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d o c e

Me costó conciliar el sueño después de ver la noticia del hombre asesinado en la televisión, la cual apagué con la intención de dejar la mente en blanco. Sin embargo, estuve mirando el techo de la suite durante minutos, quizá horas, pensando en qué clase de persona había sido capaz de apuñalar al tío de Taehyung. Obviamente, no era su tío biológico. Fue profesor en nuestro instituto. En el fondo, muy en el fondo, donde se escondía la Scarlett sin remordimientos, me alegraba de que estuviera muerto. Quizá Tae no me dejó ver las noticias porque sabía que iba a estar intranquila con el tema, pero me pregunté también si él sabía del asesinato. Tae fue el primero de nosotros dos en ''desconectarse'' al emprender el viaje, así que lo más probable es que no supiera nada. Se deshizo de su teléfono lanzándolo a la carretera por la ventanilla de la camioneta cuando iba a bastante velocidad, mucho antes de llegar a Chicago.

Taehyung, hiciera lo que hiciera, iba a parecer sospechoso. Siempre.

Él dormía apoyado en mi pecho, hundiéndose en el cada vez más. De vez en cuando, Tae se removía en sueños, murmuraba algo y buscaba con la mano algo que abrazar. Al principio se conformó con cerrar el puño sobre mi abdomen, luego con pasar su brazo por mi cintura, y al final con poner su pierna alrededor de mi cuerpo. Acabé con Taehyung roncando encima de mí. Lo peor de todo es que él dormía como un niño pequeño gracias a su almohada personal, o sea, yo, y yo no podía dormir por culpa del calor que me daba. Dormir con Taehyung era como dormir con una estufa. No era tan idílico como la gente pensaba. 

Se despertó cuando los párpados empezaban a pesarme. Se reincorporó de golpe, buscando a tientas el interruptor de la luz. Aprovechando la coyuntura, me sobó prácticamente entera. Le golpeé y él se quejó, riéndose como de costumbre.

—Ah, ¿eres tú? —preguntó. La habitación estaba sumida en la oscuridad y no pude ver su rostro, pero estaba segura de que Taehyung lucía una de sus sonrisas rectangulares. —¿Esas eran tus tetas? Ya decía yo, demasiado blandito para ser un interruptor...

Alargué el brazo y encontré el botón para encender la pequeña lámpara de la mesilla de noche. Se hizo la luz tan de golpe que tuve que taparme la cara con la mano para que mis pobres ojos no sufrieran con la claridad. Miré a Tae a través de mis dedos.

—¿Qué te pasa?

Tae negó con la cabeza mientras él mismo revolvía su propio cabello castaño. —Nada. Una pesadilla.

Desde que era un niño y desde que yo tenía memoria, Taehyung había sufrido pesadillas. Cuando los dos éramos aún inocentes y podíamos dormir juntos sin la necesidad de comentarios subidos de tono, él solía despertarse en medio de la noche y corría a buscar a sus padres aunque estuviera conmigo. Más de una vez tuvimos que despertar a los míos para llevar a Tae a dormir a la cama de sus papás por culpa de las pesadillas. Tuvo una época en la que tenía hasta pánico a la hora de irse a la cama. Él había crecido, y las pesadillas seguían ahí. No eran muy frecuentes, pero cuando tenía alguna, solía llamarme a las tantas de la mañana o intentaba colarse en mi habitación por la ventana para conseguir que me desvelara y así hablar conmigo durante toda la madrugada.

—Ya no tengo sueño.

—No, no, Tae... —protesté, sabiendo cuáles iban a ser sus próximas palabras.

—Vamos a hacer algo.

Daba igual que estuviéramos en una suite. Independientemente del lugar, de la fecha, de la hora y de mi sueño, Kim Taehyung tenía que mantenerme despierta en cuanto tenía una pesadilla. Era una de sus leyes fundamentales: ''si yo no duermo, no duerme nadie''. Por eso, cuando tenía insomnio, ponía a todo volumen a Mussorgsky, así podía despertar a medio vecindario.

