y lo nuestro estaba muerto.
—¿Eres tonto? ¡Deberías habérmelo contado!
—Pero te preocuparías y no ibas a querer irte de allí.
—No, no me hubiera preocupado.
—Para nada. —Atacó él con sorna.
Tae me conocía bien. Yo era una persona casi transparente para él. Casi, porque lo único que no le había llegado a contar era lo nerviosa que me ponía cuando apoyaba su barbilla en mi hombro, por ejemplo. Por eso Taehyung tenía toda la razón cuando dijo que me hubiera ofuscado tanto en intentar animarle por la ruptura que habría rechazado la invitación de irme con él a Chicago. Suspiré.
—Bueno, a lo mejor me hubiera preocupado un poquito. Solo un poco.—Dije, agitando la mano para restarle importancia. — ¿Puedo preguntarte... por qué rompiste con ella?
—No sé, no me gustan los compromisos.
Enarqué las cejas. —Ah, ¿es eso...?
—Sí. —Se encogió de hombros y empezó a morderse el labio inferior. —Empezaba a aburrirme con ella.
Típico de Tae. Al igual que se aburría de las cosas o de las actividades, se aburría de las personas. Era la única faceta que no me gustaba de él. Tenía miedo de que, en no mucho tiempo, Taehyung se cansara de mí como hizo con Christine, con el ruso o las clases de saxofón. Así era la vida de Tae: una ida y venida de personas que normalmente abandonaba a los tres o cuatro meses. Sentí que yo era una excepción, quizá porque ya no nos veíamos tan a menudo, o quizá porque era la única que sabía todos sus secretos, como que jugaba al póker en algunos lugares no muy deseables o como que hacía fuertes con las mantas y sábanas cuando estaba solo en casa.
—¿No...? ¿No hay nada más?
—Hay más motivos, pero...
Le di una patada suave en la espinilla por debajo de la mesa. —Venga, Tae. Suéltalo todo.
—No, no.
—Tae.
—¿Scarlett?
—Cuéntamelo. - Dije, seria. Él se rio al ver mi reacción. —Si quieres, claro...
—Hay otra chica.
Escuché mi corazón latir más rápido. De hecho, empecé a acalorarme tanto que tuve que beber más café. ¿Y si era yo? No, no podía serlo. Era imposible. Estaba bien claro, como el agua; Tae no veía en mí algo más que una amiga. Casi veía una hermana, hecho que complicaba más la situación. Quise preguntarle quién era la chica, si ya había estado con ella... Un sinfín de cosas mientras él agachaba más y más la cabeza y dejaba de sonreír gradualmente. Yo tomé otro trago del café frío de Tae, y después de calmar mi sofoco, los dos nos quedamos en absoluto silencio.
Siempre hablábamos mucho. Tae era incapaz de callarse, y de vez en cuando, confundía las palabras y su pronunciación empeoraba tantísimo que acababa frustrándose. Como mucho, Tae aguantaba callado los dos segundos que tardaba en mentalizarse para pronunciar correctamente las palabras. Sin embargo, desde el día que me llamó por teléfono, Taehyung enmudecía. Me pregunté si estaba tan alicaído porque su relación con Christine había llegado a un punto final... o puede que un punto y aparte que Tae no parecía tener muy asumido.
Acerqué mi mano a la suya, pausadamente, y con delicadeza, la tomé, con la intención de consolarle.
—Oye, Tae...
—Deberíamos besarnos para romper la tensión. —Soltó, alzando la cabeza de golpe y mirándome fijamente a los ojos.
Tragué en seco. —¿Q-qué?
—Sí, deberíamos besarnos para romper la tensión. —repitió, esta vez, posando su otra mano en la mía. Yo, en aquel momento, ni siquiera sabía quién era, qué hacía allí o qué demonios hacía viviendo un momento como ese. Me congelé cuando Tae, poco a poco, se acercaba a mí. Se detuvo antes de que su nariz rozara la mía.—¿No quieres? Bueno, pues nada.
Y volvió a sentarse. Dio el último sorbo a su café con hielo, estiró la espalda en la silla y se levantó sin decirme nada. Le vi dar unos billetes a la camarera, meter las manos en los bolsillos de su chaqueta e irse hacia la salida.
Yo me quedé ahí, estática, sin pestañear y puede que sin respirar. Sólo me preguntaba, una y otra vez, sin parar, por qué había perdido una oportunidad tan buena. No podía dejar de calibrar las consecuencias de no besar a Tae, y en todo caso, de haberle besado. Estaba muy confusa.
Tanto, que Tae tuvo que venir al asiento y arrastrarme a la puerta, llevándome del brazo. Sonreía como un niño pequeño. Al igual que cambiaba de aficiones, Tae cambiaba de humor con frecuencia.
—¿Do-dónde vamos?
—¡Al zoo!—canturreó.
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si pudiera volver al pasado para pegar un puñetazo a mi yo de antaño lo haría
Para las, los, les armys bebé o para quienes no os hayáis visto todo el contenido de BTS habido y por haber, este capítulo está basado en un gif de tae (de 2016 creo) en el que se come un trozo de tarta ENTERO de un solo bocado lol
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