Buscamos algunas frutas y lianas para amarrarlas ya que pretendíamos lanzarlas a la boca de la planta atrapamoscas, así nos dará tiempo de cortarla para poder avanzar.

—¿Por qué no mejor amarramos a Alex y se lo lanzamos a la planta? durará más en digerirlo — Andrés habló convencido.

—¡Oye!

—No, no podemos darle a Alex, Andrés— Aniel comenta serio.

—Sí, siempre pensé que eras el mejor del grupo, Aniel— Alex miraba a Andrés vencedor.

—No querrá comérselo, ¿no sabes desde cuando no se baña? — dijo con una mueca de asco.

Alex frunció el ceño —siempre quieren venderme o usarme de sacrificio humano, ¿seguro son mis amigos amigos?— ironizó y rodó los ojos.

Luego de amarrar las frutas que, por cierto, eran gigantes. Comenzamos a pensar cómo íbamos a ponerle eso en lo que se suponía era la boca y que no nos atrape a uno de nosotros.

—¿Quién irá? — pregunté dudoso.

—Yo no iré— Alex fue el primero en hablar y todos lo miramos —oh no, al menos alguien debe ayudarme porque yo no quiero ser comido por una flor gigante solo.

—Yo te ayudaré— Andrés riendo le dio unas palmadas en el hombro.

Ellos se fueron acercando a ella, las piernas de Alex empezaban a temblarles y cuando estaban a unos cuantos pasos, la planta se giró hacía ellos y abrió la boca, esto causó un gran terror en Alex quien gritó como una niña, los dos le lanzaron las frutas a la boca y se cayeron al suelo, cuando empezó a digerir nos miraron y yo voltee a ver a Aniel quien tomó su espada respirando profundo.

Él, un poco dudoso, fue a paso rápido y cerrando los ojos cortó el ramo de la planta, ésta cayó arriba de todos ellos y yo empecé a reírme mientras ellos maldecían entre dientes por el golpe que se dieron, Alex estaba sin aliento porque Aniel cayó sobre su barriga y Andrés hacía muecas de dolor al igual que Aniel porque chocaron sus cabezas.

—¿Están bien chicos? — dije entre risas ayudando a quitarles la planta ya muerta de encima.

Todos me dieron una mirada asesina y yo levanté las manos en muestra de son de paz. Los ayudé a levantar y comenzamos a caminar, yo normal pero mis amigos... Digamos que ellos estaban más en el piso que de pie, nos detuvimos frente un río que nos evitaba seguir. La corriente era rápida y a la izquierda había una cascada.

Alex extendió las manos —río ábrete y déjanos cruzar a mi y mis estúpidos amigos que me metieron aquí en mi contra.

Todos lo miramos y nos echamos a reír, pero luego no podíamos creer lo que pasó, el río se levantó y nos quedamos todos boquiabiertos volviendo a mirar a Alex.

—¡Soy el puto amo! — dijo orgulloso —deberían cerrar la boca para que no se les meta una mosca gigante— empezó a caminar con una expresión de suficiencia por el río y lo seguimos.

Cuando cruzamos miro hacia atrás como el río vuelve a su normalidad, miré por primera vez mi reloj y las manecillas de él no se movían y por el rabillo del ojo veo un frasco con un líquido azul brillante me acerqué y tenía escrito "Bébeme", parecía estar tallado en el cristal del envase lo me pareció extraño, pero fui a recogerlo.

—Jeremith, ¿a dónde vas? — Andrés dijo curioso mientras me vio desviarme del camino.

Me apresuré para guardar el frasco en mi mochila y me desamarré los cordones para simular que estaba agachado para amarrarlos.