Gruñí contra la almohada. Él empezó a agitarme. —Para, quiero dormir.

—No. Venga, vamos a investigar el hotel. Seguro que tienen spa.

—¡Son las cuatro de la no-

Se levantó de la cama sin previo aviso, agarró mis tobillos con ambas manos y tiró de mí para sacarme de allí. Forcejeamos, y de alguna manera, Tae consiguió rodear mi cuerpo con sus brazos, restringiendo mi movimiento. Soltando una risilla y, con la rapidez de un luchador de la WWE, logró llevar mi cuerpo entre sus brazos, al más puro estilo 'recién casados'. 

Tae se puso sus zapatillas, cogió la tarjeta que abría la puerta de la suite y salió tan campante, como si no llevara a nadie encima, como si ese nadie no fuera en pijama, con un pantalón excesivamente corto para su gusto y como si no le importara hacer el ridículo por la calle.

Sí, porque Tae se plantó en medio de las calles de Chicago en pijama y conmigo protestando porque estaba descalza. Me bajó al suelo, pero yo intenté no tocarlo. Me pegué a Tae, me abracé a él rodeando su cintura y puse mis pies sobre los suyos para no pisar la acera de baldosas grises.

—Vamos a dar una vuelta.—soltó.

Le miré horrorizada. —Debes estar de coña.

—¿Por qué no? Cuando tengo pesadillas, lo mejor es tomar el aire.

—Podías haberte asomado a la ventana y haber tomado todo el aire que quisieras! —objeté, gritando. Tae me mandó callar con un largo ''shh'' y sellando mis labios con el índice.

—Calla, Scar. El que tiene que decir las estupideces soy yo. Tú eres la lista del grupo.

—¿Qué grupo? Si solo somos dos.

—Eh... —se quedó en blanco, pensativo, con la mirada perdida en la carretera y la boca ligeramente abierta. Después negó con la cabeza y me agarró también por la cintura. — ¿Pretendes andar o...?

—No, ¡me da asco andar descalza por la calle!

Chasqueó la lengua, me empujó hacia atrás y me dio la espalda. Flexionó las piernas mientras yo daba saltitos para no tocar el suelo sucio. Me daba hasta pánico el simple hecho de pensar en lo negros y pegajosos que iban a estar mis pies si caminaba descalza. Un horror. Tae se palmeó la espalda.

—Salta.

Y salté a su espalda sin pensármelo dos veces. Tae solía llevarme a caballito cuando volvíamos de fiesta, pero dejó de hacerlo cuando empezó a salir con Christine. Hacía tiempo que no me subía a su espalda. Echaba de menos a Tae agarrando bien mis piernas o las risillas que soltaba cuando amenazaba con tirarme al suelo. Yo abracé su cuello y me sujeté con fuerza durante todo el paseo por las calles de Chicago. De vez en cuando, Tae me dejaba sentada en algún bordillo alto -para que mis pies no rozaran el suelo- y estiraba la espalda haciendo ruidos exagerados. Yo enseguida le reprochaba que tampoco pesaba tanto como para romperle en dos. Además, él era fuerte. Los músculos de su espalda casi se notaban perfectamente al pasar la mano por encima de la tela de su camiseta. No exageraba.

—Menos mal que no hay gente. —comenté cuando ya habíamos hecho el estúpido lo suficiente  y cuando ya habíamos presumido bastante de pijamas estilosos. Volvíamos hacia el hotel después de dar la vuelta a la manzana y ver un par de sitios interesantes a los que podríamos ir. —Cualquiera que nos viese pensaría que nos hemos escapado de un manicomio.

—Escapar, lo que se dice escapar, nos hemos escapado.—comentó. Rápidamente, algo más interesante que nuestra conversación captó su atención. —Mañana podríamos- ¡Anda, mira, qué papelera más guay!

—Es una papelera normal y corriente.

—Bueno, lo que tú digas, aguafiestas. 

Golpeé su hombro. —¿Qué pasará mañana? Te has quedado a mitad de la frase.

—Mañana podríamos acabar lo que hemos empezado hoy, ¿Qué te parece?—Soltó.

—¡Mira, es Bob Esponja!

—¿¡Dónde!? — Tae se volteó de golpe, siguiendo con la mirada mi dedo índice. Se dio cuenta de que le había mentido y resopló, agotado. —Ah, odio cuando me mientes. No se me ha olvidado el tema del que estaba hablando, así que, Scar, amiga, amiguísima mía...

—Tae, yo...

Se rio. —Es broma. —Me dijo, con tono tranquilizante pero tremendamente grave.—Lo que surge, surge. Hoy ha pasado todo eso, pero ha sido casualidad.

—¿Casualidad? Ha sido culpa tuya. Has salido en albornoz de la ducha y-

—Cómo quieres que salga de la ducha? —exclamó —¡Al menos he tenido el decoro suficiente de salir en albornoz! ¡Yo por mi casa voy como mi madre me sacó de su útero, pero tú estabas delante!

—Vaya, gracias por la información innecesaria.—dije sarcástica.

—Ha sido cosa del destino. El destino quiere que te provoque, y a mí no me queda otra que hacer lo que el destino quiera.

—Deja de decir idioteces. Admite al menos que te atraigo... un poquito. —Añadí, antes de que fuera demasiado tarde.

—Solo lo hice porque estaba confuso, y ya está.

—¿Confuso? La única confusa aquí soy yo.

Lo bueno de ser amiga de Kim Taehyung es que era imposible no saber qué se le pasaba o había pasado por la cabeza; él siempre acababa confesando, tarde o temprano, el porqué de todo lo que hacía. —Sí, confuso, porque no sé si te quiero como amiga o como para un polvo. No sé, supongo que lo que surge, surge. Como lo de antes.

Se encogió de hombros, me alzó para que no me resbalara  y se quedó callado durante el resto del camino al hotel. Yo tampoco dije nada. Me quedé pensando en lo que Tae había dicho, con la cabeza apoyada contra sus escápulas, dándole vueltas a lo de "amiga". Confirmé mis sospechas: lo único que íbamos a conseguir si matábamos de golpe la tensión sexual era romper nuestra amistad. De hecho, notaba que las cosas entre los dos empezaban a volverse más vergonzosas. El silencio incómodo entre nosotros dos lo decía todo.

Llegamos al hotel minutos después. Tae, nada más pisar el hall, me dejó caer. Algo arrepentido, me tendió la mano, se la di, tiró de mí para despegar mi trasero del mármol frío del suelo y caminó a mi lado hasta al ascensor, donde se puso a bailar de nuevo con el hilo musical. Yo le miré con los ojos entrecerrados, juzgándole, y Tae se puso a bailar a mi alrededor haciendo caras estúpidas hasta que consiguió que yo también me pusiera a bailar como un padre cincuentón en la boda de su hija. En cuanto las puertas se abrieron, paré. Taehyung continuó bailoteando por todo el pasillo hasta llegar a la habitación.

Entramos en silencio. Yo me tiré a la cama y él se sentó en ella, como si le diera vergüenza tumbarse a mi lado después de haber vivido tantas situaciones incómodas conmigo. Tae encendió la televisión.

Volvió a salir la noticia del asesinato.

—¿Lo sabías?

Cambió inmediatamente de canal. Vi cómo Tae apretaba la mandíbula y entrelazaba los dedos con nerviosismo. No debí haber preguntado, pero me preocupaba muchísimo más él que un cadáver apuñalado.

—Sí. —respondió, con sequedad.

Me contuve y no le pregunté más. Hice una mueca. —Lo siento...

Tae se mantuvo en silencio, frunciendo los labios durante un buen rato. Puso dibujos animados, pero no se rio como siempre. Apenas sonrió. Solo un chiste absurdo consiguió que sus labios se curvaran en una sonrisilla que se le borró con la rapidez de un pestañeo.

—¿Estás bien?—le pregunté con un bostezo. Él se giró para verme.

Asintió. —Sí, tranquila. —se inclinó un poco hacia mí, dudoso. Su mirada estaba algo sombría, así que abrí los brazos sin dejar de bostezar y dejé que él volviera a apoyar su cabeza en mi pecho. Le rodeé con mis brazos porque sabía que necesitaba algo de consuelo.—Ay, Scar, en serio, me gustan tus tetas. Son blanditas, como una almohada...

—Vale, ya estás mejor.

—Menos mal que todavía te tengo. Me alegro de que hayas querido venir conmigo.

—Eres mi mejor amigo. No puedo decirte que no, y tampoco te puedo ocultarte las cosas.

Esbozó una sonrisa triste. - Pero hay alguna cosa que sé que me escondes...

Tragué en seco, algo nerviosa. Quizá sabía lo que pasó conmigo y con su tío recién asesinado.—¿Cuál?

—Como que te tocas en la bañera de vez en cuando.

—¡Es mentira!

—Vaya, no lo sabía, pero ahora tengo claro que lo haces.—Rio, algo escéptico. —Es normal, todos necesitamos momentos íntimos, ¿no?

Le golpeé.—Estoy cansada. Me voy a dormir. No ronques. No me despiertes. 

—Descansa, Scar~ —canturreó, dándome una palmadita en los muslos.—Buenas noches...

*****

—Buenos días, Scar.—Oí, cerca de mi oído, esa voz grave perteneciente a Taehyung. Me di la vuelta con un gruñido. No quería abrir los ojos todavía. Estaba cansada.—Es por la mañana...

—Vete. —protesté contra la almohada.

—Si no te levantas ahora...

—Cinco minutos.

—Te azotaré.

Me reincorporé como si tuviera un muelle debajo. Abrí los ojos tan de golpe que la claridad de la habitación me hizo daño. Tae se reía, pero quizá no era por mi reacción. Le miré, suspicaz.

—¿Ya no vas a azotarme o qué? —solté. Estaba medio dormida. Todavía no pensaba del todo bien.

—¿En serio quieres que te azote...? —Todavía se reía. —Lo siento, es que no te puedo tomar en serio con esa... cara.

Me llevé las manos al rostro. Estaba pegajoso.—Tae...

—Eh... Me voy a cepillar los dientes.

Vi mi reflejo en el cristal del ventanal de la suite. Entorné los ojos para verme mejor.

Taehyung había hurgado en mi neceser y había utilizado mi maquillaje para pintarme la cara de la forma más infantil posible. Había utilizado kilos y kilos de pintalabios rojo para hacer dos círculos gigantes en mis mejillas y para hacer una raya sobre mis labios al más puro estilo Joker, y con delineador negro carbón había juntado mis cejas -acabó dibujando nubes por mi frente para que parecieran un jodido pájaro- y había extendido la línea de mis ojos casi hasta el extremo de mi cara. Típico de Kim Taehyung. Grité. Me levanté y me quedé cruzada de brazos en el umbral de la puerta del baño.

Se reía. —Estás guapísima.

—Atrévete a salir del baño.

— No, no... no me arranques los brazos...

—A ver quién azota a quién.

—Es una bromilla de nada... Te favorece, por cierto.

No aguanté más y me acerqué para golpearle mientras se lavaba los dientes. Al final, el propio Tae se ofreció a desmaquillar mi rostro mientras yo llamaba al servicio de habitaciones para pedir un desayuno completo.

—Esta noche —comenzó a decir Tae mientras mojaba un algodón con desmaquillante y lo pasaba por mi cara —hay una fiesta a la que me gustaría ir. Habrá una banda de jazz y barra libre. Está cerca.

—Parece que me estás pidiendo permiso para ir.

—Últimamente no te van mucho las juergas, así que...

—Sabes que me gustan las fiestas.

—Y la cerveza, por eso eres mi amiga.

—¿A qué hora es?

—¿Nos vamos de fiesta? —Gritó, se puso a botar sobre el colchón y a cantar victorioso. —¡Bien! 

**********

Atención a los gifs de 2015 (baby armys seguro que no sabíais de la existencia de esta escena):



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